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nueve


Sunghoon abrió la puerta encontradose con el pelirosa.

–Menos mal no me equivoqué. –murmuró Sunoo.

–Hola Sunoo, ¿como te fue hoy?

–Bien, Jake me contó que estai medio resfriao, ¿te puedo hacer compañía?

–Sipu, pasa noma, aunque sigo con mocos.

–Así te veo. –se puso de puntitas para poner su mano en la frente del mayor.– estás ardiendo en fiebre, ¿comiste algo?

–Mi mamá dejó sopa en la olla, pero no he querido comer. –estornudó pal otro lado para no contagiar al Sunoo.

–Ya oh, anda a acostarte nomás. –se sacó la mochila dejándola en el sillón.– te voy a calentar la sopita para que comas algo porque estai paliducho y flaco. Ve.

A regañadientes le hizo caso al menor subiendo a su habitación y acostándose.

Por mientras Sunoo se sacó la chaqueta y prendió la estufa para calentar la sopita de pollo que había ahí. Aprovechó de calentar agua para hacerle un té con miel y lavanda para que pueda dormir mejor.

Subió con cuidado las escaleras con la bandeja en mano y abrió la puerta de la pieza del Sunghoon.

–¿Demoré mucho? –dejó la bandeja en el escritorio.

–A este paso ya me moría de fiebre. –lo leseo el mayor.

–Txa, agradece que estoy acá. No cualquiera tiene la gratitud de probar mis tés. Enderézate mejor antes de alegar.

Riendo el mayor se acomodó mejor para que le pudiera pasar la bandeja. Comió despacio para evitar quemarse y después probó el té.

–Uy si está rico el tecito. –dio otro sorbo.

–Sipo, si lo hice yo.

En ese momento el celular de Sunoo vibró y mientras Sunghoon tomaba su té revisó que es lo que había.


–¿Todo bien? Te cambió la cara altiro cuando viste el celu.

–Nada, el Riki me va a pasar a buscar. –dejó su celu a los pies de la cama.

–¿Paso algo hoy en el liceo?

–Nah, nada de qué preocuparse. Enserio. –tocó su frente.– aún sigues caliente.

–Yo siempre estoy caliente. –puso cara coqueta.

–Ay Sunghoon que eri cochino, cállate. –fue al baño en busca de papeles.– a ver, deja ponerte esto.

Sunghoon se volvió a acostar para que Sunoo le pusiera los pañitos fríos en la frente. Poco a poco fue bajando algo la fiebre y Sunghoon se quedó dormido después.

Sunoo salió de su habitación con la bandeja en mano para lavar todo y esperar el llamado de Riki.

Rato después su celular vibró.

–¿alo?

Estoy afuera.

–Bueno, voy altiro.

Con su chaqueta y mochila puesta salió de la casa de su amigo yendo donde estaba su pololo.

–Hola. –dijo Sunoo.

–Hola príncipe. –vió aunque seguía abrigado estaba temblando, puso el gorro de la chaqueta para que estuviera más abrigado y abrochó esta.– ¿mejor?

El mayor asintió tomando la mano de Riki para empezar a caminar para tomar metro.

Se sentía tan incomodo porque ninguno daba el primer paso para hablar. Riki sabía que tenía que hacerlo él, pero no se sentía listo. Quería encontrar una forma pero no sabía como.

Hasta que conectó con algo.

–¿Te acuerdas de ese kiosko de ahí? –señaló el kiosko que estaba a unos metros de ellos.

–Como no lo voy a hacer. Ahí fue donde íbamos las primeras veces que nos conocimos después de ensayo. –dijo sunoo con una sonrisa nostálgica.

–¿Te parece que te invite unas papitas con un café y ahí conversamos? –el menor le miró con una cara de súplica.

Sunoo asintió, con café y papitas algunas cosas si se pueden hablar.


🁙 • 🁙

–Pasa, ten cuidado con la Layla si. –Jake abrió la casa con sus llaves.

–¿Con la Layla?

Unos ladridos se escucharon desde atrás de la casa, segundos después llega una can golden retriever feliz donde su dueño.

–Hi swettie, daddy it's here. Did you miss me? (Hola dulzura, papi está aquí, ¿me extrañaste?) –habló en un tono dulce el australiano.

–¿No entiende español? –preguntó Jay.

–La adoptamos cuando vivíamos en Australia.

–¿Cuanto tiempo vivieron allí?

–Cinco años, tenía diez cuando volvimos y esta pequeña era un cachorro.

Bien entusiasta, Layla fue hasta Jay pidiéndole cariño a él, haciendo sorprender a ambos jóvenes.

–Hazlo, no te morderá. –lentamente se fue acercando a la cachorra hasta encontrar la confianza de acariciarla.– Tuviste suerte, con Sunghoon costó que entrara en confianza.

Se agachó para estar más cómodo y hacerle más mimitos a Layla, esta le lamió la cara en agradecimiento haciendo reír a Jay.

–Parece que te caigo bien.

–¿Queri un café? –Jay asintió.– ponte cómodo, yo iré a prepararlos, por mientras busca las tareas qué hay que hacer.

Cerrando la puerta detrás de él entró observando lo bonita que era la casa del rubio, no era una mansión como la suya pero se notaba acogedora.

En el pasillo habían fotos de familia, de un Jake más pequeño que le pareció adorable. Otra de dos siluetas femeninas, supuso que la mayor sería su madre siendo igual a él y la otra chica estaría redondeando la edad de ellos en esos tiempos.

Se sentó en la mesa sacando su cuaderno y el de Jake, acomodando para que quedaran de una manera ordenada.

–Aquí están, dame un segundo. –dejó las dos tazas con café en la mesa y salió en busca de algo más.– No sé si tomai azúcar o sacarina, así que traje ambas.

–Gracias. –sonrió en agradecimiento y tomó la sacarina.– estuve viendo tus fotos.

–Ay porqué~ –hizo berrinche.– mi mamá me sacaba fotos muy vergonzosas.

Jay rio leve por el comportamiento del menor.

–No es verdad, eras muy tierno. –apretó un cachete a lo que Jake la quitó rápidamente mirándolo mal.

–Exacto, era. Ahora, ¿volvemos a lo que venimos? –tomó un sorbo de café buscando donde anotó lo pedido.

–¿Te puedo hacer una pregunta?

–Ya la estás haciendo. –el mayor lo miró obvio.– Ya oh, ¿qué cosa?

–¿Quien es la chiquilla que estaba en las fotos? Es muy guapa.

–Roseanne, es mi hermana mayor. Y si, es preciosa. –Sonrió el menor nostálgico.

–¿Donde está ahora? ¿Está en la U o está trabajando afuera?

Jake miró a Jay algo pensativo, suspiró.

–Ella murió.

Jay se sintió la peor persona del mundo al ser tan insistente, supuso que es un tema muy delicado para él así que no tocó más el tema.

Después se enfocaron cien por ciento en la tarea para que una hora después, hayan terminado de manera perfecta.

Jay se ofreció a lavar las tazas, algo que descolocó al menor. Se subió las mangas para no mojar su poleron.

–¿Crei que por ser cuico no se lavar la loza?

–Suponía que teni nana pa todo, algo así como un principito. –rio Jake burlándose.

Se sentó en la encimera viendo al mayor lavar.

–¿Algo así como el príncipe Naveen?

–Si, algo parecido.

–Si tengo nanas, pero puedo vestirme solo. –secó sus manos tirando las gotas de sus dedos a la cara de Jake, este mirándolo con el ceño fruncido.– Aunque mis viejos me han enseñado las cosas básicas para que el día de mañana cuando sea independiente no muera de hambre.

–¿Ósea para que no mueras de hambre en un basurero?

–Si, algo así.

–Uuh, eso está bkn, me refiero el que piensen así contigo.

–Sipu. –miró al menor quien balanceaba sus pies que le colgaban.– oye Jake.

–Dime.

–Perdón por haberte preguntado por tu hermana, supongo que para tu mamá y tú fue sumamente difícil.

–No pidai perdón, está bien. –hizo una mueca con los labios tomando aire para poder contar lo siguiente sin llorar.– Yo ese día había ido a jugar a la casa de un compañero, como terminé muy cansado mi papá me llevó en brazos para que pudiera dormir y en eso se le quedó mochila.

Volvió a tomar aire tratando de no llorar. Jay notó que no era fácil para él contar eso así que tomó su mano en señal de tranquilidad y paz.

>>Él llamó a Rosie pidiéndole que si podría pasar a buscarla después de una junta de las alianzas a lo que ella aceptó, después de esa llamada fue lo último que supimos de ella.

>>Mis papás se asustaron al pasar las horas no volvía, al día siguiente llamaron a los pacos para declarar la desaparición. Fueron semanas de búsqueda hasta que la semana antes de navidad encontraron el cuerpo de una chica cerca del barrio donde vivía mi compañero, en un basurero. Era el cuerpo de Roseanne.

Jay secó con delicadeza las lágrimas del menor que aún así con quitarlas no paraban de salir.

>>Luego las peleas en mi casa eran constantes, no había algún día que no me sintiera culpable, tuve que ir a la psicóloga porque después tenía constantes ataques de pánico. Tiempo después mi papá nos dejó, se mandó a cambiar sin ninguna explicación.

Jay atrajo al menor a sus brazos para que reposara su cara en su pecho, dando caricias en su cintura y besos en la frente en señal de apoyo. En ese momento estaban solos y no tenían que fingir, pero sabía que Jake necesitaba todo eso en ese momento.

>>Días antes de la desaparición fue mi cumpleaños, ahí fue donde ella me regaló a Teddy. Es el último recuerdo que tengo de ella.

–Por eso hasta el día de hoy no puedes dormir sin él.

El menor asintió enterrando su nariz en el cuello del mayor, cerrando sus ojos inhalando el olor de Jay. Se sentía bien estando en los brazos del pelinegro, se sentía cálido y protegido. Estuvieron un rato así hasta que los sollozos de Jake cesaron.

–¿Estás mejor corazón? –Jake hizo un sonido de asentimiento.– Ve a lavarte la carita mientras yo guardo todo, ¿si?

Mientras Jake subía al baño con suma calma guardó las cosas.

Se sintió algo mal al manipular prácticamente al menor, pero aún tenía esa sospecha en Heeseung. No podía confiar en él fácilmente y lamentablemente debía seguir el juego.

Hizo un llamado y esperó que la otra persona contestara.

–Hola Kai, ¿como estai? Necesito que me hagai un favor.

No dejaría que sufriría, no más.

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