9. Un largo día
Gracias a jazmin-rod por la sugerencia musical
Muchas noches Sophie había soñado con estar entre los brazos de Esteban, que él la abrazara, la besara, la llevara de la mano; sin embargo, tenerlo todo el tiempo pegado a ella le causaba incomodidad.
Esa tarde había salido poniendo excusas a su padre. Y por un momento se arrepintió. Sólo había pasado un día desde que se arregló con Esteban y ya se sentía un tanto hastiada. Él aprovechaba cada momento para besarla. Sophie perdió la cuenta de cuantos besos recibió ese día y ninguno le causó una sensación en especial. Lo peor era que Ian se le venía a la cabeza a cada momento, logrando que se mantuviese distante y distraída, más de lo habitual, en su cita con Esteban.
El susto que Ian le había causado esa tarde seguía dando brotes de adrenalina en su sistema. Ese chico se le hacía más extraño cada vez, parecía tener múltiples personalidad haciéndolo totalmente indescifrable.
A Esteban no pareció molestarle mucho que Sophie se encontrase distante, o al menos no lo demostró. Los momentos en que ella lograba despejar su mente, se mentalizaba que por fin había conseguido uno de sus sueños, aunque de una manera u otra Ian lo estropeaba de nuevo. Era novia del chico más popular y apuesto del colegio, con quien había soñado innumerables ocasiones ¿De qué podría quejarse?
***
—Sophie ¿dónde estabas? —le preguntó su padre de forma serena en cuanto ella entró por la puerta principal.
—Ya te dije, hacía un trabajo en casa de un compañero que no conoces —respondió un tanto nerviosa mientras su padre la contemplaba serio desde el sillón.
—Qué extraño, conozco a todos tus compañeros de curso.
Sophie se sintió más nerviosa, a veces se le olvidaba que su padre era la máxima autoridad en el colegio, no había forma de mentirle respecto a asuntos escolares.
— ¡Salí con unos amigos! No soy una niña para que andes vigilándome, tampoco debo darte explicaciones de lo que haga —lo confrontó esperando salir del paso, a expensas de llevar un regaño y un buen castigo.
— ¿Saliste con Esteban verdad? —Increíblemente su voz no perdió la misma serenidad de antes. Su hija permaneció callada, rogando que él no supiese acerca de la relación que tenía con el muchacho—.Te lo prohibí Sophie, son pocas las cosas que te prohíbo y aun así me desobedeces. —Se levantó del sillón y se aproximó a la muchacha, quien todavía no retiraba la mirada del suelo.
— ¡No es justo! —Alzó la vista con una mezcla de enfado y tristeza—. No me has dado un motivo real por el que no pueda salir con él.
—Ya te dije, es muy mayor.
—No es tan mayor, además tú eres seis años mayor que Thaly y empezaron su relación cuando ella cuando tenía casi mi edad. ¡No tienes moral para decirme nada!
—No soy tan mayor —dijo nervioso pasando las manos por su cabeza—. Además es diferente, eran otros tiempos y... fue una situación especial... —inventaba excusas mientras Sophie cruzaba los brazos triunfante, no había mejor recurso que echarle en cara la diferencia de edad que él llevaba con su madre.
— ¿Qué pasa? —Thaly llegó de la calle y tanto Sophie como su padre declararon una victoria asegurada pensando que ella se pondría de su lado.
—Dile a Sophie que no puede salir con ese chico Esteban —dijo más como una orden.
— ¿Por qué no?
Sophie miró a su padre pretenciosamente.
— ¿Verdad que no tiene nada de malo? —le dijo con dulzura aproximándose a abrazarla.
—La verdad ni idea, no lo conozco —dijo desinteresadamente, lo único que le importaba era que los bebés dejasen de moverse en su vientre, estaban inquietos y ella también.
—Es un chico de último curso que no me gusta nada y seguro quiere aprovecharse de mi pequeña.
— ¡No soy pequeña! —expresó Sophie molesta, soltando a su madre y apretando los puños.
—Arréglenlo ustedes —les dijo Thaly saliendo de la habitación, no tenía ánimos de meterse en una discusión que seguramente no iría a ningún lado, y sobre todo odiaba que la metieran en medio e intentaran que se parcialice.
Ambos la miraron disgustados y luego volvieron a confrontarse. El corto silencio fue interrumpido cuando Nicolás estrechó a su hija fuertemente contra su pecho.
—Por favor Sophie, no lo veas más, no voy a castigarte, es que ese chico en verdad no me agrada nada.
La muchacha lo empujaba inútilmente queriendo tomar aire. Cuando su padre se dio cuenta de que la asfixiaba, la soltó.
—Está bien, no lo veré más —dijo entrecortadamente, devolviendo el oxígeno a su cuerpo, cruzando los dedos por detrás de la espalda.
No le gustaba desobedecer ni mentir a su padre, al menos no lo hacía con frecuencia, pero no podía dejar que él fuera un obstáculo entre ella y quien consideraba el amor de su vida.
***
Casi había olvidado por completo el extraño comportamiento de su compañero cuando llegó al aula en la mañana. Paró en seco al verlo en su lugar y retrocedió un paso. Quería negarlo, pero Ian le causaba miedo.
—No voy a morderte —le dijo el muchacho sin mirarla, mantenía la vista clavada en el ave que cantaba en el marco de la ventana.
La chica permaneció quieta a causa de la desconfianza, no se animaba a preguntarle por sus acciones del día anterior, no sabía cómo reaccionaría.
—Perdón si te asuste ayer —soltó de golpe, todavía sin voltear a verla.
Sophie se sorprendió bastante, debía ser su imaginación pues era increíble que Ian se disculpara con ella. Algo extrañada tomó asiento mientras la incómoda situación parecía invadir el aula de una forma casi palpable.
— ¿Puedo saber qué te pasó? —preguntó intentando no demostrar interés.
—Soy bipolar y olvidé mis medicamentos —habló casi interrumpiéndola. No era verdad, simplemente era impulsivo y se exaltaba con facilidad. Estaba consciente de ello y era algo que intentaba controlar, mas no quería cargar a Sophie con explicaciones que sólo conducirían a un interrogatorio.
Con la declaración de Ian, Sophie creyó que todos los extraños cambios de humor del muchacho, se debían a su "condición mental" y en cierta forma se sintió más tranquila.
***
Durante los primeros periodos Ian ni siquiera le dirigió la mirada. Por algún extraño motivo, Sophie se sentía culpable de algún hecho desconocido. Él le daba la sensación de encontrarse en un distante y frío estado por su culpa.
La extraña sensación terminó cuando el maestro de biología les devolvió sus trabajos. Sophie recibió su hoja con un enorme diez; un par de semanas atrás, eso le hubiese causado una tremenda alegría y enormes ganas de exhibirse, sino fuera porque sabía que Ian tendría la misma nota y algún sobresaliente.
— ¿Ian qué sucedió? este trabajo no tenía la calidad de los otros —dijo el profesor con preocupación mientras le devolvía el trabajo, el cual lucía un nueve en la parte superior.
Sophie imaginó una brillante luz y un coro celestial al ver la mueca de incredulidad que su rival tenía en ese momento.
La felicidad inflamó su pecho, por primera vez sacaba una nota superior a Ian. Sin duda era algo que debía disfrutar. Antes de salir le dejó una nota al muchacho y se dirigió al depósito de deportes, era su turno de mofarse.
***
— ¿Qué pasa? —le preguntó con tono aburrido después de cerrar la puerta tras de sí.
Como sospechaba, Sophie casi emanaba el olor a la victoria cuando le extendió su trabajo.
—Saqué diez ¿y tú? —preguntó con sarcasmo.
Él curvó los labios y se aproximó a ella.
—Tal vez te dejé ganar —dijo apoyando las manos en la mesa sobre la cual Sophie estaba sentada.
—Tal vez solo tuviste una racha de novato y ya se terminó. Soy mejor que tú, este es sólo el comienzo, prepárate para ver tu nombre en segundo lugar —dijo arrogante, aproximándose a él, clavando la mirada en sus ojos verdes.
Tragó saliva con nerviosismo al darse cuenta de la proximidad, y una sensación en su pecho que la incitaba a eliminar el minúsculo espacio existente entre ambos. Se dio cuenta de que Ian pensaba de la misma forma cuando sintió nuevamente sus labios y esa maldita sensación de calidez.
Tal vez lo había hecho a propósito: encerrarse a solas con él en ese pequeño lugar, posiblemente porque quería sentir un beso suyo nuevamente o, sólo quería comparar, tener otra oportunidad para despejar la duda que rondaba su cabeza desde su primer beso con Esteban.
Tenía razón, Ian besaba bien, besaba tremendamente bien. Después de separarse la culpa y el espanto reemplazaron la hermosa y agradable sensación de segundos atrás. Era novia de Esteban y acababa de besar a otro chico. Ella jamás había pensado que sería capaz de algo así. Se sintió horrible consigo misma. Los besos de Ian eran como licor, la embriagaban ese momento y luego surgía el malestar.
Dándose cuenta de lo que había hecho, empujó al muchacho y se fue corriendo de ahí.
***
Volvió a toparse con él la siguiente clase, Ian hacía de cuenta que nada había sucedido. Sophie lo agradeció. Mejor si ambos actuaban como si nada, aunque su conciencia no la dejara en paz ni un momento. También agradecía el haber quedado de acuerdo con Esteban el pretender no conocerse en el colegio, todo para no elevar sospechas en el director y el hermano de Sophie, quien no dudaría ni un instante en acusarla o tomar medidas propias.
***
Ian decidió saltarse el almuerzo ese día. Tenía muchas cosas que pensar; aún estaba incrédulo ante la nota que había sacado en biología. Aunque esos días había estado demasiado ocupado y no había tenido tiempo para dedicarle a sus estudios, jamás había sacado un nueve.
Mientas cambiaba la canción en su celular, alguien lo volteó bruscamente. Miró con fastidio hacia Esteban, y no supo cómo reaccionar ante la amenazante mirada que él le lanzaba.
—Mantente alejado de mi novia —le advirtió sujetándolo del cuello de la chaqueta.
Por un momento se le ocurrió que Sophie le había contado sobre lo ocurrido en el recreo, pero cambió de parecer, ella no sería tan tonta como para confesarle a su novio que se había besado con otro chico.
—Sé más específico ¿Cuál es tu novia? —preguntó con cinismo.
—Tú sabes quién.
—La verdad no estoy seguro, esta semana creo que te vi con cinco o seis chicas de diferentes cursos, tendrás que darme más datos.
Esteban aflojó su mano un momento y luego la volvió a apretar.
—Sophie es mi única novia y he visto que siempre la andas rondando. No quiero verte ni a diez metros de ella ¿Me oíste? Es mía y ni te atrevas a tocarla —lo amenazó furioso.
Ian levantó una ceja, no se explicaba por qué a ese chico se le había ocurrido amenazarlo de pronto, tal vez hacía lo mismo con todos los chicos del salón de Sophie.
—Eso va a estar difícil, estamos en el mismo salón y nuestros asientos están contiguos.
—Pues cámbiate, no quiero que nadie se le acerque, cuando me aburra de ella podrás quedártela, mientras tanto ni la mires.
— ¿Y si no qué? —habló con sarcasmo, esperando que terminase su amenaza.
—Puedo hacerte la vida miserable hasta fin de año, y tengo amigos en cursos inferiores que se encargarán de ello cuando ya no esté —lo soltó con un empujón e Ian metió las manos en sus bolsillos, sonriendo de medio lado ante su amenaza.
No le veía el caso a pelear por una chica que lo odiaba, así que simplemente resopló y dio media vuelta hacia el patio, haciendo creer al otro chico que había salido victorioso.
***
Sophie también había saltado el almuerzo. Esa tarde saldría nuevamente con Esteban y no sabía si tendría el valor para enfrentarlo. Encerrada en el baño abrazó sus rodillas, cavilando la situación en la que se encontraba. Había engañado a su novio. ¿Cómo podría tener un romance de novela si ella se comportaba como la villana? Y nada habría sido tan confuso si es que no fuese que le gustaba más besar a su enemigo que a su propio novio. Como si fuera posible se sintió peor, ya hasta sentía pena por Esteban, quien tenía una novia que no lo merecía.
***
El día había sido eterno para Ian y todavía no terminaba. Al final del último periodo entró al vestidor de varones para cambiarse la ropa de deportes; materia en la cual se había reivindicado frente a Sophie, ganándole con seis goles contra dos jugando fútbol.
Fue el único de su clase que permaneció un poco más de tiempo, dándole vueltas a los diversos asuntos del día que aún no pretendían abandonar su mente. Un grupo de chicos de último cursó entró segundos después que los de cuarto. Ian agradeció que Esteban no se hubiese percatado de su presencia, no tenía ánimos para otra confrontación. Antes se había detenido, pero en ese momento estaba seguro que no se contendría si él otro chico lo incitaba a una pelea.
El grupo de jóvenes se sentó en un banco, mientras sacaban y guardaban cosas. Ian permanecía detrás de otra fila de casilleros, a punto de irse, cuando su curiosidad pudo más al escuchar que hablaban de Sophie.
—Enserio Esteban, ¿cómo lo haces? Eres mi ídolo, lograste a la inalcanzable —lo felicitó un chico rubio.
—Te dije que no hay chica que no pueda conseguir, sólo hay que ser como ellas quieren que seas, al menos hasta que la consigas. Sophie quería un perfecto caballero que sea dulce con ella, me comporté así y funcionó. Aunque me costó bastante debo admitir —explicó orgulloso mientras el resto lo observaba con admiración o envidia—. Ya la besé, ya la hice mi novia, son cien por el beso y doscientos por lo otro —añadió extendiendo la mano y el resto comenzó a sacar dinero de sus billeteras—.Y vayan alistando los cuatrocientos porque esta tarde gano el pozo —guardó el dinero y sacó de su bolso la llave de un hotel.
—Eso lo veremos. No creo que lo consigas tan fácil, Sophie apenas se animó a besarte no querrá acostarse contigo, al menos no tan pronto.
—La tengo comiendo de mi mano, además, después de unos tragos nada es imposible. Esta tarde salgo con ella y nos vemos en el pub —dijo por último recogiendo sus cosas mientras el resto hacía lo mismo y salía de ahí festejando.
"Por qué tengo que escuchar lo que no debo" pensó Ian. Ahora que sabía lo que Esteban tenía planeado, era responsable de vigilar a Sophie. Si no era un auto era su propio novio, Ian siempre tenía que ser quien la salvara. La muchacha le parecía la perfecta novia de un superhéroe, siempre metiéndose en problemas, lo cual le hacía pensar respecto a su papel ¿Era el héroe o el villano? Mientras divagaba pensando en comics escuchó un suave quejido y sollozos que se confundían con el ruido de la ducha.
Escuchó atento, tratando de encontrar el lugar de donde dichos sonidos provenían.
Detrás de la última fila de casilleros, entre un estante y la pared, vio a Claudia. Al principio sólo distinguió su mata de cabello rojo, al acercarse más la vio acurrucada, semi desnuda, sólo llevaba su ropa interior.
— ¡No me mires! —gritó la muchacha tapándose como podía.
Ian volteó inmediatamente, pensando que de nuevo lo convertían en un héroe involuntario, si no era Sophie, era Claudia. La diferencia era que Claudia tenía enemigos que le hacían maldades, Sophie necesitaba que la cuidaran de ella misma.
— ¿Qué sucedió? —No sabía si era una buena pregunta, puesto que resultaba casi obvio qué le sucedía.
—Juliana y Patricia ocultaron mi ropa y luego me encerraron aquí, cuando quise salir entraron los chicos del curso —explicó sollozando.
— ¿Sophie tuvo algo que ver? —no sabía por qué, pero eso fue lo primero que se le ocurrió preguntar.
—No, Sophie no hace este tipo de cosas.
—Bien, dime cuál es tu casillero y traigo tu ropa.
—Se la llevaron, también el uniforme de deportes —dijo volviendo a llorar.
Ian pensó qué podía hacer, él sólo tenía un uniforme, no había casi nadie en el colegio a esas horas, no le quedaba más que aventurarse al vestidor de chicas y tomar prestado algo de ropa. Le pidió a Claudia que lo esperara y corrió a los vestidores contiguos.
***
El vestidor de chicas estaba vacío, se escuchaba la ducha, así que entró en silencio. No sabía bien qué hacer ¿forzar un casillero? Tal vez alguien había dejado su bolso ahí. Encontró uno y enseguida lo reconoció. Sophie lo asesinaría si sacaba algo de ella, pero no tenía más opción, no podía dejar que Claudia regresara casi desnuda a casa.
Ya estaba por abrir el bolso cuando el sonido de la ducha se apagó y un fuerte grito lo hizo brincar.
— ¡Eres un pervertido! —le gritó Sophie totalmente histérica, pensaba todo acerca de él, menos que fuese capaz de espiarla.
"Por qué a mí" pensó ante su desgracia, al menos Sophie llevaba una toalla alrededor del cuerpo.
—Le diré a mi padre —lo amenazó a punto de lanzarte lo primero que encontrase.
—Cállate —le dijo tapándole la boca y la soltó la ver la expresión de horror de la muchacha. No tardó en darse cuenta lo que Sophie estaba imaginando—. No te haré nada, sólo voy a cobrarte el favor que me debías —dijo antes de arrepentirse. Cada vez que decía algo lo empeoraba.
— ¡No, ni lo sueñes! ¡Tengo novio y ni pienses que te pagaré con cuerpo! —le gritó haciéndolo a un lado a punto de salir corriendo de ahí.
— ¡No! ¡Cállate! —pidió estresado—. Solo quiero que me prestes ropa, debes tener algún uniforme de repuesto, o ropa de deportes, algo...
— ¿Para qué quieres eso? —le preguntó anonadada, intentando pervertir su mente e imaginar qué cosas lascivas haría Ian con su ropa.
—No es para nada de lo que piensas. Sólo necesito ropa, ya habíamos quedado que harías lo que te pidiera sin preguntar.
Sophie resopló y saco una blusa y una falda de su casillero. Al menos se libraba del favor que le debía.
Ian recibió las prendas y las examinó. No estaba seguro si aquello le quedaría a Claudia, Sophie era más baja y mucho más delgada.
— ¿Por qué tienes que ser tan chiquitita? —le reclamó molesto.
— ¡No soy chiquita! —se exaltó—.Y ni te molestes en devolvérmelo, le prendería fuego de todas formas.
—Como quieras —dijo saliendo—. Por cierto, esto va como pago por no decirle a Tiago sobre tu noviecito, el otro favor sigue en pie —añadió volteando divertido hacia ella.
***
En el cambiador le entregó la ropa a Claudia y esperó a que saliese vestida. Como esperaba, la camisa le quedaba chica y la falda extremadamente corta, pero al menos ya podía salir a la calle.
—Gracias Ian —agradeció Claudia mientras caminaban hacia la casa de la muchacha.
—La ropa es de Sophie. Piensa que haré algo pervertido con ella así que no es necesario que se la devuelvas.
—No, yo le explicaré, no quiero que quedes mal por mi culpa. —Bajó la vista avergonzada—. Por cierto, escuché lo que dijeron los chicos sobre ella ¿se lo dirás a Sophie?
—No, si se lo digo no me creería. Ya veré que hago, tal vez sólo sea cuestión de esperar a que ella se dé cuenta —dijo con desinterés, comenzando a jugar con su mochila.
—No vas a dejar que él la lastime —afirmó Claudia con una sonrisa. El muchacho se la devolvió y no dijo nada hasta dejarla frente a la puerta de su casa.
***
Sophie salió furiosa del colegio. Pero cambió su expresión al ver a Esteban, quien la esperaba en un parque cercano. Estar con él le resultaba una contradicción tras otra, se sentía bien y al mismo tiempo mal, en ese momento la sensación de culpa por engañarlo se sumaba a su colección de sentimientos encontrados.
— ¿Qué haremos hoy? —preguntó con cierta timidez después de recibir un corto beso en los labios.
—Como es viernes pensé que podríamos pasar toda la tarde juntos, hasta la noche ¿Puedes?
—Sí, le dije a mi padre que iría a casa de mis tíos, si llama, mi primo va a cubrirme —explicó rogando que de verdad su plan funcionara.
—Vamos de paseo por el centro comercial, nos encontraremos con unos amigos, luego iremos a un pub —le dijo abriéndole la puerta del auto.
Sophie asintió nerviosa, nunca había ido a un lugar así.
—No estoy vestida para la ocasión —mencionó señalando su uniforme.
—Vamos a un centro comercial ¿No? hay mucha ropa —dijo divertido.
Antes de encontrase con los amigos de Esteban visitaron una tienda de ropa. Sophie escogió una playera y unos pantalones para probarse y él la detuvo.
—Vamos a un pub, no al parque —dejó las prendas a un lado y la llevó a otros colgadores.
Sophie se sentía extraña viendo que su novio elegía la ropa.
—Ten, pruébate esto, seguro te queda hermoso —dijo extendiéndole una pequeña minifalda y un top bastante corto y justado.
La chica se puso la ropa y se observó en el espejo. Estaba incómoda con esa ropa, era demasiado escotada para su gusto, pero si a su novio le gustaba no veía motivos por los cuales no complacerlo.
—Ve, estas hermosa —dijo su novio en cuanto salió. Guardaron el uniforme en una bolsa y se pararon frente a la caja. Esteban no se movía y Sophie recién cayó en cuenta que debía pagar. Sacó todo el dinero que tenía, suponiendo que Esteban pagaría por el resto de cosas.
Algo inquieta caminó con su novio de la mano; por más que él se mostraba orgulloso, las miradas lascivas que algunos chicos y hombres le lanzaban la ponían incómoda.
Los amigos de Esteban esperaban en la fuente del patio central. Él ni se molestó en presentarles a su novia. Sophie comenzaba a sentirse como un accesorio.
Visitaron algunas tiendas, se detuvieron en la de música. Sophie se sentía ignorada, todos hablaban entre ellos y ni la volteaban a ver. De rato en rato, Esteban la besaba y acariciaba su desnudo vientre de forma desagradable, pero lo soportaba.
Mientras los chicos hablaban divertidos sin tomarla en cuenta, ella volteó y golpeó un estante, provocando que decenas de discos cayeran al suelo.
—Recoge eso, qué torpe eres —protestó Esteban en un susurro—. Me estas avergonzando —continuó molesto cuando todas las miradas de la gente del local se posaron sobre ella.
Estaban salió con el resto de los chicos, dejando que Sophie recogiera las cosas mientras ellos pretendían no conocerla.
Se agachó recogiendo lo que había lanzado, sintiéndose torpe y estúpida. Esteban era dulce y amable... pero cuando cometía un descuido se avergonzaba de ella y la trataba de inútil.
—Si no te gusta el punk no tienes por qué agarrártelas con la tienda. —Escuchó, y recién cayó en cuenta que Ian estaba a su lado, tomando una pila de discos que ella había acomodado. Volteó los ojos con ironía, lo único que le faltaba era que Ian estuviese presente para tratarla de estúpida también.
— ¿Qué haces aquí? —le preguntó intentando ocultar lo mal que se sentía consigo misma.
—Es un lugar público, pasaba y vi que causabas desastres como siempre. ¿Qué no estabas con tu novio? —preguntó con burla, ayudándola a acomodar lo último.
—Sí, estoy con él —cambió a un tono petulante—. Me espera afuera —salió de la tienda intentando ignóralo.
—No puedo creer que seas tan torpe —Esteban le reclamó molesto mientras el resto de chicos reía.
—Fue sin querer —se disculpó agachando la cabeza.
Ian estuvo a punto de irse, pero los contempló de cerca. Sophie era increíble, si él le hacía la más mínima cosa ella ya estaba enfrentándolo con valentía. Esteban la trataba como basura y ella no se animaba ni a mirarlo a los ojos.
—Si vamos a salir, por favor no te comportes como una niña, no me obligues a buscar a alguien más —dijo por último antes de caminar con sus amigos.
Sophie permaneció quieta. Asimilando la forma en la que su novio se comportaba. En menos de cinco minutos pasaba de ser un dulce y comprensivo chico a un patán que la humillaba frente a sus amigos. Levantó la cabeza y vio a Ian de reojo. Ni siquiera él la trataba de esa forma y eso que era su enemigo declarado. No importaba cuanto le gustase Esteban, no soportaba que nadie la tratara así.
— ¡Si quieres a alguien más pues no te detengo! —le gritó de golpe, los chicos retrocedieron e Ian cruzó los brazos, observando el espectáculo.
— Qué te pasa, cállate —masculló Esteban, observando como todas las miradas se clavaban en ellos.
—No voy a callarme, soy tu novia, no tu juguete ¡Si no vas a tratarme con respeto o aceptarme como soy no le veo el caso a seguir!
Estaban se encontraba más que enojado. Furioso la tomó del brazo con fuerza. Sophie puso un gesto de dolor, Ian ya estaba por intervenir cuando sorpresivamente la muchacha le dio un puñete.
Tanto Ian, como Esteban, sus amigos y la gente del rededor, presenciaron lo acontecido anonadados. Mientras el chico sobaba su mejilla Sophie dio media vuelta y caminó furiosa hasta salir del centro comercial.
Una vez fuera recién se percató de la ropa que llevaba, Esteban tenía la bolsa con su uniforme y no tenía dinero para volver, eso sin mencionar que hacía frío y la ropa que llevaba casi no la cubría.
—Vamos —le dijo Ian, quien apareció a su lado con una impasible mirada.
— ¿Dónde? —preguntó intentando aflorar lo último de orgullo que le quedaba. Estaba consiente que se había comportado como una estúpida por quedar bien con Esteban, e Ian era testigo de aquello.
—A tu casa, dónde más ¿cómo piensas volver?
—Llamaré a mi padre —sacó su celular.
—Oh... ¿puedo quedarme hasta que aparezca? —preguntó con sarcasmo—. Me encantará ver la expresión que ponga cuando te vea vestida así —cruzó los brazos y se apoyó en la pared.
Sophie resopló, él tenía razón. Sabía que eso le costaría caro. Ya estaba por acceder a que Ian le prestase dinero para un taxi o la llevase en el transporte en el que había llegado cuando él se adelantó.
—Mi moto está estacionada a dos cuadras —comenzó a caminar y volteó con una sonrisa—. No creas que te saldrá gratis.
—Qué más me queda —expresó Sophie caminado a su lado.
—Te ves tan ridícula... —mencionó con desprecio logrando que la muchacha se sintiera peor.
Cruzó los brazos para cubrirse del frío y sintió como Ian le ponía su chaqueta sobre los hombros.
—Gracias, ¿no te hace frío? —preguntó avergonzada.
—No, el clima en Inglaterra es mucho más frío—Levantó los hombros mostrando desinterés—. Eres tan tonta... —soltó en un suspiro.
—Ya lo sé, Esteban ya me lo dijo.
— ¿Y por qué dejaste que te diga esas cosas o que te tratara como su mascota?
—Porque más que tonta soy estúpida y supongo que me acostumbré a que tú me digas las mismas cosas todo el tiempo.
—Yo solo digo la verdad cuando estamos a solas, no te ando humillando frente a medio centro comercial.
Sophie reconoció qué aquello era verdad. Ian la molestaba cuando ellos estaban solos, siempre había considerado que era porque le gustaba pretender y sólo mostraba su verdadera identidad frente a ella. Ahora consideraba si es que él lo hacía para no hacerla quedar mal públicamente.
— ¿Se lo dirás a tu padre? —llenó el silencio que se había formado.
—No, él me prohibió salir con Esteban...
—Ya sé —la interrumpió—.Y debiste escucharlo, desde el principio Esteban sólo quería cobrar la apuesta.
— ¿Qué apuesta? —preguntó extrañada, rogando que no fuese cierto, que no la hubiesen usado de esa forma.
—Casi todos los chicos del colegio tenían un tipo de premio. Eran cien dólares a quien te bese primero, doscientos quien se haga tu novio y cuatrocientos a quien se acueste contigo —explicó con desinterés y Sophie paró en seco.
— ¿En verdad? —dijo consternada, cada minuto de ese día se sentía peor. Ahora se daba cuenta de que Esteban la había utilizado por dinero, e Ian también, aunque del segundo no le sorprendía.
—Sí, vamos se hace tarde —la empujó para que volviera a caminar y se preguntó si había hecho bien en contárselo, la muchacha parecía a punto de llorar, pero era mejor que la realidad la golpease antes de que siguiese viendo todo color de rosa.
—Supongo que tú ganaste. —Intentó sonar desinteresada aunque se sentía igual de triste al pensar que Ian la había besado para ganar.
—Sí, fueron unos cien dólares bien ganados —le mintió sacando las llaves de su motocicleta.
La chica decidió no darle importancia, después de todo, Ian era su enemigo, sería lógico que él la utilizara con esos fines. Le pasó un casco y cuando ambos se sentaron a punto de encender el transporte, apareció un policía.
— ¿Esa moto es tuya? —preguntó un gordo uniformado.
—Sí —dijo con obviedad, señalando con los ojos que se encontraba sentado en ella, con las llaves en la mano.
— ¿Qué edad tienes?
—Dieciocho —respondió confiado mientras la muchacha cerraba los ojos, resignada a ser arrestada.
—Muéstrame tu identificación —pidió mirándolo con desconfianza.
Ian la sacó tranquilamente y se la entregó. El policía pasó la mirada del carnet al muchacho y le pidió que se quedara ahí mientras iba a verificar los datos.
—Sujétate —le susurró Ian a Sophie, antes de poner en marcha la moto.
— ¡Estás loco! ¡Van a arrestarnos! —le gritó mientras se abrazaba fuertemente a la cintura del muchacho.
Él pretendió no escucharla y continuó con la huida, haciendo que Sophie se aterrara al ir por el carril contrario y escuchar la sirena de la patrulla cerca de ellos.
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Gracias por todo su apoyo! no dejen de votar y comentar que eso motiva para continuar :)
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