CAPITULO ÚNICO
𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐈𝐂𝐎
𝐋𝐎𝐒 𝐓𝐑Á𝐆𝐈𝐂𝐎𝐒 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒
Pete lloró, gritó y suplicó mientras se recostaba en el pecho de Vegas y pedía a gritos que no se fuera mientras lo llamaba. Si hubiera sido otra persona tal vez hubiera huido... Tal vez hubiera corrido muy lejos de ahí, saliendo de aquel encierro psicológico, pero aún así, Vegas ya se había instalado tan ondo en su corazón y se había tatuado en su alma, que era casi imposible separarse de él.
A pesar de lo que pasaron, a pesar del daño que le hizo... A pesar del daño que ambos se hicieron.
En el tiempo que estuvieron separados luego de que él saliera de la casa del lago, pudo ver y entender que Vegas había llegado demasiado ondo en todo su ser. Inexplicablemente, necesitaba sus manos en su cuerpo, sus besos en cada parte de él y la rudeza con la que solo él lo trató... Estaba loco, si. Él, Pete, estaba loco.
Loco y enfermo por un amor tan lleno de locura que no podría llegar demasiado lejos. Pero necesitaba a Vegas, lo necesitaba como si fuera su oxígeno.
Y entonces cuando sintió en sus manos la calidez de la sangre que se estaba derramando del cuerpo de Vegas lo único que pudo llegar a su mente fue que aquel enfermizo amor había llegado a su fin. Ambos habían caído en su obsesión, pero uno de ellos ya habia caido más fuerte y parecía no poder levantarse.
Quiso gritar.
Pedir ayuda.
Buscar algún indicio de que Vegas estaba vivo y no se había ido para siempre de su lado. Lo necesitaba, necesitaba a Vegas...
¿Por qué... Que podía hacer él sin Vegas?
Una mascota necesita de su dueño... Pete necesita a Vegas. Era así de simple.
Ambos se necesitaban, tenían que estar juntos... Vegas no podía irse así, ya él había renunciado a la familia principal por él, podrían irse lejos, muy lejos... Junto a Macau como Vegas quería.
Ya su padre estaba muerto, podían hacer lo que quisieran. Ya no tenían impedimento para ser felices los tres.
¿Entonces por qué Vegas no se despertaba con su llamado? ¿Por qué ni siquiera despertó cuando lo tomo con cuidado de los hombros y recogió su cuerpo para colocarlo en su espalda?
Él solo estaba cansado... Despertaría en unos minutos, cuando Pete encontrará algo para cerrar las heridas de bala.
Por qué Vegas no podía estar muerto.
Él no podía.
Pete sintió la calidez de la sangre y la sensación de algo deslizarse por su espalda hasta manchar toda su ropa. Sabía que era sangre, lo sabía.
Sollozó por última vez antes de levantarse con el cuerpo de Vegas en su espalda para salir de ahí, necesitaban estar a salvo.
Pero aún así, no llego muy lejos. Aún el complejo estaba lleno de guardaespaldas de ambas familias peleando entre si, aún esforzándose y perdiendo la vida por una pelea que internamente ya habia acabado cuando el padre de Vegas acabó muerto a manos de su propio hermano. El pensamiento de qué ya no era parte de nada ahí hizo que apretara la pistola en su mano, aún así él era un blanco para la familia principal por tener un intruso en su espalda.
Pero no le importo nada mientras se abría paso entre los guardaespaldas.
Pete solo podía sentir el cuerpo en su espalda perdiendo cada vez más calidez, el frío del metal del arma en su mano y las ganas incontrolables de matar a cualquiera que se acercara siquiera para tocar a Vegas.
Con eso en mente, no se tentó el corazón mientras disparaba a aquellos compañeros que había tenido por años, que habían entrenado con él, hablado con él y que también habían compartido mesa en el comedor de guardaespaldas. No le importo nada, por qué lo único que lograba ver con sus ojos llenos de rabia y lágrimas eran solo puntos negros que también levantaban sus armas para matarlos.
Minutos después el lugar se llenó de cuerpos esparcidos por el suelo, llenos de sangre y heridas de bala mortales. La pistola en su mano se sentía tibia mientras caminaba con esfuerzo.
Y entonces aparecieron Porsche y Kinn.
Y Pete solo disparó.
Una bala dió en el hombro de Kinn, pero aún así él no se detuvo.
—¡Pete!
Porsche gritó confundido, frunciendo el ceño mientras se resguardaba detrás de una pared y mantenía su arma apretada en su mano. Giró la cabeza para ver a Kinn junto a él, haciendo una mueca mientras apretaba la herida sangrante en su hombro.
Se asomó con cuidado por un instante para ver mejor a Pete, pero aún así fue cauteloso.
Y entonces fue cuando lo vio.
Vio a aquel hombre lleno de sangre en toda su camisa de vestir blanca, con una pistola en la mano y el cuerpo de Vegas sin rastros de aún estar vivo en su espalda. Porsche jadeó, observando la mirada llena de determinación, odio y locura en los ojos oscuros de Pete, y supo que no podía interponerse.
Pete estaba desquiciado por amor, por aquel amor loco que al parecer tenían él y Vegas... Algo que parecía tan enfermizo pero que a la vez, parecia tan leal y hermoso solo para ellos. Algo solo de ellos.
Pete se quitó las lágrimas junto a la sangre de la cara con el antebrazo y siguió su camino a la enfermería, su nuevo destino.
Al menos así era hasta que otro guardaespaldas se interpuso en su camino. Apuntó y apretó el gatillo, pero ninguna bala salió.
Sus cejas se fruncieron.
El hombre si logró disparar y él no pudo salir de su trayectoria. Las primeras balas cayeron en su pecho, la tercera en su hombro.
Asi que mientras caía, con los ojos llenos de lágrimas sin derramar solo pidió que alguna bala no hubiera llegado a Vegas. Trató de proteger el cuerpo del impacto con el suelo pero solo logro que ambos se separaran. El cuerpo de Vegas cayó a su lado con el rostro hacia el cielo.
Igual que como había caído cerca de la piscina.
Él, por su parte, cayó de costado mirándolo. Las heridas ardian, el dolor era inmenso pero mientras extendía una mano para llegar a Vegas pudo ver por el rabillo del ojo como el guardaespaldas se acercaba, su arma apuntandolo.
—Por favor... —Sollozó, tan fuerte y tan desgarrador que ni él mismo pudo pensar que era él. El guardaespaldas se burlo, pateando su cuerpo y mirando con odio el cuerpo de Vegas a su lado. Una llama se encendió en su interior cuando lo vio patear a Vegas. Él simplemente enloquecio.— Si le haces daño... ¡te mataré! ¡¡Te arrancaré las manos, lo juro...!!
Al hombre no le importo la mirada rabiosa en su rostro, ni las lagrimas y la sangre que corrían por su rostro, no le importo la amenaza de un hombre moribundo.
Y disparó a su cabeza sin pensarlo demasiado.
—¡No! ¡¡PETE!!
El rostro de Vegas se llenó de salpicaduras de sangre.
La cabeza inerte de Pete cayó al piso, con los ojos cerrados y la mano extendida hacia Vegas.
Y el guardaespaldas cayó muerto a los pies de ambos, Kinn a un lado de Porsche empuñaba un arma de la que se podía ver un poco de humo salir de ella, tenía los ojos fijos en ambos.
Porsche se acercó a los dos amantes tirados en el piso con rapidez, mirando con ojos angustiados a ambos. Se arrodillo y con manos temblorosas revisó el pulso de Vegas y el de Pete, que al parecer había caído inconsciente por la cuarta bala que habia dado en su pecho.
—¿Estan muertos?
Porsche le dió una mirada a Kinn al escuchar su voz, apretando con fuerza la camisa de Pete.
Su voz estaba llena de urgencia y angustia cuando habló.
—¡Llama a alguien, Kinn! ¡Aún siguen vivos!
Por su parte, y sin que nadie se diera cuenta, uno de ellos había abierto los ojos solo por unos segundos. Todo estaba borroso, y sentía el cuerpo entumecido y adolorido, pero cuando toda la bruma blanca que empañaba sus ojos se fué lo único que pudo ver fue al hombre que se encontraba a un lado de él luego de voltear su cara.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y quiso alcanzar la mano que había quedado a medio camino pero sus brazos no respondieron.
La bruma regreso a su vista, el cansancio llegó y sus ojos volvieron a cerrarse dejando que las lágrimas se derramarán por el costado de sus ojos. El recuerdo del otro hombre tirado en el piso, lleno de sangre y heridas de bala en su pecho quedó en su memoria.
Quería quedarse junto a Pete.
Y por un segundo, Vegas no quiso morir.
ODDINARYZONE 2024
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