seis
–Yapo Ningning, que me duele el brazo –se quejó Jake.– ¿Qué está pasando po? Me llevai arrastrando hace rato ya.
–Para de quejarte un rato wn. Después me lo vai a agradecer.
Llegaron al patio donde había una silueta conocida para Jake, quizo irse pero la pelirroja aún lo tenía del brazo.
–Yapo Jake, si te llama ahí es por algo. –bufo.– puta el escorpiano difícil wn.
–Tú eri escorpiana igual wna que te quejai. –respondió Jake ofendido.
–Ya pero soy mujer, y las mujeres escorpio somos mejores. Anda oh.
Sin ánimos caminó hasta la banca donde estaba el americano.
Le vió de perfil y debía admitir que era atractivo, su mentón marcado lo hacía ver muy masculino y extremadamente guapo.
No Jake, concéntrate. Él tiene a Teddy y no puedes irte sin él.
–Hasta que llegaste, dulzura.
–No me llames así, ¿que queri? –preguntó Jake, siendo cortante.
–¿Usted quiere a su peluche de vuelta? Mejor bájeme el tonito, si no quiere que su secreto se sepa.
Jake suspiró, tratando de tranquilizarse.
–¿Qué es lo que quieres, Jay? –preguntó mejor esta vez.
–Mucho mejor, así me gusta. –tomó su mochila abriéndola y alzando el peluche.
Jake rápidamente se lo quitó escondiéndolo en su chaqueta haciendo reír al mayor.
–¿Qué es tan gracioso?
–¿Te han dicho que pareces un cachorro?
–Sí, pero tú no tienes permitido llamarme así.
El pelinegro asintió mirando sus manos, quedando el ambiente en silencio.
–Bien, creo que ya debo ir-
–Sé mi pololo.
–¿Qué?
–Finge ser mi pololo.
–Ah, ¿y qué ganó yo con eso? –preguntó confundido.
–Además de ser la pareja de este bombón, yo no le cuento a nadie tu secretito, puedes poner las reglas.
–¿y para qué quieres que sea tú pololo? –preguntó cohibido el menor.
–¿Quieres que tu enamorado sepa tu secreto? –Jake guardó silencio.– eso pensé. Dame tu número, así nos pondremos de acuerdo en todo.
A regañadientes, Jake le dio su número de teléfono.
–Me voy. –guardó su oso de la manera más discreta posible en su mochila.– que tengas buena tarde.
Jake iba tan perdido en su mundo que no se dió cuenta que las figuras que iban delante de él, chocando con estas.
–Oh, perdón chiquillos. –subió la mirada.– Sunoo, Sunghoon, ¿qué están haciendo tan tarde aquí?
–¿No has visto a Riki? Dijo que fue a buscar algo pero pasó como treinta minutos de que fue a buscarlo po. –preguntó Sunoo con carita larga.
–Ya pero Sunoo, el Riki se sabe de memoria el lugar y no es para nada chico para que no se vea.
–Es que tampoco contesta las llamadas. –Respondió Sunghoon.– ya pero yo me quedo contigo por mientras po Sunoo, no creo que le falte mucho.
–Gracias Hoon. –Sunoo le sonrió en forma de agradecimiento.
Jake notó que hacía mala rueda ahí así que simplemente se despidió de ellos y fue a tomar la micro.
Al llegar a su casa, para variar estaba vacía ya que su mamá trabajaba hasta tarde, así que decidió ordenar un rato. Empezó por su pieza, la de su mamá y luego el living.
Volviendo a su su pieza, tomó su mochila sacando el osito para así mirarlo. Sabía que era algo tonto, ya estaba bastante grande para esas cosas y si no fuera por eso no se estuviera metiendo en tremendo lío.
Pero es lo único que le queda de Rosé, no puede soltarla fácilmente.
La vibración de su celular hizo sacarlo de su burbuja, dejando el peluche a un lado y tomando su teléfono para revisar el mensaje.
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