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Capítulo Seis

Me quedé sin reaccionar, ¿Qué ella era qué? No, no. Algo no cuadraba aquí. Claramente Albert me había dicho que los Selt eran malos, que eran algo así como los enemigos de los Rogenes, entonces ¿Qué carajo hacia aquí, viviendo en esta comunidad?

Inconscientemente di un paso atrás. Un Selt se había metido en mi cabeza, un Selt me había estado persiguiendo todo este tiempo ¿Quién me decía que no era ella? Y... Dios, Max sabía lo que había pasado y lo asustada que estaba al respecto ¿Cómo se atrevía a traerla aquí?

De pronto, todo el desconcierto que se había estado apoderando de mí, se transformó en una furia imposible de contener. Tomé con fuerza a Max de su chaqueta, empujándolo contra la pared que había a su espalda.

- ¿Cómo has podido traerla? –grité con furia- ¿Cómo te has atrevido a hacerme esto?

Sorprendido, Max fijó su mirada en la mía, ni siquiera estaba intentando zafarse de mi agarre o de intentar luchar en mi contra. Sino que estaba ahí, mirándome con clara confusión expresada en sus ojos.

- Dime –insistí agarrándolo con más fuerza- ¿Por qué lo hiciste?

- Amanda... -susurró con su frente arrugada-

Podía estar engañándome a mí misma, pero algo en él me decía que estaba igual de confundido como se veía. Algo aquí no estaba bien, y no era solo la llegada repentina de esa chica, sino por el comportamiento de Max, parecía que ni siquiera se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.

- Déjalo ya –intervino Estefany- él no tiene la culpa de que este aquí, yo...

- Tú cállate –gruñí dándole una rápida mirada con odio- y vete antes de que conozcas un lado de mí no muy agradable.

- ¡Ya basta! –gritó Max-

Me tomó con fuerza de mis muñecas, sacándolas de donde lo estaba tomando. Arregló su chaqueta y dio un paso al costado, pasando totalmente de mí. Era... era como si yo no existiera para él, como si fuera invisible.

- Vamos –dijo mirando a Estefany- te iré a dejar.

- Tú no irás a ningún lado –espeté tomándolo del brazo, deteniéndolo-

Max miró en dirección a mi agarre y luego alzó lentamente su mirada, fijando sus ojos en mí con indiferencia, indolencia y... pareciendo alguien totalmente irreconocible. Movió con brusquedad su brazo, soltándose de mi agarre, provocando que yo diera un paso atrás, sorprendida ante su arrebato y fuerza.

- Max... -susurré en un hilo de voz-

Caminó en dirección a Estefany, la tomó del brazo y jaló de ella hacia la entrada. No volvió a darse media vuelta, no me miró, no me dijo nada; simplemente salió de casa junto a Estefany, como si ella fuera alguien importante en su vida, y yo ya no lo fuera.

En cuanto escuché la puerta cerrarse mis ojos se llenaron de lágrimas. Él nunca había actuado de esa manera tan fría, no desde que estábamos viviendo juntos. Algo más tenía que haber sucedido en el tiempo en que estuvo junto a esa chica, algo en él había cambiado, y estaba segura de que ella era la culpable de esto.

Empuñé mis manos, intentando así aguantar las horribles ganas de llorar que tenía. Sabía que todos estaban pendientes de mí y de que ninguno de ellos había dicho algo en espera de que yo me pronunciara al respecto, pero ¿Qué podía decir? "Oh, no se preocupen, ya se le pasara. Esta es una típica pelea de novios". No, claro que no iba a decir eso porque no era una típica pelea de novios.

Llené mis pulmones de aire y me di media vuelta, intentando sonreír con la mayor naturalidad posible. Tal y como lo sospeche, todos estaban mirándome fijamente, esperando a que yo dijera algo.

- ¿Alguien se apunta a romperle la cara cuando llegue?

Preguntó Clar, esbozando una amplia y siniestra sonrisa sobre su rostro. Rápidamente todos levantaron su mano, provocando que riera. Dios, cuanto los extrañaba. Negué divertida y apoyé ambas manos sobre mi cadera, dando un largo suspiro.

- Le romperé cada uno de sus malditos huesos –musitó Victoria con furia-

- Y yo creo que te estaría muy agradecida por ello –dije entre risas-

- Oh no te preocupes cariño –Albert posó una de sus manos sobre mi hombro, dándome un pequeño apretón- que él no será capaz ni de atravesar esa puerta.

Me guiñó un ojo divertido mientras todos soltaban carcajadas.

- Bueno, creo que me iré a dormir. Estoy algo cansada y...

- Vamos –saltó Clar, poniéndose de pie y caminando en mi dirección- te acompaño.

- De acuerdo –dije rodando mis ojos. Sabía que de algo quería hablarme, solo esperaba que ese algo no tuviera referencia a Max, por lo menos no por ahora- Buenas noches, nos vemos mañana.

Me despedí de mis amigos y de Albert con un asentimiento. Estaba cansada, pero en realidad solo quería ir a encerrarme a la habitación y cerrar los ojos para que este maldito día se acabara de una vez.

Llegamos hasta la que sería mi habitación por hoy y en cuanto caí sentada sobre la cama, Clar me miró con el ceño fruncido y estando de brazos cruzados. Cerré mis ojos por unos segundos, preparándome mentalmente para lo que fuera que iba a decirme.

- Nos devolvemos mañana ¿De acuerdo? –dijo con voz seria y segura- y no quiero quejas al respecto.

- Bien –asentí abriendo mis ojos y dándole la razón-

- ¿No... no vas a decirme nada? –preguntó arrugando su frente y pareciendo sorprendida por mi silencio-

- Nop –me encogí de hombros- además, no creo que Max vuelva esta noche. No tengo motivos para quedarme aquí si él no estará.

Fijé mi mirada en el suelo al sentir nuevamente mis ojos humedecidos. Estaba intentando hacerme la fuerte, y aunque estuviera frente a mi mejor amiga, con la cual estaba acostumbrada a desahogarme y quien sabía nuestra historia de primera fuente, no me atrevía a llorar frente a ella, no de nuevo por Max, ya había derramado demasiadas lágrimas en el pasado.

- De acuerdo –asintió extrañada- nos vamos mañana al pueblo.

Asentí sin nada más que decir. Clarissa caminó hasta la puerta, pero antes de abrirla, se dio media vuelta mirándome fijamente, como si aún no fuera capaz de creerse lo fácil que le había resultado convencerme de regresar.

- ¿Sabes que estoy haciendo un esfuerzo tremendo de no llenarte de preguntas con respecto a Max, cierto? Porque lo que vi abajo... Oh señor, se merece una larga y jugosa charla.

Inconscientemente sonreí. Ya sabía yo que había estado conteniéndose todo este rato de hacerme preguntas referentes a Max. Mire a mi amiga y asentí sin poder ocultar mi diversión.

- Lo sé. Y también sé que es una charla de la que mañana no me salvare.

- Exacto –asintió guiñándome un ojo- así que espero que duermas de maravilla. Buenas noches.

- Que descanses.

Quince minutos después de que Clar se fuera, yo ya estaba lista para dormir aunque realmente no tenía sueño. Intenté convencerme a mí misma de que no tenía sueño producto de la siesta que tuve en la tarde, pero ¿Para qué mentirme? Sabía que el único culpable de mi falta de sueño era Max y... esa maldita Selt que había hecho su aparición de la nada en nuestras vidas. Algo en ella no me daba confianza, y no solo porque fuera una Selt y enemiga número uno de los Rogenes, sino por su maldita cara de mosquita muerta, como si fuera ese tipo de chica que se muestra angelicalmente para todos cuando en realidad es una arpía malvada.

Di un fuerte suspiro y volví a acomodarme sobre las almohadas, intentando buscar la posición correcta para dormir. Giré hacia mi izquierda y mis ojos se aguaron al instante. ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? ¿Seguiría todavía con ella o estaba dando vueltas por ahí? Se suponía que el viaje era para intentar saber lo que me estaba ocurriendo y para descubrir qué querían los Selt y cómo atacarlo; no para que Max y yo nos distanciáramos de la forma tan rápida en que estaba sucediendo.

Mis ojos poco a poco se fueron cerrando con la ilusión de que al otro día Max estaría aquí y todo volvería a la normalidad.


Solté una fuerte carcajada mientras intentaba quitar sus manos sobre mi cuerpo. Él sabía lo cosquillosa que era y al parecer le encantaba aprovecharse de ello. Le di un empujón sobre su hombro alejándolo de mí, logrando al fin tranquilizar mi acelerada respiración.

- Ya detente –dije entre risas-

- No puedo –susurró acercando su rostro al mío, esbozando una amplia y coqueta sonrisa- adoro escucharte reír.

- Hay otras formas que puedes usar para escucharme reír.

Asintió con un ligero movimiento de cabeza. Su mano pasó a rozar parte de mi mejilla en un intento de caricia, tomándome por sorpresa. De pronto su rostro eliminó toda distancia que había entre ambos y sus labios se apoderaron de los míos con una necesidad y desesperación desconcertante. Una de sus manos bajó hasta tomarme por la cintura, pegándome más a su cuerpo. Era tan... caliente. Desde el primer día en que lo vi me sentí con la necesidad de probar sus labios, de descubrir cómo sabían y de saber las maravillas que podría sentir con estos; que aún me parecía sorprendente que lo hubiese conseguido, que Carter y yo nos hubiésemos dado una oportunidad, que yo me hubiese dado una nueva oportunidad luego de los sucesos horribles que pasé junto a Max.

Abrí lentamente mis ojos al sentir un maldito rayo de sol llegarme directamente al rostro. Restregué mis ojos y di un largo suspiro, volteándome a mi izquierda. Ese lado de la cama seguía intacto, no había ni siquiera una arruga de que hubiese venido aunque fuese por unos minutos, todo estaba igual a como lo había estado la noche anterior. Mis sospechas se habían hecho realidad. Él pasó la noche fuera.

Oculté mis ojos bajo mi antebrazo, humedecí mis labios e inmediatamente recordé lo que había soñado. Carter había vuelto a invadir mis sueños y comenzaba a odiarlo por ello. ¿Cómo podía tan fácilmente colarse a mis sueños cuando ni siquiera sentía algo por él? Era un chico guapo, sí, bastante, pero yo estaba enamorada de Max, lo quería a él, a nadie más.

Dejé el bolso a la orilla de la escalera. Ya me había duchado y estaba lista para irme, solo quería despedirme de Albert. Él había sido bastante amable y encantador conmigo así que me parecía necesario despedirme de él antes de marcharme.

Entré a la cocina y tal y como lo imaginaba, él estaba ahí preparando un poco de café. Como si supiera que iba a venir, se dio media vuelta extendiendo una taza de café en mi dirección, la cual de inmediato acepté, un poco de cafeína me vendría de maravilla por la mañana.

- Gracias –susurré soplando el café y luego bebiendo un poco de este-

Albert sonrió en respuesta para luego pasar a sentarse en uno de los banquitos.

- ¿Ya te vas?

Mi ceño se frunció ante su pregunta. ¿Cómo sabía él que me iba a ir? Anoche lo había decidido entre las cuatro paredes de la habitación y suponía que Clar no había abierto la boca.

- Digo... -continuó ante mi silencio- se merece que lo dejes plantado por lo imbécil de su comportamiento. Muy nieto mío será pero sin duda esta vez se está equivocando de lleno a lleno.

- Él... no volvió anoche –murmuré sintiendo de nuevo ese incomodo nudo en mi garganta que me advertía que en cualquier momento podría ponerme a llorar-

- Si lo hizo. Durmió en otra habitación.

- ¿Está aquí?

Pregunté sin poder ocultar mi emoción. Quizás podíamos charlar antes de irme. Quizás Max había recapacitado y se había dado cuento de su error al traerla casa. Quizás... hoy todo volvería a la normalidad y ya no estaría arrepintiéndome minuto a minuto de haber decidido venir a Rousel. Entonces Albert me tomó de la mano y dio unas suaves palmaditas sobre esta, mirándome con expresión de "pobre niña". Él estaba sintiendo pena por mí.

- Salió temprano y no ha vuelto hasta ahora.

Mis ojos se humedecieron y miré en dirección al blanco reloj que colgaba sobre una de las paredes. Eran las 10 am, y de todo el tiempo que había vivido con él, había aprendido que él odiaba madrugar, es más, generalmente se levantaba tardísimo. El hecho de que ya no estuviera en casa a esta hora solo significaba una cosa, él estaba evitándome, no quería verme.

- Hay algo que no entiendo –dije cambiando rápidamente de tema. No quería que él me viera con lastima, su nieto ahora podía irse al mismo demonio- recuerdo que, cuando estábamos hablando de los Selt, Max me dijo que no se habían visto en décadas y que ustedes, ambas comunidades, vivían separadas las unas de las otras ¿Cómo es que Estefany, que es una Selt, está aquí, en su comunidad?

- Como en todo el mundo, existen las personas buenas y malas ¿No? –preguntó enarcando una ceja, a lo que yo asentí- pues bien, con los Rogenes y los Selt ocurre lo mismo. Hace años, una pequeña cantidad de Selt decidió dejar su comunidad para unirse a nosotros, entre ellos venían los padres de Estefany, y claro, ella era una niña de apenas tres años, no sabía en ese tiempo lo conllevaba su existencia. La asamblea de fundadores decidió aceptarlos con la condición de que sus poderes fueran reducidos.

- ¿Pueden eliminarse los poderes de los Selt? ¿Cómo?

- Realmente no se pueden eliminar, solo pueden ser reducidos, ocultados –Albert se acomodó sobre su silla y luego bebió un trago de su café, yo ni siquiera había vuelto a tocar el mío- la misma piedra blanca que llevas en tu cuello y que impide que nosotros entremos a tu mente, logra que ellos no puedan usar sus poderes. Es una obligación que cada uno de los Selt que vive en nuestra comunidad, lleve la piedra blanca a la vista de todos.

- Entonces ¿Ninguno de ellos ha usado sus poderes en años? ¿Ninguno puede aparecerse en sueños o convertirse en una maldita silueta?

- No –aseguró serio- ninguno de ellos pueden. Además, si rompen esa regla, nosotros nos enteraríamos.

- ¿Cómo?

- Sus vidas están conectadas a algunos Rogenes y... -dio un suspiro, mirándome con cierta incomodidad- la vida de Estefany está conectada a la de Max.

Mis ojos se abrieron más grandes ante la sorpresa. Ok, eso definitivamente no me lo esperaba ¿Cómo era eso de que un Selt podía estar conectado a un Rogenes? Se suponían que eran enemigos.

- No... no lo entiendo.

- Si alguno de los Selt intenta usar sus poderes, el Rogenes que está conectado a ellos se dará cuenta ya que el Selt solo podría usar sus poderes sobre ese Rogenes.

- ¿Pero por qué Max? ¿Por qué Max con ella? –pregunté ya sin poder contener mi enojo-

- Porque fue una decisión de los fundadores. La manera más segura de verificar y mantener a raya a los Selt era uniendo sus vidas a los hijos de los miembros fundadores, que como sabes, son los Rogenes más fuertes de toda la comunidad.

Dejé escapar una risa sarcástica. Esto era increíble. ¿Por qué Max no me lo había contado? Creí que entre nosotros existía la suficiente confianza como para contarnos todo. Está bien, quizás me había ocultado lo de la piedra, pero había sido por poco tiempo, pero ¿Esto? Esto él debería de saberlo desde que estaban conectados. Y estaba segura de que esa supuesta "conexión" que había entre ellos, traspasaba lo normal y lo estrictamente necesario.

Cuarenta minutos después, y con solo haberme despedido de Albert, me encontraba estacionando el auto de Max fuera de la casa de mis padres, mi casa. Un sentimiento de melancolía me invadió en cuanto miré hacia la Mansión Vill. Un millar de recuerdos inundaron mi mente y todo se sintió como si hubiese sido ayer, como si el tiempo no hubiese pasado y hacia tan solo unas horas que Max se estaba mudando junto a Eric a la mansión. Pero habían pasado dos años de eso, ya no éramos unos niños y ya no habían secretos entre nosotros, o por lo menos eso es lo que había estado creyendo todo este tiempo.

Abrí la puerta, dejé mi bolso sobre el sofá al mismo tiempo en que mi madre aparecía desde la cocina, abriendo sus ojos como platos al verme en casa. Les había dicho que vendría, pero no cuando ni a qué hora.

- Cariño –murmuró sin poder contener su sorpresa- ¿Qué... cómo?

Ni siquiera ella sabía muy bien qué preguntar. Yo solo la miré esbozando una pequeña sonrisa, para luego caminar hasta ella y envolverla en un fuerte abrazo. Oh Dios, la había extrañado demasiado, y si no fuera porque Max vivía conmigo en la capital, ya me hubiese regresado hacía tiempo a casa. Sus brazos me devolvieron el abrazo y dejó un pequeño beso sobre mi frente.

- Pensé que me llamarías antes de venir.

- Quería llegar de sorpresa –susurré separándome de ella- ¿Interrumpo algo?

- No, claro que no –negó con una sonrisa- jamás podrías interrumpir algo. Y... -miró detrás de mí y luego le echó una rápida mirada a mi bolso- ¿Y Max?

- Está con su familia.

- ¿No vendrá?

- No lo sé.

Me encogí de hombros bajando la mirada. Justo ahora no quería hablar de él, no después de todo lo que me había contado Albert. Aun no lograba procesar ni la mitad de la información. Max conectado a Estefany.... Oh Dios, tuve que haber hecho algo realmente horrible en mi vida pasada como para merecerme algo así.

- Sabes que si sucede algo puedes decírmelo ¿Cierto?

Asentí poniendo mis ojos en blanco. Ahí estaba mi madre intentando que le contara porqué Max no había venido conmigo, porque claramente no se había tragado la mentira de que estaba con su familia, bueno, no era una total mentira, pero tampoco era una verdad.

- Iré a mi habitación un momento ¿Sí?

- De acuerdo.

Subí las escaleras, entré a mi habitación y nuevamente la melancolía se apoderó de mí. Sabía que realmente no estaba tan sentimental por el hecho de volver al pueblo, sino por todo lo que había sucedido con Max el día anterior. Me moría de ganas por hablar con él, me moría de ganas por besarlo, abrazarlo y que arregláramos de una buena vez por todas lo que había pasado. Estaba cansada de que nos estuviéramos evitando, aunque realmente él fuera el único que lo estaba haciendo.

Tomé el celular y marqué su número. No contestó al primero, ni al segundo, ni al quinto timbre. Antes de que me mandara a la contestadora, corté la llamada. Quizás estaba ocupado o no había escuchado el sonido, eso tenía que ser, él no había escuchado la llamada. Segundos después, mi celular comenzó a vibrar. Rápidamente contesté la llamada, ilusionada de que fuera Max.

- No, no soy Max –dijo la cantarina voz de Clar al otro lado de la línea. Tan bien me conocía mi amiga que sabía perfectamente lo que estaba esperando- así que ahora dime maldita ingrata, ¿Por qué te has ido por tu cuenta? Se suponía que nos iríamos todos juntos.

- No me sentía bien –dije mirando a mí alrededor, cayendo justo mi mirada en el cuadro que estaba sobre el velador, donde había una fotografía del grupo- ¿Sigues allá?

- Si, luego de almuerzo nos vamos. Ni te imaginas la riña que se ha armado cuando Max se enteró que te habías ido sin decirle nada.

- ¿Qué dijo?

- ¿Qué prefieres, la verdad o la mentira?

- ¡Claaaaaar!

- De acuerdo –dio un largo suspiro- pues lo que más le ha molestado fue que te llevaras su auto sin decirle y luego de eso se enfrascó en una pelea con Eric, quien comenzó a sacarle en cara el horrible comportamiento que había tenido contigo ayer y por supuesto... ya sabes quien salió a colación.

Por un segundo, por un maldito segundo creí que Max se había preocupado por mí y que quizás ya venía en camino a buscarme, pero no, le había preocupado más que me llevara su maldito auto antes de saber dónde estaba o porque no me había despedido de él.

- Estefany... -susurré con decepción-

- Oh si.... Esa maldita Selt. Pero no te preocupes, que hoy no ha aparecido por aquí.

- ¿Max está todavía ahí?

- Sí. Está arriba, en la habitación en que te quedaste.

- ¿Crees que...?

- No, no, no -me interrumpió antes de siquiera terminar mi pregunta- ni se te ocurra pedirme que le pase el celular para que hables con él. El muy maldito ni siquiera se merece que estés preguntando por él.

- Clar, es mi novio y...

- Sé que es tu novio, pero se comportó como un patán y...

- Háblame cuando llegues al pueblo –la interrumpí ya cansada de escuchar sus quejas- nos vemos.

Dije y corté la llamada.

El resto del día pasó mucho más rápido gracias a mi madre y a Raúl. Durante la tarde habíamos ido a verlo jugar baloncesto. Se había unido al club de baloncesto del pueblo y por lo que había logrado ver, era una de los mejores jugadores del equipo ya que había anotado un par de puntos que ayudaron a que su equipo ganara.

Luis, como siempre, se encontraba trabajando en el hospital. Lo había visto a la hora de almuerzo ya que se había escapado especialmente para saludarme. Le tenía un cariño especial, no lo veía como un padre, porque jamás podría sustituir el lugar de mi padre, pero sí lo veía como alguien en quien podía confiar y apoyarme, sin duda era un pilar importante para mi madre.

Llegamos a casa cuando el cielo ya estaba oscuro y la luna brillaba en lo más alto. Mamá al otro día tenía que ir a trabajar y Raúl tenía que ir al colegio, yo por mi parte tenía la semana libre, la universidad era cede de un festival internacional de cocina, por lo que no habría clases para nadie.

Nos bajamos del auto y de inmediato lo vi. No era exactamente a quien estaba esperando, pero sabía que no tardaría mucho en aparecer por aquí, no después de la pelea que había tenido con Max.

- Buenas noches, señora Baker –saludo cortésmente, Eric-

- Buenas noches Eric –sonrió mi madre- ¿Qué tal has estado? Tiempo de no verte.

- Muy bien, gracias. ¿Y usted?

- Oh de maravilla, y más ahora que...

- Mamáaa... -alargué la palabra más de lo necesario, haciéndole un gesto a Eric para que se callara- ¿Nos dejas conversar un momento?

- Oh, claro, claro –asintió sin quitar su sonrisa. Me parecía increíble que a mi madre le cayera mejor Eric que Max. Si supiera todo lo que realmente había pasado entre nosotros, sin duda ni siquiera le dirigía la palabra- nos vemos luego –dijo despidiéndose de Eric-

- Hasta luego.

Eric y yo caminamos sin siquiera decirnos una palabra. Ambos sabíamos que no podíamos hablar frente a mi madre, por lo que lo mejor era ir a alguna plaza o encontrar algún banquillo en el que pudiéramos hablar sin que nadie nos interrumpiera. Caminamos en silencio hasta que llegamos a una pequeña plaza que había dos cuadras más allá de donde vivía. Para no hacer la plática tan seria o mejor dicho, para yo intentar quitarle un poco de importancia a lo que iba a decirme, decidí sentarme en uno de los columpios disponibles. Eric hizo lo mismo sentándose en el que estaba a mi lado.

- ¿Y bien? –dijo mirándome fijamente- ¿No me preguntaras nada?

- Confío en que me contaras todo sin tener que hacerte preguntas al respecto.

- Oh Dios... -murmuró divertido- se hace mucho más difícil hablar contigo ahora que no puedo leerte la mente.

Solté una risa sarcástica y le di un pequeño empujón con mi mano. Sabía que estaba intentando hacerme sentir mejor, pero no lo iba a conseguir con ese tipo de bromas.

- Albert me contó todo lo sucedido con el Selt que te está persiguiendo. Y primero que todo, quiero que te quedes tranquila porque a Clar no le ha sucedido nada extraño, ella está bien y lo estará mientras esté Noah a su lado ¿De acuerdo? –asentí sin mucho ánimo mientas mis pies jugaban con la arenilla- Ahora bien, definitivamente tenemos que hacer algo para descubrir a ese Selt, tenemos que hacerlo antes de que las cosas empeoren.

- ¿De qué otra forma podrían empeorar?

- Los Selt son personas, Amanda, tal como tú y yo. Hay un Selt lo bastante cerca de ti que tiene el poder de entrar a tu mente sin que tú reconozcas su forma humana. Ese Selt que está acosándote también está poniendo en peligro la vida de Max.

Ahí estaba de nuevo esa maldita palabra. El padre de Max también lo había dicho y por eso es que había empezado toda esta pelea con él. Max estaba corriendo peligro ¿pero peligro de qué? ¿A qué lo estaba exponiendo?

- Necesito que seas más claro con eso.

- Si el Selt no logra llegar a ti por su cuenta, utilizara al Rogenes que te enamoró para atraerte.

- ¿Cómo puede hacerlo? –pregunté en un hilo de voz-

- Apoderándose de su cuerpo.


*************¡Hola! Primero que nada quiero disculparme por la demora en subir este nuevo capítulo, pero es que estuve dos horribles semanas lejos del computador porque me dio la varicela :CC (una peste horrible altamente contagiosa y grave para los adultos) pero ya estoy más recuperada por lo que hoy me puse las pilas y he terminado el capítulo. Quizás no sea lo que esperaba ya que de verdad tengo algo seco el cerebro xD pero algo es algo, jajaja.  También quiero agradecer todas sus visitas, votos y comentarios! No tienen idea de lo feliz que me hacen <3 <3 Por último, les hago la promoción de mi nueva novela llena de drama y romance "No te enamores". La verdad es que para mí es todo un reto ya que estoy caminando por tierras desconocidas y no saben lo mucho que me he esforzado en escribirla. 
¡Que tengan un hermoso fin de semana! Miles de cariños para ustedes <3 <3 

PD: ¡He encontrado la canción perfecta para esta segunda parte de Los Warner! La dejé en el enlace y se dan tiempo de entender la letra, sabrán porque es perfecta <3 

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