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14. Ella [Especial]

Este capítulo narra lo sucedido después de que Leydan dejó a Katherine dormir en su habitación (en el capítulo nueve) desde la perspectiva de Leydan. Perdón por romper la línea temporal, espero se siga entendiendo la historia.

Leydan

01:55 a.m.

Había entrado a la bodega de Esteban. Se seguía sintiendo tan familiar como siempre, no había entrado aquí en varias semanas.

Había reconocido a Katherine, su cara se había quedado grabada en mi memoria aquella vez que Esteban me mostró una foto de ella con Alan. Tenía unos ojos brillantes, unas cejas bonitas y unos labios rosados, sin duda era ella.

Luego ver su vestido de novia en la esquina de la habitación de Jaden me lo confirmó, yo mismo vi a Esteban crear ese vestido.

Katherine había entrado por mi habitación, yo había olvidado cerrar mi balcón, pero alguien había dejado la puerta abierta. Nadie entraba a mi habitación jamás, y ningun invitado subía. Era obvio que ella había entrado por mi habitación

Era muy terca, Esteban lo decía siempre, era terca y tenía mucha determinación, e increíblemente había logrado subir por un árbol.

Ella quería saber que le ocurrió a su padre y a Alan, no habría otra razón para que estuviera aquí.

Siempre había querido conocerla pero hacerlo en estas condiciones no parecía ser la mejor manera. Aparte estaba ebria, ¿cómo es que se terminó emborrachando con personas que no conocía?

Perdió a su padre y a su novio, tal vez ya no le importaba lo que le pasara a ella. Sentí una ligera preocupación.

Me quedé pensando mientras giraba los anillos de mis dedos.

Cuando salí ya no había tanta gente en la fiesta, seguí con la mirada perdida hasta mi habitación, la puerta ni siquiera estaba cerrada.

Pasé una mano por mi rostro con estrés.

Ni siquiera me molesté en quitarme los zapatos, solo entré en mi habitación, Katherine estaba desparramada en la cama, tenía el cabello encima del rostro y un pie afuera de la cama, me acerqué y saqué una frazada de mi armario, la desdoblé y extendí sobre Katherine, ella ni siquiera se inmutó.

Tal vez debí haberla buscado cuando Esteban desapareció, o cuando lo hizo Alan.

...

Al día siguiente desayunó con nosotros, me ofrecí a llevarla a su casa y cuando me dijo su dirección, opté por tomar el camino hacia el puente, el cual sí llevaba a su casa, pero sabía que con la tormenta estaba obstruido, porque si quería ayudarla ahora, necesitaba una excusa, y sí Katherine no conocía las calles para saber que sí había otro camino para llegar a su casa, mi plan no debía salir mal.

Y no salió mal.

Después a mis maravillosos –sarcasmo– hermanos, se les ocurrió la maravillosa –sarcasmo– idea de ir a una estúpida feria, Katherine iría con ellos, y yo no podía no ir, claro, así que fui yo quien manejó.

Y a mitad del camino, Katherine no podía ponerse el cinturón, ¿qué hizo Jaden? Le puso el cinturón. ¿Y qué pasó después? Mi pie pisó el freno.

No iba a negar que Katherine me atraía, lo había hecho siempre, desde antes de conocerla me generaba intriga, realmente quería conocerla.

Y a Jaden le gustaba otra persona, solo le gustaba comportarse como un idiota.

Se lo había dicho luego de entrar a la feria y dejar que los demás continuarán caminando.

—Jaden no seas imbécil, no enamores a alguien causandole inseguridades —le dije molesto.

—¿Y quién te dijo que quiero enamorar a alguien? —rodó los ojos.

—Lo ves, ni siquiera sabes lo que quieres, aclara tu mente primero antes de coquetear con las personas.

—Te gusta ¿no?, te gusta Katherine —sonrió y alzó ambas cejas.

—Estoy intentando ayudarte, vas a arruinar lo que sea que tengas con...

Me interrumpió.

—Yo no tengo nada con nadie Leydan, basta —resopló con molestia.

—Jaden, follaron anoche, eso es tener algo.

—No follamos anoche —dijo con completa sinceridad, arrugó ambas cejas.

—Que jodido estás, deberías dejar de ponerte tan ebrio hasta no recordar las cosas, pregúntaselo, me lo dijo esta mañana —me alejé de él, no quise ver su expresión, era obvio que no lo recordaba, y ahora no iba a parar de pensar en ello.

...

Ya habíamos pasado mucho tiempo en la feria.

Le dije a Katherine que fuéramos a la casa de terror, y comencé a caminar con ella atrás mientras no paraba de rezongar.

Le daba miedo entrar y aún así me siguió.

Pero aquí estaba, haciéndose la valiente para después gritar y cubrirse el rostro porque la asustó un muñeco gigante en forma de araña.

—Katherine —la empujé levemente contra la pared más cercana, acorralando su cuerpo. Ella poco a poco separó las manos de su cara, tenía expresión de horror y sus manos temblaban.

—No seas tan cobarde —murmuré por lo bajo.

Tenía su mirada fija en mí.

Sus ojos brillaron con la luz roja del pasillo, de pronto me encontraba admirándolos, destellaban con cada parpadeo de sus voluminosas pestañas.

Su piel relucía como seda rojiza y sus mejillas estaban sonrojadas. Todo en ella me estaba comenzando a cautivar de una manera que jamás había sentido.

—No soy cobarde —exclamó, aún así no hizo nada por quitarme, tampoco cambió su expresión.

—Pareces un pequeño ratón asustado —susurré.

Podía sentir su respiración acelerada, teniéndola así de cerca me di cuenta de que era más bajita que yo, tenía que mirarla levemente hacia abajo.

Mis manos estaban tocando la pared fría, despegué una de estas y la dirigí hacia su rostro, ni siquiera se movió, se limitó a observarme, entonces toqué suavemente su barbilla, descubriendo que su piel era tan suave como imaginaba. Mi pulgar subió hasta tocar su labio inferior.

Me quise apartar de inmediato, Katherine no estaba bien, había perdido a dos personas importantes y yo no quería aprovecharme de su desdicha.

Estaba luchando por alejarme de ella, pero mi cuerpo no reaccionó de la misma manera, todo lo contrario, me acerqué aun más.

***

Nota de la autora:

*se asfixia en español*

 <3

—Ariel R. Zales

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