07.
—¡Cielos! ¡Pareces que acabas de tener un revolcón de almohada! —Kihyun cruzó las piernas contra el marco de la puerta.
—Cállate. Tengo que ir a darle una clase a Hoseok y estoy sin dormir.
—¿Y ahora qué te pasó? ¿Necesitas vitaminas? Tengo en el botiquín.
—El valium no es una vitamina —HyungWon se miró al espejo de la sala.
—Pues cómela con una fruta y deja de ser tan negativo, me estresas y sabes que no puedo manejar la ansiedad. Necesito nuevas cortinas...
—Iré a darme un baño —se perdió por el pasillo.
Estaba en un punto donde debía empezar a preocuparse. El día anterior le había soltado a Hoseok una sarta de cosas sin sentido porque cuando le preguntó que lo enamoraba no había sabido qué responder sin dejar al descubierto que lo quería de desayuno, almuerzo, merienda y cena. Ese chico era una amenaza a su integridad física y emocional. Y las fantasías ya no se limitaban al plano onírico, ahora también se imaginaba profanando ese cuerpo pecaminoso estando despierto. Estaba hecho un desastre sin precedentes. Su capacidad para fingir que era un serio profesor de universidad le estaba dando demasiados dolores de cabeza. Hacía el doble de esfuerzos para concentrarse en las clases y no verse a sí mismo besando esos labios rosados, tocando esos brazos musculosos y cremosos o enterrando la cara en su pecho ancho. Se acostaba y se levantaba con Hoseok zapateando en su cabeza. Y ya estaba cansado de esconderse tras esa máscara de impasibilidad.
—Escucha, solo dile que te lo quieres empalar como Vlad Tepes a los sajones.
—Kihyun, soy su profesor. Tú sabes por qué eso está mal, no necesito decírtelo.
Kihyun se terminó de vestir y agarró las llaves.
—Mira lo que hagas fuera de la universidad no es asunto de nadie, Wonnie. Dile que se te para el termostato cuando lo tienes cerca y resuelve ese asunto que tienes entre los pantalones. En serio, ¿piensas seguir así hasta que él se gradúe?
—No sé —se vistió mientras Kihyun prendía un porro y se lo pasaba. Tenía un sabor diferente—. ¿Y esto? No es tu hierba habitual.
—Critical + —dijo sonriendo— ¿no tiene un sabor increíble?
HyungWon retuvo el humo y lo tragó. El sabor era maravilloso. Cerró los ojos y asintió.
—Vamos a necesitar más de esto en la fiesta. ¿Ya aumentamos de número o seguimos siendo los tres tristes tigres de siempre?
—Tú vete a dar tus clases, intenta no babear sobre sus apuntes y déjamelo todo a mí. ¡Ah! y asegúrate de que el boy scout venga y que traiga a algún amigo.
Ah, qué hermoso era el mundo. La mañana estaba fresca, los árboles con su verde destellante, los pájaros inundando el aire con su canto... Era hora de ver al motivo de sus desvelos.
HyungWon entró a la biblioteca con una sonrisa arrebatadoramente sexy. Su pelo largo desordenado por el viento, su camisa roja abierta dejando al aire sus clavículas, sus mejillas ligeramente sonrosadas por el frío. Hoseok se levantó de su asiento detrás del mostrador y caminó hasta su profesor que le pellizcó una mejilla y le desordenó el pelo con la mano.
—¿Cómo está mi boy scout favorito hoy?
—dijo sonriendo ampliamente.
Hoseok se sorprendió con el saludo algo entusiasta de su profesor. Si bien el trato entre ambos era distendido, HyungWon jamás se había mostrado tan... suelto con él. Bueno, no podía decir que eso le molestara, todo lo contrario.
—Hola, profe...
—¿No es un día hermoso? —lo interrumpió—. Deberíamos cerrar e ir a estudiar al parque.
—Eh... bueno si usted quiere...
—Vamos, anímate, pequeño, solo serán un par de horas.
A los minutos, Hoseok ya se había puesto la mochila y llenado un termo con café. Puso el cartel en la puerta avisando que volvería en un par de horas y salieron. HyungWon iba muy alegre a su lado, mirando todo a su alrededor como un turista por primera vez en una ciudad desconocida. Hoseok estaba fascinado por su profesor que parecía haber descubierto recién el mundo. Se frenaba a oler las flores, con los ojos cerrados, tocándolas con suavidad, acariciando sus pétalos o los troncos de los árboles, acercando su oído a la madera fresca, recogiendo hojas en el camino. Hoseok reía cuando HyungWon le señalaba algo extraordinario a sus ojos.
—Mira el agua, hoy está más clara de lo normal, ¿no crees? —Estaba agachado en la orilla del lago y giró la cara para mirarlo—. ¿Alguna vez te preguntaste a dónde nos llevaría el agua si la dejáramos?
Hoseok negó despacio, estaba encantado por como los reflejos del agua, en complicidad con el sol, pintaban de color dorado la piel de HyungWon. Su corazón estaba al límite. ¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir a esa clase? ¿O a las siguientes? ¿O los próximos minutos...? HyungWon era una delicia difícil de pasar por alto.
—¿Puedes escuchar cómo respira el agua?
HyungWon se incorporó y se dejó caer a su lado en el césped, hundiendo las manos en el pasto verde y moviendo los dedos para sentir su textura.
—¿Profe...?
HyungWon levantó una mano y apoyó un dedo en los labios de Hoseok.
—HyungWon, hoy soy solo HyungWon.
Hoseok asintió en cámara lenta, la piel fría sobre sus labios.
—HyungWon... —dijo. El nombre sabía a gloria en su boca. No podía quitar los ojos del hombre perfecto que tenía a su lado.
'Y a usted, profesor, ¿que lo hace gritar 'estoy enamorado'?
HyungWon suspiró y afirmó sus brazos alrededor de sus rodillas.
—¿De veras quieres saberlo, Hoseok?
Toda la conversación del día anterior aún daba vueltas por su cabeza.
'No lo sé, supongo que cuando mi cuerpo está con su cuerpo. Me gusta sentir el temblor de sus labios cuando me besa con esa mezcla de firmeza y suavidad. Besarlo una y otra y otra vez, besarlo todo, cuando nuestras caricias producen electricidad...'
Su profesor no lo había mirado mientras hablaba, miraba hacia el agua, quizás recordando lo que sintió alguna vez, quizás recordando a ese alguien que lo había hecho temblar hasta los huesos. Había sentido una punzada de envidia por esa persona que alguna vez había tenido la dicha de estar entre los brazos de ese hombre fantástico, que había disfrutado de sus besos, de sus caricias 'eléctricas'. Habría dado lo que tenía por ser el destinatario de sus caricias, de su mirada, de sus besos.
—Sobre la charla de ayer...
HyungWon bajó la mano de repente, como si hubiera sido sorprendido cometiendo una falta. Sus mejillas se pintaron de rojo.
Levantó la mirada fijando sus enormes ojos color tierra en su cara. Hoseok se removió en su lugar, el viento arrastró el perfume de HyungWon y se lo lanzó directamente a la cara.
—Todo eso que dijo... —estaba intentando calmar su respiración— ¿Aún lo siente?
HyungWon entrecerró los ojos unos segundos, confundido.
—Me refiero a si usted está enamorado.
HyungWon se humedeció los labios y se acomodó el pelo. Estaban sentados uno en frente del otro, sus rodillas tocándose, sus manos aferradas a los costados.
HyungWon estaba mudo. Su alumno estaba rodeado de colores, toda su preciosa cara parecía más viva que nunca, sus ojos brillantes tras los cristales de sus raros anteojos de abuelo, sus boca mullida del color de las fresas, su piel cremosa y perfecta... ¿Cómo se sentiría besarlo?
Hoseok inclinó la cabeza apenas, algo preocupado por la expresión perdida de su profesor.
—Profes...
—¿Tienes algo que hacer el viernes?
Hoseok dio un respingo, descolocado por la pregunta. —¿Cómo dice...?
—Una fiesta. Daremos una fiesta en la casa de Kihyun... Pensé que podrías venir, claro que no será una de las fiestas a las que probablemente suelas ir...
—Iré. —Él mismo se sorprendió con la rapidez con la que había aceptado. Pero ya había tomado la determinación de entrar en el corazón de ese hombre que lo estaba volviendo loco.
Aunque fuera a la fuerza. El amor te da fuerzas o te las quita. Y él quería ser valiente por primera vez en su vida.
HyungWon le sonrió y Hoseok se dejó perder en esa sonrisa.
Hola, chingus. Pregunta, ¿la historia les va gustando? Sé que no es lo que suelo escribir en cuanto a dinamismo. Esta es un poco más poética por decirlo de alguna manera, pero no quiero aburrirlas. 🍷
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