Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20. Siempre estoy un paso adelante.

Hablé con Alan, le aclaré que no pensaba mudarme y que tampoco estaba muy dispuesta a continuar con la relación, y no sabría decir si él aceptó puesto que salió furioso de mi casa dejándome con la palabra en la boca, pero supuse que sí.

Y suponer está mal.

—¿Y por fin a dónde vamos? —pregunté, Leydan y yo íbamos en su auto.

—Primero recogeremos a Reyth de su escuela y luego saldremos tú y yo, si estás de acuerdo, claro.

Asentí.

◃•◈•▸

Llevábamos mucho tiempo esperando a Reyth afuera de su escuela.

—¿Usualmente se tarda en salir? —pregunté moviendo los pies.

—No —abrió la puerta del auto—. Ven.

Abrí la puerta y salí tras él.

Caminamos por un delgado camino de concreto y entramos a la escuela, cruzamos algunos pasillos y uno que otro alumno nos volteó a ver con confusión.

—¿A dónde vamos? —pregunté mirando a aquellos que posaban la vista sobre nosotros.

—A buscar a Reyth.

—¿Reyth? ¿Reyth Winsclerk? —una voz masculina sonó atrás de nosotros, era un tipo con la mitad del cabello pintado de verde.

Leydan lo miró serio y asintió.

—Él no vino hoy a la escuela —el de cabello chistoso murmuró.

—¿Cómo? —Leydan frunció el ceño.

—No lo sé, solo no asistió —y con eso se fue dejando a Leydan y a mí confundidos.

—Joder —Leydan se pasó ambas manos por el rostro—. Ven —me tomó de la mano y comenzó a caminar de nuevo a la salida llevándome consigo.

—¿Quién lo trajo? —cuestioné siguiéndole el paso.

—Jaden —contestó con frustración.

Justo cuando salimos nos topamos con Reyth, quien venía corriendo y se detuvo en seco al vernos.

—Lo lamento —murmuró al vernos.

—Sube al auto ahora —Leydan lo miró con enojo y Reyth hizo lo que le indicó enseguida.

Los tres nos subimos al auto.

—Leydan, escucha, no era mi intención saltarme todas las clases, pero me fui con unos amigos y...

—¿Te metiste en problemas? —lo interrumpió.

—¿Le dirás a mamá y papá? —el castaño preguntó cabizbajo.

—Claro que no, pero si te metiste en problemas preferiría que me lo digas ahora —exclamó molesto.

—No me metí en problemas —contestó, aunque no sonaba sincero—. Lo lamento, ¿tenías cosas que hacer? —Reyth preguntó arrepentido.

—Sí, gracias por retrasar mis planes —lo miró mal.

—No llegué tan tarde —miró su reloj.

—Veintinueve minutos para mí es mucho.

—Lo lamento.

—Díselo a Katherine, no a mí.

Reyth volteó a verme.

—Oh no, no hace falta —dije al instante.

Leydan bufó.

El castaño se veía arrepentido pero... había algo diferente en él, su mirada estaba perdida a pesar de estarnos hablando, sus manos temblaban ligeramente y parecía preocupado.

◃•◈•▸

Estuvimos en silencio todo el camino.

—Reyth, fuera —Leydan quitó los seguros.

—Gracias —Reyth habló sin emoción alguna y salió del auto.

—¿No te parece que se ve raro? —murmuré viendo al castaño entrar a la residencia.

Asintió.

—Hablaré con él cuando regrese —volvió a poner el auto en marcha.

—¿Saldremos? —cuestioné, pues pensé que ya no iríamos a ningún lado.

—Sí, unos minutos tarde no cancelaran mis planes.

Sonreí.

—¿Y qué sucedió con Alan? —preguntó pausadamente.

—Terminé con él —bajé mi mirada a mis dedos.

Meses después de la desaparición de Alan, cuando me resigné a volverlo a ver, me quité el anillo de compromiso, y en esos momentos sentía un vació levemente esperanzado en volver a ver a Alan, porque mi decisión no era definitiva, más bien no era mía, pero ahora, ahora que el anillo no volvería a estar en mi dedo me daba tanto miedo.

—¿Y estás bien? —interrogó mirándome.

¿Lo estaba?

—Si —murmuré en un tono casi inaudible.

Y realmente lo estaba, había perdido a Alan una vez y lo estaba haciendo de nuevo, solo que esta vez era por mi decisión, y no acabaré derrumbándome porque alguien ya no va a estar conmigo, solo que negar el dolor es inverosímil.

Así que tenía dolor, pero estaba bien.

—Katherine, si quieres regresar con Alan... está bien —deslizó un mechón de mi pelo por detrás de mí oreja—. Sé cuánto lo amabas, y yo no seré una interrupción entre ustedes —me sonrió con nostalgia.

Sentí un nudo en mi garganta, no veía a Leydan como una interrupción en la relación que tenía con Alan, lo veía como alguien que llegó sin invitación alguna... pero que alegraba más que aquellos que si la tenían.

—No quiero volver con Alan —respondí con determinación—. Estoy en este auto sentada porque quiero estar aquí.

Me regaló una sonrisa tras soltar un disimulado suspiro de alivio.

—Admítelo, te dan miedo mis decisiones —hablé.

—Me das miedo tú.

Reí.

Hubo un silencio y entonces recordé lo que le quería preguntar a Leydan.

—Oh, oye.

Giró levemente el rostro indicándome que prosiguiera.

—¿Eras amigo de mi padre?

Yo sabía que sí, gracias a la carta que tomé de su bodega, pero Leydan no sabía que yo tenía dicha carta.

Frunció el entrecejo.

—¿Qué no eso ya lo sabías? —interrogó.

—¿Qué? ¿Cómo iba a saberlo?

—Pues porque te robaste una carta, tal vez —ladeó el rostro.

Ah, sí lo sabía entonces.

—Joder, ¿cómo es que lo sabes todo? —me crucé de brazos.

—Siempre estoy un paso adelante —declaró.

—Sí, claro —rodé los ojos.

—Y tu torpeza ayuda, o tu falta de memoria tal vez, te recuerdo que fui yo quien guardó tu vestido en mi auto, ¿crees que no vi la carta?

Bien.

Ignorando el hecho de que él tenía razón.

—¿Por qué nunca la enviaste? —pregunté mirándolo.

Se encogió de hombros.

—¿Hubiera cambiado algo?

—Mi perspectiva de ti, tal vez.

—¿Qué perspectiva tenías de mí?

—La de un completo imbécil, lo cual en parte es cierto, pero... tienes tus virtudes —sonreí con mordacidad.

—¿Todo por un charco? Que resentida —rodó los ojos.

—No me dejaste disculparme al menos —exclamé—. Mal educado.

—Supéralo —rió y negó sutilmente con el rostro.

—Jamás —contradije.

—Ya me odiabas, con esa carta solo hubieras pensado que era un sínico, y tal vez lo soy, pero no con esos temas.

—¿Por qué mi padre jamás me habló de ti? —hice una mueca de tristeza y duda.

—No ganaba nada con hacerlo, te conocía muy bien, eres tan terca que seguro le decías que se alejara de mí.

—Ay, por favor —exclamé.

Arqueó una ceja y me miró.

—Bien, tal vez sí hubiera sido así.

—Nos iba a presentar personalmente, de hecho yo estaba invitado a tu boda —sonrió.

—¿Qué? ¿Y pensabas ir?

—Por supuesto, no podía perdérmela —alargó su sonrisa.

Bufé.

—Pero si te cae mal Alan.

—¿Alan? Pff, solo era el novio, un detalle insignificante —se encogió de hombros.

—Ah, claro, solo el novio.

Continuamos hablando de cosas sin sentido, me gustaba hablar con él, sentía que me ponía toda su atención, y me gustaba la sonrisa que ponía cuando se burlaba de cualquier cosa.

◃•◈•▸

—Y llegamos —Leydan anunció bajando del auto, le dio la vuelta y me abrió la puerta.

Estábamos en un área llena de pasto, flores, un lago y arboles hermosos, me bajé del auto.

—¿Qué es este lugar?

—¿No lo recuerdas? —frunció ambas cejas.

Deslicé mi vista de extremo a extremo, observando cuidadosamente cada parte del lugar.

Abrí la boca con sorpresa y lo volteé a ver.

—Aquí me traía mi padre cuando era pequeña —sonreí observando el lugar nuevamente, estaba igual a como era hace años.

—Él me dijo que dejó de hacerlo por falta de tiempo, y que con el pasar de los años tú jamás pediste que te trajeran, pero él estaba seguro de que querías volver a venir, se prometió a sí mismo que te traería de nuevo... —sonrió con melancolía.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escucharlo, ya no era la misma niña de seis años que rogaba porque la trajeran, pero cuanto anhelaba volver, me recordé a mí misma correteando a los patos mientras que mi papá corría atrás de mí para no perderme. Cuanto lo necesitaba justo ahora.

Giré sobre mi misma y me abracé al cuerpo de Leydan, este se quedó inmóvil unos segundos por mi repentina acción, después relajó su cuerpo y me tomó por las mejillas levantándome el rostro.

—Lamento que él no te haya podido traer —limpió una lágrima que corría sobre mi mejilla con su pulgar.

—Gracias —susurré y cerré los ojos.

Quitó sus manos de mis mejillas y me abrazó, podía sentir su respiración cálida sobre mi coronilla, podía escuchar el latir de su corazón sobre su pecho y sentir sus manos cálidas rodeándome.

Era la primera vez que me abrazaba y no sabía que necesitaba tanto un abrazo hasta ese momento, y tal vez no era el abrazo, tal vez era la persona.

◃•◈•▸

Leydan había cocinado una tarta y había traído lo necesario para hacer un picnic junto al lago.

Estábamos recostados sobre una manta morada.

—Los patos son tu animal favorito, ¿cierto? —preguntó.

Asentí, ya no me sorprendía que supiera casi todo sobre mí.

—¿Cuál es el tuyo?

Soltó una risa absurda.

—Que platica tan patética.

—Quiero saber —inquirí.

Observó el cielo sin responder, estaba pensando.

—Los ratones —deslizó sus ojos hasta a mí y me regaló una sonrisa de boca cerrada.

Rodeé los ojos.

—¿Por eso me dices pequeño ratón? —interrogué indignada.

Asintió riendo.

—Y porque el apodo te queda perfecto.

—Ja-Ja —mascullé sin gracia.

—Tu color favorito es el blanco —afirmó—, lo cual no comprendo, el blanco no debería contar como color, es literalmente nada.

Abrí la boca ofendida.

—El blanco representa muchas cosas —defendí—. ¿Cuál es el tuyo?

—No, no, no responderé esa clase de preguntas, son tan...—hizo una mueca de asco.

—Solo di el color.

Bufó al tiempo que rodaba los ojos.

—Negro, ¿no es obvio? —señaló su ropa.

¿Y se quejaba del blanco?

Y siempre vestía algún traje negro, era tan obvio que le quitaba lo obvio.

—¿Tu comida favorita? —cuestioné.

—No, cállate —giró sobre sí, quedando encima de mí—, no más preguntas cursis.

—No son cursis, solo quería saber más sobre ti.

—Mi comida favorita es la que yo preparo —respondió.

—Dios, bájate de tu nube —rodé los ojos.

—O súbete tú —respondió.

Lo empujé con firmeza, haciendo que rodáramos y yo quedara encima de él.

—Era que te subieras sobre la nube, no sobre mí.

—Es igual —mascullé.

—No, porque a la nube no se la pones, bájate —ordenó mirándome fijamente.

Abrí la boca pasmada.

—No lo creo —sonreí removiéndome sobre él.

—Katherine —hizo una mueca y exclamó en susurro.

—¿Sí? —pestañeé inocentemente repetidas ocasiones.

—Qui-ta-te —me empujó como yo lo hice con él y volvió a quedar arriba de mí.

—Falta —exclamé negando con la cabeza.

—No estamos jugando —frunció el ceño—. Aún —rompió la distancia entre nosotros y rozó sus labios contra la comisura de los míos.




***

Nota de la autora:

Holaa, nos leemos en el siguiente capitulo, besos.

—Ari.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro