13. La feria - parte 2
La camioneta seguía en movimiento, después de que Zyra se quejara de lo lento que conducía Leydan, este se enojó un poco al tiempo que aumentaba la velocidad.
Llevábamos aproximadamente una hora y media en carretera, la tormenta aquí era casi una leve lluvia. Pero lo que me preocupaba ya no era la tormenta, era lo rápido que estaba conduciendo Leydan, ya estaba anocheciendo, no había más coches en el camino, aún así podía sentir mi cuerpo completamente pegado al asiento.
Jaden me miró, no entendí la razón hasta que bajé la mirada a mis manos y estaba aferrada al asiento.
Él soltó una leve risa y señaló el cinturón de seguridad, me di cuenta que yo no lo tenía puesto.
Lo tomé e hice un inútil intento por ponérmelo, Jaden se rió y se desabrochó el suyo, se levantó con cuidado y se puso en cuclillas frente a mí, tomó el cinturón, lo pasó alrededor de mí y lo presionó abrochándolo en un movimiento tan práctico que me sentí completamente inútil.
Deslicé mis ojos hasta los de él, sus ojos azul claro se encontraban mirándome fijamente, pero no parecía que me estuviera observando a mí, como si su mente estuviera en otro lugar mientras me veía. Caí en cuenta de lo cerca que estábamos, incluso podía oler su perfume cítrico, se relamió los labios y no pude evitar poner mi vista en ellos.
Un segundo después, mi cuerpo sintió un fuerte jalón impedido por el cinturón de seguridad, Jaden cayó hacia atrás golpeando su espalda con el respaldo del asiento delantero.
La camioneta había frenado de golpe.
—Perdón, un gato se atravesó en el camino —Leydan se disculpó con una amplia sonrisa.
Todos parecían molestos mientras se reacomodaban en sus asientos, todos tenían su cinturón por lo que nadie —exceptuando a Jaden— salió volando.
—Aquí no hay gatos, imbécil —Zyra masculló molesto.
—Pues ve e infórmaselo al gato, tal vez él no esté enterado —respondió Leydan con sarcasmo, después volvió a poner en marcha la camioneta.
Zyra rodó los ojos.
Jaden se puso de pie y volvió a su asiento, no parecía molesto como los demás, su rostro no expresaba ninguna emoción.
Lo observé.
—¿Estás bien? —pregunté.
Él solo asintió, y no volvió a dirigirme la palabra en el resto del camino.
Bien, agregado a mi lista de personas que no entiendo, Jaden queda en el puesto dos, justo debajo de Leydan.
En menos de una hora estábamos en la feria.
—¿Es buen momento para decir que los juegos mecánicos me hacen vomitar? —Zyra preguntó a nuestras espaldas, con un tono de diversión y pena. Acabábamos de bajar de la camioneta.
Todos nos giramos y lo observamos. Cada quien tenía una expresión diferente.
Leydan tenía levemente el entrecejo fruncido y parecía molesto, aunque bueno, él siempre parecía molesto.
Karim, una expresión de cansancio, como si fuera muy común que Zyra dijera cosas así.
Jaden parecía confundido y sus ojos estaban sutilmente entrecerrados.
Reyth demostraba cara de asco, como si se hubiera quedado pensando en la palabra vomitar.
Y después estaba yo, que solo estaba analizando la expresión de todos, dándome cuenta de lo notable que era la personalidad de cada uno.
—Pero prometo no vomitar a nadie —cerró los ojos y sonrió mostrando los dientes.
Los cuatro hermanos se giraron sobre sí e ignorándolo comenzaron a caminar.
Tenía frente a mí a los cuatro jóvenes Winsclerk.
Y no me siento especial en lo más mínimo.
Aunque no tenía un mal panorama, si cada uno por separado lograba deslumbrar, tener a los cuatro juntos daba un efecto impresionante.
No eran iguales, eso estaba bastante claro, sus personalidades e incluso su físico se diferenciaba por completo el uno del otro. Pero juntos se veían igual, igual de importantes en comparación con el resto de las personas.
Era como si tuvieran una maldita luz iluminándolos en todo momento, cualquier persona se daba cuenta de su presencia. Y a diferencia de los artistas y celebridades, la gente no observaba a los Winsclerk con admiración, porque los Winsclerk no tenía ningún talento por el que ser idolatrados, lo que tenían era poder y dinero, y eso lo sabía la gente perfectamente, por eso los miraban de la misma manera que un alumno mira a su maestro, o que un empleado mira a su jefe, no con fascinación, pero sí con respeto porque se cree que su simple existencia es más importante que la propia.
Las personas que se encontraban alrededor comenzaron a notarlos, los miraban discretamente y susurraban a sus acompañantes.
Comencé a sentirme en el foco de atención, y probablemente no me miraban a mi, pero se sentía así.
◃•◈•▸
Ya llevábamos mucho tiempo en la feria, me había subido a tres juegos con Reyth y ya no me apetecía subirme a otro.
—¿Y si sus padres se dan cuenta? —le pregunté a Leydan. Pues unas personas le estaban tomando fotos desde lejos.
Los demás ya no estaban con nosotros, Zyra, Karim y Jaden se habían ido a un juego extremo, al cual Reyth y yo nos negamos a entrar, causando que Leydan se quedara con nosotros para cuidarnos, y Reyth ahora estaba jugando a los dardos porque quería un peluche gigante, Leydan y yo estábamos recargados en un pequeño barandal que nos separaba de un lago, podíamos ver a Reyth desde lejos.
—Dudo que pase, mis padres no hablan con este tipo de gente —contestó, estaba inmerso en un vaso de helado que se compró hace unos minutos.
—Sí, pero te están tomando fotos, probablemente saldrás en las noticias.
Ni siquiera me volteó a ver.
—Mis padres no ven las noticias.
Abrí la boca para protestar otra cosa pero me interrumpió.
—Tampoco leen los periódicos.
—¿Y qué hacen entonces? —pregunté.
—Hacerse más y más ricos, supongo —se metió la cuchara con helado a la boca.
Asentí frunciendo las cejas.
—¿Segura que no quieres uno? —me mostró su helado, ya me lo había preguntado cuando se lo compró.
Negué con la cabeza y él se encogió de hombros.
—¡Lo logré! —Reyth llegó con un enorme peluche en brazos.
—Tú no sabes lanzar dardos ¿Cómo lo lograste? —cuestionó Leydan mientras repasaba el peluche con los ojos.
—Me gasté todo el dinero en efectivo que tenía, ¿me prestas más?
Leydan le dio una mirada molesta con la boca en línea recta.
—¿Para qué quieres más? Ya tienes el peluche —reprochó, pero de todas formas comenzó a sacar su billetera.
—Es que quiero subirme a la rueda de la fortuna —respondió el castaño.
—Para eso es el boleto que compramos, súbete y ya —Leydan rodó los ojos.
—Es que... lo perdí —sonrió ampliamente.
Leydan cerró los ojos tomando una bocanada de aire.
—Ten el mío —volvió a guardar su dinero, sacó el boleto y se lo dio.
—Gracias —el castaño lo tomó y se volvió a ir.
—Bueno —tiró el vaso de su helado al bote de basura que estaba al lado de él—. Vayamos a la casa del terror —sonrió.
Negué inmediatamente.
—Definitivamente no.
◃•◈•▸
—Leydan, me voy a desmayar, me desmayaré y tú no sabrás que hacer —murmuré entrando en pánico.
—Lo hubieras dicho antes, ya entramos —fingió lástima.
—Pero sí te lo dije —le reproché.
—Sí, pero también me seguiste hasta aquí.
—De no seguirte me hubiera perdido, alguien me debe regresar a mi casa —dije.
—Sí, pero pudiste quedarte afuera y esperar a que yo saliera, estás aquí junto a mí, justo adentro —me mostró una sonrisa ladina.
—Pero...
—Si quieres volvemos —me interrumpió—. Digo, comprendo a la gente cobarde y entiendo que...
—Oh cállate —lo empujé levemente a un lado y comencé a caminar por el estrecho pasillo oscuro.
Mi valentía se esfumó tan rápido como había aparecido.
Mis pies alentaron su paso, una luz roja deslumbraba a mi alrededor. Era un pasillo específicamente puesto para que algo sucediera al doblar la esquina.
—¿Entonces no tienes miedo? —Leydan me preguntó muy cerca del oído haciendo que me sobresaltara.
Soltó una carcajada sonora.
—¿Quieres que yo pase primero? —me preguntó.
Me hice a un lado enojada y él avanzó.
—Pero no porque tenga miedo —avisé.
—Claro —asintió y con una sonrisa en su rostro comenzó a caminar.
Dobló a la izquierda y yo avancé con un pánico interior gigantesco.
Algo saltó hacia nosotros y yo di un respingo cerrando los ojos. Cuando los abrí había un empleado lleno de sangre delante de nosotros, incluso tenía sangre salpicando de su boca, con los ojos amarillos y su ropa arañada.
Oh dios, no es real, no es real, no es real...
Leydan continuó caminando pasando al lado de él, yo corrí tras él.
—No, ¡mierda!, no me dejes sola —exclamé.
Otra cosa saltó al lado de nosotros haciendo que yo diera un grito de miedo.
Me cubrí los ojos con ambas manos y me quedé inmóvil.
Sentí un agarre sobre mis manos, Leydan las separó de mi rostro y me observó con cautela.
—Hablabas en serio sobre desmayarte —me sonrió y arqueó una ceja—. Ven aquí, entre más rápido camines, más rápido saldremos —entrelazó nuestras manos y comenzó a caminar de nuevo, llevándome consigo.
Podía sentir el frio metal de sus anillos contra mis dedos.
Llegamos hasta otra esquina y una araña gigante cayó delante de nosotros.
Solté otro grito.
—No puedo, ya no puedo —solté su mano y volví a taparme los ojos.
—Si puedes, es solo un muñeco —intentó separar mis manos del rostro pero me indispuse—, Katherine —sentí como me empujó suavemente hasta que mi espalda chocó contra una pared.
Separé mis manos lentamente, estas estaban temblando y sudando.
—No seas tan cobarde —murmuró en un tono de voz bajo.
—No lo soy —sí lo era, solo quería llevarle la contraria.
—Hasta pareces un pequeño ratón asustado —susurró.
Tenía su cuerpo pegado al mío, nuestros rostros estaban muy cerca, la luz roja del entorno impedía un poco mi visión, pero aún podía ver su expresión seria, sus ojos puestos sobre los míos y como lentamente bajaron hasta mis labios, su perforación destelló con la luz roja.
Pasaron unos segundos, mi respiración se calmó solo un poco. Seguía agitada por la cercanía de Leydan, ya no por el miedo.
Olia a menta fresca y perfume.
Una de sus manos subió lentamente hasta rozar mi mandíbula y tomarla con suavidad, el tacto suave de su pulgar acarició mi labio inferior.
***
Nota de la autora:
AHHHH
Primero q nada buenos días
Se me había olvidado que escribía y dejé de actualizar🧍♀️.
Byee, no te olvides de votar, tqm.
—Ariel R. Zales
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