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Capítulo 3|¿Duele menos?

Dedicado a: DesthenyGutierrez dioneXDDDD mili_chinis Marelin311 @andreahn992 ladykristhen Seungminista_pro harukiaoi2005 BerryQueen183 MayHernandez052

🍓 Danoninos y Papitas 🍟

🫧✨Muchas gracias por sus votos, comentarios y el apoyo ✨🫧 
Espero disfruten la lectura.

El viernes a las ocho de la noche llegué a casa de los Kim portando mi mejor traje, no era que me importara mucho el baile, pero tenía una reputación que mantener como uno de los estudiantes con mejor estilo de la moda. Más que importarme lo que los demás pensaran, lo hacía por gusto propio. Siempre era cuidadoso con mi apariencia como en mi higiene personal, no soportaba tener un aspecto asqueroso ni desalineado, me agradaba tener mi propia esencia. ¿No se trata de eso la juventud? ¿De descubrir quien eres y aceptarte tal cual eres?

Fui recibido por la abuelita Kim quien me invitó a pasar a la sala para esperar en lo que Dan terminaba de arreglarse. El sonido de la tetera hizo a la abuelita Kim regresar a la cocina por lo que al quedarme sólo me dispuse a observar las fotos colocadas sobre una repisa encima de la chimenea.

Hubo una específicamente que llamó mi atención, la foto estaba doblada a la mitad, de modo que Únicamente podías ver la mano de un adulto unida a la de un niño pequeño. Supuse que era Dan. Lucía bastante diferente a la actualidad, no parecía tan lúgubre en cambio era adorable.

El sonido de las escaleras rechinando me hicieron devolver el portarretratos a su lugar, y voltear a mirar al enemigo
número uno de mi paciencia. Sabía que no podía esperar mucho de él aunque tampoco pensé que elegiría un traje de tan mal gusto color amarillo patito.

Antes de poder siquiera decir algo al respecto, su sonrisa iluminó su rostro. Sabía que aunque ese fuera el traje más horrendo que haya visto, para él era lo más hermoso que alguna vez alguien haya diseñado.

Una vez que estuvo frente a mi estiró ambos brazos a los lados, alzó un poco el pie izquierdo y se dio la vuelta como una princesa presumiendo su vestido. Pero él era el príncipe de tontolandia.

Sólo por esta vez decidí dejarlo pasar. Era una noche especial, no tenía por qué arruinarlo con mis comentarios atinamos. Su traje no es tan malo después de todo...

—¿Y bien? ¿Qué opinas?— Preguntó.

—¿El término enfermo mental significa algo para ti?— De acuerdo, fuí incapaz de reprimir mi humilde opinión.

Ahora entiendo por qué mi madre decía que yo debería andar con Bozal. ¡Cielos santo, era un Monstruo!

—No es mi problema que no entiendas lo fabuloso que luzco en este traje— De nuevo me modeló con mucho orgullo.

Me sentí aliviado de no haber arruinado su estado de animo.

—Dame tu muñeca— Pedí.

Él obedeció, primero estiró su brazo derecho donde portaba un reloj que a primera vista parecía bastante costoso.
No parecía su estilo. 

—La otra muñeca.

Dan alzó su brazo izquierdo en el cual le até un ramillete de una rosa azul.

—¡¡Es precioso!!— Pegó un salto. Me seguía sorprendiendo que estuviera bastante eufórico por cosas tan simples.

—Claro que es precioso, yo lo elegí— Procedí a sacar de mi bolsillo la misma flor, pero en forma de broche—. Para andar combinados compré también este boutonniere. Hace juego ¿No?

Dan no me respondió, tomó el broche de mis manos y lo colocó en mi pecho. Después deslizó suavemente su dedo índice por los pétalos de la rosa como trazando una caricia. Sus juguetones ojos cruzaron con los míos, creo que sentí el piso sacudirse debajo de mi pero mis piernas no se doblaron.

—Creo que te queda de maravilla.

Me costó un poco procesar esas palabras debido a que fueron dichas
en coreano. Sabía que provenía de Padres Coreanos aunque como en todo este tiempo conversábamos en inglés pensé que no hablaba el idioma de su ascendencia. Aquí en california hay demasiados jóvenes cuyos padres pertenecen a otros países, pero criaron a sus hijos aquí por lo que tienen la nacionalidad. La mayoría no se toma el tiempo para aprender el idioma de sus padres pues al ser el ingles el idioma universal lo ven como algo innecesario.

—¡Se ven fantásticos juntos!— La abuelita interrumpió... Lo que fuera que estuviera pasando entre nosotros—. Dan, cariño, antes de que te vayas ¿Podrías cerrar la ventana de la cocina? Sabes que está demasiado alta y ya no alcanzo a cerrarla.

—Claro, vuelvo en un minuto.

Noté que la abuelita se traía algo entre manos, LITERALMENTE porque agarró mi mano y discretamente me metió en los dedos un par de billetes arrugados.

—Son ocho dólares, sé qué no es mucho, pero cómprense un helado o cualquier cosa que les guste. Por favor jovencito, cuida de mi nieto esta noche.

Sentí que no me merecía su confianza, mucho menos su dinero, ni esa sonrisa dulce que me dedicó como si fuera el mejor hombre en el universo. No era capaz de entender por qué ella creía que alguien como yo era diferente al resto de jóvenes idiotas. Era alguien que únicamente invitó al baile a su nieto para complacer a su madre.

De pronto me sentí como la peor
basura del planeta, no era quien ella creía, era alguien falso, un hipócrita.

—Ya cerré la ventana abuela.

Tan pronto hizo acto de presencia su nieto, guardé rápidamente los dólares en mi bolsillo, sabía que si la abuelita me los había dado a escondidas era para que Dan no se enterara.

En el Vehículo no intercambiamos palabras, en ocasiones daba rápidos vistazos para asegurarme que aún continuaba respirando. Estaba tan callado y calmado que parecía un muerto.

—Me gusta el reloj en tu muñeca.

Simplemente lo mencioné para romper el hielo, no era que tuviera interés en ello. Parecía que no había mejor tema de conversación porque de inmediato el rostro de Dan se iluminó.

—Me lo compró mi abuelita, son para ocasiones especiales como esta.

Debí imaginarlo, se veía nuevo además de moderno, por lo menos su abuela tenía mejor gusto que él.

Llegar tomado del brazo con Dan causó demasiado impacto en las personas. Las miradas nos perseguían a medida que avanzábamos por el salón de baile casi como si hubieran visto a Jackson de la mano de Freedie Mercury.

Creo que nadie esperaba eso
a juzgar por sus reacciones; los de primer año dejaron caer sus vasos con ponche, el peluquín del profesor calvo salió volando, el Dj dejó de tocar y la
la maestra alcohólica arrojó la botella por la ventana como si hubiera bebido demasiado al punto de alucinar.

Sentí como los dedos de Dan se aflojaban en un intento inseguro por soltarme del brazo. Discretamente me dejó de sujetar, dejando su mano lejos de mi aunque al darme cuenta lo tomé desprevenido al envolver mi brazo al rededor de su cintura.

—¡¿Qué haces?!

—¿Tú por qué me soltaste?

Dan bajó la mirada apenado como un niño que acaba de cometer un error, y teme expresarlo.

—Temía que lo malinterpretaran.

—¿Y qué si lo malinterpretan? ¿Te da vergüenza que me vean contigo?

—¡No! No es eso— Alzó su rostro mostrándome su desesperada mirada—. Que tú seas mi acompañante es casi como un sueño para mi.

En verdad no entendía que le pasaba hoy a Kim Dan, estaba diferente, tenía más expresiones de las habituales y lo que más me preocupaba era el color rojo creciendo en sus mejillas. Creí haber visto mal por lo que pasé un mechón de su cabello detrás de su oreja, él se estremeció con el contacto.

—Mis orejas son sensibles, no las toques—Suplicó cubriéndolas como un conejo al que siempre le jalan sus orejitas.

—Hoy estás demasiado tierno ¿Sabías?

Al caer en cuenta de lo que había dicho quise morderme la lengua, creo que la palabra "tierno" jamás la había usado con nadie, no existía en mi diccionario. ¿Por qué la palabra tierno definía a un hombre? ¿No debería ser sinónimo de mujer? En este baile había tantas bellas damas observándome mientras yo tenía mis ojos puestos en Dan y sus orejitas. ¿No era eso ridículo?

Lo que lo hizo más incomodo fue la falta de respuesta de Kim, él se quedó congelado. No tuve de otra más que escapar momentáneamente.

—Iré por ponche.

¿Ponche? Odiaba el ponche.
¿Puedes creerlo? Jaekyung tomando ponche, era una imagen extraña como cuando ves a un adulto pedaleando un triciclo. ¡Simplemente No!

Me desvíe de la barra de bebidas a la de postres, opté por poner en un plato un par de pedacitos de pastel de chocolate que asumí que a Dan le encantarían. Ya quería ver su carita de emoción cuando me vea llegando con los postres. Seguro que sus mejillas se llenarán tanto como las de un hámster, y me tentaba la idea de pellizcarlas.

Estaba tan asumido que apenas fuí capaz de escuchar la voz de un sujeto que nunca había visto en mi vida.

—Te gustan las cosas extremas ¿eh?

—¿Qué?

—Me refiero a que es muy valiente de tu parte poner en juego tu reputación viniendo al baile con Dan.

Entonces lo examiné. Vestía un traje celeste con una visible mancha de tinta en la manga, una triste corbata gris y su camisa blanca estaba amarillenta de la zona del cuello. Dan era más pulcro en su aspecto, no se podía comparar.

—Tú si que eres muy valiente viniendo con ese aspecto ridículo— Mencioné.

Al pecoso pelirrojo se le borró su expresión altanera, convirtiéndose ahora en un gesto irritado.

—Si hablamos de atuendos ridículos, tu acompañante se lleva el primero lugar.
¿No te da vergüenza tener que llegar al mismo lugar junto con él? Es espantoso— Aclaró su tono de desprecio, a la vez que miraba al hombre de traje amarillo sentado al fondo del salón, viendo a las personas bailar—. ¿Por qué no mejor te deshaces de él? ¿Y me sigues a mi casa? Si te gustan los hombres puedo dejarte hacer conmigo lo que sea.

Bajé mi mirada hacia su mano que descaradamente tocaba la hebilla de
mi cinturón, jugando a desatarla.

—¿Me dejarás hacerte cualquier cosa?— Esbocé una amplia sonrisa a la par que lo tomaba de la parte trasera del cuello.

—Cualquiera, cariño.

Y dado su permiso, empujé su cara contra el enorme pastel de vainilla provocando que del peso se viniera abajo toda la mesa de postres. El ruido escandaloso de las charolas chocando contra el suelo llamó la atención de los profesores, y algunos alumnos, el resto continuó bailando debido a que por el sonido de la música no se enteraron de nada.

Obviamente los profesores me acabaron sacando del salón de baile, me regañaron en el pasillo en lo que el resto acompañaban al otro a limpiarse la cara y curar su nariz sangrando— Si es que estaba sangrando— Según yo no lo aventé tan fuerte.

—¿Se puede saber que sucede contigo, Joo Jaekyung? Lastimaste a uno de tus compañeros, y no me interesa lo que te haya dicho, la violencia no es la forma de resolver las cosas. Echaste a perder la comida también ¿No sientes un poco de pena? Tus actos impulsivos son lo..

—Si el problema es la comida entonces yo mismo lo recompensaré, el dinero no es algo que me falte. Sé que estuvo mal ser violento pero aún así no pienso disculparme con él.

El profesor me apuntó con el dedo.

—¡Esa actitud tuya es lo que más me molesta! No eres capaz de reconocer cuando cometiste un error, tu gente siempre es así; soberbia y cínica.

—¿Mi gente?— Alcé una ceja incrédulo por la tremenda basura que acababa de escuchar.

—Sí, ustedes los chinos no han traído más que problemas a nuestro País. Les permitimos vivir aquí y son todos unos malagradecidos, problemáticos que no hacen más que arruinar la reputación de los buenos americanos. ¡Y no digas que no! Te vi llegar del brazo de Kim Dan, ¿Cómo se les ocurre manchar de ese modo el prestigio de esta escuela? ¡Dos hombres como pareja de baile! ¡Que escandalo! ¿Cuándo se ha visto eso? Es una aberración aunque claro.. era de esperarse de alguien como tú.

Apreté mi puño con fuerza hasta que mis nudillos se volvieron blancos. No era la primera vez que una persona me insultaba por mis raíces Asiaticas.

—No creo que deba escuchar el sermón de alguien tan estúpido que piensa que todos los Orientales son chinos. Usted es la persona que arruina la reputación de "los buenos americanos" con su racismo, xenofobia, y falta de educación. Deje de autoproclamarse como algo que no es porque grábese algo Profesor Fitz; Jamás será mejor que yo.

Lo siguiente que sentí fue un ardor intermitente espandiéndose en toda la zona izquierda de mi mejilla a medida que el dolor crecía. Sería una mentira decir que me sorprendió recibir una cachetada. De hecho me hizo gracia.

Me solté a reír—¿Acaso no dijo que la violencia no es la forma de resolver las cosas? Al final de cuentas usted es un hipócrita.

El profesor me miró con rabia y desaprobación. Era bastante notorio que herí su orgullo e hice tragarse sus mismos consejos. La discusión se había terminado desde que me puso un dedo encima, por lo que regresó al salón casi corriendo. Supongo que le remuerde la conciencia saber que sí era ese pedazo de imbécil.

—¿Jaekyung?

Lo último que me faltaba, Dan apareció por la puerta, llegó en el momento más inoportuno, y claro que se dio cuenta de la marca en mi mejilla.

—¿Qué te sucedió? ¿Estás bien? ¿Te duele? ¿Te peleaste con alguien?

Quité su mano de mi rostro— ¿Por qué asumes qué soy yo quien se peleó con alguien? ¿Por qué todo mundo piensa que soy yo el que inicia las peleas?

A estas alturas me encontraba exasperado, apunto de estallar por la rabia que hervía en mis venas. Era un sentimiento nuevo, uno que me hacía perder los estribos y convertir cada una de mis palabras en cuchillas mortales.

Dan retrocedió de mi asustado. Creo que nunca había visto esa mirada en su rostro, parecía desconcertado por una faceta mía que desconocía. Que lastima, yo no era quien él creía—si es que claro tenía una buena impresión de mi— Era un idiota que actuaba por impulso. Tal vez no era muy diferente de la gente de la que suelo quejarme. Una vez molesto soy incapaz de mantener la calma, yo sé que es un problema real, sé que es algo que debería comenzar a tratar, pero no sé como suprimirlo. No estoy orgulloso de ello aunque tampoco me victimizo.

Y ahora aquí estaba lidiando con mi ira interna, haciendo pagar a Dan por mis severos problemas de control. No se lo merecía, debía alejarme de él antes de ser más hiriente.

—Voy a salir un minuto a tomar aire.

Dan me detuvo de la manga.

—¿Por qué no mejor salimos de aquí?
No tenemos que necesariamente estar en el baile, es aburrido ¿No lo crees?

—¿Estás seguro? No tienes que hacerlo por mi, solamente necesito un minuto para despejar mi mente y...

—No quiero, creo que cualquier lugar en donde podamos estar juntos y ser nosotros mismos estará bien además la música es mala y un idiota tiró la mesa de postres.

Sonreí al saber que era ese idiota.

—¿Te gustaría ir conmigo a una fiesta?

Perdí a Dan.

Habían pasado tres horas desde que llegamos a la fiesta de Polly, al inicio estuvimos juntos conviviendo, pero al cabo de no sé cuantos minutos lo perdí de vista. La última vez que lo vi estaba mojando sus pies cerca de la piscina en lo que yo iba a la cocina por unas sodas. Entonces me intercepto Jackie; Una de mis tantas admiradoras y la fantasía de cualquier chico de mi edad. Decir que era atractiva era insuficiente como para describir su belleza, especialmente sus ojos verdes en los que te podías perder fácilmente.

Se decía que Jackie únicamente aceptaba salir con los chicos más guapos de la escuela, era toda una cazadora, y yo era su presa ahora.

Sabía que lo que Jackie sentía por mi no era un interés romántico, no me amaba aunque no estoy seguro de si lo sabe o lo confunde con la atracción física. Tal vez esa era una de las razones por las cuales no me sentía interesado en ella. Claro que era preciosa, pero para mi no tenía sentido salir con alguien a quien no le encuentras más cualidades que su físico.

Creo que antes podía al menos dudar por Jackie, pero las horas que estuve con ella fueron aburridas, no poseía una personalidad interesante ni un tema de conversación entretenido.

Todo el tiempo estuvo coqueteando conmigo, pegada a mi, rozando mi mano con sus dedos y aprovechando para tocar cualquier otra parte de mi cuerpo con la excusa de tropezar. Me resultó extraño no sentir nada por sus caricias, no me revuelve el estómago, ni pierdo la respiración al contemplar sus labios rosados. Quizás he desarrollado cierta inmunidad al afecto femenino.

Comencé a caminar por toda la casa en busqueda de Dan, ella me siguió pese a decirle que no hacía falta. En el primer piso no se encontraba así que subimos al segundo donde me puse a checar de cuarto en cuarto, algunos se olvidaron de poner el seguro por lo que gritaron cuando los atrapé en el acto. No me inmuté, ni me afectó en recibir sus insultos. Seguí buscando a Dan.

Al final del pasillo encontré al imbécil de Tobías junto con su pandilla hechos bola como si acorralaran a alguien. No tuve que ver más para saber que en el medio estaba Dan. Tiré de la camisa de unos cuantos para apartarlos, tal como mi instinto me lo dijo encontré a Kim Dan apoyado en el hombro de Tobías.

¡¿Lo estaba abrazando?!

Aquella escena me causó repulsión.
Mi primera reacción fue apartarlo de Dan, me daba asco ver como le tocaba la espalda baja mientras él recargaba todo su cuerpo en el suyo. La cabeza de Kim aterrizó contra mi pecho al tirar de él hacía atrás, fue entonces cuando noté  el potente olor a licor provenir de su cuerpo.

Estaba ebrio, no se podía poner de pie sin mi ayuda, si lo dejaba de sostener seguramente se derrumbaría.

—¡Tranquilo, hermano!— Alzó las manos Tobías como si fuera inocente—. Lo acabamos de encontrar tirado en el suelo, parece que el Nerd no sabía que el agua de horchata contenía alcohol.

Examiné rápido a Kim, no era capaz ni de levantar los párpados pese a seguir consiente. Entonces desvié la mirada a una zona abajo de su barbilla, algo en mi interior se sacudió al notar que en su cuello había una marca. Pensé que era mi imaginación jugándome una mala broma hasta que Jackie lo confirmó.

—¿Es eso un chupetón?

Lo era, esa mancha roja que se extendía por su cuello lechoso aún conservaba el color indicando que había sido recién hecha.

Tobías soltó una irritable carcajada.

—Estábamos jugando, tú sabes como somos los hombres Jaekyung, él estaba inconsciente y decidimos hacerle una broma. Imagina su cara mañana por la mañana cuando se vea al espejo, creerá que tuvo suerte con una mujer, cuando se entere que fue un hombre se va a...

Cerré su boca de un puñetazo, causando que del impacto su cuerpo se doblara y tuviera que sostenerse de la pared donde salpicó gotas de sangre.
Jackie gritó del susto a la vez que el resto corría a las escaleras para no recibir la misma paliza que Tobías.

—Perdón, yo también estaba jugando, ya sabes como somos los hombres, no te lo tomes personal Tobías— Apliqué su misma lógica antes de echarme a Dan sobre mi hombro y llevármelo lejos.

No podía llevar a Dan en ese estado a su casa, a la abuela le daría un infarto. Lo mejor era esperar a que se le bajara el alcohol, en caso de que no ocurriera lo llevaría a dormir a mi casa donde le tendría que explicar a mi mamá mi falta de responsabilidad y con suerte me castigaría dos semanas sin auto. Honestamente merecía el castigo, me sentía culpable por no cuidarlo, de haberlo hecho Tobías no se habría aprovechado de él.

Dejé a Dan sentado en el asiento de copiloto, Jackie insistió en quedarse conmigo así que nos sentamos en el cofre del auto para poder vigilar de cerca a Kim en caso de despertar.

—¿De casualidad ese chico ebrio es tu medio hermano o un pariente tuyo?— Preguntó Jackie sin quitar la mirada de las estrellas a la vez que se llevaba la lata de cerveza a la boca.

—No.

—¿Entonces es tu amigo? No quiero ofenderlo pero él no parece para nada alguien con quien te juntarías.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No está a tu nivel.

—¿Y tú sí?

Ella frunció el ceño.

—¡Me preocupa tu reputación!

—Ahora resulta que todos saben lo que es mejor para mi— Sonreí con ironía.

—No creo que lo mejor para ti sea seguir cerca de un chico que arruina tu imagen. Me contaron que fuiste al baile con él y que le destrozaste la cara a un chico que te dijo un par de verdades sobre Kim Dan. Si te juntas con él por lastima entonces mejor detente ahora.

—Pretenderé que no escuché eso— Bajé del cofre, al dar vuelta me percaté que Dan ya se encontraba despierto aunque con la vista perdida como si estuviera aún somnoliento.

Rápidamente abrí la puerta del copiloto para inspeccionar su condición, él me lanzó una sonrisa débil que hizo doler mi corazón y sentirme el triple de culpable.

—¿Estás bien?— Pregunté.

Él no me contestó, simplemente se trató de bajar del carro sin razón aparente, le traté de ayudar pero debido a su falta de coordinación perdió el equilibrio y tropezó con Jackie quien se encontraba a un lado mío. Accidentalmente le tiró la lata de cerveza encima de su blusa.

—¡Oye, Fíjate!— Retrocedió alzando ambos brazos sin quitar la mirada de la enorme mancha de licor en su ropa.

—¡Está ebrio, no fue su intención!— Sostuve a Dan para apoyarlo contra mi pecho a la vez que le dedicaba a Jackie mi voz más hostil—. No tienes por qué ser tan exagerada, fue un accidente, no lo hizo intencionalmente.

El hámster en mis brazos tembló, alzó su barbilla y me miró con sus ojitos de niño inocente.

—¿Hice algo mal, Jaekyung?— Usó una dulce voz que combinado con el efecto del alcohol me resultó irresistible no palmear su cabecita redonda.

—No hiciste nada malo.

—¿Entonces por qué me grita?

—Está loca.

Jackie botó la lata en protesta.


—¡¿Qué demonios pasa contigo, Jae?!

Dan se volvió acurrucar contra mi pecho como tratando de refugiarse.

—¡Me da miedo!

—Entonces vámonos— Lo volví a subir al auto, le abroché el cinturón y con un ligero movimiento le acomodé el fleco.

—¡Oye, Jaekyung!— Jackie me tomó del brazo tratando de regresarme a ella—. Pensé que pasarías la noche en mi casa, mis padres no están y tu amigo parece ya estar bien para regresar a su casa. Paremos esta absurda pelea y...

De repente sentí que algo me tiraba de la orilla de mi camisa, al bajar la vista me encontré a Dan con su mirada de cachorro y sus tres deditos halando de mi camisa.

—¿Me vas abandonar?

De nuevo me agaché para pellizcar sus mejillas, eran tan suaves como la última vez que las toque.

—No te abandonaré.

Jackie se exaltó— ¡Pero Jaekyung!

—Jackie no lo repetiré. Me quedaré con Dan, puedo llevarte a tu casa si quieres, pero no me quedaré contigo.

—¡No necesito que me lleves!— Pateó mi neumático como protesta.

Y hecho eso regresó a la casa de Polly que desde donde estábamos todavía se podía ver el techo a pesar de los altos árboles. Pese a no ser una grandiosa amiga o la mejor persona, todavía me preocupaba su seguridad por lo que esperé a que entrara.

—¿Qué te pasó en la mano?

La voz de Dan hizo que volviera a prestarle atención. No sabía a que se refería hasta que vi manchas de sangre en mis nudillos. No era mía, era del idiota de Tobías.

—Me resbalé y me corté— Mentí.

—¿Te duele?

—Un poco.

Dan besó mis nudillos.

—¿Duele menos?

—Sí, duele menos.

Comenzaba a gustarme su lado ebrio.
Y para mi desgracia o fortuna lo lleve a mi casa esa noche.

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