Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Once

- Fue una mala idea.

Murmuró Erik mientras caminaba de un lado hacia otro en el living de mi casa, por suerte mi madre no se encontraba, porque definitivamente le hubiese dado un infarto si veía el estado en el que me encontraba. Contuve la respiración y me acomodé nuevamente sobre el sofá, posición en la que me ponía era incómoda. Di un suspiro y fijé mi vista en el techo, Erik me tenía algo mareada de tanto que se movía.

- ¿Quieres sentarte un momento? –gruñó Clar-

- Fue una pésima idea –volvió a decir Erik pasando por alto el comentario de mi amiga. Estaba demasiado ensimismado con lo que tenía en su cabeza como para prestarnos atención-

- Déjalo. Está intentando usar su cabeza para algo más que solo chicas –dijo Noah con diversión, ganándose una risa por parte de todos-

- Te he escuchado –espetó Erik regañándolo con la mirada-

- Y ¿Qué se supone que fue una pésima idea? –pregunté-

- Que hayas salido de Rousel –dijo mirándome fríamente- tienes que quedarte ahí, es el único lugar en que los Selt no pueden entrar.

- Te recuerdo que hay unos cuantos Selt viviendo entre ellos y...

- No es lo mismo, Clar –le interrumpió Noah- creo que hemos hablando antes de su diferencia.

- Creo que –suspiré y fije mi vista en Victoria, quien hasta el momento se había mantenido bastante callada- ¿Qué te pasa?

- ¿A mí? –se apuntó, yo asentí- nada –se encogió de hombros- ¿Por qué debería de pasarme algo?

- Tú nunca estás tan callada, es más, siempre eres la que nos dice qué hacer cuando no está Max.

- Dejemos a Victoria fuera de esto –salió en su defensa, Erik, caminando hasta ella-

- ¿Por qué? –pregunté frunciendo mi ceño, algo no estaba bien-

- No es algo que...

- Está bien –le interrumpió Victoria- puedo decirlo.

En un gesto de lo más extraño para mí, y que no me esperaba, Erik apoyó su mano sobre el hombro de Victoria y esta la tomó entre las suyas. ¿De qué me había perdido?

- Tengo un hermano mayor, Hans, que... vive en la comunidad Selt. Creo que él podría ayudarnos a saber algunas cosas.

Mis ojos se abrieron más de lo normal y me quedé por unos segundos mirando fijamente a Victoria ¿Ella qué?

- ¿Tienes un hermano que vive con los Selt? ¿Cómo? –pregunté confundida- ¿No se supone que entre ambas comunidades se odian?

- Sí, es así pero... -suspiró y bajó la mirada. Esta era una de las pocas veces en que veía a Victoria con la guardia baja- él y yo compartimos sangre negra.

- ¿Sangre negra? –interrumpió Clar mirándola igual de desconcertada que yo- ¿Qué significa eso?

- Los Selt son los únicos que tienen sangre negra –dijo Noah pareciendo incómodo con la conversación. Claro, él era el primo de Victoria, ningún miembro de la familia debía de sentirse orgulloso por tener sangre negra-

- ¿Cómo es que comparten su sangre?

- Oh, esa es una historia para otro día –dijo sonriendo de medio lado y componiéndose en cosa de segundos. Soltó la mano de Erik y entonces ahora fue ella quien se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro- ¿Cuento corto? Mi padre se acostó con una maldita Selt.

- Pero tu padre forma parte de los Fundadores... ¿Cómo...?

- Le perdonaron la vida con tal de que ella, mi supuesta madre –dijo entre dientes- no volviera a la comunidad, y claro, nos perdonaron la vida a mí y a mi hermano con la condición de que fuéramos sus conejillos de india para estudiar la sangre de los Selt.

- Así que...

- Sí –me interrumpió rodando sus ojos- pasé gran parte de mi niñez dentro de un laboratorio donando sangre para que al final los malditos Rogenes no descubrieran nada.

- ¿Y qué estaban buscando? –preguntó Clar con curiosidad-

- No lo sé, nunca me lo dijeron.

- Entonces –me incliné un poco hacia adelante, acomodando mis antebrazos sobre mis rodillas- ¿Tú puedes verlos?

Victoria hizo una mueca con su boca y luego asintió, no parecía muy contenta por tener la posibilidad de ver a los Selt en su forma real.

- Puedo verlos –dijo- no tan claramente como tú, pero puedo saber cuándo se están acercando, aunque ellos no pueden entrar a mis sueños.

- ¿Cómo lo lograste?

- Con esto –dijo y sacó un collar que llevaba alrededor de su cuello. Fruncí mi ceño al verlo, Victoria tenía la misma piedra blanca que yo- Albert me enseñó a bloquearlos con la ayuda de la piedra blanca. Esta piedra –acarició la pequeña piedra con sus dedos- no solo impide que nosotros te leamos la mente, sino que puede impedir que ellos entren a tus sueños.

- ¿Qué más guarda esa pequeña piedra? –preguntó con sarcasmo Clar- ¿Es algo así como una piedra mágica o qué?

- Cállate –espeté mirándola de mala gana- tus bromas están fuera de lugar. Entonces –volví a fijar mi vista en Victoria- ¿Tú puedes enseñarme a hacer lo mismo?

- No. Solo el líder fundador puede enseñártelo.

- Entonces vamos con Albert –dije tomando de inmediato la chaqueta se encontraba a mi lado y caminando hacia la salida-

- No tan rápido –me detuvo Erik tomándome del brazo-

- ¿Qué? ¿Hay algo más que deba saber?

- No podemos impedirles que entren a tus sueños, no por ahora.

- ¡¿Qué?! –espeté molesta- ¿Cómo qué no? Soy yo la que...

- Porque sus sueños son premoniciones –dijo Victoria- haz memoria ¿Algo de lo que hayas soñado con ellos se ha vuelto real? Quizás no sea de la misma forma en que lo soñaste pero tienen que haber similitudes.

Contuve la respiración al recordar el último sueño que había tenido con los Selt. Todos estaban muertos, todos a quienes quería estaban muertos. Luego recordé la pesadilla que me hizo volver a Valle Vill. En la vida real había pasado casi del mismo modo que en la pesadilla; las ampolletas habían explotado, el pasillo de la universidad estaba solitario y yo... venía saliendo de una ayudantía con el profesor Carter.

- Dime, ¿Hay similitudes o no? –preguntó Erik-

- Sí –susurré sin prestarle atención-

- ¿Qué fue lo último que soñaste con ellos? –preguntó ahora Victoria, interponiéndose entre Erik y yo- necesitamos saberlo.

- Estaban todos muertos.

- ¿Quiénes?

- Ustedes –murmuré alzando la vista y encontrándome con sus pálidos y sorprendidos rostros producto de lo que había confesado. Ninguno de ellos se esperaba aquello, ni yo tampoco-

Di un paso atrás, afirmándome del respaldo del sillón. Aun no lograba procesar todo lo que había pasado en tan pocas horas, de echo aun me encontraba nerviosa por la pelea que había tenido con los Selt y aún estaba algo sorprendida porque Erik y Max pensaran que Carter era uno de ellos, en verdad estaba muy sorprendida y ofuscada por todo el montón de cosas que me habían confesado en tan pocas horas. Ellos no podían ver a los Selt en su forma real, yo sí. Victoria tenía un hermano mayor y ambos tenían sangre negra. Y ahora... ahora no podía impedir que los Selt entraran a mis sueños porque de alguna forma eran premoniciones de lo que podría pasar. Esto era demasiado, era demasiado para una humana común y corriente como yo.

- Necesitamos un plan –tomó la palabra Clar- necesitamos pensar en algo e impedir que suceda lo que sea que Amanda haya soñado.

- Por supuesto que lo impediremos –bufó Erik- pero primero necesitamos encargarnos de dos cosas. Encontrar a Carter y...

- Y encontrar a Hans –terminó Victoria-

----------

Erik y Noah habían ideado un plan del cual no estaba muy segura si funcionaría, pero no podía negar mi participación. Todo esto lo estaban haciendo por mí, aunque realmente fueran ellos los que estuvieran más en peligro que yo. Por otro lado, Victoria iría a por Hans. Ninguno de nosotros podía acompañarla, ningún humano o Rogenes era bienvenido en las tierras de los Selt.

Media hora después de que se fueran, llegó mi madre junto a mi pequeño hermano sosteniendo una caja de pizza que olía como la maravilla, estaba muriéndome de hambre ya que no había comido nada desde el desayuno y ya estaba oscureciendo.

- ¡Igh! ¡Dios mío! ¿Qué te pasó? ¿Te asaltaron? ¿Estás bien?

Exclamó mi madre prácticamente tirando la caja de la pizza sobre la mesa central sin importarle que casi botara todo lo que se encontraba sobre la mesa.

Maldecí para mis adentros, había olvidado que tenía un par de moretones en mi rostro y que mi tobillo estaba solo un poco inservible. En ningún momento de la tarde se me ocurrió inventar una excusa para mi estado, los moretones y raspones que tenía a la vista de cualquier ser humano, eran imposibles de ser causados por una rutina de ejercicios que era lo que se suponía que iba a tener en la mañana con Erik.

- Estoy bien, no tienes de qué preocuparte –intenté sonreír para quitarle importancia al asunto-

- ¿Cómo no me voy a preocupar si tienes ese aspecto? ¿Te has mirado siquiera al espejo?

Puse mis ojos en blancos y luego me quede mirándola de mala gana, no sabía si tomarme su pregunta como una ofensa o simplemente pasarla por alto. Claro que me había mirado al espejo, no tenía un aspecto tan decente, pero los moretones tampoco eran tan grandes. Todo podía taparse con una capa de base, los raspones quizás se notarían un poco más, pero tampoco era tan grave.

- Mamá no fue nada, en serio.

- ¿Te has accidentado, es eso? –dijo mirándome con suma preocupación-

- No mamá, solo... –suspiré intentando inventar alguna historia que pudiera justificar mi estado- en la mañana, cuando estábamos corriendo con Erik, no me di cuenta y me doble el tobillo y terminé cayendo por una pequeña colina. No es na...

- ¡Mi niña por dios! –exclamó ahora tomándome entre sus brazos y apretujándome en un gesto demasiado cariñoso y expresivo para ella- ¿Dónde tenías tu cabecita, eh?

Volví a mirarla mal al sentirme tratada como si fuera una tonta. Mi cabecita estaba donde tenía que estar, en busca de alguna idea para descubrir si Carter era o no un Selt.

- Ni me digas –continuó sin dejarme responder- ya me imagino que no debes de estar nada de bien. Sabía que esto iba a terminar así –murmuró sin ocultar su molestia-

- ¿De qué hablas? –pregunté frunciendo el ceño. Estaba segura de que ya no hablábamos del mismo tema-

- Hoy he visto a Max junto a otra chiquilla que claramente no eras tú, y –me miró indignada y ofendida- parecían muy cariñosos, y como tú eres mi hija, adivina qué hice.

Abrí mis ojos más grande lo normal al imaginarme la terrible idea que estaba pasando por mi cabeza. No, no, mi madre no podría haber hecho eso.

- Por favor dime que no...

- Por supuesto que sí lo hice –dijo con orgullo- fui y lo encaré. Le dije que cómo se le ocurría engañarte cuando tú has sido tan buena con él y me terminé enterando que ya habían terminado hacía unos días, pero aun así te defendí.

- Dios... -susurré ocultando mi rostro tras mis manos- mamáaaaaa.... –protesté-

- ¿Por qué no me dijiste que habían terminado? –preguntó ahora regañándome-

- Pues...

- Oh, ya lo sé –me interrumpió y posó su mano sobre la mía, dándome un pequeño apretón- no lo has superado ¿Cierto?

No, claro que no lo había superado, y claro que me dolía saber que Max estaba muy tranquilo paseándose por las calles del pueblo junto a otra chica, pero ya no tenía cabeza ni tiempo para maldecirlo y pensar en porqué habíamos terminado. Ahora tenía cosas mucho más importantes de las cuales encargarme.

Suspiré y negué. Era capaz de mentirle a mi madre con respecto a la supuesta superación de mi relación con Max, además no quería recibir unos de sus tantos sermones o consejos sobre que los chicos siempre se van y que ya iba a encontrar a quien fuera el amor de mi vida y bla, bla, bla.

- Está superado mamá, estoy bien –dije sonando lo más segura que pude-

- ¿Lo estás? –preguntó sorprendida-

- Sí –asentí y me obligué a sonreír- estoy bien.

- Oh, eso me parece fantástico. Por cierto –dijo dedicándome ahora una sonrisa ladina- hoy fui a visitar a la madre de Clar y aproveché de inscribirte como candidata para Miss Valle Vill.

- ¡¿Qué?! –espeté sin poder ocultar mi sorpresa-

Madre de Dios, iba a darle un buen puñetazo a Erik por haberle dado la maldita idea a mi madre de inscribirme a ese concurso. ¿Qué iba a hacer ahora? Ni loca me iba a presentar en ese ridículo concurso, ni menos iba a usar bikini, traje de gala o hacer algún estúpido show de entretenimiento para el público y el jurado. No, no.

- Mamá... no tenías por qué hacerlo, sabes que no me gustan esas cosas.

- Pues hoy en la mañana parecías muy convencida de participar cuando lo dijo tu amiguito Erik –dijo haciéndose la ofendida-

- Pero tenía planeado de convencerlo para que no me postulara y...

- Pues ya lo hice –me interrumpió- así que una vez que termines la universidad y salgas de vacaciones, te vienes de inmediato para acá.

- ¿Cuándo se supone que es la primera presentación? –pregunté rindiéndome. Mi madre jamás se retractaba de algo-

- El 15 de diciembre. Te quiero aquí el 13 ¿De acuerdo?

- De acuerdo.

Luego de comer un trozo de pizza junto a mi hermano y mi madre, charlar de algunas cosas que habían sucedido en el pueblo y de intentar convencer a mi madre por última vez que retirara mi candidatura, derrotada y cansada, subí hasta mi habitación dispuesta a dormir.

Saqué mi pijama del cajón y lo estiré sobre la cama al momento en que escuché dos golpes en la puerta. Fruncí mi ceño. El único que golpeaba antes de entrar era Luis pero no lo había escuchado llegar. Me acerqué a la puerta y la abrí lentamente, un tanto insegura.

- Ey, hola –saludó dándome una media sonrisa. Su cabello castaño estaba mucho más largo de lo que recordaba y su barba parecía llevar más de una semana sin ser cortada. Realmente no tenía muy buen aspecto, era como si llevara días trabajando sin tener un merecido descanso- ¿Puedo pasar?

- Claro –asentí y abrí un poco más la puerta para que entrara, para luego volver a juntarla-¿Sucede algo? –pregunté al ver su rostro de preocupación y al notar que tomaba asiento sobre mi cama. Luis nunca venía a mi habitación a no ser que fuera algo realmente importante que quisiera hablarme y que, por supuesto, mi madre no debía de enterarse-

- Tenemos que hablar.

Tres palabras y un solo significado. Lo que fuera que iba a decirme, era algo muy importante y serio.

Yo asentí y me recargué sobre el escritorio.

- Puedes mentirle todo lo que quieras a tu madre sobre esos moretones y raspones que tienes –dijo haciendo un gesto hacia mi rostro- pero a mí no, así que dime ¿Qué sucedió? Todo se ha vuelto un poco intranquilo estos últimos días, algo está pasando porque los Rogenes se están paseando con demasiada frecuencia por el pueblo, cuando sabes que ellos intentan mantenerse lo más alejado posible de nosotros.

Di un largo suspiro. A Luis no podía mentirle. Él era el que más sabía de la existencia de los Rogenes, y por más que mi madre supiera de su existencia, ella no terminaba de aceptarlos completamente, aún estaba algo reacia con ellos e intentaba mantenerse lo más alejada posible, aunque se veía obligada a hacer una excepción con mis amigos.

- No sé si sabes de la existencia de los Selt... -murmuré insegura y noté de inmediato como su cuerpo se tensaba y su ceño se fruncía. Sí, él sabía de quienes estaba hablando- ellos... pues digamos que se han obsesionado un poco conmigo y...

- Y están buscándote –terminó por mí- ¿Desde cuándo?

- Desde hace ya un par de meses –volví a suspirar- han estado apareciendo en mis sueños y hoy... hoy me he encontrado frente a frente con un grupo.

- Amanda, ¿Por qué no me lo dijiste antes? –preguntó mostrándose preocupado- sabes que puedes confiar en mí para lo que sea, y más si se trata de esto.

- Lo sé –asentí- es solo que no sabía de su existencia hasta hace unos días. Creí que eran simples pesadillas y que mi cabeza me estaba jugando una mala pasada, pero todo se volvió algo torcido cuando uno de mis sueños pasó casi idéntico en la vida real.

- Algo sé sobre ellos –murmuró- y no todos son tan malos como los Rogenes los describen, pero aun así intenta mantenerte lo más alejada de cualquier Selt. Aún no es el momento de...

Dijo y entonces de repente guardó silencio como si recién se hubiese dado cuenta de lo que iba a decir. Lo miré frunciendo mi ceño ¿Por qué se detenía? ¿Qué no quería decirme?

- ¿Aún no es el momento de qué? –pregunté curiosa-

- Hay muchas cosas que necesitas aprender todavía, Amanda. Creo que sería bueno que pasaras una temporada con Albert, él podrá enseñarte todo lo que necesites.

- ¿Qué tiene que enseñarme? –pregunté mucho más confundida que antes. No tenía idea de qué estaba hablando, y por alguna razón sentía que algo más me ocultaba-

- Muchas cosas, pero no soy yo quien tiene que decírtelas –dijo y se puso de pie- solo tienes que tener claro que yo siempre protegeré a tu madre y a tu hermano. No te preocupes por nosotros, no dejes que ellos te hagan vacilar de tus decisiones, muchas veces ese es su objetivo, hacer que pierdas el camino de lo que realmente quieres conseguir.

Y antes de que pudiera responderle, abrió la puerta y salió de mi habitación sin decirme nada más. ¿Cómo carajo me decía algo así y luego se iba como si nada? Acababa de dejarme más confundida de lo que ya lo estaba, pero no quería quedarme con la duda picándome a flor de piel, así que unos minutos después abrí la puerta de mi habitación y bajé las escaleras en busca de Luis, pero no estaba por ningún lado.

- ¿Y tu padre? –le pregunté a mi hermano quien se encontraba en el living mirando la televisión-

- Acaba de salir con mamá –respondió sin siquiera mirarme- creo que te dejó una nota en la puerta.

Me acerqué a la puerta principal y, efectivamente, había un post-it pegado que decía:

Con tu madre salimos a dar una vuelta. No tienes de que preocuparte, volveremos en una o dos horas. Cuida de Raúl y no te olvides de lo que te dije, yo siempre los protegeré.

Caí sentada al lado de mi hermano y fijé mi vista en la televisión sin realmente prestarle atención a lo que estaban dando. Mi cabeza no paraba de dar vueltas y pensar en lo que acababa de decirme Luis. Él parecía conocer más de los Selt que yo, es más, el parecía conocer más de los Rogenes, los Selt y de mí que yo misma, ¿Por qué sabía tanto? ¿Tan amigo había sido del padre de Max? Necesitaba averiguarlo más pronto que tarde. De hecho, necesitaba averiguar todo lo que pudiera con respecto a los Selt, porque algo me decía que una vez que ya se habían presentado en la vida real, no iban a dejar de aparecerse frente a mí.

- ¿Cómo te fue hoy en el colegio? –le pregunté intentando mantener una conversación normal dentro de mi vida ya no normal-

- Bien –dijo sin prestarme mucho atención-

- ¿Qué hiciste?

- Tuve una exposición del árbol genealógico de la familia –murmuró-

- ¿Sí? ¡Qué entretenido! –dije animada- cuéntame de qué hablaste.

- Pues –suspiro y al fin se dignó a mirarme y dejar de prestarle atención a la televisión- hablé sobre la tátara tátara abuela. Mamá me contó una historia muy interesante sobre ella.

- ¿A sí? –lo miré curiosa- ¿Qué cosa?

- ¿Sabías que la tátara tátara abuela se enamoró una sola vez y que de ese amor nació nuestro abuelo?

- Nop –negué con mi cabeza- no lo sabía.

- Y eso no es todo –dijo ahora pareciendo emocionado- mamá me contó que la tátara tátara abuela se enamoró de alguien prohibido.

- ¿Un estilo de Romeo y Julieta? –pregunté entretenida-

- No, peor. Se dice que como se enamoró de alguien que no podía ser amado, le pusieron un estilo de maldición.

- Ya –dije aguantando la risa. De seguro que mi madre había inventado todo esto, era tan buena para exagerar las cosas- ¿Y cuál se supone que es la maldición?

- Pues que cuando naciera la primera hija o hijo de la quinta generación, vendrían por este.

- ¿Quiénes?

- Ah pues no sé –se encogió de hombros como si no le importara- la mamá solo me contó hasta esa parte, pero yo creo que deberías de preocuparte por esa maldición.

- ¿Por qué? –solté una risa. Me daban unas ganas tremendas de apretarle los cachetes a Raúl y decirle que era un ingenuo por creer las cosas que decía mamá-

- Porque tú eres la quinta generación de la familia y quizás vengan por ti.

Sin poder aguantarme terminé soltando al fin la carcajada que había estado conteniendo. Incluso, un par de lágrimas cayeron de mis ojos ante lo mucho que me reía. En serio me impresionaba la imaginación que tenía mi madre ¿Cómo se le había ocurrido contarle algo así a Raúl? De seguro que ahora el pobre iba a estar asustado de la supuesta maldición que tenía la quinta generación.

- Pues te recuerdo que tú también eres la quinta generación –dije entre risas-

- Pero la maldición dice que vendrán por el que nazca primero, y esa eres tú. 


****** 

¡Hellouuuuu! Tal y como les prometí, aquí les dejo un nuevo capítulo! Estoy muy contenta porque al fin salí de vacaciones! Siiiiiiii! aunque eso trae consigo una mala noticia :C Como soy una chica 'independiente' en mi hogar por el momento no tengo un internet decente, por lo que me cuesta un montón subir capítulos, pero les prometo que haré todo lo posible para subir un capítulo cada semana, sino, me escaparé a la casa de mi amiga solo para subirles capítulos jajajajaj xDD 


Miles de gracias por todas sus visitas y votos! <3 <3 

El día de hoy quiero dejarles una pregunta que espero que todos quienes lean el capítulo contesten: ¿Qué creen sobre esa supuesta maldición? ¿De quién se habrá enamorado la tatara tatara abuela de Amanda? >< ¡Espero sus respuestas! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro