Francia
Najac, Francia.
Actualidad; 17 de Octubre de 2024.
El matrimonio Min se encuentra desempacando la mudanza. Luego de un largo viaje desde Corea del sur hasta Francia habían decidido descansar tres días, ahora se están más descansados y relajados. Si fuese por Jimin descansaría durante todo el mes, pero su querido esposo es demasiado perfeccionista y quiere organizar todo lo más rápido posible.
Ambos han decidido mudarse a Francia, siendo este el sueño de Jimin luego de casarse. YoonGi aceptó gustoso vivir en Francia, no solo para complacer a su esposo, sino también por el hecho de que las oportunidades de un buen trabajo con un buen sueldo serían mucho más altas que el Corea.
Jimin sonríe limpiando un recuadro; es una fotografía del día de su matrimonio con YoonGi. Se encontraban bajo el altar dando el sí que los uniría hasta el día de su muerte, porqué ellos se aman con locura y están seguros de que por más problemas que hayan en el presente o futuro, su amor es fuerte y romperá barreras inquebrantables.
—Jimin, la comida ha llegado —avisa YoonGi sacando de su ensimismamiento a su dulce esposo.
—Oh, ve colocando la mesa, por favor —pide Jimin colgando el recuadro en la pared.
—¿En qué tanto piensas, Mochi? —inquiere YoonGi caminando a donde se encuentra el rubio.
—En como hemos sobrepasado muchas pruebas en nuestra vida y como nuestro amor solo se fortalece cada día más —comenta Jimin con una sonrisa.
—Cuando haces este tipo de comentarios es porqué te pones en modo sentimental-reflexivo —dice YoonGi con no-tanta-diversión.
—Tonto —ríe Jimin acercándose a él para darle un golpe en el brazo.
—Auch —lloriquea falsamente YoonGi sobando su brazo—. Eres un esposo abusador.
—Eres un exagerado —Jimin vira los ojos y pasa por un lado del pelinegro yendo a la cocina—. ¿Qué has pedido de cenar? —pregunta sacando un par de platos, cubiertos y vasos dejándolos en la encimera para que su esposo los organice en la mesa.
—Sobre todo soy yo el exagerado —murmura YoonGi siguiendo al rubio a la cocina, ayuda a organizar la mesa para cenar—. Fue complicado encontrar algún restaurante con comida coreana, por lo que, decidí rápidamente por pedir un ratatouille.
—¿Ratatouille? —inquiere Jimin confundido—. Suena como la película de Disney.
—Eso mismo me cuestione yo, así que, sacie mi curiosidad y mi hambre en un 2 por 1 —comenta YoonGi con orgullo.
—YoonGi, comiste hace poco de una hora una pizza, tú solo —recalca el rubio con reproche mientras coloca la comida sobre la mesa.
—Oye, no es mi culpa que tú estés a "dieta" —hace comillas—, sabes que no me gusta que hagas eso, con que hagas ejercicio tres veces por semana es más que suficiente.
—Amor, ya hemos hablado de eso —suspira el rubio y se sienta frente a su esposo.
—Si, y ya sabes lo que pienso —determina el pelinegro sirviéndose una buena porción de comida.
—¿Ya has mandado solicitudes a empresas? —pregunta Jimin queriendo cambiar de tema, pues a YoonGi no es algo que le guste mucho.
—Si, estos días me estarán enviando respuestas.
Ninguno dice más y se limitan a comer en silencio. No son más de las 14.30pm cuando terminan de almorzar; Jimin continua colocando los retratos familiares en las paredes y cuando termina, prosigue a colocar algunos objetos de cerámica y porcelana en los estantes de la sala.
Acomoda todo con parsimonia y cuidado, pues son figuras valiosas y piezas únicas. Su esposo es alguien demasiado cerrado y poco sociable, le sorprende aún el recordar como él había sido la primera persona en la que Min YoonGi estuvo interesado, pues según dice su suegra, YoonGi se limitaba a entablar conversaciones cuando era necesario de lo contrario se mantenía en silencio y que jamás presentó formalmente a nadie ante la familia Min, no fue sino hasta que llegó él.
Le causa emoción ser el único que conoce todas las facetas de Min YoonGi: El gatito tierno, el gatito enojado, el gatito emocionado, el gatito triste, el gatito sentimental-emocional, el gatito travieso. Y cada faceta la ama con más devoción.
Jamás imaginó que sus sueños se cumplirían, pues las personas suelen decirle lo iluso que es, lo bajan de su nube soñadora y le obligan a ver lo cruel y brutal que es el mundo. Pero no esta solo, antes tenía que agachar la cabeza e ignorar todo, ahora tiene a alguien que lo defiende a escudo y espada, alguien que lo ama como es, alguien que lo deja soñar mientras le cuida.
Tiene a Min YoonGi.
✟✟✟✟
Jimin esta dichoso, hoy tendría la oportunidad de conocer a todos los vecinos. Es domingo y todo el pueblo tiene la costumbre de asistir a la misa; las féminas utilizan vestidos largos de tonalidades claros o sastres de falda; Los varones utilizan trajes de sastre de tonalidades oscuras. Esto por respeto y costumbre sagrada a la religión.
YoonGi y Jimin no van vestidos de manera casual, Jimin quiere caerles bien a los pueblerinos, quiere que sean bien recibidos y espera que pueda entablar amistades. Quieren impresionar a sus vecinos y eso lo tienen más que claro.
Son las 5.56am y la misa comienza a las 6.10am. Se levantaron temprano para tener tiempo de arreglarse y vestirse con sus mejores prendas.
—¡YoonGi baja ahora mismo! —grita Jimin desde la planta baja colocándose su gabardina de color gris.
—¡Me estoy peinando, joder! —grita el otro de vuelta mientras se arregla el cabello.
—¡Faltan 10 minutos para que inicie la misa! —exclama Jimin buscando las llaves de la casa y del auto—. ¡Si no te apuras te bajo yo mismo!
—¡Ya estoy bajando! —YoonGi parece un niño pequeño que es afanado por su madre para no llegar tarde a la escuela, en este caso es afanado por su esposo para no llegar tarde a la misa. YoonGi le ve algo innecesario asistir, pues ninguno de los dos es religioso.
—Tú conduces —ordena el rubio lanzándole las llaves del auto a su esposo.
—Harás que nos accidentemos —dramatiza el mayor caminando con pasos perezosos a la puerta ya abierta.
—Me estas haciendo enojar, Min YoonGi —advierte Jimin con un tono amenazante.
—Por supuesto, yo conduzco, amorcito —sonríe el pelinegro caminando con la espalda recta y a zancadas hacía el auto.
Jimin cierra la puerta de la casa, coloca seguro por precaución y se dirige al auto. Cuando el matrimonio Min se encuentra en el vehículo, emprenden un corto viaje a la iglesia del pueblo, donde todos están reunidos con sus familias en la entrada de la catedral, esperando que el gran campanario suene.
En el auto Jimin arreglaba su cabello observándose en el espejo de mano, aplica un poco de bálsamo en sus labios haciendo que luzcan más rojizos. YoonGi lo mira de soslayo y bufa.
—¿Por qué te arreglas tanto? —inquiere el pelinegro enfurruñado.
—Quiero dar una buena impresión —responde el rubio guardando el espejo en su cartera—. ¿Crees que nos aceptaran?
—No lo sé y no me importa —el mayor se encoge de hombros—. Francia puede ser un país con grandes oportunidades de trabajo, pero si lo hablamos desde su cultura y costumbres son totalmente retrogradas. No quiero que te desanimes si nos miran mal —dice colocando su diestra sobre el muslo del menor.
—Yo lo sé, pero no puedo evitar emocionarme —suspira Jimin con la mirada decaída.
—Mentalízate y prepárate porqué no sabemos cual puede ser su reacción al ver a dos hombres casados —YoonGi estaciona el auto frente a la catedral, apaga y mira a su esposo—. Intentaremos agradarles, pero no prometo nada.
—Tú eres demasiado callado y serio, quien hablara más seré yo —ríe levemente el rubio.
—Si hablas tú, será casi imposible que les caigas mal —YoonGi besó la rellenita mejilla sonrosada—. Eres un tierno y amistoso mochi.
—Te pusiste meloso —se burla Jimin causando que YoonGi haga una mueca.
—Ugh, bajemos antes de que me arrepienta.
La pareja se quita el cinturón de seguridad y baja del vehículo. Cuando cierran las puertas, las miradas se fijan en ellos de manera instantánea. YoonGi toma la mano de Jimin y la entrelaza con la suya, sabe que su esposo esta nervioso por lo que pueda suceder.
Las mujeres presentes hacen una mueca de sorpresa e inmediatamente la cambian por una de asco completo, quienes tienen hijos varones los toman de los hombros y los apartan detrás de ellas, evitan que vean tal escena repugnante.
Los hombres tampoco parecen contentos con su llegada y sus acciones tan "atrevidas" frente a la casa de Dios. Todos parecen indignados con su presencia y no se disimulan en ocultarlo.
YoonGi inspira con fuerza antes las acusadoras miradas; Ya había luchado contra ello y jamás le causó molestia, sin embargo, Jimin era demasiado sensible para su bienestar y esto no gratifica para nada en el estado en que se encuentra. Siente la mano contraria presionar la suya con fuerza. Normalmente Jimin hacia ello en un acto de confianza, seguridad y apoyo.
Las miradas acusadoras sobre su cuerpo le atemorizan. Vivió aquello en Corea, más sin embargo, supo manejarlo porque con el tiempo se normalizó. Pero aquí, en un país distinto, una ciudad distinta, un pueblo distinto, una cultura, todo distinto, era difícil. Lograba acoplarse bien a su alrededor, no obstante, las miradas despectivas le causaba inseguridad.
Jimin sabe que YoonGi esta molesto, lo nota.
—Yoon...
—Nos vamos.
—Pero...
—Ya viste como nos miraron, nos vamos —determina YoonGi seriamente caminando al auto. No pretende soportar miradas tan indiferentes por algo como lo era su amor y su matrimonio.
Jimin suspira y lo sigue. Puede sentir aún los ojos juzgadores aún sobre ellos. Se siente tan mal. ¿Por qué no aceptaban algo tan bonito y bello como el amor?
—Ugh, solo maricas.
—¿Qué hacen en la casa de Dios cometiendo actos tan imprudentes?
—¡Dios mío, espero no hayan contagiado a mis pequeños!
—¡Homosexuales de mierda, llegan como si nada, enfermos!
—¡Que atrocidad, Dios!
Jimin sube al auto con su cabeza agachada, YoonGi le coloca el cinturón y cierra la puerta, para dirigirse al otro lado. Antes de subir, mira a las personas con una mirada indiferente y despreciable. Odia que hagan sentir inferiores solo porque son gay's o con culturas diferentes.
Quizá venir a Francia no es tan bueno como pensó.
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