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01.

—Estoy solo de nuevo esta noche. Siempre solo. ¿Y qué? No me importa. Estaré solo.

—Mira, si te sientes miserable come cítricos, un pomelo, un limón... No sé. Abre la ventana, lee un maldito libro. ¡Pero ya deja de merodear como un puto zombie por la casa! Ahuyentas mis fantasmas.

—¿Sabes qué? Terminé con este mundo humano. Quiero tener la vida útil de una flor. Quiero recostarme en el suelo de un bosque y ser comida para hongos.

—Bueno, bueno, honguito. Visto y considerando que no vas a dejarme en paz, ¿qué dices si nos emborrachamos con Dom Pérignon y nos dormimos sobre la mesa?

HyungWon lo miró a través del humo espeso de su porro y soltó una carcajada.

—¡Dios mío! —exclamó Kihyun cerrando su libro de golpe y haciendo a un lado su máquina de escribir—. Mírate, estás hecho de ansiedad y malas decisiones.

HyungWon se estiró sobre los almohadones del gran sillón color rojo del living, sus pies colgando.

—Sabes que nadie brilla más que yo en la oscuridad.

Kihyun resopló y de paso se acomodó un mechón de cabello rosado que había caído sobre su frente.

—¿Quién te rompió el corazón esta vez? No me digas que fue el chico de la biblioteca, el ridículamente atractivo con anteojos de abuelo.

HyungWon frunció la boca y suspiró largamente antes de dar una profunda calada a su porro.

—Eres increible... —empezó a decir Kihyun

—Gracias.

—...mente estúpido. ¡Trae el Dom Pérignon! Iremos al cementerio.

—Tú sí que sabes animar una fiesta.

—Vamos —Kihyun tiró del brazo de su amigo— no es divertido si le tienes que dar sentido a todo.

—Podríamos ser las próximas víctimas de un asesino en serie.

—Pfff, sabes que nuestras vidas jamás serán así de excitantes. Probablemente después de escucharnos hablar, el asesino se suicide. No podría con el cargo de conciencia. Vamos, perra mata ánimos, salgamos de aquí.

—¿Por qué es tan difícil perder a alguien que nunca tuviste? —HyungWon se levantó y se acomodó la amplia camisa de lino. Se ajustó los tiradores y se acordonó las botas—. Vete tú solo y déjame. Vuelve en una semana cuando mi cadáver se haya disecado.

—A ver, drama queen, ¿y quién limpiará todo el desastre? Además con mi suerte, tu fantasma me atormentaría haciendo estupideces todo el día, me mortificarías aún desde el más allá.

—Tienes razón —caminó hasta el espejo y se acomodó su espléndida cabellera negra— entonces no me quedará más remedio que recurrir a mi lista de personas con las que dormí. Quizás alguna todavía sienta lástima y acceda a revolcarse conmigo.

—¿Tienes una lista de gente con la que te acostaste? Wow. Eso es tan patético que hasta yo empecé a sentir lástima por ti.

—¿Ahora dirás que quieres acostarte conmigo?

—Un porro y un Dom Pérignon no son suficientes. Pero si es muy urgente puedo toquetearte un poco. Hasta ahí llega mi amistad.

Ambos se echaron a reír.

—Hoseok —murmuró. Kihyun lo miró confundido—. Así se llama el nerd sexy de la biblioteca.

—¿O sea que estás lloriqueando como quinceañera por un fulano que se llama Hoseok? Por dios, búscate a alguien que te empotre contra la pared hasta que se te acomoden las ideas —Kihyun descolgó los abrigos del perchero y le lanzó el suyo a su amigo—. Ahora vamos antes de que empiece a compadecerme de tu estupidez. No entiendo cómo alguien que se ve así de bien tiene tanta mierda vainilla en la cabeza.

—¿Qué puedo decir? —HyungWon se acomodó el largo abrigo negro—. Soy complicado.

—Eres imbécil —sentenció Kihyun abriendo la puerta—. Ahora cuéntame cómo fue que ese bomboncito te rechazó.

—Bueno... —HyungWon dudó— en realidad no sabe que existo.

Kihyun se frenó de golpe y miró a su amigo que se encogió de hombros.

—Pensé que habías hablado con él. ¿Por qué te quejabas entonces?

—Sólo lo veo en la biblioteca. Ya no sé qué libros sacar para seguir teniendo excusas para ir. Y además, creo que todavía es ilegal...

Kihyun lanzó una carcajada que dejó una voluta de humo blanco por el frío.

—Gracias por hacerme sentir mejor —dijo aún con lágrimas de risa—, cuando creo que soy la persona más patética, vienes tú y sales con estas chorradas. En serio, me alegras el día.

—Al menos alguien es feliz con mi desgracia.

—Bueno, a ver Romeo, ¿cómo sabes que es menor?

—Hola, soy yo. Si no es menor seguro es hetero, no hay forma de que el universo se ponga de mi parte. Creo que volví a ser virgen de nuevo.

—No es para tanto hombre... —Kihyun miró alrededor y se encaminó a la única cafetería que estaba abierta a esa hora— cambiando de tema... o no, Chang preguntó por ti.

HyungWon sacudió la cabeza.

—Oh, no. No de nuevo. No necesito que me busques pareja y menos entre los subnormales de tus amigos. No lo tomes a mal, pero Chang es...

—¿Sexy? ¿Misterioso?

—Raro. Y para rara ya está mi vida. Así que gracias pero paso.

—Como quieras, de todas maneras, piénsalo. A menos que estés guardando tu cuarta, quinta virginidad... para el niño libros.

—Cállate y entremos que muero de frío.

Hoseok terminó de acomodar la sección de psicología y se sentó frente al ordenador repasando los archivos. A esa hora no había mucha gente en la biblioteca... Bah, a quién quería engañar, nunca había nadie en la biblioteca. Pasaba la mayor parte de la tarde en un silencio sepulcral y a veces se maldecía internamente por haber aceptado el trabajo. Pero necesitaba pagar cuentas. Ya había terminando la escuela superior y se había mudado para estar cerca de la Universidad a la que había sido aceptado. Independizarse no era nada genial como había pensado cuando tenía dieciséis y solo quería irse de su pueblo y comenzar a vivir la extraordinaria vida de adulto. Bien, ahora quería volver a tener dieciséis y que su única preocupación fuera ver qué ropa se ponía para ir de fiesta y en qué cama amanecer. Hacía poco menos de un mes que estaba en la ciudad y no conocía mucho más que la biblioteca y dos o tres cafeterías. No tenía a nadie.

La puerta hizo ruido y levantó la vista para ver al hermoso hombre que pasaba casi todos los días a buscar algunos libros. Se apresuró a mirar su reflejo en el monitor.

—Buenas tardes —saludó el hombre alto y se dirigió a la parte de literatura clásica.

—Buenas tardes... —¡Diablos! Le hubiera gustado saber algo más del hombre, además de que era elegante y hermoso. Cada vez que podía, Hoseok aprovechaba y paseaba por los pasillos con la esperanza de verlo un poco más. Era alto, le sacaba algunos centímetros, el pelo oscuro, frondoso y lacio que le caía hasta el mentón y que tenía la costumbre de barrer hacia atrás con la mano, dándole un aire totalmente sexy al gesto despreocupado. Su nariz altiva y redondeada, creando un perfil de ensueño, ojos almendrados y grandes. Sus manos de dedos largos y elegantes que paseaba por las páginas.

Hoseok se levantó de su asiento y miró alrededor buscando libros que acomodar en la sección clásica. El hombre estaba apoyado contra los estantes, hojeando un libro de Byron. Hoseok tomó aire y se adentró en el pasillo. El hombre levantó la mirada y sus ojos se cruzaron.

Hoseok sonrió apenas y volvió la vista a los estantes, intentando concentrarse y buscar el orden de los libros que tenía que reponer.

—Linda tarde —comentó el hombre en voz alta. Hoseok volteó a mirarlo. Su voz era como la miel. Suave y profunda.

—Em... supongo... —respondió con sinceridad y mirando hacia la ventana— mis tardes suelen transcurrir aquí adentro así que sólo puedo admirarlas desde la ventana.

El hombre miró hacia la ventana y asintió.

—Es una lástima. Hace un día precioso.

—Le creo —dijo terminando de acomodar el estante—, em... si necesita ayuda con algo, no dude en hacérmelo saber.

—HyungWon —dijo el hombre—. Mi nombre es HyungWon.

Hoseok hizo una leve inclinación de cabeza y estiró una mano.

—Hoseok.

—Voy a demandar a Dior —MinHyuk lanzó su costoso gamulán y se miró en el espejo. Refregó el dedo sobre las marcas en su cuello, rojas y brillantes. —¡Esto parece un maldito cartel de Neón! —se giró hacia sus amigos que yacían acostados en la gran cama circular de Kihyun— y créanme, ni siquiera fue una cogida memorable.

HyungWon rió y palmeó el sitio a su lado y MinHyuk se dejó caer de bruces, apoyando la cabeza cobriza en el regazo del alto.

HyungWon acarició las marcas en el cuello de su amigo.

—No te voy a mentir, el rojo te sienta de maravillas.

—Cállate, esa pequeña sanguijuela me las va a pagar... —Min suspiró y volteó a ver a Kihyun que yacía mirando el techo con una mano tras su cabeza y la otra con una copa de vino—. ¿Y a tí qué te sucede? —miró a HyungWon de nuevo— ¿Está teniendo algún viaje astral?

HyungWon apenas estiró el cuello y miró a Kihyun. Luego se encogió de hombros.

—Ha de estar hablando con alguno de sus fantasmas.

MinHyuk asintió y se empezó a desvestir.

—Tomaré una ducha. Siento que mis ojeras están llenas de cafeína... ¡Madonna santa! Pide comida, Wonnie.

HyungWon estiró la mano y agarró su celular. Ordenó comida árabe y encendió otro porro. Kihyun se movió de golpe.

—¡Lo tengo! —gritó incorporándose de un salto. HyungWon dio un respingo exagerado.

—¡Diablos, Kiki! ¡Casi me cago en los pantalones! La próxima vez avísame cuando decidas regresar a la vida de golpe —se llevó una mano al pecho y dio una profunda calada—. Ahora dime, ¿qué revelación tuviste?

—¿Por qué en Orgullo y Prejuicio no hay ni un solo beso y sin embargo uno termina más encendido que la antorcha humana?

HyungWon volvió a recostarse.

—¿Quieres el punto de vista intelectual, el del profesor de Literatura clásica o el del amigo calentón con poco sentido común y mucho menos criterio?

—Amigo calentón, ya soporto demasiada mierda aburrida en la universidad.

—Porque Mr. Darcy es candente como el infierno. Honestamente, jamás entendí a Lizzie Bennet, si yo hubiera sido el escritor, la novela se contaba en veinte páginas...

—Ya imagino tu versión, 50 sombras de Pemberley —Kihyun se sentó y vació su copa—. Eso es lo que necesitamos. Más romance y menos acción.

—¿Menos acción de la que tengo? ¿Es eso posible? Hoy hablé con Hoseok.

—¿Hoseok? ¿Quién es Hoseok? —preguntó Min saliendo del baño envuelto en una nube de vapor con olor a rosas.

—Un bibliotecario sexy que tiene a Wonnie con una carpa en los pantalones 24/7... —Kihyun arrastró la botella de vino y se la pasó a Min que bebió del pico.

—¿Y la carpa no se deshace porque...?

—No tiene edad legal ni para beber.

Min casi escupe el vino.

—¿Desde cuando asaltas cunas, Wonnie?

HyungWon les lanzó una mirada ofendida y se recostó en un diván que Kihyun tenía en un rincón de su habitación.

—Juro que ganas de empotrarlo contra los estantes de la biblioteca no me faltan. Tiene una cara preciosa y un cuerpo pecaminoso. En fin. Ceno y me voy que tengo que preparar la primera clase del semestre...

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