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catorce


Como lo hacía antes, salió temprano de su casa colocándose los audífonos para distraerse un poco.

Para empezar su día lunes, la micro demoró más de lo habitual y casi se queda dormido, menos mal se pegó la cacha cuando la micro frenó.

Obviamente el profe lo retó por llegar tarde pero poco le importó, se sentó en su puesto habitual y Sunghoon lo miró con una cara de desagrado.

–Te vei horrible wn. –el rubio lo miró con cara de que porfa se callara.

–No hace falta recordarlo, ¿qué estamos haciendo? –habló refiriéndose a la clase.

–Como la prueba es mañana el profe dejó esos ejercicios pa que el que quisiera hacerlos y se gana unas décimas. –Dijo Hoon apuntando el pizarrón donde estaban los ejercicios matemáticos.

–Bueno.

Quince minutos después, Jake le entregó su cuaderno al profe para que le revisara los ejercicios hechos.

Como era de esperarse se ganó las décimas y volvió a su asiento.

–Oye Ningning, ¿Teni algo con que taparme las ojeras? –preguntó a su amiga que estaba en el asiento de atrás.

–A ver pásame tu mano. –Ningning tomó la mano de su amigo colocándola a un lado de la suya comparando pieles.– Sip, tenemos el mismo tono, si queri te presto corrector.

–Te lo agradecería.

La pelirroja le pasó su cosmetiquero para que pudiera arreglarse las ojeras casi moradas que tenía.

–Déjame ver como quedaste. –Volteó donde estaba su amiga.– ahí si po, teni más color que antes.

–Gracias, me ayudó caleta. –le devolvió su cosmetiquero y se puso la capucha del poleron.– avísame cuando toquen el timbre porfa.

Le dijo al Sunghoon y sin más, apoyó los brazos en su pupitre para poder dormir lo que quedaba de clase.

🁙 • 🁙

Los tres amigos estaban sentados en la mesa del casino con el almuerzo en sus bandejas.

Sunoo y Sunghoon estaban metidos en una conversación mientras Jake tanteaba su almuerzo con el tenedor sin ganas de comer.

Jay lo miraba desde la distancia con carita de pena, tenía ganas de ir a hablar con él y aclarar todo, pero sentía que sería muy invasivo de su parte cuando recién ayer salió de la clínica.

Sunghoon cachó que Jay miraba para acá así que le dió un paipe a Jake para que reaccionara.

–Que chucha te pasa wn. –habló enojado Jake por el paipe que recibió.

–Qué chucha te pasa a ti, te fuiste con tu tonta idea desde el principio y en ningún momento pudiste escuchar a Jay, muy mejor amigo serás pero bien wn que eri. –reprochó Sunghoon.

–Que tonta idea wn, si el empezó todo. Él fue que me chantajeó con el oso y me ilusiono sin importarle nada.

–Él estaba preocupado por tí, solo quería alejarte de alguien mala leche como lo es Heeseung. Además, que tanta importancia le dai a un peluche, si es como cualquier cosa.

–¡Es lo último que me queda de Rosse! –exclamó Jake.

–PERO ROSSE ESTÁ MUERTA.

Sunghoon no se dió cuenta que elevó la voz al punto que se escuchó en todo el casino.

Murmullos y chiflidos fueron lanzados hacia él, avergonzado volteó la mirada donde Jake que lo mirada con los ojos cristalizados y una cara de irreconocimiento.

–J-Jake, perdón-

–Ándate a la chucha Sunghoon.

Sin nada más que decir salió corriendo de ahí.

Ningning iba a ir tras él pero una mano en su muñeca la detuvo.

–Déjame, yo voy. –Dijo Jay y luego de eso fue en busca del australiano.

🁙 • 🁙

Su cuerpecito temblaba y sus brazos picaban, las lágrimas no dejaban de caer. Sus uñas se incrustaron en sus brazos rascándolos de manera fuerte, por más que intentara no podía parar, su último ataque de ansiedad fue hace aproximadamente dos años y ya no ocupaba pastillas para quitar la ansiedad.

"No tuvo que ir a buscar esa caga de mochila, si no fuera por la irresponsabilidad de ese cabro chico mi hija seguiría aquí."

"Eri una decepción, ojalá hubieras sido tú y no Roseanne quien estuviera en ese basurero."

Palabras que alguna vez su progenitor le dijo resonaban en su mente, por su culpa su hermana estaba muerta, por su culpa sus padres ya no estaban juntos, por su culpa su padre se fue sin dejar ningún rastro.

Por su culpa Jay ya no estaba con él.

Quería desaparecer, no volver a ver a nadie nunca más. Él solo era una máquina de hacerle mal a la gente.

Se pregunta cada vez que puede que mal habrá hecho para que le pasaran esas cosas.

Él solo quería estar en paz.

–Jake.

Aunque era inútil ocultarse tapó su rostro con sus brazos para que no viera su carita roja de tanto llorar.

–Jakey, ¿dónde estás?

Jay busco a paso lento el cuerpo del pequeño australiano quien podía oír sus hipidos. Dió en el blanco cuando lo encontró en la sección de libros infantiles.

–Jakey. –habló con una voz suave y puso su mano delicadamente en el brazo del rubio, quien la alejó rápidamente.

—N-No me toques, e-estoy sucio. –habló con voz temblorosa el menor.

–No estás sucio pequeño, ¿me podrías dar tu mano? –de forma insegura puso su mano encima de la del otro chico y Jay la acarició.– ¿Qué saga de libros te gusta leer? He visto que vienes muy seguido a leer aquí.

–Me gusta la saga de Harry Potter. –murmuró.

–¿y en qué libro vas? He visto que son muchos.

–Son siete, hace poco me terminé Harry Potter y la Piedra Filosofal ahora estoy con Harry Potter y la cámara secreta. –habló un poco más calmado.

Jay estaba logrando su objetivo, que era que calmar a Jake, le sonrió cuando le pudo seguir la corriente.

–¿y de qué trata este libro?

–La trama sigue el segundo año de Harry Potter en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, durante el cual una serie de mensajes en las paredes de los pasillos de la escuela advierten que la Cámara de los Secretos ha sido abierta y que el «heredero de Slytherin» matará a todos los alumnos que no provengan de familias.

Jake se notaba más tranquilo y se notaba que le gustaba hablar del tema, agradeció haber tomado una clase de salud mental y saber que hacer cuando alguien está teniendo un ataque de pánico.

Sabía que alguna vez servirían.

–Te notó más tranquilo, ¿estás mejor? –la respiración del menor aún era pesada y acelerada.– respiremos juntos, tú puedes.

Al ritmo que Jay iba Jake intentaba seguirle, se le dificultó un poco pero luego de un tiempo pudo ir agarrando el ritmo.

–Muy bien, lo hiciste excelente. –el menor le dedicó una pequeña sonrisa.– estoy orgulloso de ti, Yunie.

–Gracias Jay. –dijo en un tono bajo avergonzado.

–No agradezcas nada. ¿Tienes frío? –Jake asintió de manera lenta. Jay rápidamente le puso su chaqueta alrededor de sus hombros.– en el bolsillo hay un snicker, conociéndote no alcanzaste a desayunar y ahora no alcanzaste a almorzar, necesitas energía.

Sin nada más que decir, el mayor se despidió saliendo de ahí.

Y quizás, Jake pudo relajarse más al tener el olor de Jay en su chaqueta.

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