25. Má-ten-me.
—Que lindo tu ataque de celos —tomé un mechón de su cabello entre mis dedos, él estaba con una rodilla en el suelo mientras me probaba una zapatilla.
Deslizó los ojos hasta a mí sin levantar el rostro.
—No tengo ningún ataque de celos, el chico preguntó qué era yo de ti, y solo respondí —sonrió y se levantó.
—Ajá —elevé una ceja y él rodó los ojos.
—¿Te gustan? —preguntó refiriéndose a los tacones.
—Creo que están muy altos —me puse de pie y me tomé de sus brazos cuando perdí un poco el equilibrio.
Él rio.
—Sí, están muy altos —me ayudó a volverme a sentar—. Ahora pido otros.
Se fue un momento y cuando regresó se volvió a arrodillar con una nueva zapatilla en las manos. La deslizó por mi pie, sus dedos me tocaron tan delicadamente que la piel se me erizó. Leydan se veía tan lindo arrodillado, con los mechones blancos de su cabello cayéndo sobre su rostro lleno de heridas.
Me sentía culpable por que estuviera así, a pesar de que no se quejara sabía que le dolían los moretones.
—Te quedan perfectos —se puso de pie y me tendió una mano para que me levantara.
La tomé y me puse de pie, las zapatillas eran preciosas, y mucho más cómodas que las anteriores.
—Me encantan —sonreí mientras miraba mis pies por el espejo de la tienda.
—Cuando fui por esta vi otras por allá —dijo mientras yo me volvía a sentar.
—Leydan, ya llevamos muchos pares, no necesito tantas zapatillas —murmuré.
—¿No te gustan?
—¿Qué?, no, es decir, sí, sí me gustan, pero estás comprando demasiados.
Suspiró.
—Bien, dejaremos hasta aquí la compra de zapatos, pero solo porque te quiero comprar más cosas y si insisto en esto ya no me aceptarás los demás.
—¿Más cosas? —interrogué.
Sonrió.
—Iré a pagar.
◃•◈•▸
Tomó mi mano.
—¿Estás enojada por qué te estoy comprando cosas? —cuestionó.
—¿Ah?, no, no estoy enojada, solo siento que te estás molestando demasiado y no quiero que pienses que soy una interesada, o que las demás personas lo piensen.
Se detuvo y me giró por los hombros para que lo viera.
—Te estoy comprando cosas porque quiero hacerlo, no porque tu hayas dicho lo de no tener "ropa bonita", de todas formas quería comprarte vestidos y esa fue una gran excusa —sonrió—. Escucha, no me debes nada por esto, ahora es tuyo porque es un regalo. Y no deberías preocuparte por lo que piensen los demás, yo no pienso en lo absoluto que seas una interesada, prácticamente te estoy obligando a que me dejes comprarte cosas.
Asentí.
—Quería que este día estuvieras feliz, pero creo que lo arruiné un poco —levantó mi rostro suavemente.
—No lo arruinaste, sí estoy feliz —sonreí y negué.
Y no era mentira, realmente estaba feliz, pero no era precisamente por las cosas que me estaba comprando, era por él.
Se acercó un poco más hacia mí y me terminó dando un corto beso.
—Bueno, entonces podríamos ir a mi casa a comer algo ¿Sí?
—Sí ¿No están tus padres? —cuestioné al tiempo que tomaba mi mano y comenzábamos a caminar.
Negó.
—Salieron poco después de que yo fuera a tu casa, porque mis abuelos los invitaron a pasar el día en la playa, regresarán mañana por la tarde.
—¿Por qué no los llevaron a ustedes?
—Oh, nos invitaron, pero no quisimos ir, Reyth porque debe ir a clases, Karim porque da asesorías a los trabajadores de mis padres, Jaden porque dijo que si Reyth y Karim no iban, él tampoco, y yo porque convivir con mis padres no es mi pasatiempo favorito.
◃•◈•▸
—Hola Katherine —Karim me saludó tan pronto entré—. Y Leyd... ¿Qué te pasó?
Antes de que Leydan pudiera responder Jaden salió por un salón e hizo la misma pregunta.
—Joder ¿qué te pasó en la cara?
—No es nada grave —respondió Leydan.
—Mamá y papá no pensaran eso cuando te vean —dijo Karim, quien aun seguía con una mirada de confusión.
—Pues ya veré que les invento.
—Pero al menos dinos a nosotros qué te pasó —inquirió Jaden.
Me hice pequeña en mi lugar, sentí el momento algo incómodo. De verdad sentía que era mi culpa.
Leydan comenzó a caminar llevándome consigo e ignorando a Karim y a Jaden.
—Es mi culpa que estés así —murmuré.
—No, no lo es —dijo con seguridad y sin voltear a verme o detenerse.
No quise decir nada más sobre eso.
Siguió caminando hasta que llegamos a su habitación—. Pasa, le diré a la cocinera que nos traiga algo —abrió la puerta de su habitación y asentí, él se fue.
Me quité los zapatos y me quedé de pie observando el pasillo, sonreí al recordar cómo había sido la primera vez que estuve aquí, y lo agradecía, agradecía a mi estúpido cerebro por idear ese bobo plan y luego por emborracharme... y luego por contestar una llamada, y... Bueno, todo lo demás. Ahora estaba aquí, entrando en la habitación de Leydan, sobria y de manera legal.
Entré a su cuarto y caminé ojeando todo, observé todo con demasiada curiosidad, la primera vez que estuve aquí no admiré la habitación a detalle.
La recordaba lúgubre y tétrica, y ahora la sentía un poco más acogedora, con un olor divino a limpio y perfume de Leydan.
Mis dedos recorrieron un estante de madera oscuro, había varias cosas en él: Unas llaves, un par de sobres en blanco, una cantidad enorme de lapiceros y una caja de cigarrillos. Sí, en definitiva solo cosas de Leydan. Levanté la vista para observar lo demás, y di un respingo al ver a Leydan en el marco de la puerta con la cabeza ladeada.
Se rio y entró.
—Yo no estaba curioseando nada —sonreí y me senté en la orilla de la cama.
—No, para nada —se acercó a mí.
—¿Cómo sabías que entré en tu habitación el día de la fiesta? —pregunté desviando el tema.
—Dejaste la puerta abierta y ni siquiera los empleados entran a mi habitación —enarcó una ceja.
—¿Y por qué me dejaste pasar aquí la noche?
Se relamió los labios.
—Porque te reconocí desde el primer momento que te vi, eras la Katherine de la que tu padre me había estado contando historias sin parar, y no iba a dejar que te fueras en tu horrible estado de ebriedad —levantó mi barbilla y rozó nuestros labios.
Una pregunta fugaz apareció en mi mente.
—¿Zyra también era amigo de mi padre?
Se separó ligeramente.
—¿Por qué? —frunció ambas cejas.
—Pues, el día de la fiesta, después de que él me arrojara a la piscina —hice una mueca de disgusto al recordar aquel momento—. Estábamos solos en la habitación de Jaden, y él habló sobre que tenía un amigo sastre y por ello llegó a la conclusión de que robé mi vestido, y bueno, no lo sé, se me hizo extraño.
—Zyra es un imbécil —rodó los ojos y rio levemente—. No era tan amigo de Esteban como yo, pero se llevaban bien, a Zyra le gustaba preguntar cada cinco segundos sobre como hacía los trajes y las extravagantes costuras, y yo preguntaba sobre ti. Así que Zyra jamás prestó atención a las historias sobre ti y yo jamás preste atención a sus costuras.
—Zyra dijo que su amigo murió —murmuré.
—Nadie sabe qué le pasó a Esteban, lo debió decir solo porque llevamos meses sin saber de él —me miró con un poco de tristeza—. Katherine, sabes que eso es una posibilidad ¿No?
Asentí.
Ya lo sabía. Yo también lo daba por hecho.
—No hablemos de eso —sonreí y parpadeé continuamente para desaparecer las gotas que se comenzaron a formar en mis ojos.
—Nos traerán pizza, si quieres otra cosa puedo pedirla.
—No, no, pizza está bien —estiré mi rostro para poder tocar sus labios con los míos.
Correspondió el beso y tomó mi cuello, solté una leve queja porque aún me dolían los moretones y él quitó la mano enseguida.
—Lo siento, ahora que lo pienso, deberíamos ir con un doctor —levantó mi rostro y observó las marcas en mi piel—. Podrías tener dañada la garganta.
Negué.
—No, estoy bien, no me duele al hablar —sonreí—. Y si voy, me pondrán en los casos de ataques y me harán ponerle una demanda a Alan.
—Y no quieres hacerlo —afirmó.
—Pues es más reconfortante estar aquí contigo —elevé una ceja.
Hizo una mueca de poco convencimiento y luego sonrió.
Su cuerpo empujó el mío al besarme y sentí una almohada bajo mi cabeza.
Mis manos recorrieron su pecho por encima de su camisa, acariciando la suave y delgada tela con la yema de mis dedos.
Sus manos rodearon mi cintura y sus labios bajaron deslizándose por mi mentón. Las yemas de sus dedos subieron la tela de mi blusa y acarició mi cintura directamente.
Estrujó mi piel haciendo que yo soltara un gemido e inmediatamente me arrepentí.
—P-perdón por interrumpir, traje su comida —una dulce voz sonó desde la puerta.
Má-ten-me.
Había una señora parada en la entrada con una charola de comida en las manos. Tan pronto la miré, desvíe los ojos lejos de ella y sentí mis mejillas arder.
Leydan esbozó una sonrisa demostrando que la escena le había causado gracia. Se separó de mí y fue hasta donde estaba la señora.
—Gracias, Lucía —dijo amablemente tomando la charola.
—Si se les ofrece algo más estaré en la cocina —la señora murmuró incómodamente sin mirar a ninguno de los dos.
Leydan asintió y la señora se fue inmediatamente.
Lo miré y él a mí, me puse más roja y él se relamió los labios intentando ocultar su sonrisa.
—No te rías —me quejé dándole una mirada reprobatoria.
Eso solo hizo que se riera.
—De verdad creí haber cerrado la puerta —se sentó junto a mí. Yo seguía acostada boca arriba.
—Pues ciérrala ahora —la señalé.
—Katherine, vamos a comer, no a follar —habló con burla y elevó una ceja.
Lo miré mal.
—Igual no quiero que nadie me vea comiendo —me puse de pie y caminé hasta la puerta para luego cerrarla.
Negó con la cabeza mientras sonreía y se puso de pie dejando la charola en el mueble de al lado.
Se acercó a mí y me acorraló contra la puerta, mis ojos se fijaron en los de él, quien observaba mis labios. Estiró una mano hacia la perilla de la puerta y sonó el seguro siendo colocado.
—Aunque si no quieres comer...
Abrí la boca con sorpresa y sonreí. Y solo eso hizo falta para que atacara mi boca con ansias, yo respondí gustosa, no podía quejarme, sus labios se sentían tan jodidamente bien, aunque debía admitir que extrañaba el frío metálico de su piercing.
Sabía que le dolía besarme por la herida en su labio, y aun así no parecía importarle.
Rodeó mis piernas con sus manos y me elevó recargándome contra la puerta.
***
Nota de la autora:
Sí había detalles en esta escena pero los quité, perdóneme🧍♀️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro