29. ¿Por qué la gente tiene que ser tan idiota?
No me agrada este tipo de ambiente, hay mucha gente, un ruido insoportable que no me permite siquiera quejarme con Jaden y a pesar de que se ve un lugar al que acude gente con dinero, no huele precisamente a rosas.
Yo y mi estúpido problema respecto a decir no.
Jaden siguió caminando en medio de la maraña de gente que se situaba en lo que parecía ser una pista de baile, ¿era necesario pasar por en medio? ¿No podíamos rodear a la gente?
Yo lo seguí mientras intentaba no perderme, no sé cuantos pasos habré dado, tal vez era alucinación mía, pero sentía que el lugar era inmenso.
De pronto llegamos a una barra, y después de decir amén mentalmente, me recargué en esta, recuperando el aliento. Sentía como si hubiera corrido un maratón entero.
Jaden se rio al verme, el lucía igual a como entró, él —a diferencia de mí— si venía bien vestido, no igual a las demás personas, pero llevaba un traje azul marino impecable.
Me cansé de no lucir como ellos, y de caminar mucho también.
—Tu rendimiento físico está del asco —dijo burlándose de mi al tiempo que se carcajeaba.
—Gracias —contesté y reposé la cabeza sobre la barra, por encima de mis manos.
Ahora lo recordaba, un día anterior había estado horas de pie y en tacones. Y tenía sueño, aunque bueno, eso siempre.
—¿Qué quieres tomar?
—Buenas decisiones, porque hasta ahora, las que he tomado son peor que pésimas —bufé.
—De bebida —rodó los ojos—. ¿Una margarita?
¿Quién es margarita?
La bebida.
Sentí a mi subconsciente darme una bofetada.
—Ah, claro, sí —me encogí de hombros.
—Genial —sonrió y le pidió la margarita y otra bebida que no entendí su nombre al chico que se encontraba al otro lado de la barra.
Pocos minutos después, el mismo chico me ofreció una copa con un líquido amarillento dentro y una rodaja de limón en la esquina, se veía bien, y después de todo ya estaba aquí.
Iba a darle un trago pero de pronto me vi interrumpida por alguien. Porque parece que en esta vida Katherine no puede ser feliz más de tres segundos seguidos.
—¿Katy? ¿Jaden? ¿Qué hacen aquí? —mi pelirrojo favorito —o más bien, el único que conozco— apareció en mi campo de visión.
—Lo normal, ya sabes, ayudando a Jaden a lidiar con sus problemas de vida —me encogí de hombros y le di un sorbo a mi bebida—. ¿Y tú? —pregunté antes de escuchar a Jaden rezongar.
—Oh, vine con un amigo —señaló por detrás de sí y enseguida salió un pelinegro.
Los ojos de Jaden y los míos se posaron sobre el nuevo integrante, se veía muy simpático, aunque la expresión de Jaden no opinaba lo mismo.
Me pregunté si Jaden y aquel chico habían tenido problemas antes, a kilómetros se notaba que a Jaden no le agradaba en lo más mínimo. Me hice diminuta en mi lugar queriendo desaparecer del aura incomoda que se formó entre ambos.
—Un gusto, mi nombre es Jean —el pelinegro estiró su mano al presentarse.
La correspondí, sin embargo, mi acompañante dio una pésima respuesta:
—No te lo preguntamos —Jaden bramó.
¿A caso estaba ebrio ya? Pero si recién llegamos. Instintivamente giré hacia la barra y en el lugar de Jaden estaba su vaso completamente vacío, vaya que el desamor le pega fuerte. Bien, no estaba ebrio aún. Solo se estaba comportando como un idiota.
—No necesito que me preguntes, se le llama educación y no iba dirigida hacia ti —la mirada de Jean se oscureció al hablar.
Dios mío.
—Yo soy Katherine —sonreí incómodamente.
—¿Podemos acompañarlos? —Zyra preguntó amablemente. Amabilidad que no se le vio correspondida porque mi acompañante no paraba de ser grosero.
—No —Jaden respondió sin titubeos y se tomó un nuevo vaso de un solo trago.
Jaden amaneció grosero.
—Jad...
—Dije que no —me interrumpió groseramente, se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida, no sin antes proporcionarle un empujón a Jean y a Zyra, pasando por en medio de ellos.
¿Pero quién entiende a los hombres? Exacto, yo no.
Miré a Zyra como si él pudiera explicar el comportamiento receloso de Jaden, pero no encontré mucho en su mirada, parecía triste y arrepentido, y ciertamente yo no estaba de ánimos para resolver este tipo de enigmas, así que lo dejé pasar.
—Bueno, seguro se le pasa, deberían quedarse —sonreí y le di otro trago a mi bebida.
—Me gustaría, pero tengo mejores cosas que hacer que ver como alguien se comporta como un idiota porque no sabe lo que quiere —Jean masculló completamente serio.
Fruncí ambas cejas. Era obvio que su comentario se refería a Jaden, pero ¿qué es lo que quiso decir?
Zyra me miró, pareció volver de su burbuja, donde había estado ensimismado por un tiempo.
—Creo que yo... Debería ir con Jaden —hablé incómoda y dejé mi bebida en la barra. Me puse de pie y di unos diez pasos hacia adelante, pero me detuve abruptamente cuando sentí un tirón en mi brazo.
Giré sobre mi misma con molestia, creí que Zyra me había detenido, y ahora estaba enojada con él por la manera en que me lastimó el brazo.
Pero no era él.
Frente a mí había un tipo completamente diferente, y mucho más alto que yo. Zafé mi brazo de su agarre y retrocedí, no fue muy útil porque se acercó rápidamente a mí y me tomó por la cintura, me atrapó entre sus brazos.
En menos tiempo del que pude desear estaba manoteando y proporcionando golpes. Los dos míseros tragos que había tomado querían regresar justo ahora, mi vista se comenzó a poner borrosa y empujé con todas mis fuerzas intentando separar mi cuerpo del sujeto. Tenía su rostro muy cerca del mío y mi cuerpo se comenzó a arquear hacia atrás para alejarme.
Al principio no me había preocupado tanto la situación, solo era un idiota más con el que lidiar. Pero ahora estaba entrando en pánico, ya no divisaba a Zyra o a Jaden cerca, el tipo me había arrastrado en medio de la pista, y la música estaba muy fuerte, aunque gritara nadie me escucharía.
Ahora estaba odiando a todo el mundo, a Leydan por no llegar temprano a mi casa e impedir que Jaden me trajera aquí, a Jaden por traerme, a Zyra por traer a su amigo y que se enojara Jaden, y al tipo por tocarme.
Quería llorar de impotencia. Pero a pesar de sentirme realmente mal, reuní fuerza gracias al enojo que me estaba atravesando. ¿Por qué la gente tiene que ser tan idiota?, y con esa pregunta en mi mente, hice que mi rodilla se impactara con fuerza en la entrepierna del sujeto haciendo que me soltase. Caí al suelo y me mareé enseguida, tardé unos segundos en recuperarme, y cuando lo hice, aquel tipo apareció en mi campo de visión otra vez, me arrastré por el suelo intentando alejarme de él, no era la tarea más sencilla, había gente estorbando mi paso.
Sentí una mano rodear mi pierna y arrastrarme por el suelo, dejándome en el mismo sitio del que había huido con esfuerzo, cerré los ojos con terror, esperando lo peor. Estaba cansada y con miedo, ya no había mucho que pudiera hacer. Mi garganta estaba seca, mis manos temblando y mis ojos completamente sellados, sin embargo nada sucedió, nada volvió a tocarme o a luchar contra mí. Nada me lastimó.
Tomé el valor que aún me quedaba y abrí los ojos, esperando ver al sujeto encima de mí o alguna escena mucho peor.
Pero no había ningún sujeto sobre mí, más bien, había alguien sobre el sujeto. Leydan lo estaba golpeando. De la cara del tipo brotaban gotas de sangre acompañadas de quejidos. Toda la gente que antes me había estorbado, ahora se situaba alrededor de aquella escena, observando sorpresivamente. Una expresión similar a la mía, pero la mía venía acompañada con alivio.
Yo también quería golpear al tipo, pero no tenía la fuerza para levantarme y hacerlo, así que no me molestaba dejar que Leydan lo hiciera por mí.
Me volví a recostar boca arriba en el suelo y suspiré tranquilizándome.
La música había cesado, el único ruido que se escuchaba era el de los golpes que impactaban en la cara de aquel hombre y muchos murmullos en el ambiente. No se por cuánto tiempo más continuaron, sentí que fueron minutos, pero probablemente solo habían sido unos cuantos segundos más.
La voz de Jaden se hizo audible, escuché como separó a Leydan del cuerpo inerte del tipo y como también recibió un empujón furioso acompañado de un "¡Eres un idiota!", bueno, yo no iba a contradecir eso.
Leydan se acercó y se arrodilló hasta quedar junto a mí, su mirada inspeccionó mi rostro.
Seguía sintiéndome furiosa, pero me relajé cuando entendí que Leydan no había tenido la culpa, tampoco Jaden y mucho menos Zyra. Bueno y eso también me quitaba de la lista, tampoco había sido mi culpa. Esta había sido del imbécil que decidió comportarse como un animal contra mí.
Así que me abracé al cuerpo de Leydan mientras mis ojos se cristalizaban, Leydan me apretó contra sí, reconfortándome.
—Lo siento, lo siento mucho —susurró.
Negué levemente con la cabeza y me separé de él.
—No fue tu culpa —sonreí con tristeza y sentí una lágrima escapárseme del ojo.
—Te dije que nadie te haría daño si yo estaba para impedirlo —pasó su pulgar por mi mejilla, limpiando la gota salada que había corrido encima de ella.
Sentí un nudo en la garganta por eso. Sonreí y me volví a abrazar a su cuerpo. Podía sentir su cálida respiración contra mi coronilla, también el rítmico latido de su corazón y las suaves caricias que sus dedos trazaban en mi espalda.
Me hubiera gustado quedarme así un rato más, pero estábamos en un lugar público, interrumpiendo el centro de la pista de baile.
—¿Podemos irnos? —pregunté casi riendo al notar que todos nos estaban mirando.
Asintió y se puso de pie sin apartarse de mí.
◃•◈•▸
Leydan estaba sentado a la orilla de mi cama y yo justo delante de él.
—¿Estás bien? —Leydan preguntó, pasando un mechón de mi cabello tras mi oreja.
—Completamente —sonreí. Mis ojos se deslizaron hasta su mano, tenía heridas en los nudillos y bajo los anillos—. Pero tú no tanto.
Miró su propia mano.
—No es nada, tengo la cara peor —rio.
Sus heridas en el rostro seguían siendo muy visibles, pero Leydan era la clase de persona a la que incluso sin una ceja seguiría siendo atractivo. Me reí ante mi propia imagen mental de Leydan sin una ceja.
Leydan frunció el ceño, gracias a Dios no podía leer mis pensamientos. Puso sus manos en mi cintura y me acercó a él hasta que consiguió que me sentara sobre sus piernas, levantó mi rostro tomando mi barbilla y juntó sus labios con los míos.
—La cena de navidad es en unos días —murmuró sobre mis labios.
Oh no, la cena de navidad, un tema que me ponía nerviosa de tan solo pensarlo. Por ello intentaba evitarlo.
Asentí sin mucho convencimiento.
—Y faltaron tres puntos de tu lista de crisis nerviosa —dijo intentando ocultar una sonrisa de burla.
Oh no, la lista de nuevo.
—Olvida esa lista —me quejé.
Se rio abiertamente.
—Volviste a hacer tu voz chillona —me apretó más a su cuerpo y volvió a besarme antes de que yo comenzara a rezongar.
Se tiró en la cama conmigo encima de él.
***
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro