Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

01. Arrogantes y mentirosos

Katherine

Me encontraba leyendo el periódico del día, aprovechando el tiempo libre que tenía mientras nadie entraba en la tienda, esta no era mía, yo solo me encargaba de atenderla, el dueño era un señor de avanzada edad que tuvo la misericordia de darme trabajo para que tuviera dinero para comer.

No era una gran cantidad, solo la suficiente para no morir de hambre, y con eso estaba más que agradecida.

Después de todo, algunas personas siempre buscaban la manera de ayudarme. Se sentían con la obligación, y no es que la tuvieran, es que mi madre murió cuando yo era niña así que eso generaba empatía, o simplemente lástima.

No lloraba mi propia perdida, nunca le tomé cariño a mi madre, murió de una sobredosis y antes de eso su vida no era muy apartada a las drogas, no se puede tener la mejor convivencia con alguien así, y mucho menos generar un vínculo afectivo.

Pero claro, hablábamos sobre el periódico, este trozo de papel era lo único que tenía para saber sobre lo que pasa en la ciudad. Anticuado, lo sé, pero si no tengo dinero para comer ¿cómo tendré para un celular?, no lo necesitaba igual, mi vida era esta, reducida a una colonia, a una cantidad mínima de personas.

El periódico de hoy anunciaba una fiesta para gente fina en la mansión de los Winsclerk. Uh, un tema de interés por fin. Los Winsclerk, una familia de arrogantes millonarios, permítanme presentarlos.

La gran familia, el señor David Winsclerk, de cuarenta y ocho años y dueño de una empresa petrolera. Su esposa, la señora Janys Winsclerk, de cuarenta y tres años, una señora siempre descrita como amable y carismática, aunque siempre a la sombra de su marido. Y sus cuatro engreídos hijos, Karim de veintitrés años, Leydan de veintidós, Jaden de diecinueve y Reyth de dieciocho.

Por supuesto también están Dasen y Maggie, los padres de David, deben tener unos sesenta o setenta años, y definitivamente no son como todos sus descendientes.

—Sin duda, una familia estupenda —murmuré en voz baja y con sarcasmo mientras rodaba los ojos dramáticamente. También levanté el rostro e inspeccioné el lugar, rogando porque nadie haya entrado mágicamente a la tienda y me haya escuchado hablar sola. Por suerte no fue así, el lugar estaba desierto como casi siempre.

Hace mucho tiempo, cuando la empresa la dirigía Dasen, había incluso menos corrupción. Dicen que el señor tenía demasiada autoridad a nivel político, regía como un diputado más, pero controlaba casi todo. Muchas personas querían que se postulara para la presidencia, pero jamás aceptó debido a su edad. Él jamás había hecho estúpidas fiestas de caridad, él ayudaba a las personas directamente, los servicios médicos para personas como yo eran completamente gratuitos, la educación también y servicios básicos como agua y luz tenían precios más accesibles.

Pero después cedió su puesto a su hijo y bueno... Todo se fue a la completa mierda, para las personas como yo, claro. Los bolsillos de David seguro se desbordan por lo llenos que están.

Me hubiera gustado vivir en la época en la que Dasen era dueño de lo que es ahora David, pero se retiró meses antes de que yo naciera.

Sí, ni para nacer en la época correcta sirvo.

No hace falta convivir con ellos para saber la clase de personas que son, en su mirada se nota la soberbia y arrogancia que cada uno de ellos posee, a eso se le suma el desagrado que le tienen a las personas de clase baja, como yo, por ejemplo.

Cuando yo tenía doce años, el señor David Winsclerk visitó varios puntos de la ciudad, acompañado de dos de sus hijos, Karim y Leydan, supongo que sólo fue una máscara para disfrazar el hecho de que muchas personas tachaban el apellido Winsclerk de poco empático, lo normal, porque tomarse fotos con gente de bajos recursos, le agrada a los incrédulos notarios, reporteros, periodistas e incluso al mismo pueblo.

Ese día llegaron en su distinguido automóvil carmesí, mi madre había salido desde temprano. Yo escuché a los vecinos murmurar y aglomerarse en una amplia calle, salí de mi casa con la intención de averiguar que ocurría, y entonces los vi. Un señor de traje elegante y dos niños, estos últimos no llevaban traje, pero la ropa que vestían se veía tan fina y limpia. Ellos lo eran, su posición, su mirada, su rostro sutilmente elevado como si pasaran por encima de todos pese a que solo eran dos niños un poco mayores que yo, exhalaban elegancia y superioridad.

La gente parecía admirarlos, aun no entiendo la razón, pero se empujaban frente a mí, obstruyendo mi poca visión.

Por supuesto, no podía quedarme sin saber los detalles de aquella inesperada visita, así que como pude, comencé a empujar a varias personas abriéndome paso entre la multitud, no me fijé a quien tocaba, estiré mis cortos brazos mientras mis pies se movían por sí solos haciéndome caminar. Y entonces pasó...

Empujé a uno de los jóvenes, ahora sé que aquel era Leydan, abrí los ojos en cuanto mis manos tocaron la fina tela de su camisa, sus ojos y los míos chocaron por unos mili segundos, entonces frunció el ceño con molestia y estiró sus brazos para regresarme el empujón, mi equilibrio se fue a la mierda, y luego de trastabillar unos pasos, caí sobre mi trasero en un charco de lodo.

Maldito, tenía trece años y una fuerza brutal. O tal vez yo era muy débil.

Mis manos recibieron rasguños por las pequeñas piedras del suelo y mi vestido de manta se empapó de lodo.

Alcé la vista y Leydan me miró con desagrado, sus ojos, tan hermosos como para la clase de persona que los posee, me miraron fijamente por unos segundos que yo sentí eternos.

No tuve mucho tiempo de asimilar la situación, yo no lo miré mal, mis ojos más bien expresaban confusión absoluta. Pasé la vista hacía su hermano, Karim, estaba parado al lado de Leydan y rodó los ojos al ver lo que su hermano me había hecho, como si fuera de lo más normal. Ni siquiera tuvo la decencia de ayudarme, tan solo dio media vuelta y se posicionó al lado de su padre, el cual estaba de espaldas a mí, hablando con personas de mi colonia, por lo que no pudo divisar a su hijo empujándome.

Mis ojos se deslizaron hasta Leydan de nuevo, por un momento llegué a notar arrepentimiento en su mirada, pero su expresión cambió enseguida luego de que notara que lo estaba observando, sentí que me miró con desagrado. Realmente ya no sabía si la que tenía que pedir perdón era yo.

Al final terminó dándose media vuelta y repitiendo la acción de su hermano.

Inmediatamente me levanté y sacudí un poco mi vestido, el roce de la manta con mis palmas ardía, observé mis manos, estaban rojizas y llenas de diminutas pero visibles líneas blancas con tierra y oído, las sacudí y volví a mi casa enojada. Enojada, avergonzada, triste, humillada, eran muchos sentimientos negativos en un cuerpo tan pequeño.

Al día siguiente, en el periódico había una gran foto abarcando toda la portada, se podían observar al señor David, a Karim y a Leydan sonriendo —bueno, este último no sonreía—, y como primer planilla un "¡La familia Winsclerk demuestra su gran interés por apoyar a las personas con bajos recursos!"

Lo que decía el periódico era una gran estupidez, ellos no apoyaron a nadie en absolutamente nada, jamás vi brindarle su ayuda a alguna sola persona de este barrio, solo se tomaron fotos, y me empujaron a un charco. ¿Por qué no salí yo de portada con un "¡Joven Winsclerk empuja a niña inocente haciendo que caiga en un charco de lodo!"?, eso hubiera sido más real.

Sé que solo éramos niños, pero ni siquiera me dio tiempo para disculparme, él solo actuó. Para ser una persona elegante, el que actuó sin modales fue él, no yo. Lo que me hace pensar que con tan corta edad, no eran educados a pesar de formar parte de una de las familias más adineradas del país.

Como sea, olvidando la parte en la que fui humillada a los doce, Cada año dan una fiesta de beneficencia, según las noticias, todo el dinero que recaudan lo donan a la gente de bajos recursos, lo cual es mentira, como podrán suponer.

No sé, tal vez no somos lo suficientemente pobres para recibir la maravillosa ayuda de los Winsclerk, no es que la quiera, pero el hecho de que finjan que nos están ayudando cuando no es así, hace que me enerve la sangre.

Volviendo al tema del periódico...

Sus fiestas son temáticas, la del año pasado, a pesar de no ser época de Halloween, fue de disfraces, es asombroso como se disfraza la gente con mucho dinero, aunque en persona debe ser más genial que verlo a través del periódico.

Este año es una fiesta estilo carnaval, ya saben, antifaces, plumas, vestidos angostos, trajes plateados, esas cosas, el hecho de que las fiestas sean diferentes cada año hace que siempre asista una enorme cantidad de personas, lo cual no es problema para los Winsclerk, tienen una casa enorme.

Tan enorme que cualquier persona podría entrar sin ser vista, con un poco de cautela, claro.

Y esa persona soy yo.

Lo sé, definitivamente esta es la decisión más errónea que tomaré en la vida, es un plan mal estructurado y muy probablemente mal ejecutado. Pero algún día nos hemos de morir y yo no lo haré sin probar la seguramente deliciosa comida que ofrecen en esa fiesta. Robar comida de una fiesta no se considera robo real... ¿O sí?

Por el momento tengo tres objetivos:

1.- Robar comida.

2.- Empujar a Leydan en un charco de lodo.

3.- ***

El tres se queda en secreto por el momento. Y el dos está en mi lista de cosas que tengo que hacer antes de morir.

La fiesta es este sábado a las siete de la tarde, o sea, en dos días.

Ya tengo un antifaz, lo había encontrado entre las cosas de mi madre que se habían quedado guardadas en un baúl. Y tengo el vestido de novia de ella también, no es el mejor vestuario para asistir a una fiesta de este tipo, pero sirve para pasar desapercibida.

El único detalle que debo resolver es cómo llego y regreso. Pensé pedirle dinero a Mirella, pero no podría.

Mirella es mi vecina, es una señora que me ha cuidado desde que tengo memoria, la aprecio demasiado, ella estaba cuando mi madre no, por eso mismo creo que pedirle dinero tal vez no sea buena idea, me preguntará para que lo necesito y decirle la verdad no es una opción, pero si le miento me sentiré culpable, ella es como una madre para mí.

Tengo dos días para pensar, ya se me ocurrirá algo, después de todo... ¿Qué es lo peor que puede pasar?


***

Nota de la autora:

*se asfixia*, que bonito el capítulo editado, o sea sigue estando feo, pero no lo vieron antes🧍‍♀️.

En fin, tomen agua, coman bien (o intenten), duerman y estudien (opcional), besito.

—Ariel R. Zales

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro