Capítulo 18
Capítulo 18 - One And The Same
Cameron abrió la puerta de su apartamento y parpadeó en estado de shock cuando Owen entró. Su hermana se derrumbó en el sofá, temblando por la lluvia fría y por lo que sea que sea que las lágrimas corrieran por sus mejillas también. Cameron corrió hacia ella.
- ¡Gid, trae unas toallas!
Ella tomó las manos frías y temblorosas de Owen entre las suyas.
- ¿Owen?
- Helena - Owen se atragantó. Ella se inclinó hacia adelante para enterrar su rostro en el pecho de Cameron - Es Helena. O Hel.
- Helena...¿Qué ocurre?
- Maté a su bebé. Oh Dios, maté a su bebé.
- ¿Quién es el bebé? - le quitó la toalla a Gideon y secó la cara de Helena. La mujer mayor la rechazó con un gesto. Estaba empapada, no tenía sentido - ¿Quién es el bebé, Hel?
- Mycroft Holmes y Savannah Brooks iban a tener un bebé. ¡No quise matarla, lo juro! ¡Solo debería haber estado enferma! ¡Se habría quedado a pasar la noche en el hospital y eso es todo! Nunca quise decir... Oh Dios.
Cameron la soltó y dió un paso atrás. Ella agarró a Gideon y lo llevó arriba.
- Mamá, ¿Qué está pasando? - se quejó.
Ella agarró una de sus mochilas.
- Consigue algo de ropa, cariño. Necesito que te quedes con la señorita Tarri esta noche.
- ¿Pero por qué? - él la miró mientras lo ayudaba a ponerse el abrigo.
- Porque la señorita Owen está en peligro.
- ¿Es ella realmente tu hermana?
- Mmm. Vamos - ella lo llevó a abajo y miró a su hermana. Ella estaba doblada por la cintura con la cabeza apoyada en los codos sobre las rodillas - vamos - murmuró Cameron. Ella trajo a Gideon al lado y llamó - ¡Oye Terri! Lo siento mucho, pero mi hermana está en un montón de problemas y necesito estar con ella. ¿Puedes encargarte de Gid por la noche?
- ¡Por supuesto! Espero que todo esté bien.
- Sí, ¡Nosotras estaremos bien! ¡Gracias! - Cameron corrió hacia su puerta y la cerró una vez que estuvo dentro - está bien. Empieza por el principio. ¿Qué... - se interrumpió mientras miraba a su alrededor - Owen...quiero decir, ¿Hel? ¡Helena!
Algo se cerró de golpe. Cameron corrió hacia la parte de atrás para encontrar que la ventana estaba abierta. Captó la sombra de Helena alejándose. Un golpe en la puerta la hizo saltar. Corrió a responder y encontró a Mycroft para allí.
- Tu hermana ha estado aquí - murmuró él, mirando a su alrededor.
- ¿Mi hermana?
- ¿No te lo ha dicho? - sus ojos azules se enfocaron repentinamente en ella.
Ella asintió con la cabeza y lo dejó entrar. Él cerró su paraguas y lo dejó junto a la puerta. Mientras se quitaba el abrigo, la miró mientras ella trataba de no inquietarse. Sus ojos se dirigieron a la ventana.
- ¿Ella acaba de irse? - preguntó en voz baja. Ella asintió - Hm...no importa. La veremos mañana.
- ¿Qué?
Mycroft se sentó con un suspiro y procedió a contarle todo. Ella escuchó con horror, odiando que finalmente le arrojaran la verdad. Ella había intentado con todas sus fuerzas separar estos eventos de su hermana, pero ahora no había forma de escapar. Mycroft la miró mientras hablaba. Le habló del ultimátum que Owen le estaba imponiendo ahora.
- Helena - dijo ella de repente.
- ¿Perdón?
- Su nombre es Helena Carter.
- Ya veo...y en base a tu apego a ella, ¿debo asumir que te negarás a ayudarme?
Cameron se movió hacia otro lado. Sacudió la cabeza.
- Te ayudaré con una condición.
Él parpadeó lentamente, esperando.
- No la lastimes.
Él suspiró y se sentó, pensando. Ya tenía un plan, era simplemente una cuestión de lograr que ella estuviera de acuerdo.
- Muy bien.
- Entonces, ¿Por donde empezamos?
*
- ¡Señor Holmes! Qué bueno verle.
Mycroft se quitó el abrigo y lo colgó del gancho junto a la puerta. Había asumido que Helena volvería a la casa y allí estaba. Su seguridad esperaba afuera, rodeando la casa y escuchando su señal.
Helena estaba jugando un videojuego en su televisor, aunque él no se había dado cuenta de que era dueño del sistema de juego.
Ella lo detuvo y lo miró expectante.
- No ha habido resignación - parecía decepcionada.
El negó con la cabeza y asintió hacia la computadora portátil que estaba en el suelo junto a ella.
- ¿Toda tu información sobre mí está ahí?
Ella asintió y la abrió, mostrando un documento esperando ser enviado a tantas cuentas, había una barra de desplazamiento solo para verlas todas.
- ¿Querías bajar con un estallido?
Él abrió la puerta.
- No, tengo una propuesta en la que podrías estar más interesada.
Sus cejas se levantaron cuando entró un hombre que sostenía un gran bulto con forma de cuerpo envuelto en una tosca manta. Lo dejó caer al suelo y el bulto gritó.
Mycroft hizo una mueca. Él hombre se fue.
Helena se puso de pie lentamente y se acercó al cuerpo. Sus ojos se elevaron para mirarlo y él asintió con la cabeza para que siguiera adelante. Ella le dió una patada al cuerpo con una bota.
- Yo no haría eso - murmuró él.
Arrodillándose, apartó la manta, gritando horrorizada cuando se encontró con los ojos muy abiertos de Cameron.
- ¡Cam! ¿Qué le hiciste?
Mycroft miró a Cameron, sintiendo el remordimiento crecer en él. Se habían reunido en su piso para repasar el plan, pero ella no estaba segura de su participación en él. Estaban en el coche cuando se !o contó.
- ¿Confías en mí? - le preguntó él.
Sus cejas se habían juntado y ella se había alejado.
- Sí...¿Por qué?
Él le había mostrado tres jeringas en el bolsillo de su traje y sacó una, quitándole la capa.
- Esto va a doler. Pero juro que sé lo que estoy haciendo.
- ¿Qué es? - sus ojos se habían ensanchado.
- Solo confía en mí.
Ella apartó la mirada y cerró los ojos. Ahora, mirándolos, sus ojos suplicaron que el dolor se detuviera. El tratamiento había sido una mezcla de parálisis y bloqueador hormonal. Sus endorfinas no podían hacer nada para ayudar, la adrenalina estaba bloqueada. El fuego corría por sus venas e incluso el roce del aliento de su hermana en su piel la hacía como ninguna otra cosa.
Él imaginó que se parecía mucho a la retirada de heroína y opio de Sherlock. Ella no podía hacer nada para calmar el dolor y como había ido a funcionar, él la envolvió en la manta y la arropó contra su pecho mientras ella temblaba y gimoteaba dentro de su traje. Probablemente no había ayudado en absoluto, pero al menos todavía no lo había mirado enojada.
Helena pasó las manos por los brazos de Cameron y le tomó el pulso. El cuerpo de Cameron permaneció indefenso y flácido, pero los gemidos subieron por su garganta y las lágrimas se derramaron.
La respiración de Helena ya no era regular y le temblaban las manos. Ella miró a Mycroft.
- ¿Qué le hiciste? - siseó ella.
Él se encogió de hombros.
- Me preguntaste si todavía sentía algo por ella. Supongo que puedes tomar esto como tu respuesta. Ella es útil solo en lo que respecta a tí. Un simple brebaje. El antídoto es...poco probable que tenga algún efecto.
- ¿Por qué? ¿Qué quieres?
- Que todo esto termine - dijo él con calma. Levantó una memoria USB - tienes menos de seis minutos para borrar todo lo que tienes conmigo, usando este programa.
- ¿O?
Él sostuvo una jeringa en la otra mano.
- O Cameron no recibe el antídoto. Comenzará a convulsionar. Le provocará dificultad respiratoria y finalmente fallará. Temblará y se asfixiará en tus brazos. A menos que te des prisa.
Cameron lo miró con los ojos muy abiertos. La suya permaneció plana y su voz indiferente. Helena miró a su hermana.
- Savannah - susurró ella.
Él sonrió lentamente y vio un escalofrío recorrer su espalda.
- Sí, calculando el tiempo. Y cuando terminemos aquí, me aseguraré de que sufras en mis manos lo que le has hecho a mi hermano. ¿Qué te parece? - consultó su reloj - rápido ahora. Ella no tiene mucho tiempo.
Ella le arrebató la memoria USB y se quedó insegura junto a la computadora portátil. Cameron gruñó de repente y luego se calló. Helena saltó hacia su computadora portátil e introdujo la unidad USB. Mycroft se arrodilló junto a Cameron y se inclinó para susurrarle al oído.
- Intenta relajarte, cariño - él le inyectó una fuerte dosis de sedante. Lo suficiente para darle el toque final al truco. Ella gimió y él la hizo callar - terminaré en un momento, solo cierra los ojos. Te lo prometo, estarás bien.
Él se puso de pie justo antes de que Helena lo mirase.
- ¿Qué hace? - ella asintió con enojo hacia su computadora portátil.
- Escaneará su computadora, así como cualquier red a la que se haya conectado y eliminará cualquier información que me pertenezca. Mi equipo creó un pequeño algoritmo ingenioso para esto.
Ella le mostró la computadora portátil.
Purga completa.
Él sonrió y le tendió la última jeringa.
- Gracias - sacó su teléfono y se alejó cuando Helena se arrodilló junto a Cameron y le dió la última dosis, sin saber que esta era solo solución salina.
Él le escribió un mensaje rápido a Anthea y se volvió hacías las dos mujeres en el suelo. Ahora esperarían. Los ojos de Helena se posaron sobre Cameron, observando con pánico como el cuerpo de su hermana pequeña se relajaba y sus ojos asustados se cerraban. Helena buscó el pulso. Jadeó cuando el pecho de Cameron no pudo levantarse de nuevo.
Las lágrimas se derramaron y se echó hacia adelante sollozando.
Mycroft miró su reloj y soltó un chasquido.
- Un minuto demasiado tarde.
Helena se lanzó hacia él y le atravesó la piel con las uñas. Él se apartó bruscamente y la apartó mientras ella alcanzaba su garganta. Sonriendo levemente, la tiró cuando la puerta fue pateada. Sus hombres se apresuraron a agarrarla y esposarla. Dos más recogieron a Cameron y la sacaron. Ella estaba respirando de nuevo. Mycroft la miró y luego se volvió hacia Helena, inclinando la cabeza.
- Estás tan dispuesta a matarme, ya veo - murmuró él.
- ¡Ella tiene un hijo, bastardo! - ella sollozó - ¡Era mi hermana! He pasado mi vida protegiéndola y ahora ella...
- Bien - intervinó. Ella se congeló - ella está bien. El tratamiento fue apenas mortal y fue dosificado cuidadosamente para su cuerpo y salud - él asintió con la cabeza a sus hombres - asegúrate que esté bien sujeta hasta que esté listo para lidiar con ella.
- Señor.
Él la miró.
- Nunca me engañé creyendo que era un buen hombre, Señorita Carter. Ahí fue donde se equivocó.
Él salió. Una ambulancia se alejaba con Cameron a salvo dentro. Él se metió en su coche y asintió con la cabeza a su conductor. Siguieron a la ambulancia hasta uno de los hospitales preferidos de Mycroft. Una vez que Cameron estuvo estable, despierta y relativamente cómoda, fue a verla. Ella lo miró a través de una neblina inducida por la morfina. Una cánula corrió hasta sus fosas nasales y un goteo intravenoso corrió hacia su brazo izquierdo. Él se sentó en la silla a su lado y tomó su mano flácida entre las suyas. Su piel se calentó lentamente y sus dedos den envolvieron alrededor de los de él.
- Ella está viva, contenida de forma segura y seguirá siéndolo - habló él en voz baja.
- ¿Segura para quién? - graznó Cameron.
- Para ella y para nosotros - su pulgar le frotó el dorso de la mano con pereza y él suspiró - me aseguraré de que no esté lastimada. Por tu bien.
Ella sonrió débilmente y cerró los ojos.
- ¿Gideon?
- Está de camino aquí.
Sus sonrisa se ensanchó.
- Gracias - susurró ella.
Él suspiró en silencio, deseando que ella no estuviera tan dispuesta a perdonar. Ella debería odiarlo por todo esto. Por causarle dolor, por quitarse de encima a su hermana...nunca debería haber aceptado trabajar con él después de que casi deja morir a su hijo. No estaba bien. Era demasiado amable y más de lo que se merecía y Dios, él necesitaba que ella lo perdonara. Él hizo para ponerse de pie. Era demasiado peligroso quedarse aquí. Él no podía hacer esto de nuevo.
Cristo, Sherlock tenía razón. Él no podía manejar un corazón roto y ciertamente no podía correr el riesgo de nuevo.
Su mano apretó la de él.
- Dijiste...¿qué sentías algo por mí? ¿O no? No sé, no estaba pensando bien.
Él la estudió, mordiéndose el interior de su labio mientras pensaba en ello. Podría mentirle como le había hecho a Helena...si ella nunca supiera, tal vez podría olvidar y seguir adelante.
- Algo como eso.
- ¿Cuál es?
Levantando su mano, le besó el dorso de la palma.
- Tal vez en otro momento.
- ¡Mamá! - Gideon irrumpió justo a tiempo.
Empezó a trepar a la cama, empujándola dolorosamente para Cameron. Mycroft lo levantó y lo ayudó a acomodarse suavemente sobre el colchón. Él sostuvo el brazo del niño.
- Cuidado, ahora. Tu madre está sufriendo, así que debes ser amable con ella - Gideon asintió - cuida de ella, ¿quieres? Me temo que yo no puedo.
- Okay.
Cameron miró a Mycroft con el ceño fruncido.
- ¿Adónde vas?
Él se abrochó la chaqueta y se detuvo junto a la puerta.
- Creo que es mejor si mantengo la distancia.
Ella lo miró con ojos inusualmente suaves que enviaron una sensación demasiado peligrosa martilleando en su pecho. Había una pequeña inclinación de preocupación en sus labios.
- Respetuosamente no estoy de acuerdo, señor. Tenemos cosas que discutir.
Él pensó por un momento, queriendo declinar, queriendo aceptar y luego maldiciéndose a sí mismo y asintiendo con la cabeza.
- Sí, señora.
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