Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. Solitude


Un profesor del conservatorio  le había sugerido a Yoongi que debía presentarse a un certamen de música que se celebraría durante una gala pública. Y Yoongi quería demostrarse a sí mismo que tenía talento de sobra para ganar, pero ni siquiera se lo había planteado, ni le había preguntado a ninguno de sus amigos si opinaban que debía participar. Después de todo, se trataba de un evento público, y cada vez que tenía que enfrentarse a una multitud, se lo comía la ansiedad, y su manera de lidiar con ello era acabarse varios paquetes de cigarrillos en un solo día, con lo cual, si no tenía cuidado, acabaría por desarrollar un cáncer de pulmón o algún otro problema cardiorrespiratorio.

De todos modos, era un concurso de duetos, y tampoco tenía un vocalista que pudiese acompañarlo...Así que no, Yoongi ni siquiera se lo planteó...

No volvió a pensar en ello hasta que se encontró a Jungkook llorando en las escaleras. Le costó bastante lograr que el chico hablara con él, y se sintió incómodo, porque nunca sabía cómo actuar cuando alguien lloraba a su lado. El hermano de Seokjin había sido despedido de su trabajo aquel mismo día, y no se atrevía a volver a casa porque se sentía avergonzado y creía que Taehyung quedaría decepcionado, y su boda, más lejana e imposible que nunca.

Yoongi le repitió varias veces que la boda podía esperar, y que Tae no iba a estar decepcionado, porque él no había hecho nada malo, y se había estado esforzando día tras día, incluso haciendo tareas extra. No era culpa suya que el negocio estuviese en horas bajas y fuera necesario prescindir de personal.

Esas palabras sirvieron para que Jungkook se dignara a entrar en casa, aunque su ánimo seguía decaído, incluso cuando Tae le preparó un chocolate y le abrazó debajo de las mantas. Estaba preocupado por la situación económica que iban a atravesar y por no saber cuanto tiempo le llevaría encontrar un nuevo trabajo. Su novio salió con él a buscar algún puesto en las pocas tiendas de ropa que había en el pueblo, y en un par de restaurantes, sin éxito.

Yoongi recordó entonces el concurso, y la suma económica que se entregaría a los tres primeros clasificados, y recordó que había oído cantar a Jungkook algunas veces desde la ventana, y había que reconocer que no se le daba nada mal. Se dijo que merecía la pena arriesgarse a un ataque de ansiedad (nada que no le hubiera pasado mil veces antes) si era por ellos. De todos modos, quizá el estar acompañado en el escenario disminuiría la presión. Se lo propuso, sin mencionarle su anterior reticencia a participar, y el chico aceptó sin dudar demasiado.

La sociedad construida en torno a las instituciones de educación musical estaba bastante anclada en el pasado así que, tras varios días de ensayos, Yoongi bajó al piso de la joven pareja con un frasco de quitaesmalte, un traje negro y cinta para cubrir tatuajes. Aquel era un certamen serio, y no estaba bien visto que nadie fuese tatuado "como un delincuente". Jungkook era un hombre, así que tampoco se suponía que llevara pintura de uñas o pendientes vistosos. Cuando se miró al espejo poco antes de la actuación, fue casi como si estuviese observando al antiguo Jungkook. El propio Yoongi se quitó los pendientes y los dejó sobre la mesilla de noche, mientras Taehyung besaba a su novio y le recordaba de aquel modo que, ganara o perdiera, siempre iba a ser el mejor para él.

Jungkook también estaba algo ansioso cuando llegó la hora crucial. Después de todo, era su primera vez sobre el escenario, y parecía más grande al estar de pie sobre las tablas de madera, con Yoongi y su piano de cola como únicos acompañantes. El chico de cabello platino fijaba sus ojos en las teclas. Tenía la partitura posada en el atril, pero no necesitaba mirarla. Jungkook empezó a cantar de forma ligeramente débil, tímida, atropellada, hasta que sus ojos se fijaron en los de Tae, que le devolvió la mirada desde la segunda fila, y le hizo sentir seguro. El chico se sintió como si estuviese volando y de repente el miedo lo abandonara y fuera sustituido por la certeza de que siempre podía aterrizar en los brazos de su novio.

Consiguieron el tercer puesto, premiado con una cantidad simbólica, aunque Tae les aseguró a ambos que, el día que creyeran en sí mismos, se comerían el mundo con su talento. Abrazó a Yoongi y besó a Jungkook en las escaleras del conservatorio. A Jungkook no le gustaba exponerse, y sabía que algunos alumnos los estaban mirando, pero, por una vez, se sentía tan eufórico que quiso dejarse llevar. Levantó a Tae ligeramente del suelo, tomándolo por la cintura, y le besó, con una inevitable sonrisa asomando a sus labios.

Yoongi también sonrió débilmente, sobrecogido por una sensación agridulce, porque quería algo como lo que tenían ellos, pero sabía que no podía permitírselo, porque no creía poseer esa pureza de corazón, y sentía que cualquiera posibilidad de amar así había quedado atrás junto con su juventud. Yoongi solo tenía veintiséis años, pero a veces le parecía que ya había vivido mucho.

Ultimamente, al estar ocupado con sus estudios, había tenido menos tiempo para sus idilios anónimos. Había evitado acostarse con Jimin las veces que habían vuelto a verse, porque Jimin era cariñoso con él, y solía abrazarle y dormir a su lado cuando terminaban, y cuando llegaba la mañana se levantaba para prepararle el café o llevarle alguna pieza de fruta a la cama. Y aquello se sentía demasiado doméstico y bonito, pero no era más que una ilusión reminiscente de algo que los dos habían compartido en otro tiempo. Así que Yoongi prefería últimamente acostarse con completos extraños y extrañas con los que no tuviera ningún pasado en común, y poner una línea imposible de confundir entre sus amistades y sus líos de una noche. Quizá tenía algo que ver con la tentación que había sentido de besar a Seokjin poco antes de su boda.

-Ojalá pudiésemos ir a ver a Seokjin-murmuró Jungkook, apenado-, pero creo que sigue de viaje. Lo echo de menos...Y no creo...no creo que podamos ir a visitarlo a casa...Tendría que haber ido contigo el día de la boda, Tae...¿Por qué tuve que ser tan orgulloso...?

-Está bien, amor...Él sabe que lo quieres-le tranquilizó Tae, apretándole la mano dentro del bolsillo de su abrigo, porque la temporada de frío aún estaba lejos de terminar.

-Yo también lo echo de menos-admitió Yoongi.

Lo dijo más para sí que para ellos, casi lo pensó en voz alta.

No habían hablado mucho en las últimas dos semanas, quizá porque Seokjin estaba demasiado ocupado o desanimado para ello. Yoongi no tenía manera de saberlo. Su amigo le enviaba fotos de los monumentos y parques que visitaba en su viaje por Europa, pero no sabía si estaba pasándolo bien, si Iseul lo acompañaba, o si estaba saliendo solo. Cuando le preguntaba, Seokjin le respondía con monosílabos y emojis, y Yoongi intuía que no quería preocuparle, cargar un peso más sobre sus hombros, pero que realmente distaba mucho de "estar bien", como él decía.

Trató de convencer a Jungkook de que perdiera un poco el orgullo y le pidiera dinero a su hermano. No había nada de malo en pedir ayuda cuando se necesitaba ayuda, dijo. Si la gente entendiera eso, habría menos sufrimiento en el mundo. Evidentemente, Yoongi sabía que aquel era uno de los muchos consejos que regalaba generosamente pero él mismo rara vez seguía. 

Jungkook insistió en que sentía que ya le debía demasiado a Seokjin, pero no podía negar que su hermano estaba, en cuanto a dinero, bastante más acomodado que él, y que seguramente estaría encantado de ayudarle, a pesar de que tendría que hacerlo a escondidas. El dinero del concurso, después de todo, estaba más destinado a una cena a la luz de las velas que a pagar la factura del gas. Yoongi le había dado también su parte del cheque, aunque sin decírselo, porque sabía que, de otra manera, Kook no lo habría aceptado.

Seokjin traspasó algo de dinero a la cuenta de su hermano, un poco más de lo justo y necesario, para que pudieran vivir tranquilamente por un tiempo, y que Jungkook no se presionara demasiado con el envío de curriculums y la búsqueda constante de empleo. Aunque la comunicación entre los dos seguía siendo escasa y superficial, también le envió una postal a Yoongi. Era una fotografía del río Sena, con la torre Eiffel a lo lejos y los puentes de Paris en primer plano.

"Me recordó a ti" rezaba la postal, sencillamente.

No decía por qué, o como Seokjin se acordaba de él cada vez que se encontraba frente a un mar, un río o un arroyo, y que no era solo porque se habían conocido pescando en un puerto, sino porque Yoongi era como el agua. Era algo difícil de explicar, pero el agua podía ser fiero y violento, y también acariciarte los pies en la orilla y hacer que te sintieras vivo y en calma y, para Seokjin, Yoongi se parecía más a lo segundo, aunque era consciente de que dentro de él también habitaban tormentas. De no ser así, quizá la conexión entre ambos no se habría sentido tan genuina.

Seokjin había dado largos paseos junto al río Sena en Paris, junto al Tíber en Roma. Se suponía que era su Luna de Miel, pero se sentía más bien como uno de esos viajes solitarios que uno hace para "encontrarse a sí mismo". Dormía con su esposa por las noches, y había salido con ella en muy contadas ocasiones, pero estaba solo la mayor parte del tiempo.

Toda esa soledad le había otorgado tiempo de sobra para pensar, y había terminado por reconocerse a sí mismo algo que, tal vez, ya sabía de forma inconsciente.

Le gustaba Yoongi.

Le gustaba Yoongi, de una manera casi peligrosa, no tan platónica como había pensado la primera vez que aquella sospecha le cruzó la mente. Le gustaba mucho, al punto de echarlo de menos, aunque sabía que la única posibilidad de relación entre ambos se limitaba a la amistad. Sus situaciones en vida hacían cualquier otra cosa imposible y, de todos modos, era consciente de que Yoongi no lo veía con los mismos ojos.

Quizá por eso no habían hablado tanto aquellos días, y Seokjin confiaba en su capacidad para disimular sus sentimientos. Al principio, no quiso mencionárselo a nadie, porque a él mismo le costaba llegar a términos con esa realidad. Sin embargo, sin saber cómo, terminó por decírselo a Jungkook cuando este le llamó para agradecerle por el dinero que les había prestado a él y a Tae.

-Kook...¿Cómo supiste que te gustaba Taehyung...?-preguntó, sin venir a cuento, en medio de la llamada.

-¿Eh...? Pensé que ya te lo había dicho...Bueno, yo...Me gustaba trabajar en el hospital...Era algo triste, pero sentía que estaba haciendo cosas buenas por la gente...Y luego, cuando conocí a Tae, él me sonrió antes incluso de que yo pudiera sonreírle a él. No creo en el amor a primera vista, pero sí sé que incluso entonces sentí algo. Y semana a semana...bueno, mi mayor preocupación era él. Me pasaba horas junto a su cama, y él hablaba mucho. A veces se quedaba dormido mientras me hablaba, e incluso entonces yo permanecía a su lado. Y tenía un miedo horrible de ir a trabajar un día y que, al entrar en el hospital, lo sacaran de su habitación en una camilla, completamente cubierto por una sabana. Y que yo no pudiera ni siquiera despedirme...Sabía que tenía muchas cosas por decirle, cosas que no me atrevía a decir en voz alta pero que...que estaban en mí. Y apenas podía dormir por las noches pensando que podía...perderle...Esa era la palabra que se me venía a la cabeza, a pesar de que él ni siquiera era mío.

-Me hablaste de un sueño...-Seokjin no se atrevía a decirlo en voz alta.

-Sí...te dije que Tae...que Tae se...se iba, en mis brazos. Pero no te dije que...me dan escalofríos cuando lo recuerdo...Después de eso, yo le pedí que se despertara, por favor. Le grité que estaba asustado, que volviera, que volviera a mí. Y él no respondía, él...Lo sostuve y lo besé junto a los labios, y estaba frío...y me desperté llorando. Y ese fue el día que me atreví a reconocerlo. Fue el día que conseguimos el transplante, esa misma mañana...Y me pidieron que le diera la noticia. Yo lo abracé y él me besó primero, y se lo dije antes de que mi mente pudiese siquiera procesarlo. Le dije "te amo". Porque esas palabras parecían estar atoradas en mi garganta, y solo cuando se las dije pude respirar y sonreír en paz, y él sentía lo mismo que yo...Todo fue tan rápido que, para cuando lo supe... No fue...nunca me di cuenta de que Tae me gustaba, hyung...Cuando quise darme cuenta, ya lo amaba, ya estaba dispuesto a darlo todo por él...Perdón, me he dejado llevar...

-Está bien...-dijo Seokjin, con una risa suave.

-Pero...¿Por qué me preguntas esto, hyung...?

-No importa, solo quería saber si...No importa, simple curiosidad...

Y de veras no importaba. Seokjin solo buscaba entenderse un poco mejor a sí mismo, saber si de verdad sentía aquello, si se lo estaba pensando demasiado. No iba a dar paso alguno, pero quería saber lo que sentía, quería saber si era real.

Jungkook suspiró, al otro lado del telefono.

-Es Yoongi-dijo-¿Verdad...?

Seokjin respondió con un largo silencio y después cambió de tema. Pero mientras su hermano hablaba despreocupadamente de las atracciones a las que se había subido en Disneyland, Jungkook entendió aquel silencio como una respuesta en sí mismo.

Por supuesto que era Yoongi.

Desde el principio, siempre había sido Yoongi. 

Seokjin lamentó el instante en que había abierto la boca, y el momento en que se había dado cuenta de la intensidad y naturaleza de sus sentimientos. Ojalá se hubiera dado cuenta antes...¿Qué habría cambiado eso? Seguramente nada, y de nada servía pensarlo, pero aún así lo lamentaba.

Iseul estaba acostada en la cama del hotel, con un libro en las manos y las gafas de leer puestas. Seokjin sabía que no estaba bien, moralmente, pensar en otra persona estando casado, incluso si ellos apenas parecían compañeros de piso con una convivencia silenciosa y distante. Tal vez para apagar sus pensamientos, se acercó a ella por primera vez en varios días y, después de pedir permiso con la mirada, la besó. Cerró los ojos mientras lo hacía y, quizá por ello, no fue tan superficial ni frío como había resultado en otras ocasiones. 

Esa fue la primera noche que Seokjin se acostó con su esposa, casi dos semanas después de la boda. Existía cierta atracción física, de modo que, en un primer momento, no se sintió mal. Era algo que se daba por descontado cuando aceptó (o se vio forzado a) casarse con ella, pero también estaba teñido por esa sensación de vacío que parecía acompañarle siempre.

Había cosas que momentáneamente lo alegraban o entristecían, pero rara vez permanecían en el tiempo o dejaban huella en él. Quizá era estúpido desear algo tan abstracto e inalcanzable como la felicidad, y quizá por eso Seokjin ya se había resignado hacía tiempo.

También tendría que resignarse a que sus sentimientos indefinidos por Yoongi quedasen en nada, ocultos y sin respuesta ni propósito. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro