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31. Borroso y confuso.

Este es el capítulo final de libro. Leando con calma (tengo miedo).

Leydan tomó mi mano y sonrió, él se veía muy feliz y tranquilo, yo, por el contrario, me estaba muriendo de los nervios.

Salió de la habitación llevándome consigo. Planché mi vestido con la mano una vez más y caminé junto a él. Las escaleras jamás se me habían hecho tan largas, incluso estaba contando mentalmente los pasos que daba, olvidándome de la cantidad cada cuatro pasos. Tras cruzar un pasillo nos adentramos en la sala principal, donde sus padres se encontraban.

Ambos giraron el rostro hacia mí en cuanto aparecí, Reyth se encontraba con ellos e hizo lo mismo.

—Yo... Iré a ver si Karim y Jaden ya bajan —el castaño sonrió y se retiró de la sala pasando junto a nosotros.

—Tú debes ser Katherine —la señora Winsclerk pintó una amplia sonrisa en su rostro y caminó hasta mí.

Creo que las palabras se atoraron en mi garganta, porque no pude pronunciar un simple "sí", en su lugar, logré sonreír y asentir.

>>Un gusto, llámame Jane —estiró su mano y enseguida se la estreché.

—El gusto es mío —por fin pude hablar, y no lo hice tan mal, mi voz no salió tan nerviosa.

Jane era muy hermosa. Tenía la piel pálida con tonos rosados, el cabello recogido de color negro azabache. Sus ojos eran casi idénticos a los de Leydan, entre azules y verdes, tan claros que la pupila sobresalía en ellos muy notablemente. Era una versión de Leydan en mujer, un poco mayor y sin el labio perforado. Tenía puesto un vestido de seda negro con mangas largas y cuello en V, y unas zapatillas plateadas que le combinaban bastante bien a pesar de ser brillosas.

—David Winsclerk —el señor que la acompañaba se acercó y se presentó, extendiendo su mano de igual forma que su esposa. La correspondí. Pero él no se veía tan alegre como ella, solo amable.

Su cabello era castaño claro, de ojos azules y tez avellana, elegante y serio. Tenía puesto un traje gris y una camisa blanca debajo. Físicamente era muy parecido a Reyth.

Vaya que eran familia, Jaden y Karim eran una combinación de ambos. Jaden con la piel y el cabello de su madre —aunque pintado—, y el rostro similar al de su padre, incluso el mismo tono de ojos. Y Karim con el cabello y ojos de su padre, y la piel de su madre.

—Leydan me habló un poco sobre ti, y eso que casi nunca conversa con nosotros, te agradezco por hacer que mi hijo me dirija la palabra más seguido —Jane me sonrió y luego miró mal a Leydan.

—Padre —inquirió Leydan hacia David, pidiéndole que dijera algo más pues lo último que dijo Jane lo había puesto ligeramente incómodo.

—A mi hijo se le ve muy feliz contigo, eso es lo que importa ¿no? —dijo.

¿Eso qué fue? ¿Cumplido u ofensa indirecta?

Leydan lo miró completamente serio y entrelazó nuestras manos.

—Oh, acompáñame un momento, mis otros dos hijos parecen demorar aún —Jane me invitó a tomar asiento en el sofá.

—Claro —asentí incómodamente, y me fui a sentar, soltando la mano de Leydan.

Jane se sentó a mi lado, expresando una amplia sonrisa.

—Me pareces muy familiar ¿Ya te conocía? —cuestionó, entrecerrado levemente los ojos.

Lo pensé un momento y abrí la boca para responder aun sin saber que decir, para mi suerte Leydan lo hizo antes que yo.

—Es hija de Esteban.

—¿Nuestro sastre? —inquirió David arrugando el entrecejo.

Asentí al mismo tiempo que Leydan.

La sonrisa de Jane disminuyó.

—Lamento lo de tu padre y tu nov... Un momento ¿No estabas comprometida? —me preguntó Jane con preocupación.

Genial, nuevo tema de conversación: Alan.

—Estaba, yo... Terminé esa relación —respondí mientras jugaba nerviosamente con mis dedos.

—Eso quiere decir que el muchacho apareció —afirmó David.

Instintivamente giré el rostro hacia Leydan, lo vi expresar una casi invisible mueca de molestia.

—Sí, es decir, apareció por un tiempo, no lo he visto en varios días —respondí.

Era cierto, Alan había desaparecido de nuevo, pero ya no me preocupaba, seguramente había ido a la casa en la que quería que viviéramos juntos.

El señor Winsclerk pareció querer añadir algo a la incómoda plática, pero un rubio alegre hizo acto de presencia.

Amén.

Jaden saludó a sus padres, a su madre con un beso en la mejilla y a su padre con un abrazo.

—Mamá, papá —Karim atravesó la sala y saludó a sus padres de igual forma que Jaden.

No tardamos mucho en dirigirnos a la mesa principal, yo había tomado asiento al lado de Leydan. David y Jane justo enfrente de nosotros. Reyth estaba en una esquina de la mesa, Karim en el lado contrario y Jaden al lado de su padre.

—Kate ¿Te puedo llamar así? —Jane preguntó, aunque no me dejó responderle—. Tengo que agradecerte nuevamente, mi Leydan no cocinaba para nosotros hace mucho tiempo, me alegra que lo haya hecho  —me sonrió. Esta vez sentí que su sonrisa fue más sincera, pero no específicamente hacia mí, más bien, sincera porque sí le alegraba que Leydan haya cocinado.

Asentí sonriendo. A este paso, mis mejillas se iban a entumecer muy rápido.

Nos habían servido el primer plato, crema de champiñones, estaba deliciosa, pero no era gracias a mí, por su puesto, mi labor solo había sido cortar ingredientes y besar a Leydan cuando estaba desocupado.

Podría decirse que inspiré al chef.

La cena no transcurrió tan incómoda, aunque sí había ciertas preguntas que me dejaban nerviosa por unos segundos, pero nada lo suficientemente importante como para preocuparme.

Karim y Leydan habían recogido los platos de la mesa mientras Jane seguía platicando conmigo, hoy no había ningún empleado en su casa por ser navidad, el ambiente era diferente, un poco más hogareño.

De pronto sonó el timbre de la puerta. Giré el rostro hacia Leydan.

—¿Esperan a alguien más? —murmuré.

Él negó enseguida. Noté la cara de desconcierto de todos, y de pronto tuve un mal presentimiento.

David se puso de pie, pidió permiso y fue a atender la puerta, Jane comenzó a entablar una conversación sobre la escuela de Reyth, para perder el tiempo en lo que su esposo regresaba, cuando terminó de hablar, todos nos quedamos en silencio, esperando que David volviera, pero no lo hizo, me di cuenta que ya había pasado el tiempo suficiente para que todos nos diéramos cuenta de que algo no estaba bien. Jaden se puso de pie enseguida, con la intención de ir a buscar a su padre, pero no pudo dar más de dos pasos porque el seguro de un arma tronó frente a su rostro.

Ahogué un grito cuando Jaden se detuvo de golpe, le estaban apuntando directamente con una pistola.

Era espeluznante que minutos antes lo hayamos nombrado, tal vez fue el destino burlándose de nosotros.

La persona que parecía estar fuera de sí con un arma en la mano era Alan.

Era una imagen difícil de digerir, jamás creí verlo de esa manera, cualquier recuerdo lindo que tuviera con Alan se consumió tras la aparición de este.

Todos nos quedamos inmóviles y confundidos, la escena se veía irreal, y aun así ahí estaba. Alan tenía los ojos rojos y las manos temblorosas, pero aun así lograba mantener el arma firme.

—¿Qué mierda? —Leydan se iba a levantar de su asiento pero la pistola pasó de apuntar a Jaden a estar sobre él.

—¡Cállate! —impuso Alan, tenía la voz quebrada—. Jaden siéntate —apuntó el arma a Jane.

Jaden no titubeó al obedecerle, volvió a tomar asiento, quedando de espaldas a Alan.

Jane comenzó a sollozar, parecía aterrada.

Y yo no lograba mover un solo musculo, ni articular una sola palabra, no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, ni siquiera estaba procesándolo.

Minutos antes nos estábamos riendo, y tal vez incomodamente, pero nadie hubiera imaginado que algo como esto ocurriría en cuestión de minutos.

—Alan... —susurré.

Sus ojos, a punto de desbordar lágrimas, me miraron, las dos comisuras de sus labios se elevaron sutilmente.

—Lo siento, este no es el momento, jamás ha sido el momento, pero ya no podía más, me intenté contener pero soy como una maldita bomba de tiempo y estoy explotando justo ahora.

—¿Dónde está mi padre? —cuestionó Jaden, ignorando completamente lo que Alan acababa de murmurar.

—Inconsciente en el pasillo, creo —la voz de Alan sonaba en un hilo.

—¿Qué estás haciendo? —mi voz salió insegura.

—Intentar decirte la verdad, sé que estos idiotas no lo harán, están la mayor parte del tiempo contigo y no sé cómo te miran a los ojos sin sentir culpa, porque yo no puedo, te miro y quiero desaparecer, no importa cuántas veces te pueda llegar a pedir perdón, jamás serán suficientes —las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas rojizas.

—¿De qué hablas? —pregunté con miedo.

—Tu padre está muerto —balbuceó.

Mi respiración se detuvo.

No...

No quería ni pensar lo que quería decir. No quería escucharlo, no quería verlo, no quería saber.

—Y sé quién lo asesinó... Porque en gran parte fue mi culpa —soltó una corta risa sin nada de gracia, más bien una risa de sofocación.

—¿Esteban es tu padre? —susurró Jaden, su voz era casi inaudible. En ese momento no me dio tiempo pensar en lo incoherente que había sido su pregunta.

Mis ojos se comenzaron a cristalizar sin que me diera cuenta.

Todos estaban inmóviles en sus sitios, nadie decía una palabra y tampoco se veían con la intención de hacerlo.

Yo no podía apartar los ojos de Alan, la mano que sostenía el arma le temblaba, su boca se abría y cerraba constantemente, como si no supiera como proseguir.

—Confiaste en personas que no debías Katy, mi Katy —la voz de Alan se estaba quebrando.

Podía deducir lo que intentaba decirme: la persona que asesinó a mi padre estaba sentada en la mesa. Y de solo pensar en las posibilidades el estómago se me revolvía. No quería pensar nombres, pero era inevitable estar rogando porque no fuera él. Cualquiera dolería, pero de ser él no podría soportarlo.

—Alan, cierra la boca —una voz entrecortada llegó hasta mis oídos, la voz de la persona que ni siquiera se me había cruzado por la mente en ese momento.

Sabía lo que vería en su rostro si lo miraba en ese preciso momento: Culpa.

Giré rápidamente el rostro hacia Leydan, necesitaba ver su expresión, y la que vi me hizo soltar el aire que estaba conteniendo mis pulmones. Tenía el ceño fruncido y los ojos puestos en Reyth, se veía igual de confundido que yo.

Y por mucho que me doliera admitirlo, me alegraba que tuviera esa expresión.

Volteé a ver al castaño que había callado a Alan.

Una lágrima se me desbordó.

—Pensaba decir tu nombre, pero te presentaste solo —murmuró Alan.

—Reyth, ¿de qué está hablando? —Jane inquirió hacia su hijo, su voz no sonaba clara, estaba llorando.

A Reyth se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Lo siento —susurró sin alzar el rostro.

El corazón se me hizo añicos, el escalofrío que recorrió todo mi cuerpo fue la peor sensación que jamás había tenido. Mi respiración ya era irregular, mis labios no paraban de temblar y yo no era capaz de formular al menos una pregunta, quería hacerlas, quería que Reyth levantara el rostro, que me mirara a los ojos y que me dijera que estaba mintiendo.

—Reyth ¿Qué estás diciendo? —la voz de Leydan por fin se volvió a hacer presente.

Intentó tomar mi mano, y me aparté sin pensarlo, sentí su mirada sobre mí, pero no quería levantar el rostro y confirmarlo, no quería verlo. Sabía que él estaba igual de confundido que yo, pero en mi mente aún estaba la posibilidad de que supiera la verdad todo este tiempo. Mi cabeza dolía.

—¡Yo maté a Esteban! —exclamó el castaño luego de golpear la mesa y hacernos dar un respingo a todos. Los cubiertos en la mesa se tambalearon, estaba segura de que Reyth se dañó la mano al dar ese golpe.

Se tomó el cabello con frustración y comenzó a llorar abiertamente.

Todos tenían una expresión distinta, la de Karim era confusión, no dejaba de fruncir las cejas y estaba inmóvil en su lugar, como si esperara que todo fuera una broma.

El gesto de Jaden era diferente, no se le veía muy asombrado por las declaraciones de segundos atrás. Pero si preocupado.

—¿Tú lo m... Mataste? —el rubio inquirió despacio, como si tuviera miedo de la respuesta.

—Fue un jodido accidente —las lágrimas corrían por el rostro de Reyth.

Jaden entreabrió la boca, no entendía la razón, pero se veía al borde de romper en llanto.

—Si fue un accidente... —comenzó Alan—. Esteban y yo estábamos trabajando aquí, en su bodega. Se le había caído un botón, me agaché a recogerlo y entonces una bolsita blanca se deslizó de mi bolsillo, cayó al lado de mis zapatos. Me quedé inmóvil, él la captó enseguida, por supuesto. Me preguntó que qué era. Él ya lo sabía, quería que le diera una justificación. Y eso intenté, le dije rápidamente que podía explicárselo. Pero me interrumpió preguntándome si la consumía, estaba demasiado molesto, cualquier explicación que diese no sería suficiente para calmarlo.

Las palabras que soltaba Alan se sentían como pequeños alfileres enterrándose lentamente en mi piel.

>>Y tampoco es que pudiese justificarme mucho, sí la estaba consumiendo, pero que aquella bolsita estuviera en mi bolsillo era porque la estaba vendiendo, no era mía, y eso intenté explicarle a tu papá. Entendí su enojo, su esposa tenía adicciones, era un tema delicado para él. Sin dejar que le explicara comenzó a exclamar que no permitiría que me casara contigo. Sentí que mi mundo se caía, Katy, tú eras lo único bueno que tenía, y Esteban siempre quiso tener una excusa para que no estuviéramos juntos, y esta era perfecta. Me enfurecí al instante, le dije que no me lo iba a impedir. Se acercó a mí, me señaló, dijo que no iba a permitir que tú pasaras por lo mismo que él, yo jamás había visto a Esteban así —siguió hablando mientras hacía pausas para tomar aire o limpiarse las lágrimas.

Quería gritarle que se callara, que no quería escuchar una sola palabra más, pero necesitaba saber la verdad, por muy dolorosa que fuese no podía detenerlo ahora.

—No sé en qué momento pasó, pero nos comenzamos a pelear, había recibido un par de golpes por parte de él, los objetos de los estantes habían caído al empujarnos, las cosas se estaban rompiendo y estrellando contra el piso, entonces caí al suelo, con sus manos alrededor de mi cuello, no sé cuánto tiempo pasé intentando quitármelo de encima, mi visión se hacía borrosa y mi mente poco lucida, entonces... Esteban cayó a mi lado. Y la imagen borrosa de Reyth con un objeto en la mano se hizo presente frente a mí. Recuperé la respiración después de un largo tiempo, Reyth se congeló, con los ojos puestos en el cuerpo inerte de Esteban. Después de unos minutos logró pronunciar algo, me preguntó si estaba vivo. Me acerqué con miedo al cuerpo, había un gran charco de sangre bajo su cabeza, palpé su cuello y su muñeca, sin sentir absolutamente nada. Negué con la cabeza, y Reyth pareció desvanecerse, palideció al instante, sus piernas fallaron y terminó inconsciente en el suelo. Entré en pánico, había dos cuerpos en el suelo, saqué a rastras el de Reyth, logré acostarlo en un sillón del jardín, cualquiera que lo viera pensaría que solo se había quedado dormido ahí. Regresé por el cuerpo de Esteban, pero había otra persona en la habitación. Estaba Jaden de pie mirando el cuerpo de Esteban.

El nombre pronunciado me hizo marear, miré a Jaden, tenía la mirada perdida en algún punto inespecífico de la mesa. La historia era tan cierta, que ninguno de los mencionados interrumpió a Alan.

—Yo no sabía que era tu padre —el rubio me susurró sin mirarme, tenía lagrimas corriendo por sus mejillas.

—Le rogué a Jaden que no dijera nada, no le dije que Reyth había sido el responsable, es más joven que yo, no le quise hacer eso. Y entonces Jaden me ayudó a desaparecer el cuerpo.

Leydan se pasó una mano por el rostro con desesperación, como si el también quisiera que Alan dejara de hablar.

—Jaden, dime que Alan está mintiendo —rogó. Era la primera vez que escuchaba a Leydan quebrandose.

Jaden negó, cerró los ojos con fuerza e intentó hablar sin éxito alguno.

—E... Es que n... No est...

—¿Jaden se deshizo del cuerpo? —Reyth lo interrumpió, preguntando con la voz entrecortada.

Alan asintió.

—Después de varios días no logré verte a los ojos sin sentir culpa, Katy. Así que desaparecí, creí que al alejarme te haría menos daño que estarte mintiendo continuamente. Y cuando creí que había lidiado con mi propia culpa al aceptar que todo fue un accidente, decidí volver, pero tú ya estabas con Leydan.

Me limpié las lágrimas de la cara con el dorso de la mano. Me puse de pie bruscamente, aun sabiendo que mi movimiento repentino haría que Alan me apuntase. Me estaba sofocando en el comedor, necesitaba espacio para llorar abiertamente, para inhalar y gritar sin sentir que las paredes de la habitación me aplastasen.

No estaba segura de que sentir. Mi padre había estado muerto todo este tiempo, y tal vez era algo que yo ya asumía, pero no esperaba que me lo confirmaran de esta manera, no esperaba que esta fuera la verdad, no esperaba que personas a las que ya les había tomado cariño estuvieran tan involucradas.

—Alan, ya baja el arma, ya te escuchamos —bramó Leydan, también se había puesto de pie, estaba frente a mí con la palma extendida hacía Alan.

Podía escuchar los sollozos de Jane, estaba ida en el pensamiento de que dos de sus hijos fueron parte de un asesinato.

—Es que no solo vine a que me escucharan —Alan se rió, intentando no llorar.

Giré rápidamente el rostro para verlo, no lo había notado antes, sus pupilas estaban demasiado dilatas, parecía no enfocar con claridad, el contorno de sus ojos estaba rojo y no precisamente por haber llorado, tenía ojeras abarcándole gran parte del rostro, su labio temblaba. El mismo aspecto que vi en mi madre una y otra vez. Había consumido alguna droga.

Aparté a Leydan con el brazo.

—Alan, no estás bien —murmuré.

—Gracias por darte cuenta —sonrió irónicamente.

—Me refiero a que necesitas ayuda —intenté hablar con calma, pero mi voz era todo menos tranquila.

—Necesito acabar con todo lo que siento, con todo esto.

—¿De qué hablas?, está bien, lo entiendo, fue un accidente —mentí. Si tenía claro que había sido un accidente, pero no estaba bien.

—¿Recuerdas que te dije que si yo me iba a la mierda tú te ibas conmigo? No estaba mintiendo respecto a eso —apuntó la pistola directamente a mi

—Tú no me harías daño —susurré.

—Amor, ya lo he hecho muchas veces —removió los dedos sobre el gatillo.

—No, Alan espe...

Hubo un ruido inmenso por toda la casa, el corazón se me detuvo.

Podía sentir la habitación espesa y oscura, como un agujero sin salida. La vista se me puso borrosa y mis oídos se taponearon. Trastabillé cuando alguien paso por mi lado empujándome, sentí los parpados pesados mientras intentaba reaccionar. Había manchas oscuras en mi vista, como si estuviera perdiendo el conocimiento.

Parpadeé un par de veces y caí al suelo de rodillas.

Alan tenía razón, me había mandado a la mierda.

Porque de haber muerto, todo el dolor hubiera sido instantáneo... Pero solo hizo falta un movimiento rápido para que la bala se impactara en el cuerpo incorrecto.

Y entonces sí me fui a la mierda.

Me fui a la mierda en el momento en que lo vi, con una sonrisa en el rostro y lágrimas en las mejillas.

Me fui a la mierda cuando divisé una mancha roja en su típica camisa negra. Cuando vi sus labios entreabiertos y sangre brotando de ellos.

Mi garganta ardía, al parecer, mientras mi mente viajaba a cualquier lugar que no fuera este, mi voz gritó una y otra vez al mismo tiempo que mis manos sostenían su cuerpo.

Todo era borroso y confuso.

Sentía un líquido espeso recorrer mis dedos, estaba intentando hacer presión sobre su herida. Podía ver siluetas a mí alrededor sin enfocarlas del todo, sin siquiera oírlas, parecían desesperados pero yo no logré capturar que hacían.

—Leydan —susurré acariciando su mejilla.

Él ya tenía la mirada puesta en mí, sus párpados temblaban un poco, estaba esforzándose por no cerrar los ojos. Sin embargo, sus labios dibujaban una sonrisa, como si no tuviese una bala en el pecho encargándose de joder su vida.

Sus ojos me miraban con el brillo que hacía que me sintiera especial.

Alzó una mano para tomar un mechón de mi cabello y antes de que pudiera hacerlo, su mano cayó hacia el suelo y su cara se contrajo en una mueca de dolor.

—No, no te esfuerces —susurré. Podía sentir las lágrimas formándose y desbordándose en mis ojos.

Pero Leydan no le hacía caso a nadie, ni siquiera cuando estaba al borde de la muerte. Volvió a alzar el brazo y tomó mi cabello entre sus dedos, entreabrió la boca un poco y balbuceó:

—¿Te dije que te veías muy hermosa hoy? ¿Sí lo hice? —habló con dificultad y alargó su sonrisa, dejándome ver la punta de sus dientes.

Sonreí, esforzándome por detener mi llanto. Y asentí.

—Katherine, estoy jodidamente enamorado de ti —sonrió y se pasó la lengua por los labios, la sangre que tenía en ellos se dispersó—. Aunque mi corazón tenga una bala cerca y provoqué que se detenga, es tuyo. Perdón por decirlo un poco tarde, pero si de algo estoy seguro justo ahora, es que te amo.

El corazón me dio un vuelco, mi respiración se detuvo y mi vista se congeló en sus ojos.

—No hagas eso —hablé en un hilo de voz—. No te despidas.

Abrió la boca para decir algo más pero no lo logró, en su lugar cerró ligeramente los ojos.

—¡No!, no, Leydan, escúchame, estarás bien —giré el rostro en busca de Jaden, pero él ya no estaba, tampoco Jane, solo estaba Reyth, pero parecía estar en shock.

Maldije mientras se me escurrían las lágrimas por el mentón.

—N-necesito ir por ayuda —intenté levantarme sin lastimarlo y él me lo impidió.

—No me dejes —balbuceó arrastrando las palabras.

—Si no te dejo ahora, me dejaras tú a mí —las lágrimas corrían por mi rostro y mi voz salía con desesperación.

—Yo jamás te dejaría —susurró y casi se me hizo imposible escucharlo.

—Leydan, por favor —rogué apretando los párpados para disipar el agua en mis ojos.

—Por favor no te vayas.

—Leydan —comencé a llorar abiertamente—. Déjame pedir ayuda, por favor, por favor, déjame salvarte —intenté controlar mi voz, pero esta salía más entrecortada de lo que podía evitar.

—Pero tú ya me salvaste...

Entonces su voz se apagó. Comenzó a cerrar los ojos justo cuando el sonido de una ambulancia llegaba a mis oídos.

—¡No!, Leydan, no me hagas esto, no te vayas, tú no, te necesito —mis lágrimas caían sobre su rostro—. En serio te necesito.

Pero él ya no respondió.

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