Capítulo 1| Invitación.
1985
Burbank, California.
En la vida de un estudiante de decimo grado habían muchas cosas que podían considerarse importantes como fugarte de la escuela para ir al concierto de tu banda favorita, besarte con la persona de tus sueños o revelarte contra el sistema educativo.
Los jóvenes estaban fascinados por las fiestas, el alcohol, las chicas, y viajes en amigos. Nadie le dedicaba más tiempo del asignado a los estudios. La mayoría deseaba que la campana sonara para salir huyendo al centro comercial.
Recuerdo perfectamente mi última semana de clases del 85, todos en el salón se pasaban notas en secreto mientras el profesor anotaba algunas formulas en el pizarrón. Los papelitos eran chismes que te avisaban quien se iba a declarar a quien. Era casi como una tradición.
En el mundo de los estudiantes existían ocasiones especiales para declararse, se decía que tenían más posibilidades de ser aceptados aunque en realidad todo era cosa de presión social. No era algo con lo que estuviera de acuerdo, pero lastimosamente muchos lo hacían.
El evento tan esperado era el baile de graduación que se realiza a finales de cada año, claro que los que van para universidades tienen dos bailes, pero siempre el primero es para todos los grados. Otra tradición escolar.
Los baños de mujeres eran un caos, todos sabíamos que era el sitio más seguro para las damas, pero también era su guarida de chismes y escándalos. Más que prestarse el labial era donde compartían información acerca de los chicos que les gustaban o donde otras chicas les advertían sobre las jugadas secretas de los hombres. No importaba cuanto tú como hombre te esforzaras por ocultar tu enamoramiento, alguna de ellas lo sabría. Juraba que te podían leer la mente.
Volviendo al tema, todos estaban demasiado emocionados por el baile, algunos ya se habían atrevido a invitar a su crush, otros no encontraban valor, algunos rechazados, y otros se habían resignado a la idea de bailar con la persona de sus sueños.
No es por presumir, pero en mi caso era distinto. La ventaja de ser popular era que podía darme el lujo de elegir a último minuto una pareja de baile. Yo era el que recibía propuestas en forma de cartas en mi casillero. No tenía que darme prisa, puedo asegurarles que si la chica había quedado de ir con otro al baile, le cancelaría sin problemas con tal de ir conmigo.
¿Soy demasiado arrogante?
¡No lo niego!
Quizás mi falta de humildad fue lo que provocó que el cielo me castigara con una valiosa lección que aprendí aquel año del 85. El comienzo de mi destino ocurrió durante la cena familiar.
—Esta mañana me encontré con la abuela Kim en el Supermercado— Fue
mi madre la que inició el tema con su clásico tono entusiasta por contarme su día aunque yo estaba más centrado en la película que se reproducía en el mini televisor de la cocina.
—Ajá— Atiné a responder.
—Me contó que le preocupa su nieto. Dice que lo ha notado decaído y con falta de apetito.. ¿Cómo se llamaba ese chico? ¡Oh sí, Kim Dan! ¿Sabes algo de él? Toman clases juntos ¿No es así?
—Creo que sí.
No lo sabía, yo siempre me sentaba en la parte de atrás del salón con el único fin de conversar a escondidas. Pese a tener una vista amplia de todo el salón nunca les prestaba atención a menos que me hablaran.
—¿Sabes si tiene amigos?
Su pregunta me hizo reír, casi me atraganto con el puré de papas.
—Seguro no— Respondí.
Ese chico no era exactamente alguien capaz de hacer amigos, en realidad los jóvenes parecían huir de él cada vez que se acercaba como si respirar el mismo aire que él fuera contagioso.
¿Qué era lo que los ahuyentaba? Su aspecto desalineado en conjunto con la triste apariencia de su cara. La mayoría se burlaba de sus ropas desgastadas con hoyos, y generalmente eran una talla más grande por lo que se veía mal.
La escuela estaba cerca del suburbio por lo que era imposible no conocerse aunque fuera de vistazo, claro que eso tenía sus contras pues las personas se enteraban con facilidad de todo lo que hacías en tu día a día. Se sabía que Kim Dan vivía únicamente con su abuela en una casa deteriorada en la cual se solía decir que estaba embrujada.
—Tengo una idea, ¿Por qué no van juntos al baile de graduación?
Dejé de comer. No tenía pruebas pero tampoco dudas de que esa fue la peor idea que se le pudo ocurrir a mi Madre desde su nacimiento.
—¡¿Qué?!
—Creo que podrías ser su amigo, podrías ayudarlo a sentirse incluido en el grupo. Las personas tímida necesitan un empujoncito para conectar con los demás.
—Mamá, no voy hacer obra de caridad. ¡Es es estúpido!
—¡José Javier!
—¡Mamá!
Odiaba que me llamara por ese apodo, significaba que estaba verdaderamente molesta. Mamá rara vez se enojaba.
—No te he educado para ser descortés con las personas. Cuando yo llegué a Estados Unidos fue difícil para mi, no conocía el idioma, y los americanos se burlaban de mi por ser Mexicana. No tenía a nadie en quien apoyarme, tuve que abandonar a mi familia para poder ganar más dinero y poner pan sobre la mesa. Tu padre que en paz descanse fue el primer hombre que no se burló de mis raíces ni mi pobreza. Al igual que él quisiera que siguieras su ejemplo.
Su discurso me cerró la boca e hizo sentirme humillado. Volteé a mirar el retrato de Papá colocado en la pared de la sala de estar, desde donde estaba lo podía ver sonriendo a la cámara o tal vez a mi... justo como lo hacía antes de fallecer.
Papá era un hombre asiático que se enamoró de Mamá en cuanto la vio. Era mi héroe, mi ejemplo a seguir y la idea de decepcionarlo era insoportable.
—De acuerdo Mamá, haré lo que digas.
(Momento para apreciar el banner ☺)
Cuando cayó la noche busqué en el directorio su número, descolgué el teléfono pegado a la cocina y marqué. Estuvo sonando un tiempo, demasiado tiempo, tanto que me desesperaba. No estaba acostumbrado a esperar, cuando marcaba a alguna chica dicha alzaba el teléfono al instante como si anhelara mi llamada.
Entonces sucedió. Escuché su voz.
—Hogar de los Kim, ¿en qué puedo ayudarle?
Me aclaré la garganta.
—Um.. Hola soy Joo Jaekyung, hijo de la señora Joo.
Hubo un incómodo silencio después. Pensé que respondería con un "¿Joo el chico popular y guapo? ¿A qué debo el honor de que me llames? No creo ser digno de cruzar palabras contigo"
Pero todo lo que recibí fue un...
—¿Marcó el número equivocado?
Eso me hizo enojar.
—¿Crees que soy demasiado idiota como para equivocarme de número?
—Nunca dije eso.
—Entonces calla y escucha. Decidí que iremos juntos al baile de graduación así que renta un traje bonito, pasaré por ti a las ocho de la noche en mi auto.
Entonces me colgó.
¡El maldito infeliz me colgó! ¡A mi! Jaekyung el todo poderoso, el yerno
que toda madre quería para sus hijas.
Con la poco dignidad que me quedaba volví a marcar su número mientras en mi mente imaginaba que traspasaba el teléfono para ahorcarlo.
Ring~ Ring
Ring ~ Ring
¡RESPONDIÓ!
—¡No hablo con drogadictos!— Gritó.
Y otra vez me colgó.
¿Creía que estaba drogado?
Tal vez era cierto, tal vez estaba demasiado psicodélico como para andarle rogando que vaya conmigo al baile de graduación. ¿Podían creerlo? Un ser esculpido por los mismos dioses estaba humillándose por un mortal.
Dignidad y paciencia son dos cosas que no tengo así que tomé las llaves de mi vehículo y conduje hasta su maldita casa. A mi nadie me dice que NO.
Su jardín era un desastre, la hierba estaba muy alta, mis pies se hundían con cada paso que daba. Rodee la casa en lugar de ir a la puerta delantera. Al llegar atrás noté que provenía una luz de la ventana del segundo piso. Trepé por un árbol, salté hacia el tejado en mal estado y me acerqué.
¡Ahí estaba él! Usando un suéter holgado que ni su propia abuela se atrevería a usar. Era espantoso.
Golpeé su ventana a la vez que retrocedia para evitar ser visto. Se levantó de la cama y fue a verificar, en cuanto abrió la puerta me impulsé para entrar por la fuerza. Dan pegó un salto del susto seguido de un grito femenino.
—¡Un ratero! ¡Se metió un ratero! ¡Abuela trae la escopeta!— Gritó.
No sé que era más indignante que me llamara ratero o que creyera que en su casa había algo de valor para robar.
Le cerré el paso antes de que pudiera escaparse por la puerta. En cuanto me vio fijamente noté el terror en sus ojos.
—¡¿Tú?!— Tomó una lámpara larga de piso con la cual empuñó como arma y la agitó hacia adelante de modo que guardara mi distancia—. Retrocede maldito, no dejaré que te robes el ropero de la abuela.
A estas alturas no sabia quién tenía la percepción de la realidad más alterada.
—¿Dan? ¿Cariño está todo bien?
Entonces escuché las escaleras rechinando indicando que su abuela estaba subiendo al segundo piso. Dan trató de alejarme de la puerta, supongo por temor a que lastimara a su abuela. Lo esquivé sin problema y me apresuré a girar la manija. Entonces detrás de la puerta apareció la Señora Kim. Noté la sorpresa en sus ojos.
—¡Oh cielos, Joo Jaekyung! Me diste un susto, pensé que eras un extraño— De inmediato ocultó detrás de su espalda la escopeta que tenía en las manos—. Que bueno verte por aquí, veo que creciste estos últimos meses.
Traté de ignorar que casi me mete un plomazo y le sonreí.
—Y usted sigue siendo tan hermosa cada día, Señora Kim— Respondí con agilidad.
—Eres tan astuto, muchacho— Soltó una risotada—. Veo que eres amigo de nuestro Dan, por favor cuídalo mucho en la escuela, me preocupa que pase dificultades.
—¡Abuela!— Intentó intervenir su nieto
—Me ocuparé de él, lo prometo— Di mi palabra junto con una sonrisa engreída que le lancé a él.
Dan se estremeció.
—¿Viniste a jugar con Dan? Si vas a quedarte más tiempo te prepararé un chocolate caliente junto con mi receta tradicional de bollos de canela.
Adoraba la dulzura de esa mujer, era como mi madre en cierto modo. Era tan calida, encantadora e imposible de no querer.
—Aprecio sus buenas intenciones, pero se me hace tarde para llegar a casa, solo vine para decirle a Kim Dan que pasaré el viernes por él para ir al baile. Somos amigos después de todo, y una fiesta no es lo mismo sin él.
Aproveché para abrazarlo del hombro como unos verdaderos "Bros", creo que la acción le sorprendió tanto que hasta dejó caer la lámpara. Nunca antes vi a su abuelita tan contenta, hasta me hizo sentir mal por mentirle, ella quería un amigo para su nieto y yo estaba siendo un insensible con dobles intenciones.
Una vez aclaradas las cosas, Dan me acompañó hasta donde estacioné mi vehículo. Pensé que discutiría sobre ir conmigo a la fiesta, pero no lo hizo, no debía ser muy inteligente para saber que accedía con tal de contentar a su abuela.
Estaba apunto de subir al vehículo cuando su suave voz me detuvo.
—¿Por qué me invitaste al baile?
—¿Qué quieres decir?
—¿Estás enamorado de mi?
—Oh sí claro Dan, no sabes lo mucho que me excita la idea de follarte contra el ropero de tu abuela. Es mi fetiche más personal, lo juro.
Se cruzó de brazos como mi madre lo hacía quizás por enojo o para cubrir la mancha de pintura de su suéter.
—No hace falta ser tan sarcástico.
—Como sea, da igual.
—No somos cercanos.
—¿Qué?
—Dije que no somos cercanos así que no entiendo por qué me invitarías a menos que esta sea una nueva manera de intimidar.
—¿Cuándo te he intimidado?
Lo juro, en la escuela apenas le dirigía la palabra— Si es que alguna vez lo hice — entonces mucho menos lo tocaría.
Dan no me respondió, se quedó en silencio no sé si porque era cierto o simplemente decidió ignorarme.
Estaba abriendo la puerta del carro cuando de pronto su mano la detuvo. Noté que estaba nervioso como si no pudiera aún dejarme ir por algo que pasaba en su mente.
—Espera.. Tengo mis condiciones.
—¿Me vas a condicionar a mi? ¿Sabes cuántas personas quisieran tener una oportunidad conmigo y aún sabiéndolo te atreves a ponerme condiciones? ¿De verdad valoras tu vida?
—Tú eres el que quiere ir conmigo, si no te parecen mis condiciones entonces no iré— Se defendió.
—¡Bien! ¿Qué quieres?
—Seguiremos la tradición escolar, me darás un ramillete bonito cuando pases por mi.
—¿Qué no eso es para niñas?
—Yo quiero uno— No sé si era consiente de como sus mejillas se hincharon en protesta. Parecía un hasmster.
—¿Algo más que quiera la princesa?
—¿Podemos combinar nuestros trajes?
—¿Por combinar te refieres a usar la misma marca? Porque no te alcanzará para rentar un Saint Laurent. Y dudo mucho que te dejen entrar a la tienda, tendrás suerte si te dejan mirar desde afuera.
—A veces siento que te morirías si dejaras de ser clasista por un día.
—¿Qué sentido tiene la vida si no puedes ser clasista?— Acepté con orgullo mi privilegio.
Él me miró con cierto asco.
—Saltemos mejor lo del traje.
—¡¿Tienes más peticiones?!
—Una última.
—¿Cuál?
—Te lo diré ese día.
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🍓DANONINOS Y PAPITAS 🍟
✏ Gracias por leer este primer capítulo. Pensé que escribir a un Jaekhyung en los años 80's sería muy interesante. Espero disfrutaran la lectura.
✏ Comenten si desean que el próximo capítulo les sea dedicado.
✏No sean tímidos en enviar mensajes. Siempre hago mi tiempo para responder ✨
✏Si desean hacer un Tiktok del libro o mencionarlo en alguna red social lo pueden hacer. Como siempre les agradezco su apoyo. 💜✨
🫧Charlize.
Deja tu voto o mañana
tu casa amanece toda plomeada.
Atte: La abuelita de Dan.
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