Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Veintidós


Un mes después.

- ¿Has estado practicando para mostrar tu talento? –preguntó mi madre mientras terminaba de servir los huevos revueltos sobre mi pan tostado. La miré de reojo y negué con un movimiento de cabeza, ella casi me fulminó con la mirada- quedan dos semanas para la coronación. Me he dedicado a decirles a todos que ganaras las elecciones, así que más te vale que te esfuerces –dijo apuntándome con la cuchara que sostenía en una de sus manos-

- Estoy haciendo lo que puedo ¿Si? –le di un mordisco a mi pan- además, no es que tenga algún talento especial ¿Qué quieres que haga? –hablé con la boca medio llena-

- Lo que sea, no lo sé –suspiró con dramatismo- ¿Por qué no le pides a Clarissa que te ayude en eso? Ella es muy buena en casi todo, quizás tenga algo en mente.

- No –espeté- ya se me ocurrirá algo que hacer.

Volví a llenarme la boca de pan para no tener que seguir hablando del tema. Mi madre me quedo mirando fijamente, como si estuviera estudiándome para saber lo que me pasaba. Bueno, no era la primera vez que lo hacía en todo este tiempo, y una parte de mí se sentía horriblemente mal por tener que mentirle, pero era la única forma de mantenerlos a salvo, a ella y a mi hermano.

- Cariño... -dijo estirando su brazo y posando su mano sobre la mía- sé que estas últimas semanas he estado un poco olvidadiza, pero también sé que algo ha pasado con tus amigos. Hace un mes que no los veo por aquí, no quisiste contarme porqué terminaron con Max, y para remate, congelaste estos últimos meses en tu universidad, ¿Quieres, por fin, decirme qué sucede?

Tensé mi mandíbula y desvié la mirada hacia cualquier otra parte de la cocina con tal de evitar fijarme en sus penetrantes y sinceros ojos. Quería decirle tantas cosas, quería por fin tener a alguien con quien hablar de todo lo que me había pasado, pero no podía. No podía exponerla a más peligro del que ya significaba tenerme viviendo bajo su techo, así que, como siempre, me obligué a sonreír y le di un pequeño apretón a su mano, intentando dejarle claro que estaba bien y que no tenía nada más que decir al respecto.

- Iré a descubrir cuál podría ser mi talento –dije poniéndome de pie y guiñándole un ojo-

- ¡Amanda!

Me apresuré a salir de casa, dando un pequeño portazo a mi espalda. Metí mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta y alcé la mirada fijándola por unos segundos en el claro cielo. Había pasado un mes desde la última neblina. Había pasado un mes desde que no los veía ni sabía nada de ellos.



Luis y yo habíamos acordado que lo mejor para mi madre era olvidar todo lo que sabía al respecto de Max. Nunca lo hablamos abiertamente, pero ella siempre supo que él no era como nosotros, y de alguna forma eso me ayudaba a entender un poco el resentimiento que sentía cada vez que él o algunos de nuestros amigos visitaban la casa. Mi madre no sabía cómo tratarlos ni qué esperar de ellos, pero la entendía, éramos de generaciones diferentes, veíamos las cosas de manera diferente. Así que, para que ella no me siguiera torturando con preguntas sobre nuestra ruptura o separación con mis amigos, para que ella no siguiera preguntando si me había "convertido" o alguna tontería así, preferimos borrarle esa parte de su memoria. Ahora ella los recordaría simplemente como chicos normales, no por lo que eran realmente.

Carter y Luis eran las únicas personas en las que podía confiar y apoyarme ahora. Ellos me ayudaban día a día a seguir entrenando y mejorando mis nuevos poderes. Ahora nadie podría entrar a mi mente, nadie podría borrar mis recuerdos, y ahora todos sabían que yo tenía el poder de ver aquel cristal.

Los Rogenes habían abandonado el pueblo y ahora todo parecía haber vuelto a esa normalidad que se vivía hacía tres años. El único ser extraterrestre que seguía habitando Valle Vill era Luis, y bueno, Carter y yo, pero nosotros solo estábamos de paso. Sabíamos que esto no sería para siempre, y que los Selt se estaban ocultando por alguna razón, pero no teníamos cómo buscarlos ni saber de ellos. Cósmicos había desaparecido, y la entrada que recordaba para llegar a Rousel, ya no existía, parecía como si la tierra se los hubiera tragado, a todos ellos y a los que eran mis amigos. Una parte de mí los entiende, ellos no están preparados para enfrentarse al poderoso nivel que tienen los Selt, y más si son incapaces de verlos cuando se vuelven siluetas; pero otra parte de mí se siente traicionada, yo estuve ahí cuando me necesitaron, yo corrí peligro por ellos, yo intenté protegerlos a pesar de que ellos quisieron matarme, ¿Por qué no podían perdonar que les ocultara la verdad sobre mí, así como yo los había perdonado a ellos?


Como todos los días, conduje diez minutos por la carretera, en dirección al sur y doblé hacia mi izquierda en el camino que se introducía por medio del bosque. Me detuve unos metros más allá y me bajé del auto para luego seguir caminando en la misma dirección hasta hallar la cabaña en la que tiempo atrás me había traído por primera vez. Era media hora de caminata que a veces odiaba, pero también valía la pena tener esos treinta minutos para mi sola, en donde mi mente podía perderse en el lugar que quisiera, aunque generalmente iban dirigidos a la misma persona.

Me detuve en seco a unos metros de la cabaña, un extraño sentimiento golpeó mi pecho. Algo estaba pasando dentro de la cabaña, lo podía presentir. Salí del área del bosque caminando lo más silenciosa que podía, pero las piedras bajo mis pisadas sonaban demasiado fuerte para mi gusto. Di unos pequeños pero largos pasitos y me apoyé en un costado de la cabaña, justo debajo de donde estaba una de las ventanas que daba hacia el comedor. Me alcé unos centímetros e intenté ver qué estaba pasando dentro. Carter no estaba solo, habían dos hombres más junto a él, y uno de ellos, el que tenía el pelo más largo y le llegaba casi hasta bajo del hombro, parecía demasiado impaciente.

- ¿Dónde está, Carter? No he venido hasta aquí para no verla.

- La conocerás a su debido tiempo, papá. Creo que ha sido imprudente de tu parte presentarte sin una invitación de mi parte.

- ¿Una invitación? –rio con fuerza- un Líder no necesita invitación, deberías de tenerlo claro.

- Tienes que irte. La estás poniendo en peligro. Eres demasiado poderoso, los Selt sentirán tu presencia y rastrearan este lugar.

- Está protegido –intervino el otro hombre. Se veía casi de la misma edad que Carter- me he asegurado de ello antes de venir.

- Así que ¿Por qué no le dices que entre de una vez y deje de espiarnos?

Ahogué un grito e inmediatamente me agaché apoyando mi espalda contra la pared. ¿Cómo demonios sabía que estaba escuchándolos? Se suponía que no podían entrar a mi mente, la mantenía constantemente bloqueada. Es que acaso ¿Nada era imposible para el líder de Seos?

Sentí una sombra sobre mí y alcé lentamente mis ojos. De cerca, era mucho más alto e intimidador de lo que se veía, y de lo que me había comentado Carter. Era igual que él, pero una versión más vieja y arrugada. Su cabello rubio llegaba hasta un poco más abajo que sus hombros, y lo tenía tan lacio que incluso me sorprendió que se viera tan bien cuidado. Sus ojos, del mismo azul hipnotizante de Carter, me miraban fijamente, con curiosidad. Iba vestido de negro, nada muy diferente a lo que estaba acostumbrada de ellos, pero a diferencia de los demás, llevaba una capa larga azul oscuro que lo hacía ver como si fuera un verdadero Rey. Las comisuras de sus labios se elevaron unos centímetros, provocando algunas arrugas a su alrededor, y estiró su brazo derecho en mi dirección, haciendo un gesto con su mano.

- Tómala –dijo con serenidad-

Fue como un impulso. Mi mano ni siquiera me pidió permiso para hacerlo, simplemente la posé encime de la suya y él tiro de mí con suavidad, poniéndome de pie. Ahora que estábamos frente a frente, seguía pareciéndome alguien alto, me sacaba casi dos cabezas de distancia, pero a pesar de ello, algo en él me resultó familiar. No sentí esa desconfianza y miedo que estaba acostumbrada a notar con los miembros fundadores de Rogenes. Esto era distinto.

- Un gusto al fin conocerte en persona, Amanda –soltó mi mano e hizo un leve asentimiento con su cabeza en señal de saludo- soy Dominic Rudd, líder de Seos y padre de Carter.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro ante sus palabras. Sabía quién era, o mejor dicho, lo presentía, pero eso no impedía que me siguiera sintiendo un poco sorprendida por tenerlo frente a mí. Él era el líder de Seos, él le había pedido a Carter que viniera por mí, él quería que yo tomara el liderazgo junto a su hijo. Lo podía percibir, él confiaba en mí más de lo que yo confiaba en mi misma.

- Ven, vamos adentro. Creo que hay muchas cosas que tenemos que conversar.

Sin ningún reparo, puso su mano sobre mi hombro alentándome así a caminar junto a él en dirección a la cabaña. Mire de reojo a Carter y este me hizo un gesto con su rostro, el mismo que hacia cada vez que me indicaba que quería comunicarse conmigo.

- Lo siento, no tenía idea que iba a venir.

- Me di cuenta. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Tu padre es intimidante.

- Sólo escúchalo. Si él quiere saber tu opinión te lo preguntara.

- ¿Opinión de qué?

- No nos queda tiempo. Esto estallara de un día a otro.

No fui capaz de decir nada más. Sabía perfectamente bien a lo que se refería. Un mes de vida tranquila y silenciosa no significaba nada bueno, ni menos ahora que su padre había venido a visitarnos, a conocerme, mejor dicho. La batalla en mi contra iba a estallar en cualquier momento, y tenía que estar preparada, contara o no contara con mis amigos.


Tomé asiento sobre el sofá una vez que le padre, y su estilo de guardaespaldas, lo hicieran. Tragué con dificultad y me crucé de piernas, uniendo mis manos a la altura de mis rodillas. Sabía que esta no era una posición que desprendiera comodidad y confianza, pero era la única forma en que podía contener mis nervios a raya.

- Sé que mi visita te ha sorprendido, pero como imaginaras, nos está quedando poco tiempo.

Asentí con un movimiento de cabeza sin atreverme a decir nada, siguiendo el consejo de Carter. Él me pediría cuando dar mi opinión, y por el momento, no lo había hecho, así que preferí guardar silencio.

- ¿Qué piensas de ello? ¿Te sientes preparada?

Y ahí estaba la pregunta que me permitía hablar. Mi boca se secó en segundos. Sentí una tibia gota recorrer mi columna y mis pulmones parecieron dejar de recibir aire por algunos segundos hasta que por fin me decidí a abrir la boca.

- La verdad es que creo que nunca lo estaré –mi voz apenas salió, por lo que tuve que aclarar mi garganta tosiendo un par de veces- pero también sé que esto es algo inevitable. Me he estado preparando para ello, pero una parte de mí no pierde la esperanza de que todo acaba antes de que empiece.

- Sé a lo que te refieres –dice asintiendo lentamente con su cabeza. Algo en su mirada me dice que él se siente de la misma manera- también me gustaría que una parte de mi comunidad no me traicione y te acepte como su futura líder, pero no todo es posible. Y, a veces, hay que hacer cosas que no queremos por el bien de los demás.

Fruncí mi ceño por unos segundos. No fue alguna expresión extraña en su rostro lo que me hizo dudar, sino el tono de voz con que lo dijo, como si esas palabras tuvieran un doble significado, un estilo de mensaje o alerta entremedio.

- Para ser la líder de Seos, tienes que estar dispuesta a hacer cualquier cosa, ¿Crees que lo estás?

No. No lo estaba. Porque tenía un plan. Me había dedicado todo este tiempo a idear una salida, un escape para no llegar a convertirme en la líder de Seos. Luis estaba de acuerdo con ello, contaba con su ayuda para proteger a mi madre y hermano. Él estaba dispuesto a abandonar a su comunidad por el bien de mi familia, y yo estaba dispuesta a vivir toda una vida lejos de ellos, arrancando para que los Selt no me encontraran. Pero nadie más podía saber lo que estaba planeando.

- Sí –dije con seguridad- estoy dispuesta a todo.

- Perfecto –asintió esbozando una sonrisa. Mi respuesta lo había dejado más que satisfecho- la ayuda llegara mañana por la mañana. Ellos están preparados para luchar contra quien sea que se les cruce por delante, inclusive si es un humano.

- ¿De qué estás hablando? –Carter saltó poniéndose de pie- no te hemos pedido ninguna ayuda.

- La necesitaran ¿O qué? ¿Pensabas que tú y ella podrían con todos? –rio con fuerza- no seas ingenuo, hijo mío. Nuestra gente es poderosa, ustedes no durarían ni cinco minutos contra todos ellos.

- Pero debiste de decírmelo primero.

- Y es lo que estoy haciendo ahora –dice poniéndose de pie. De inmediato el otro Selt lo sigue- es tiempo de que me retire. Amanda –vuelve a hacer el mismo gesto con su cabeza de cuando me vio- espero verte de nuevo en Seos, pero esta vez que sea ya para que tomes tu lugar.

- Por supuesto –digo levantándome del sillón e intentando sonreír-

- Bien –asiente y mira a Carter- estaremos en contacto, hijo.

- Claro –dice asegurando sus palabras-

El otro Selt, el cual no llegué a enterarme de su nombre, desaparece junto a Dominic en cosa de segundos sin siquiera despedirse de nosotros. De un instante a otro caigo sobre el sillón sintiéndome cansada y confundida. Un extraño malestar se vuelve a apoderar de mi cuerpo al igual que antes. Algo no está bien en todo esto. ¿Por qué dejé de sentirme cómoda y confiada a extraña y asustada?

- Mi padre es el Seos más fuerte que ha existido en nuestra comunidad –murmura Carter tomando asiento a mi lado-

- ¿Incluso más fuerte que todos los miembros fundadores de Rogenes?

- Mucho más fuerte que ellos.

- Eso me da un poco de miedo –susurro mirándolo de reojo. Tal y como lo imaginaba, Carter está totalmente serio-

- Y no es para menos. Incluso los Rogenes saben que jamás podrían ganar frente a él.

- ¿Cómo es que han podido vivir en paz todo este tiempo?

- Porque hay acuerdos que se han respetado. Nuestros objetivos no son los mismos, bueno –se acomodó sobre el sillón, apoyando ahora su espalda contra el respaldo- ahora si lo tenemos, pero mientras ninguno se entrometa en el camino del otro, creo que todo podría seguir de la misma forma.

- No hay que ser adivina para saber que ese objetivo soy yo.

- Es lamentable, pero sí –asintió- si los primos Warner no se hubieran fijado en ti, estaría seria solo nuestra pelea, y no la suya.

- Ahora es solo nuestra pelea ¿Es que no te has dado cuenta? –pregunto un poco molesta- ellos ya no están, han desaparecido.

- Es lo que hacen cuando se están preparando.

- ¿Para qué? –lo miro más que confundida- ¡Demonios! ¿Podrías hablar de una vez y no dejarme con la duda?

- En unos días lo sabrás. Aún no es tiempo.

- ¡Oh, Carter! –exploté frustrada, llevando mis manos a tapar mi rostro y así ahogar un grito de decepción- Por cierto –digo segundos después- necesito que me ayudes en algo.

- ¿En qué?

- Tengo que encontrar un talento para la competencia. Mi madre está a punto de acribillarme si no le digo lo que haré.

- Ya tienes un talento ¿Por qué no lo usas?

- ¡¿Estás loco?! –grité dándole un golpe en sus brazos y rodando mis ojos- ¿Cómo se te ocurre que vuele cosas o haga alguna estupidez parecida?

- No hablo de eso –dice sonando casi como si estuviera burlándose de mí- me refería a que puedes leer sus mentes, usa eso como tu talento. Di que eres un estilo de adivina, y que puedes descubrir lo que sea que estén pensando en ese momento.

- ¿Eso es un talento? –pregunto mirándolo desconcertada- se supone que mis competidoras bailaran, cantaran, actuaran, y todo ese tipo de cosas que la gente quiere ver, ¿Cómo se supone que ganaré contra eso?

- No sabía que querías ganar –me mira arqueando una ceja con diversión- pensé que solo lo estabas haciendo para calmar a tu madre.

Abrí más grande mis ojos en sorpresa. No era exactamente que quisiera ganar, sino más bien, dar una buena lucha y que mi madre se sintiera orgullosa de ello, después de todo, este podía ser el último evento en el cual estaríamos juntas. Algo me decía que no lograríamos pasar la navidad juntas, que para esa fecha, ya todo podría haber acabado, y quedaban solo tres semanas para ello.

- Creo que es un excelente talento –continuó- además, a los humanos le encanta todo eso de la magia y los adivinos, quedarán sorprendidos contigo.

- ¿Lo crees así?

- Por supuesto –asiente con seguridad- es más, estoy seguro de que ganaras.

- Quien sabe –digo encogiéndome de hombros- puede que lo haga.


Tres horas después, ya tenía listo mi show. Carter me había ayudado a buscar un bonito traje de mago pero en versión femenina, no sabía muy bien qué tenía que ver la magia con lo que iba a hacer sobre el escenario, pero según él decía que así sería menos sospechoso y más llamativa mi actuación. No tenía mucho que decir al respecto, por lo que preferí seguir su idea, así que ahora solo me faltaba conversar a mi madre de que, mágicamente, había tenido oculto mi poder de ser adivina.


Llegué a casa y encendí las luces. Eran cerca de las nueve, mi madre debería de estar en el trabajo y Luis durmiendo, recuperando sus horas de sueño. Raúl estaba en su habitación jugando a la play, lo podía escuchar desde la cocina gritando sus goles. Sonreí y me dirigí hasta la cocina, sirviéndome un vaso con leche. Lo bebí lentamente mientras miraba a través de la ventana hacia el oscuro cielo que ya comenzaba a llenarse de pequeñas luces. Se sentía como aquellos días en que no los conocía. Mi vida estaba tranquila, en paz, pero eso no significaba que siguiera sintiendo un vacío dentro de mí. Los seguía necesitando de la misma manera en que lo había hecho desde el día en que los conocí. Los necesitaba aquí, conmigo.

Solté un fuerte suspiro en cuanto sentí mis ojos humedecerse. No iba a llorar. No lo había hecho en todo este mes, y no lo iba a hacer de nuevo. Ya había derramado suficientes lágrimas, y tenía más que asumido que ello no los traería devuelta. Dejé el vaso sobre el fregadero y me di media vuelta para salir de la cocina, pero me llevé un susto de muerte cuando vi en el marco de la puerta a Luis.

- Me asustaste –digo llevando una de mis manos sobre mi pecho-

- Lo siento, no quería.

Caminó con lentitud, prácticamente arrastrando sus pies, hasta uno de los banquitos que rodeaban la mesa del desayuno y se sentó sobre uno de estos, dejándose caer. Se veía agotadísimo, como nunca antes lo había visto.

- ¿Estás bien? Luces realmente fatal.

- Creo que he trabajado demasiado y eso ya me está pasando la cuenta.

- Pero eres uno de ellos –digo esto último en un susurro- se supone que ustedes no se cansan. No sienten nada.

- Te equivocas. Nuestra energía también se agota, y más si llevamos más de cinco días sin dormir.

Lo miro sorprendida. Demonios, ¿Alguien puede sobrevivir cinco días sin dormir? De inmediato me dirigí hasta el hervidor, llenándolo con agua y luego encendiéndolo. Sé que los tés no son milagrosos, pero sin duda le serviría tomarse alguno que lo ayude a relajarse para que luego pueda dormir un poco y así recuperar fuerzas.

- Te haré un té.

- Gracias –murmura- supe que Dominic los visitó.

- Sí –asentí recargando mi cuerpo contra le encimera- me cayó de sorpresa, al igual que Carter. Fue amable, pero algo... intenso. Sí, creo que esa es la palabra correcta.

- Siempre lo ha sido. Pero debes tener presente, tú mejor que nadie, que no siempre se es lo que uno aparenta.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Que Dominic no es ningún santo, y, definitivamente, es la última persona en la que puedes llegar a confiar.

Me quedé mirándolo fijamente boquiabierta. Era algo que no me lo esperaba. El padre de Carter me dio la impresión de ser una buena persona, amable, sí, quizás un poco intimidante y demasiado serio, pero ¿Qué líder no lo sería cuando tienen que dar esa imagen? Había sentido algo extraño antes de verlo en persona y cuando se fue, pero ¿Eso qué significaba? ¿Luis estaba en lo correcto y no podía confiar en Dominic? Pegué un pequeño salto en el lugar, asustada, cuando escuché que el hervidor ya había terminado de calentar el agua. Me di media vuelta y comencé a preparar su té, aun teniendo mi cabeza en otra parte.

- Y por cierto, jamás le des la mano.

- ¿Por qué?

- Porque esa es la forma que tiene para saber lo que estás pensando. No importa que intentes bloquearle la entrada, pueden acceder a ti con tan solo un toque, ese es el poder más fuerte que tiene el líder de Seos.

La taza resbaló de mi mano y cayó sobre la encimera, quebrándose.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro