Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26. Te perdono.

Este capítulo contiene escenas +18, si no tienes la edad suficiente para leerlo, queda bajo tu responsabilidad hacerlo.


Leydan estaba fumando un cigarrillo en la entrada del balcón, tenía puestos sus pantalones y una camisa blanca sin abrochar, el viento le ondeaba un poco el cabello y las orillas de su camisa, para mí era una vista magnifica, podría seguirlo observando por horas.

Pero pareció escuchar mis pensamientos, porque giró el rostro hacia mí y sonrió, no pude evitar ponerme roja al instante.

Frunció ambas cejas en respuesta a mi reacción y extendió una mano, invitándome a ir con él. Me incorporé en la cama y me puse mi blusa, debajo de ella solo tenía mis bragas puestas, caminé hasta el balcón con los pies descalzos y tomé su mano.

Con su mano libre presionó mi cuerpo contra el suyo y giró el rostro para esparcir el humo lejos de mi cara, volteó de nuevo a mí y se relamió los labios mirando los míos. Tomé el cuello de su camisa y tiré de él, soltó una risa antes de pegar su boca con la mía.

Su mano me presionó más contra él mientras mi boca degustaba el sabor a cigarrillo y menta.

Sentí una brisa sobre mi brazo y me separé de él, mis ojos recorrieron el cielo gris y los rayos que se divisaban en él.

—¿Podemos salir? —pregunté mordiendo mi labio inferior.

—Pero está lloviendo —frunció ambas cejas.

—Por eso —me separé por completo de él y caminé por el cuarto buscando mi ropa.

—¿Qué haces? —me miró mientras yo iba de un lado al otro.

—Salir —sonreí y terminé de vestirme.

—Dios, espera —rodó los ojos mientras apagaba su cigarrillo y enseguida se comenzó a abrochar la camisa.

Salimos de la habitación mientras él no paraba de quejarse.

Fue un largo camino.

—Te vas a enfermar si sales ahora —soltó la décima queja en el transcurso de su habitación al jardín.

—Shh —lo callé.

Me miró mal.

Crucé la puerta de vidrio que separaba a la casa del patio y salí, olía a tierra húmeda y pasto fresco, inhalé profundamente levantando el rostro hacia el cielo, podía sentir las gotas chocar suavemente contra mis mejillas.

Me sentí libre, como si el peso de todos los problemas que tenía se estuviera disipando con cada profunda bocanada de oxígeno atravesando mis pulmones. Esta vez, la lluvia no agrandó mis problemas... los calmó.

—¿Feliz? —cuestionó Leydan. Al parecer había salido después de haber rezongado.

Suspiré aliviada y con una sonrisa en el rostro.

—Mucho —comencé a caminar lejos de la residencia.

—¿Y ahora que haces? —preguntó alcanzándome.

—Caminar —respondí con obviedad.

—Ya sé que estás caminando ¿A dónde vas?

—¿Qué? ¿Eres policía? —ignoré su pregunta.

—Que grosera —negó con la cabeza.

Reí y seguí caminando, Leydan no volvió a hablar mientras me seguía. Sentí mi cabello adherirse a mi rostro y escurrir gotas de agua al caminar, con cada paso que dabamos la lluvia se intensificaba más.

Llegamos al límite del pasto, donde comenzaba el piso de tierra, el cual ahora era lodo por la lluvia. Me senté en el pasto esperando que Leydan también lo hiciera.

Contuve una sonrisa de victoria cuando se sentó a regañadientes.

—Genial, ahora tenemos mojado el trasero —sonrió sarcásticamente.

—¿Genial? Yo diría fantástico.

Me miró incrédulo.

—¿Ya me explicas que hacemos aquí? —preguntó, tenía el cabello húmedo y pegado al rostro, su camisa estaba igual y se le comenzaba a transparentar con el agua.

—Sí, pero en lugar de explicarte, mejor te lo demuestro —sonreí y él hizo una expresión de completa confusión.

Confusión que se aclaró cuando puse mis manos sobre su pecho y lo empujé.

Mis cálculos no fallaron, porque cayó perfectamente en el charco de lodo que se hallaba detrás de él.

—Mierda —murmuró sin levantarse.

—Ahora sí, te perdono —sonreí.

Me miró frunciendo el entrecejo.

Oh, oh.

—¿Debo huir? —pregunté.

—¿Tú qué crees? —sonrió.

—Mierda —me levanté lo más rápido que pude.

Y él igual.

Corrí por el pasto, ciertamente era casi imposible, la lluvia se hizo más intensa como si estuviera en mi contra, mis pies pesaban con el agua y mi vista era obstruida por mi cabello mojado.

La puerta estaba como a diez metros, ¡Dios! ¿En qué momento nos alejamos tanto? No recuerdo haber caminado mucho.

Sabía que Leydan estaba atrás de mí, sin embargo  sentía tanta adrenalina en el cuerpo como para voltear y confirmarlo.

Podía escuchar sonoramente mi propia respiración y los latidos de mi corazón en la garganta...

Pegué un grito al desplomarme contra el pasto con Leydan encima de mí.

—Que hija de... —negó con la cabeza.

—Tienes lodo —me quejé al sentir gotas de agua caer sobre mi rostro, sabía que no era lodo lo que me mojaba, pero simplemente tenía ganas de rezongar.

—Gracias, no me había dado cuenta —ironizó quitándose de encima para luego recostarse a mi lado.

Mi respiración comenzó a calmarse, al igual que mi corazón.

Hubo un silencio por un momento, lo único que se hacía oír eran las gotas chocando estruendosamente contra el pasto, los relámpagos sonoros del cielo y nuestras respiraciones, y personalmente también el latir de mi corazón.

Entonces me reí, él giró el rostro hacia mí, y después de verme como si estuviera loca, comenzó a reírse también.

Nuestras risas sonaban perfectas con el sonido de la lluvia como fondo, el momento era perfecto.

Su mirada y la mía chocaron, entonces nuestras risas se apaciguaron lentamente y nos quedamos con una sonrisa en el rostro.

—Eres una rencorosa —bufó.

Reí.

—Supéralo —dije.

—Tú supéralo.

Le saqué la lengua.

Me miró fingiendo indignación.

Estuvimos unos segundos más en completo silencio.

—¿Podemos volver a la casa? Está haciendo frio —murmuró.

Estaba tan ensimismada que ni siquiera me di cuenta del frío que estaba haciendo, mi cuerpo estaba temblando.

Asentí rápidamente y me puse de pie, él hizo lo mismo. Y antes de que nos percatáramos, ya estábamos en su habitación.

—Tengo frío —mascullé abrazándome a mí misma.

—Pero querías salir en la lluvia.

Lo miré mal y él rio.

—Puedes darte un baño, aunque en realidad podríamos darnos un baño juntos —pintó una amplia sonrisa en su rostro—. Hay que ahorrar agua, Katherine.

Lo miré boquiabierta.

—Tú no desaprovechas ninguna oportunidad.

—Era solo una sugerencia, puedo ducharme en el baño de abajo —sonrió y se acercó a su mueble a tomar ropa—. Puedes tomar lo que quieras para vestirte.

Asentí.

Él tomó su última prenda, cerró un cajón y caminó hasta la puerta.

Una de mis manos se estiró inconscientemente tomándolo del brazo, Leydan se detuvo y giró hacia mí, esperando que yo dijera algo. Abrí la boca para decir algo pero las palabras parecieron atorarse en mi garganta, simplemente no salieron.

Entrecerró los ojos examinándome, e inmediatamente sentí mis mejillas arder por lo que le estaba a punto de pedir. Frunció las cejas ante mi reacción y de pronto su rostro cambio, como si hubiera entendido lo que me pasaba.

Sonrió.

—No te preocupes, lo diré yo —giró por completo y se aclaró la garganta—. Katherine ¿Me puedo bañar contigo? —preguntó.

Mis mejillas se tiñeron de un rojo carmesí y giré el rostro lejos de sus ojos.

—Sí —murmuré.

Se rio.

—¿Por qué te da pena?, literalmente follamos hace como una hora, ya te he visto desnuda.

—No es lo mismo, yo jamás me he bañado con nadie.

—Ni yo, bienvenida a tu primera vez, anda, vamos a bañarnos que hace frío —tomó mi mano y abrió la puerta de su baño metiéndonos dentro.

Ya no tenía frío.

Se comenzó a desabrochar su camisa —la cual estaba llena de lodo por mi culpa— y la arrojó al suelo.

Tenía el torso desnudo de Leydan frente a mí, su tatuaje sin forma lucía perfecto sobre su piel, comenzó a desabrocharse el pantalón...

—Katherine, hay que bañarnos —su voz me regresó de vuelta a la realidad. Asentí torpemente y comencé a quitarme la blusa, recién recordaba que no tenía sostén puesto, Me quité el pantalón, luego mis bragas y deslicé la puerta que separaba el baño de la regadera para entrar. Leydan entró tras de mí y abrió el agua.

Sentí el agua deslizarse desde mi cabello hasta mis pies, recorriendo cada parte de mí. Esta estaba lo suficientemente caliente para que se me quitara el frío por completo.

El rostro de Leydan se recargó en mi hombro y besó mi piel, lo podía ver por el rabillo del ojo, tenía los ojos cerrados, puso sus manos en mi abdomen y me presionó contra su cuerpo.

—Lo siento, no puedo verte desnuda y no querer tocarte —dejó un rastro de besos de mi hombro hasta mi cuello—. A menos que tú no quieras que te toque.

—Me gusta que lo hagas —susurré sin titubear.

—Y a mí me gusta hacerlo —cerró el agua—. ¿Te puedo enjabonar?

Asentí.

—¿Me pasas el jabón de allá, junto con el fregador? —señaló un hueco de la pared en el que habían varias botellas junto con el jabón y el pequeño trapo.

Estiré mi cuerpo separándome ligeramente de él y tomé ambas cosas.

—Toma —se las di. Seguía estando de espaldas a él.

Se separó para ponerle jabón al fregador, luego volvió a mí en la misma posición de antes y puso el trapo en mi abdomen, comenzó a deslizarlo sobre mí piel trazando pequeños círculos, su mano libre tenía tomada mi cadera para presionarme contra él. Podía sentir su erección contra mí. Resbaló el trapo hacia arriba llegando hasta mis pechos y los frotó limpiando mi piel, mi respiración estaba agitada, tenía escalofríos y ligeros espasmos que terminaban por esparcirse en mis partes más sensibles.

Rozó uno de mis pezones con su mano, parecía querer provocarme, y vaya que sí lo estaba logrando. Hizo lo mismo con el otro y continuó por mi cuello, pasó por mis hombros y regresó a mi abdomen, después bajo por mi entrepierna y frotó el interior de mis muslos, llegó a rozar mi intimidad con su mano haciéndome jadear, pude ver una sonrisa en su rostro cuando lo hice, e inmediatamente comenzó a frotar la yema de sus dedos contra mi intimidad, podía sentir su dedo sobre mi clítoris resbaladizo, no sabía si era por el jabón o tal vez mi propia humedad.

Un par de gemidos salieron de mi boca, siguió tocándome y mis piernas comenzaron a temblar, alcé la cabeza, recargandome sobre su hombro y cerré los ojos, disfrutando del momento, sentí lentamente el orgasmo crecer en mi interior, solo necesitaba que me siguiera tocando y llegaría a mi punto más alto, sólo un poco más. 

Pero entonces pareció darse cuenta y se detuvo, haciéndome soltar quejas.

Se rio de mi caprichosa actitud.

—Prefiero que te corras en mí —habló.

Se separó de mí y prosiguió a frotar mi espalda y mi trasero, exactamente igual a como lo había estado haciendo.

—Date vuelta —pidió e hice lo que dijo. Sonrió al verme—. Tu mano —extendió la palma de su mano hacia mí y yo le di la mía. Luego continuó con su labor y me enjabonó los brazos, no podía apartar los ojos de él, lo hacía con tanta delicadeza que me pareció el acto más tierno del mundo.

Parecía admirar mi piel, sentía que me estaba cuidando, y a pesar de que no quería que nadie me cuidara... me gustaba que él lo hiciera.

Deslizó el jabón por mi clavícula y subió muy lentamente por mi cuello, limpiándome con el suficiente cuidado de no lastimarme.

—Detente —susurré y se detuvo, luego me miró frunciendo el entrecejo.

Corté la distancia entre nosotros y junté sus labios con los míos, me tomó por la cintura presionándome contra él y me beso con más intensidad.

Sentí nuevamente el agua caer sobre mí y el jabón comenzó a resbalarse de mi piel. Leydan me cargó tomándome por los muslos y rodeé su cadera con mis piernas, avanzó conmigo en brazos hasta que sentí el frío mármol contra mi espalda. Se separó de mi boca con la respiración entrecortada y comenzó a besar mi cuello mientras una de sus manos subía hasta mis senos.

Quería que dejara los juegos previos, me estaba enloqueciendo desesperadamente, ya estaba lo suficientemente excitada como para seguir esperando.

—Mierda, no sé si haya condones aquí —estiró el brazo y empujó varias botellitas haciendo que algunas se cayeran, tiró varias cosas más hasta que encontró uno y rompió la bolsita.

—¿Por qué tienes condones en tu baño? —cuestioné.

—Nunca están de más, pero te prometo que no los utilizo —se colocó el condón—. Utilizaba —corrigió, haciéndome rodar los ojos con una sonrisa.

Colocó la punta de su erección en mí entrada y me besó al tiempo que se introducía en mí, gemí contra su boca mientras entraba lentamente. Se quedó inmóvil cuando llegó hasta el fondo, aprovechando para capturar mi labio entre sus dientes.

Se deslizó fuera de mi interior dejando solo la punta dentro, y volvió a introducirse con más velocidad que antes, dejó salir un gemido y repitió el mismo proceso varias veces, hasta que fijó un solo ritmo.

El cuarto de baño de pronto se inundó de nuestros gemidos.

La sensación de placer se extendió por todo mi ser, me encontraba al borde del orgasmo sintiendo mis piernas flaquear y mi cuerpo entero estremecerse, Leydan dio una última embestida más fuerte que las anteriores y fue lo único que se necesitó para que ambos colapsáramos, me corrí sobre el látex del condón y él dentro de este. 

Estuvimos juntos por un momento más hasta que salió lentamente de mí haciéndome jadear y me envolvió en sus brazos.

—Ahora ya déjame terminar de bañarte —sonrió y dejó un beso en mi frente. Luego procedió a quitarse el condón y hacerle un nudito para tirarlo en el cesto de basura.

Mi corazón se encogió, jamás creí tener una relación tan íntima con una persona y sentirme completamente cómoda, Leydan me hacía sentir cómoda y apreciada.

Nunca estuve conforme con la idea de depender de alguien, no quería necesitar a una persona, siempre creí que nadie era para siempre, así que me daba miedo dejar entrar a alguien en mi vida de manera tan significativa.

Pero con Leydan ya lo había hecho sin darme cuenta.






***

Nota de la autora:

Hola mis corazones de melón 😚

No se olviden de votar, los tqm


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro