09.
—El grandote que vino con tu boy scout, ¿es tu alumno también? —me preguntó Kihyun llevándome a un lado apartado.
—Si, ¿por?
—¿Es legal?
—¡Claro que sí! Oh, no. No lo harás.
—Oh, sí y no te metas.
Se dio la vuelta y se perdió entre la gente. Quise seguirlo pero Hoseok se puso en mi camino.
—¿Pasó algo, profe? —preguntó mirando hacia donde yo miraba.
—Eh... no... dime HyungWon, por favor, Hoseok. ¿Cómo la están pasando? Te dije que no iba a ser una fiesta muy divertida.
Hoseok sonrió y barrió el salón con la mirada.
—Nunu se está divirtiendo a lo grande y está hablando con su amigo. Me dejó solo... —su mirada me recorrió entero. Tragué con fuerza.
—¿Qui- Quieres tomar algo? —le pregunté intentando controlar la voz y mis hormonas.
—Hey, Wonnie —Min se acercó a nosotros y le dio un porro a Hoseok— ¿viste a Mark? Estaba por aquí hace un rato...
Rodé los ojos.
—No, fíjate en la basura.
—Wow, necesitas sexo urgente —dijo y se alejó de nosotros.
Me puse colorado por las palabras de mi amigo y miré a Hoseok avergonzado. Le dio una calada profunda, reteniendo el humo en la boca, sus ojos fijos en los míos. Dios, si esto era una prueba, estaba fallando escandalosamente.
—Lo siento —dije. Tomé el porro que me pasaba. Probablemente no fuera una muy buena idea teniendo en cuenta el desastre rosa chicle que había sido la última vez que había fumado la famosa hierba de Kihyun pero en ese momento lo necesitaba más que a nada.
Hoseok sonrió, pero su mirada era diferente.
—¿Por qué te disculpas?
Hice una seña con la cabeza hacia el salón.
—Mis amigos —dije. Expulsé el humo lentamente y cerré los ojos. En serio que esa hierba sabía muy bien.
—Son muy simpáticos —dijo. Abrí los ojos y asentí.
—Lo son, pero son algo... bueno, desubicados a veces.
Su risita musical me hizo sonreír también.
Un chico salió de una de las habitaciones y se llevó por delante a Hoseok, haciendo que su copa de vino salpicara toda su ropa.
—Hey, hermano, lo siento mucho —dijo el muchacho mientras con una mano intentaba en vano limpiarle la camisa.
—No te preocupes, un accidente lo tiene cualquiera.
Pero el chico, un conocido de Minhyuk, no sacaba sus manos del pecho de mi alumno.
—¡Wow —exclamó— tienes un pecho gigante! ¿Eres soltero? Nunca te vi antes.
Hoseok levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron. Agarró la mano del chico que aún estaba sobre su pecho y la bajó con cuidado. El chico se giró a mirarme.
—¡Wonnie! —su sonrisa se amplió—. Oh, lo siento, no sabía que estaban juntos...
Abrí la boca para decir algo, pero Hoseok me interrumpió.
—¿El baño? Quisiera limpiarme un poco.
Mascullé una disculpa rápida al chico y le pedí a Hoseok que me siguiera. Lo llevé a la habitación de Kihyun que era la última del pasillo y la que tenía un baño más espacioso.
Cerré la puerta tras de mí.
—El baño está por ahí, buscaré algo para que te cambies.
Hoseok se metió en el baño y yo me metí en el vestidor de mi amigo. Por un momento me ví maravillado con la textura de las telas, ¡maldita hierba que me volvía más idiota de lo que era!
Sentí unos pasos a mis espaldas y cuando me giré mis fantasías se materializaron de manera tan perfecta que por un segundo me quedé sin aliento. Ahí estaba, mi pequeño, hermoso y gran boy scout. Parado con el torso desnudo y su camisa en las manos. Las mariposas de mi estómago estaban tan alborotadas que las hubiera ahogado con whisky si hubiera tenido uno a mano. Mi boca se abrió pero no recuerdo haber dicho nada. La piel de Hoseok era magnífica. Lisa, sin imperfecciones y tan blanca que parecía irreal. Era tan hermoso que dolía.
—Ah, em... —estaba balbuceando. Increíble. Un profesor de letras que se queda sin palabras. Deplorable actuación la mía.
Me giré hacia la ropa para ocultar mi turbación. Sentía el cerebro flotando.
—Bueno... espero que algo de esto te vaya, eres tan grandote...
Mis ojos se abrieron. Esas palabras habían salido de mi boca. Es la hierba, es la hierba.
Su risita me hizo abochornarme aún más de lo que estaba. No quise darme vuelta, no iba a poder soportarlo. Mis manos se movían sobre la ropa, sin embargo no podía ver absolutamente nada más que su imagen en mi cabeza. Me forcé a concentrarme en algo, tomé una camisa que me pareció lo suficientemente grande como para él, respiré hondo y me giré.
Hoseok estaba parado a escasos centímetros de mí y me sorprendí al no haberlo escuchado acercarse. Carraspeé.
Su mirada me recorrió entero. Otra vez.
—¿Quieres... ? —ahora no sentía las piernas. Estaba tan cerca que podía oler su perfume. Torpemente estiré la mano con la camisa y lo vi sonreír de lado. Dio un paso adelante y yo di uno hacia atrás. Otro paso cerca y mi espalda chocó con la puerta del armario.
—Ho-Hoseok, ¿qué haces? —mi corazón golpeaba tan fuerte que probablemente se podía escuchar por todo el apartamento.
—Sabe, profe... estuve pensando en algo que dijo la clase anterior...
—¿So... sobre el libro?
Movió la cabeza negando. Sus ojos oscuros eran muy intensos.
—La clase en el parque... —Otro paso y sus manos se cerraron alrededor de mi cintura. Contuve la respiración. Asentí apenas—. Lo que dijo sobre la electricidad...
Se lamió los labios y mi cabeza reprodujo ese movimiento en cámara lenta. Su boca rosada mojada, su lengua asomándose por sus labios. Un gemido estalló en mi garganta y resonó en mi interior como un eco. Mis ojos no podían ver otra cosa.
'Electricidad' —susurré tan bajo que probablemente solo yo lo escuché.
Sentí el roce de su dedo en mi cintura, contra la tela de mi camisa. Creo que hasta había olvidado como respirar.
—Sobre las caricias que causan electricidad... —giré apenas la cabeza y vi su mano moverse suavemente en mi cuerpo. Volví la cara hacia él. Sus labios se curvaron en una sonrisa tan sexy que una ola caliente se expandió por mi bajo vientre. Diablos.
Una vez, siendo muy pequeño, mi padre me había llevado a un zoológico. Yo estaba feliz paseando por las diferente jaulas, ajeno al sufrimiento de los animales, amparado por la inocencia de mis cortos años. Había paseado por todos los recintos hasta que llegamos al lugar donde tenían a los tigres. Animales hermosos, grandes y peligrosos. Recuerdo haberme pegado al vidrio, para ver de cerca a esos gatos gigantes que descansaban echados rodeados de esa pobre imitación de su hábitat natural. Yo reía aún con la nariz pegada al vidrio cuando uno de estos felinos se agazapó en el suelo y me miró. Yo estaba impávido, sonriéndole como idiota al hermoso animal hasta que algo en su mirada hizo que un sudor frío escalara por mi espalda. El animal me miraba con hambre.
Ahora estaba frente a una mirada parecida. Y el recuerdo de esa tarde de mi infancia me asaltó de golpe y quise echarme a reír porque mis inhibiciones estaban desmoronándose tan rápido que solo alcancé a agradecerle a Kihyun por haberme dado esa maldita hierba que me desinflaba por dentro y me dejaba hecho un estropajo de huesos vacíos. Hoseok era ese tigre y yo era su presa. Y quería ser atacado, quería que me destrozara y drenara hasta la última gota de sangre de mi cuerpo. Hoseok era mi hermoso depredador.
—Sabes que esto está mal, ¿no? —dije, mis fosas nasales aleteaban con fuerza, mis mejillas ardían y mis pupilas se dilataron perdidas en las suyas.
Movió la cabeza y acercó su cara a la mía. Su aliento fresco me golpeó la cara.
—No sé si esto está bien o mal... —su mano se había colado bajo mi ropa y sus dedos se enterraron suavemente en mi piel. Electricidad —pero usted plantó bandera en mi cabeza y no puedo sacarlo de ahí... —su voz ronca y profunda hizo que mi piel se erizara.
— Hoseok... —mi voz se tambaleó— soy tu profesor.
Hoseok suspiró y su frente se apoyó en la mía.
—Creí que habías dicho que esta noche solo eras HyungWon —su mirada me quemó por completo. Sólo tenía que juntar mis cenizas.
Su mirada victoriosa fue lo último que ví antes de que su boca se cerrara sobre la mía.
Electricidad.
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