PARTE 06
CAPÍTULO 05
Efectos Secundarios
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Romanos 12:21
"miércoles 27 de septiembre del 2017"
En la mañana.
El resplandor no cesaba y ya me sentía como un ciego de esos que sólo sienten la luz, pero no pueden ver nada; la luz comenzó a minimizarse y la claridad hacía su acto de presencia. Mis ojos lograron ver un edificio familiar, aún no se veía todo con claridad, aún había cosas nublosas, se escuchaba el ruido de los autos al pasar y de las personas al caminar. Todo logró aclararse mejor, estábamos en Chicago, para mí era sorprendente, jamás imaginé que este tipo tuviera en serio la habilidad de traerme.
─Te pedí que me llevaras con mis amigos, ¿por qué no lo haces? ─le pregunté.
─Tienes muchos amigos, deberías pensar en el primero que quieras visitar, ¿no lo crees? ─me dijo la muerte.
─Tienes razón. ─Me puse a pensar en quien debía ser el primero, fue algo difícil la verdad, pero ya había tomado una decisión─. ¡Ya se! Llévame a ver a Max.
Tomó su báculo y volvió a golpear el suelo, esa luz volvió a cegar mis ojos, pero el alivio fue que esta vez duró menos tiempo el destello. Aparecimos en una calle, me pareció familiar lo que veía, pero no podía recordar realmente el lugar.
─¿Dónde estamos? ─le pregunté a la muerte.
─Si te das media vuelta puede que lo sepas ─me dijo él.
Le hice caso a la muerte y me di media vuelta, vi a Max, estaba abriendo la puerta de su casa; ya recordé donde estábamos, estábamos fuera de la casa de Max. Yo iba dispuesto a seguirlo, pero de repente Max cerró la puerta, ya no sabía que iba a hacer.
─¡Muerte! Max cerró la puerta ─le dije.
Éste sólo sonrió y me miró como si yo fuera un tonto, pensé que tenía la llave de la casa, pero no, empezó a caminar atravesando la puerta, no se imaginan el pánico que sentí. Me quedé unos segundos afuera petrificado por la acción que había realizado la muerte, en eso asomó su cabeza por la puerta.
─¿No piensas entrar? ─me preguntó.
Este sujeto planeaba causarme un infarto, el punto bueno de todo esto era que no me iba a morir por tener uno.
─Claro que voy a entrar ─Estaba un poco medroso─, sólo estoy esperando el momento en el que pueda digerir esto.
─Está bien, sólo no te tardes, no tenemos toda una vida para hacerlo... ¡Ah verdad! Tú ya estás muerto ─me dijo la muerte de manera zaherida.
Metió su cabeza y yo tan sólo me quedé fuera pensando en lo que pudiera ocurrir; tenía un mal presentimiento. No dudé más y entré a la casa, creí que atravesaría la puerta, pero el tonto de la muerte la abrió, sólo terminé asustado en la sala de Max, éste se levantó del sofá en donde estaba y cerró la puerta. Miré a la muerte fijamente y le dije.
─¡Qué rayos! Ya estaba listo para entrar. ─Yo estaba eufórico.
─Lo sé, pero recordé que no puedes atravesar las paredes.
─¡¿Por qué no?! ─le grité, luego tapé mi boca de manera temerosa, tenía miedo de como reaccionaria Max, él no debía saber que estaba aquí.
─Primero, destápate la boca, no seas idiota, él no te puede oír, segundo, no te responderé la pregunta anterior, es un secreto ─me dijo la muerte con una sonrisa en el rostro.
Al parecer la muerte tenía razón, Max estaba normal, realmente él no podía ni oírme ni verme, era genial, era como tener un super poder o algo así. Estuvimos como 2 horas observando a Max ver la tele, su vida era común y corriente, me di de cuenta que estaba bien, así que decidí decirle a la muerte que fuéramos a ver a otra persona, en eso Max apaga la tele y se dirige a su cuarto, lo noté un poco deprimido y no entendía porque.
─Creo que llegó el momento, se estaba tardando ─dijo la muerte.
─¿Tardando para qué?
─Vamos JD, no creíste que todo estaba normal ¿verdad? ─me dijo él─. La vida es mucho más que ver TNT por 2 horas.
En si la muerte tenía razón, pero había algo que me había extrañado en él y sentí que debía decírselo.
─¿Cómo es que sabes mi nombre? Jamás te lo dije. ─Me fulminó con la mirada como nadie lo había hecho antes en toda mi vida.
─¡Te traje a la casa de un amigo, el cual nunca me diste la dirección, soy intangible e invisible para los humanos, tengo alas en la espalda y uso un báculo capaz de realizar cosas inimaginables para el ser humano y la primera estupidez que sé te viene a la cabeza es saber como se tu nombre, ¿en serio?!
─¡Sí! Quiero saber ¿cómo sabes? ─le dije.
─Tu padre omnisciente me dijo tu nombre y me mostró tu historial, ¿feliz? (Salmos 147:5) (Hebreos 4:13)
La verdad esa respuesta no la entendía, pero creo que eso a la muerte no le importaba, él subió las escaleras y se dirigió al cuarto de Max. Como quería saber de que me estaba hablando la muerte, obvio lo seguí. Ya estando en el segundo piso seguí a la muerte, lo vi atravesar la puerta del cuarto de Max, no tenía pensado esperar a que me abriera, así que intenté cruzar la puerta, pero resulta ser que la abrí de un empujón. Max se sorprendió porque para él parecía como si la puerta se había abierto de la nada, se levantó y la cerró.
─¿No sabes lo que es prudencia...? ─me dice la muerte.
─Perdón... no fue mi intención ─le dije.
─Ya cállate, está sacando el botiquín.
─Es sólo un botiquín de primeros auxilios, ¿qué tiene eso de extraño? ─le pregunté.
La muerte se acercó a mí, puso su mano en mi hombro, parecía un poco contento por lo que seguía a continuación.
─Créeme JD, en esa caja no hay nada curativo ─me dijo.
Me dio un poco de miedo por las palabras de la muerte, no sabía que era lo que iba a pasar y sentía que por su fascinación a el dolor ajeno esto no iba a ser nada bueno. Vi como Max sacaba una jeringa y se inyectaba algo, él parecía verse aliviado; la muerte sólo planeaba asustarme.
─Me dijiste que no había nada curativo ahí y te equivocaste.
─¿Eres estúpido, pendejo o qué? Se acaba de meter heroína, eso no es algo curativo ─dijo la muerte.
─¡Qué! Max se droga...
─Claro, ¿acaso no lo sabías...? ─Me miro como si quisiera zaherirme─. Ah verdad... te acabas de enterar...
Para mí era un poco doloroso que él hiciera eso, no era lo que esperaba ver en Max, él se veía aliviado, pero luego se inyectó otra cosa.
─¿Qué es eso ahora? ─le pregunté a la muerte.
─Es cocaína, este chico es insaciable ─me dijo.
No podía soportar ver esto, corrí rápidamente hacia Max para detenerle, pero no funcionó, intenté sostener su mano para evitar que se inyectara otra cosa, pero mi cuerpo traspaso el suyo como si fuera un simple holograma.
─No puedes tocarlo ─dijo la muerte─, estás aquí como espectador, no como intermediario, ahora siéntate y disfruta del espectáculo.
─¡Esto no es un show de TV! ─le grité─, es mi mejor amigo haciéndose daño, ¿cómo puedes disfrutarlo?
─Vamos JD, yo ya lo sabía, todo mundo lo sabía, tú eres más ciego que Dora la exploradora y la madre de Phineas juntas.
Realmente no tenía tiempo para escuchar las burlas de la muerte, tenía que hacer algo para salvar a mi amigo.
─¡Max! ¡Max! ¡Maaaaax! ─le gritaba desesperado─. ¡Detente, esta no es la manera!
─Pierdes tu tiempo, él no te oye... ya te lo dije, sólo viniste a ver, ¿qué pensaste sobre Max? ¿qué era un muchacho ejemplar? ─dijo la muerte.
─Cierra la boca ─le dije a la muerte─. Tú no tienes ni idea de lo que hablas.
─Claro que sé de que hablo... ¿Sabías que cuando tu amigo tenía 8 años mató a sus padres con un arma de fuego? No sé si fue culpa de él por jugar a los policías o de su negligente padre policía que dejó un arma cargada a la vista de un niño, ¿tú qué opinas? (Éxodo 20:13)
Las palabras de la muerte me dejaron completamente pensativo, jamás imaginé que Max había pasado por algo como eso.
─Jamás dijo nada ─susurre.
─No es algo para sentirse orgulloso, pero no te sientas mal, la culpa no es suya, la culpa es de un estúpido hermano de la iglesia, mira que decirle al muchacho que se iría al infierno por un simple accidente... ahora que lo digo, ¿cómo no se me ocurrió a mí? ─dijo la muerte. (Ezequiel 44:25)
No pude seguir contemplando esta escena y mucho menos escuchando las palabras de la muerte, el simple hecho de querer herirme le parecía fascinante y no estaba dispuesto a permitir que siguiera burlándose de Max; sólo me fui de la habitación...
《¿Cómo te sentirías si tu amigo pasa por algo así y no puedes hacer nada?》
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