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09. Leydan... ¡¿Leydan?!

Los cuatro me observaron en silencio, se veían muy impactados.

Y yo tenía tanto alcohol en el organismo que ni siquiera me importó, estiré mi brazo con el celular en la mano y se lo devolví a Karim. Tardó unos segundos en reaccionar y tomarlo.

—Esto amerita un trago —Zyra empinó en un movimiento fluido la botella que sostenía y bebió de ella—. Moriremos, morirás ¿De qué color quieres tu ataúd? El mío quiero que sea gris plata con líneas doradas en los costados, y que también le póngan una pequeña ventana corrediza porque tengo claustrofobia. Las flores que me lleven que sean naranjas para que combinen conmigo y por favor me visten con mi mejor traje.

De pronto Reyth se empezó a carcajear robando la atención de todos.

—Vendería un riñón por ver la cara que puso Leydan cuando le dijiste sordo.

Y eso fue suficiente para que todos comenzáramos a reír nuevamente, sí, seguro que era el alcohol.

Y así continuamos, ellos siguieron tomando mientras yo los observaba y escuchaba.

Todos teníamos nuestros propios problemas, y el alcohol no iba a solucionar nada, pero se sentía bien relajarse de aquello que nos agobiaba.

◃•◈•▸

—¿Qué pasó con los invitados? —preguntó Reyth. Este estaba acostado en el suelo y con la cabeza recargada sobre mis piernas.

—Muchos ya se estaban retirando, de todas formas dejé a Mario a cargo —respondió Karim con los ojos cerrados. Él estaba acostado en la cama.

—¿Quién es Mario? —pregunté. Yo le estaba haciendo pequeñas trencitas a Reyth.

—Es uno de los vigilantes principales —Jaden respondió mi pregunta. El rubio se encontraba boca arriba en el suelo, justo al lado de la puerta.

—Todo da vueltas —balbuceó Zyra con la mirada puesta en el techo.

Este último igual estaba recostado en el suelo, lo suficientemente cerca de Jaden como para que su cabeza tocara su hombro.

—¿Qué hora es? —interrogué.

Vi como Jaden sacó un celular de su bolsillo y puso la pantalla tan cerca de su rostro que dudé que fuera capaz de ver desde ahí.

—La una —respondió

Oh, al parecer si podía ver desde ahí.

La una...

—¿Por qué preguntas por la hora? ¿Tienes una cita? —preguntó Zyra entre risas.

Su chiste ni siquiera fue gracioso, pero se notaba como el alcohol hacía efecto en nuestro organismo.

—Necesito regresar a mi casa antes de que amanezca —murmuré para después morder la punta de mi lengua, concentrándome en el divino peinado de Reyth.

—Nosotros te podemos llevar —habló Jaden.

Sí, claro.

—Cuando vine no planeé acabar emborrachándome con ustedes —me encogí de hombros—. A parte están tan ebrios que seguro acabamos contra un árbol en plena carretera.

—En dos horas se me baja —fue lo que contestó el rubio.

O en unos segundos...

¿Qué?

La puerta se abrió de golpe, metiéndole un portazo a Jaden, este exclamó con dolor poniendo una mano sobre su cabeza.

La escena fue muy graciosa, y me hubiera reído de no ser por la persona que ahora se encontraba en la entrada de la habitación.

—¡¿Leydan?! —Zyra, Reyth, Karim y Jaden preguntaron con sorpresa al ver a la nueva persona.

Leydan...

¿Leydan?

Mi mirada se fijó en él.

Era alto y tenía la piel pálida, su cabello era de un negro muy intenso pero con las puntas pintadas de blanco, este le caía a los costados de la cara. Sus ojos eran azules, ¿o verdes?, tal vez gris, quizá los tres colores. Era verdaderamente atractivo.

Tenía una sonrisa en su rostro, podía ver que en el costado de su labio inferior un piercing resplandecía con la luz de la habitación, sus colmillos sobresalían un poco haciendo que su dentadura pareciera perfecta, aun así daba la sensación de ser un poco macabra. Provocaba un ligero escalofrío indescriptible.

Señor y señora Winsclerk, ustedes sí saben tener hijos.

—¿Divirtiéndose sin mí? —puso una mano sobre su pecho fingiendo dramatismo al tiempo que entraba en la habitación.

—Oh dios —Karim rodó los ojos—. ¿En verdad llegaste hasta aquí solo porque no respondí tu llamada?

Leydan le dio una mirada incrédula.

—No te creas tan importante, solo quiero saber quién fue la chica que contestó -explicó.

El rostro de todos giró rápidamente hasta mí. Porque claro, si había una mínima oportunidad de que Leydan jamás se enterara de que fui yo quien lo insultó, ya había desaparecido por completo. ¿A caso no sabían disimular?

Los ojos de Leydan rodaron lentamente hasta posicionarse sobre mí. Frunció las cejas levemente, como si se hubiera dado cuenta de algo que ni siquiera yo sabía, algo brilló en sus ojos. Pero enseguida su mirada regresó a la normalidad y alargó su sonrisa.

—Así que eres tú —habló muy tranquilo, su tranquilidad me comenzó a aterrar un poco, hacía que me recorriera una y otra vez un leve escalofrío por la espalda.

—Ella llegó hace poco Leydan, ¿de qué hablas? —masculló Reyth, tratando de salvarme el pellejo.

Leydan entrecerró los ojos sin apartar la vista de mí, ¿pero qué le pasa a la gente con mirar fijo a los demás? Es incómodo.

Por primera vez no aparté la vista, a pesar de que la mirada de Leydan era mucho más intensa que cualquier otra, me sentía obligada a no ceder. Se veía tan arrogante y altivo que quise lucir igual que él.

—La chica que respondió esa llamada se fue hace como una hora, ¿por qué? —mintió Karim, quien no recibió ninguna respuesta por parte de Leydan—. Pero ya que estás aquí podríamos tomar otro trago juntos.

El pelinegro por fin apartó la mirada de mí para observar el cuarto.

—Joder, tienen un desastre aquí, aparte de que apestan a licor y lucen como si los hubiera arrollado un tren, seguido de otro —habló dándonos una mirada de desagrado a todos—. Y otro.

—Que sincero, gracias —habló Zyra mientras se sentaba al lado de mí.

—¿Por qué están bebiendo? —preguntó, aunque no parecía importarle.

—Sé que somos los encargados de la fiesta, solo se nos fue un poco la mano, no le digas a mamá y papá —habló Karim, no sé si era por su nivel de ebriedad, pero ya no sonaba tan altivo como hace unos momentos.

Zyra se estaba quedando dormido sobre mi hombro.

—¿Decirle a mamá y papá? No soy su jodida niñera, y esta fiesta me vale una mierda —curveó sus labios hacía abajo, sonó bastante frio.

—¿La gente de bajos recursos te vale una mierda? —pregunté. Las palabras salieron de mi boca por sí solas.

Los ojos de Leydan retomaron el ligero brillo y la comisura de su labio se elevó sutilmente.

Fue cuando mi cerebro lleno de alcohol lo asimiló, hice que reconociera mi voz.

Y el premio para la más imbécil es para... (Sonido de tambores)... ¡Katherine!

Los ojos de Leydan se deslizaron hasta toparse con los míos.

—Dije que me importa una mierda la fiesta, no las personas de bajos recursos, creí que el sordo era yo —masculló dándome una sonrisa ladeada.

Sí, definitivamente reconoció mi voz.

Me quedé en silencio.

No pierdas la dignidad, responde.

—De todas formas no me sorprendería que así fuera —sonreí falsamente—. Igual esta mentira de la fiesta lo demuestra.

Su sonrisa se borró casi al instante y desvió la mirada hacia los demás. Reyth estaba admirando sus trencitas sin prestarnos atención, Zyra estaba dormido sobre mi hombro, Karim estaba jugando con un hilo suelto de su saco y Jaden... ¿Y Jaden?

Giré mi cabeza buscándolo. De pronto apareció en la puerta, ¿en qué momento se había salido?

—¿De qué hablaban? —preguntó Jaden con ambas manos en los bolsillos.

—De nada —Leydan habló entre dientes con la mirada fija en mí. ¿Qué le pasa?

—¿De acuerdo? Bueno, salgan de mi cuarto, quiero dormir —habló parpadeando pesadamente.

—Entonces no debiste meter a cuatro borrachitos en tu cuarto —Leydan sonrió sarcásticamente y giró sobre sí para luego salir de la habitación.

Sin dudarlo un momento me puse de pie, pude sentir la cabeza de Zyra incorporarse de pronto. ¡Ups!

Pedí perdón rápidamente y seguí a Leydan.

—Oh, ¿ahora me acechas? —dijo echándome un vistazo por encima de su hombro.

—Dijo que saliéramos de su cuarto —contrarié con obviedad y bufé.

—Claro —rodó los ojos ligeramente y siguió caminando hasta llegar al final del pasillo.

—¿A dónde vas? —pregunté siguiendo sus pasos.

—¿No crees que tomas confianza muy rápido? —enarcó una ceja y me miró.

—Solo fue una pregunta curiosa —me encogí de hombros.

—La curiosidad mató al gato —dijo y luego me miró de pies a cabeza—. Aunque en tu caso, al ratón —continuó avanzando hacia las escaleras.

Mis pies se controlaban a sí mismos yendo tras él.

—¿Me seguirás toda la noche? —interrogó y sonrió ligeramente.

—Probablemente —respondí arrastrando mis palabras.

—Estás muy borracha, si intentas bajar las escaleras probablemente acabes de cara hasta el final de las escaleras —se detuvo justo antes del primer escalón, dándome una mirada de advertencia.

¿Yo le hago caso a la gente? No, y mucho menos a un Winsclerk.

Entrecerré los ojos mirándolo con molestia y me propuse bajar las escaleras.

Me miró con escepticismo y alargó su sonrisa, luego estiró una mano cediéndome el paso.

Con toda la valentía del mundo puse mi vista en las escaleras, todo daba vueltas, podría jurar que los escalones se movían ligeramente de lado a lado, mi vista no lograba enfocar del todo. Pero aun así di un paso escalón abajo, mi cabeza punzó en el costado y mi pie se plantó mal haciendo que me tambaleara. Sentí una mano sostenerme del brazo, la cual impidió que me cayera.

—Te lo dije —la voz con tono irritado de Leydan llegó hasta mis oídos.

Sacudí mi brazo para soltarme de su agarre y me senté en el escalón. Me encontraba ligeramente molesta.

—Pues perdóname por no dejar que rodaras escaleras abajo —habló con ironía para después sentarse al lado mío—. ¿Siempre eres tan altanera? —preguntó.

No le respondí, mis ojos se sentían tan pesados que probablemente me quedaría dormida en las escaleras.

Leydan me inspeccionó con la mirada.

—Toma —sacó una llave de su bolsillo y me la dio—. Duerme en mi habitación —se puso de pie y bajó un par de escalones—. Estoy seguro de que sabes cuál es, incluso creo que ni siquiera necesitas la llave.

—¿Eh?, no, yo no... —no me dejó pronunciar otra palabra porque continuó caminando y se fue.

Observé la palma de mi mano, justo donde se encontraba la llave, tenía un llavero con una L grabada que brillaba con la intensa luz del pasillo. Era lindo.

¿Leydan o el llavero?

No sé cuánto tiempo me quedé observando la llave, pero de pronto apareció Karim al lado de mí.

—¿Qué haces? —cuestionó al verme.

Sacudí la cabeza suavemente, no me apetecía pronunciar una sola palabra. Sus ojos se deslizaron hasta mi mano.

—¿Esa es la llave de Leydan? —me preguntó sorprendido.

Asentí con la cabeza.

—¿Por qué tienes su llave?

Me encogí de hombros en respuesta a su pregunta, ni siquiera yo tenía idea.

—Me dijo que podía dormir en su habitación y solo me la dio —expliqué.

Me miró con el entrecejo fruncido.

Abrió la boca para pronunciar algo pero la cerró restándole importancia.

Porque al igual que yo, él no tenía muchas ganas de entablar una conversación, o en este caso, de preguntar. Así que se encogió de hombros y regresó al pasillo, escuché una puerta cerrarse así que supuse que entró en su habitación.

Me puse de pie y caminé de vuelta al pasillo, todas las habitaciones estaban cerradas excepto la de Leydan, la cual yo había dejado entreabierta. Me quedé de pie frente a la puerta, ¿realmente era buena idea dormir en el cuarto de Leydan?

Tal vez no.

Quería volver a mi casa, pero volver en el estado que estaba habría hecho que me perdiera o algo peor.

Y estaba alcoholizada y con sueño, así que me dio igual lo que era buena idea o no.

Empujé la puerta y observé la habitación, el alfombrado lucía muy suave, me debatí entre quitarme los zapatos o no. Al final lo hice, no quería ser irrespetuosa puesto que ya me había dejado entrar a su habitación.

"Joder, si él se llega a enterar que alguien además de él piso su habitación... Preferiría que me caiga una bomba atómica".

Las palabras de Reyth llegaron como niebla a mi mente, Leydan no dejaba entrar a nadie a su habitación, entonces ¿Por qué me dejó entrar a mí?

Pero son preguntas que intentará resolver una Katherine sobria y bien descansada, por el momento, esta Katherine solo necesita una suave cama y la de Leydan cumple con ese requisito.

Entré en la habitación y logré llegar hasta la cama, era bastante suave, sentía que una gran calidez me envolvía, la habitación estaba tan fresca que incluso podía sentir que me arrullaban.

Tan pronto como cerré los ojos, todo se volvió oscuridad y quedé profundamente dormida.



***

Nota de la autora:

Gracias por tu voto mi vida, un beso <3.

—Ariel R. Zales

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