08.
—Voy a matarte —HyungWon señaló con el dedo a Kihyun que estaba escribiendo a máquina.
—Te lo agradecería —dijo sin mirarlo. Su amigo se acomodó los anteojos—, que en lo posible sea antes de la fiesta, así no tengo que limpiar.
—Tu super hierba hizo de mí un idiota —se acostó en el sofá y aplastó un almohadón contra su cara.
—¿Estás seguro de que fue la hierba?
—Kihyun rio y lo miró fugazmente—. Bien, aceptaré la culpa. Ahora dime qué hiciste.
—Estuve toda la clase comportándome como una maldita princesa de Disney. Que los pajaritos, que el sol, que las plantas...
El pelirrosa soltó una de sus características risas malvadas.
—¿Se dio cuenta de que estabas volando?
—Le desordené el pelo y lo llamé boy scout
—murmuró avergonzado—. Normalmente mantengo mi estupidez a raya y hoy ni siquiera la dosifiqué.
Kihyun siguió riendo con la cabeza echada hacia atrás.
—¿Lo invitaste a la fiesta?
HyungWon asintió apesadumbrado.
—¿Te dijo que no?
—Vendrá.
—¡Entonces deja de quejarte! Todo salió bien al final para el profesor volado.
HyungWon le lanzó el almohadón pero su amigo lo esquivó sin dejar de reír.
La clase del día siguiente fue, para HyungWon, un poco mortificante. Todavía seguían invadiendo su cabeza pequeños fragmentos de la mañana anterior y le daba vergüenza siquiera mirar para donde se sentaba Hoseok.
—Entonces, ¿quién puede decirme qué temas tratan en la novela? —preguntó golpeando el libro con sus dedos largos.
Un chico levantó la mano.
—Amor, homosexualidad...
HyungWon asintió y miró a una chica de la fila del medio que había levantado la mano.
—¿Señorita Kim?
—¿Religión?
—Si, muy bien. Tenemos una novela relativamente corta, es curioso cómo funciona esta historia y los sentimientos que despierta.
Hoseok no podía —ni quería— sacarle los ojos de encima a HyungWon. Estaba, como siempre que el hermoso hombre daba una clase, embelesado. HyungWon parecía absorber con facilidad la atención de todos una vez que se paraba frente al aula. Se movía de un lado a otro, con una mano en un bolsillo y gesticulando con la otra. De vez en cuando, se acercaba a la pizarra y garabateaba palabras al azar que ocupaban todo el espacio para luego ensamblarlas y así sacar una conclusión maravillosa. Hablaba con una soltura demoledora y uno se quedaba con sus palabras dando vueltas por la cabeza mucho tiempo después de que la clase hubiera terminado.
— ...fíjense que la historia en sí da pocas chances al melodrama —se sentó sobre su escritorio con una pierna apoyada en el piso y la otra flotando en el aire—. Nadie muere, los personajes apenas lloran y sin embargo la urgencia de estar con la otra persona, la necesidad, la carnalidad está ahí, latente, cruda.
Hoseok asentía y oyó a HyunWoo a su lado suspirar. El moreno se inclinó un poco hacia él.
—Este hombre debe tener un cementerio sobre sus espaldas... —le susurró. Y no podía haber estado más de acuerdo con su amigo.
—Yo, cuando terminé el libro sentí un nudo en la garganta —dijo un muchacho de pelo encrespado sentado en la primera fila.
—Bien, ¿qué es lo que te produjo ese nudo?
–preguntó el profesor.
El chico se tomó unos segundos para pensar.
—Me sentí identificado en varias partes, por momentos recordé ese caos emocional de mis diecisiete años.
HyungWon sonrió con afecto.
—Por mi parte, sentí envidia de la vida de Elio —esta vez la que habló fue una chica con aires de musa de Andy Warhol— me refiero a, ¿quién no quiere esa familia culta y tan sofisticada, que trata de rescatar la belleza de las garras de la mediocridad?
HyungWon se levantó y se acomodó el pelo detrás de las orejas.
—Creo que uno puede reconocerse en los personajes —dijo Hoseok apenas levantando la mano, ganándose así la atención del hombre que lo tenía suspirando por los rincones.
—Ok. ¿Por qué? —HyungWon le hizo una seña con la lapicera para que siguiera explicándose.
—Bueno, la historia de Elio y Oliver representa los temores, las incertidumbres. A mí me puso a pensar que el tiempo pasa y no vuelve, y tener la chance de amar así, de esa forma tan visceral... Es hermoso y devastador en partes iguales.
HyungWon lo miró y sonrió, frunciendo la boca hacia un costado. Hoseok pensó en lo mucho que le gustaría morder esos labios...
—¿Una fiesta? —HyunWoo lo miró como desconfiando de sus palabras—. ¿De quién?
—Emm, bueno, el profesor Chae me invitó a una mañana.
Ahora la cara de HyunWoo pasó de la duda a la incredulidad en tiempo récord.
—Espera, espera, ¿me estás diciendo que el profesor Chae, el monumento ese que nos da clases de literatura, te invitó a una fiesta?
—Sus ojos estaban tan abiertos que Hoseok temió por sus párpados.
Asintió y se encogió de hombros.
—¿Y desde cuándo tú y el profesor Chae tienen esa confianza? En la clase jamás los vi hablando.
—Tampoco es para tanto. Resulta que trabajo en la biblioteca del centro, y él va seguido a buscar libros. Conversamos un par de veces y coincidimos en una cena donde conocí a sus amigos. Además es mi tutor. La fiesta será en la casa de uno de ellos. ¿Qué dices? ¿Me acompañarás? No conozco a nadie aparte de ti.
HyunWoo se rascó la nuca, Hoseok podía ver que estaba indeciso.
—No lo sé. Quiero decir, es nuestro profesor. ¿No sería algo incómodo?
—A ver, aparte de ser nuestro profesor, es un hombre muy agradable. No veo por qué no podemos ir y divertirnos. Tomamos algo, conversaremos. No lo pienses tanto. Además, sus amigos son muy lindos.
Eso pareció despertar su interés, Hoseok se felicitó internamente.
—¿Qué tan lindos? Son gays, ¿no?
—Eso creo, estoy seguro que uno de ellos lo es.
—Bueno, sabemos que el profe si lo es. ¿Crees que debería hacer algún movimiento con él?
Hoseok trató de disimular su incomodidad. Estaba decidido a acercarse a HyungWon. Lo último que necesitaba era a un moreno de metro ochenta con cuerpo de gladiador y labios arriñonados revoloteando alrededor de su hermoso profesor. HyungWon era suyo. O al menos eso quería.
—¿Entonces me acompañarás?
—Está bien, pero si resulta ser un velorio me marcho.
—Hecho.
—¿Cómo me veo? —preguntó Min girando frente a sus amigos.
HyungWon cruzó miradas con Kihyun.
—Depende de lo que quieras ganar esta noche —Kihyun cruzó un brazo por encima del otro y señaló la camisa transparente que el rubio se había puesto.
—Mira, me voy mañana y no sé cuándo volveré a tener sexo. Además creo que a Mark le gustará... —Minhyuk se miraba al espejo de un lado y de otro.
HyungWon rodó los ojos.
—¿Por qué no mejor te pones unas orejas de gato y te refriegas en su entrepierna?
—Oh, me gusta como piensas, pervertido
—Min le hizo el gesto de clavarle las garras y rió.
—Lo decía porque si vas a arrastrarte tanto por ese imbécil, podrías directamente ronronear en su regazo y lamerle esa cara de estúpido que tiene. Eres increíble.
Min se acercó a él y le echó los brazos al cuello.
—Awww, mira cómo te pones cuando estás celoso, tú sabes que mi amor por ti es como una cicatriz, feo pero permanente. Ahora, ¿en la escala del uno al diez, qué tan perra me veo?
—Solo ponte algo que cubra tus pezones
—dijo Kihyun yendo a su bar a chequear que todo estuviera en orden.
MinHyuk maldijo en voz baja y se metió en la habitación de Kihyun.
Al cabo de una hora ya había varios invitados dando vueltas por la sala. HyungWon estaba nervioso. ¿Iría Hoseok después de la vergonzosa mañana que le había hecho pasar la última vez?
—¿Qué sucede contigo? —preguntó Minhyuk entregándole un vaso de whisky on the rocks—, ¿es por Hoseok?
—No, ¿por qué lo preguntas?
—Porque estás a dos pasos de convertirte en el portero del edificio. Relájate, se supone que eres el sexy profesor de letras, sofisticado y con todos tus problemas mentales bajo siete llaves.
En ese momento el timbre sonó y Kihyun fue a abrir la puerta.
Hoseok estaba parado con una botella de vino en las manos y una sonrisa estampada en su preciosa carita. Kihyun se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados, sonriendo ampliamente.
—Bueno, bueno, pero si es nuestro pequeño amigo Hoseok —dijo tomando la botella de sus manos, luego miró al muchacho robusto de piel dorada y se relamió mentalmente—. ¿Y tu amigo es...?
HyunWoo se apresuró a estirar una mano grande y fuerte. Kihyun la tomó con delicadeza, sin despegar los ojos del grandote.
—Soy HyunWoo, espero que no le moleste el que haya venido.
—Por favor —dijo Kihyun haciéndose a un lado para dejarlos pasar– mi casa es tu casa
—HyunWoo le sonrió y le hizo una inclinación con la cabeza—. Pasen, HyungWon está por allí, sírvanse lo que quieran del bar...
Una vez que Kihyun los dejó para seguir atendiendo a sus invitados, HyunWoo se giró hacia Hoseok.
—Olvida al profesor Chae, ahora quiero a ese pequeño pelirrosa.
Hoseok se echó a reír. —Y tú no querías venir...
—Hola, chicos —ambos se giraron para ver a su profesor caminar hacia ellos con los brazos abiertos. A Hoseok le temblaron las rodillas. HyungWon lucía aún más hermoso de lo habitual. Su cabello suelto, cayéndole en capas por su cara, una camisa negra simple de escote en V, una pequeña cinta negra al cuello, tan fina que parecía una cadena, los labios apenas coloreados de vino y sus grandes ojos apenas ahumados.
—Ho... Hola profe... —susurró.
HyungWon le apoyó una mano en los hombros a ambos chicos.
—HyungWon, esta noche no soy su profesor.
Hoseok asintió aturdido. Estaba perdiendo la cabeza por ese hombre.
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