•Capítulo final/ epílogo
[HyungWon]
Contra todos los pronósticos, Min y Jooheon sí se enamoraron solo que no se casaron esa semana, ni al mes siguiente. De hecho decidieron esperar y dedicarse a profesar su amor sobre todas las superficies que encontraron en su camino. Kihyun y Nunu estaban demasiado embobados el uno con el otro, y mi alumno decidió que Kihyun estaba demasiado solo en ese apartamento tan grande ahora que Min y yo ya no estábamos todo el día por ahí y pronto estaba con sus maletas en la puerta. Kihyun seguía haciendo comentarios mordaces, pero su gigante novio le había suavizado un poco el carácter.
—¿Qué puedo decir? —mi amigo se sentó al piano y empezó a tocar una melodía con tintes dramáticos. Como todo lo que hacía él—. El chico tiene un buen poder de persuasión, se baja los pantalones y curiosamente termina convenciéndome de todo...
—Eres demasiado cerdo para ser tan pequeño.
—Hey, no soy tan pequeño... —dijo en tono misterioso y francamente, asqueroso.
—En eso tiene razón —acotó Nunu entrando a la sala para alimentar a su poeta en el piano.
—Ewww —Min hizo una mueca horrorizado— demasiados detalles que no necesitaba saber.
—Me has visto desnudo más veces que mi madre —dijo Kihyun aceptando un pedazo de fruta que Nunu le ofrecía.
—¿Y qué te hace pensar que quiero recordar eso?
—Solo estoy diciendo que ya sabes que lo bueno viene en frasco chico.
—Si tú lo dices... ¿Cuándo vuelve Hoseok?
—preguntó Min.
—Esta noche —respondí mirando mi reloj. Aún faltaban algunas horas para ir a buscarlo al aeropuerto.
—Podríamos salir a cenar.
—Ni lo sueñes, hace dos semanas que no veo a mi boy scout, así que esta noche pienso cenar, pero no con ustedes... —levanté mi copa de vino y le tiré un beso a Min que estaba indignado.
—No es justo, Jooheon está visitando a su madre y hasta mañana no viene. Tendré que quedarme con ustedes —miró a Kihyun que suspiró y se apoyó sobre el piano.
—Si no te molestan los ruidos...
—Ok, ok. Me iré pero si mañana amanezco muerto del aburrimiento, sepan que será su culpa. Puedo ser un fantasma muy molesto.
—Claro porque ahora no lo eres... —dije riendo. Atajé un almohadón que voló hacia mi cabeza.
Un poco más tarde caminé hacia mi apartamento pensando en cómo agasajar a mi pequeño escritor estrella que volvía de hacer un pequeño viaje de estudios a los estados unidos. Solo lo tuve como alumno en su primer año de universidad y, para serles sincero, era algo que agradecía que hubiera terminado. Me había resultado totalmente difícil mantener mis manos alejadas de ese hombre sin levantar sospechas. Caminar por los pasillos y rozar nuestras manos cuando nadie nos veía, entrar a escondidas en los baños para besarnos hasta que alguien nos interrumpía, echarnos miradas desesperadas en medio de las clases...
Había sido un año intenso e inolvidable. Pero ahora eso había terminado y cuando se acabó ese año escolar, ambos festejamos porque ya no tendríamos que escondernos en el campus. Yo había conseguido trabajo en otra universidad y ahora disfrutábamos de una relación sin sobresaltos pero igual de intensa.
Me senté en el bar del aeropuerto y me dediqué a pensar en mis días antes de conocerlo. Todo mi mundo se iluminó cuando lo vi salir de la puerta de embarque con su pelo revuelto del sueño reciente y sus anteojos de abuelo que ahora eran un poco más sofisticados. Corrió hacia mí y me levantó como hacen en las películas con la diferencia de que mi metro ochenta y tres fue un poco más difícil de acomodar con tanta gente alrededor.
—No te das una idea de lo que te extrañé
—dijo antes de atacar mi boca con sus labios ansiosos.
—Y yo a ti, bebé. Es hora de ir a casa.
Abrir los ojos y encontrarme con esa espalda ocupando la mitad de mi cama... Por un momento creí estar soñando. Esa imagen debía ser el epítome de la felicidad terrenal. El cuerpo de Hoseok quitaba el aliento. Me incliné y dejé un beso justo en medio de sus omóplatos. El cuerpo perfecto se movió y la sábana cayó al piso. Me quedé sin aire. Mi mano se movió por inercia y aterrizó en las firmes nalgas de mi ex alumno.
¡Santo cristo! Nunca deseé tanto ser escultor como en ese momento.
—Buen día, profe... —la voz ronca se derramó por toda mi cabeza.
Me incliné y besé la piel blanca a mi lado.
—Ex profesor... Buen día, precioso —murmuré con la boca ocupada en marcar la piel de mi amante.
—Me gustaría despertarme así todos los días —Hoseok rió y se giró con rapidez haciendo que casi aterrizara sobre su pelvis.
Mis ojos se abrieron de sorpresa. Y luego suspiré, mirando la enorme erección que se alzaba a escasos centímetros de mi cara.
—Cielos...
Hoseok rió de nuevo y llevó ambos brazos detrás de su cabeza.
—Sabes, podría escribir toda una epopeya sobre eso y sus hazañas legendarias —dije asintiendo y mirando con renovado cariño a mi amigo despierto.
—¿Quieres que sumemos más hazañas a tu obra? —Hoseok se mordió el labio y me miró sugestivamente.
—No me vendría mal un poco de inspiración...
Hoseok se incorporó apenas y estiró un brazo musculoso, agarrándome por la cintura y tirándome contra su cuerpo.
—Entonces no hay tiempo que perder, pongamos manos a la obra. Hay que recuperar estas dos semanas que estuvimos separados.
Todos mis santos y demonios ahora tienen su rostro. Habían pasado tantas cosas entre esas sábanas y en mi corazón. El deseo egoísta de quererlo solo para mí. La revelación violenta de saberlo mío. Hoseok había entrado a mi vida como un viento intruso, desordenando las letras de mi historia para armar una nueva. Una a su antojo. Una más real. Una sombra que me engulló por completo y me escupió a sus pies. Dejándome hambriento de sus besos y lleno de sus caricias. Con sus miradas incendiarias que hacían de mis días un infierno divino en el que ardía hasta consumirme por completo. En sus brazos. En su boca... Mi hermoso boy scout, con sus anteojos de abuelo y su corazón dulce. El chico de pelo revuelto y sonrisa furtiva. El hombre de hombros anchos y risa que escalaba el alma. El bibliotecario que creaba poemas en mi piel e inventaba idiomas nuevos en el amor. Delicioso e intenso Hoseok.
'No lo sé, supongo que cuando mi cuerpo está con su cuerpo. Me gusta sentir el temblor de sus labios cuando me besa con esa mezcla de firmeza y suavidad. Besarlo una y otra y otra vez, besarlo todo, cuando nuestras caricias producen electricidad...'
Hoseok me hizo tragar esas palabras y las hizo realidad, magnificando su dulzura e intensificando las descargas con cada caricia. Con mi corazón en su puño y su sonrisa en mi alma. Mío. Mío y para siempre mío.
¿Quién iba a pensar que aquella visita a la biblioteca iba a ser el comienzo de mi historia a su lado...?
Fin 🖋️
Otra historia que llega a su fin. Personalmente es la historia que más disfruté escribiendo. Amé sus personajes y aunque, en un principio, fue pensada para hacerla más larga, creo que estaba tan contenta como estaba que me pareció que sumarle más solo la arruinaría. Gracias a todos ustedes por acompañarme en esta historia, con sus risas en los comentarios y sus votos de confianza. Por tomarse siempre el tiempo de leer lo que escribo aunque no sean las mejores historias, están hechas con mucho amor. Así que todo esto es por ustedes y para ustedes. Espero que estos personajes queden en sus corazones como lo están ya en el mío. El Wonnie profesor que se perdía en sus delirios por la literatura y por el bibliotecario. El Hoseok, de anteojos de abuelo y cuerpo de gladiador enamorado de su profesor, el Min arqueólogo bisexual e histriónico con ínfulas de diva y a Kihyun delirante y mordaz que toca el piano para amenizar sus charlas entre amigos...
Gracias a todas.
Kiddo.
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