Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22. Él no me gusta ¿o sí?

—Mi sentido pésame. —Claudia escuchó a Tiago murmurarle en el oído a tiempo que el timbre sonaba y se retiraban de la mesa.

— ¡Vamos a juntas a clases! —Explotó Sophie con una expresión que le hacía pensar que trataba con una niña de cinco años.

Ian enarcó una ceja y las siguió.

— ¿Dónde vives? —preguntó Sophie mientras caminaba de forma animada agarrando a su nueva amiga del brazo.

—No muy lejos... —Comenzó a explicar cuando se vio interrumpida.

—Ahora tenemos... ¡Música! ¿Te gusta la música? A mí sí. Es mi materia favorita, esa junto a deportes e historia. También me gustan las matemáticas, aunque mi madre dice que es raro que me gusten las materias como historia y literatura y al mismo tiempo las exactas. En realidad me gusta todo, lo que no me gustan son los maestros. El de biología me cae bien, aunque se haya olvidado de Ian y de mí en medio de la carretera, pero los de arte y música también son mis favoritos. —Sophie hablaba sin parar y Claudia miró hacia atrás, Ian reía por la cara de desconcierto que ella tenía. Por más amable y paciente que fuera, no había vivido la experiencia de tener a Sophie como amiga por un día. Ian ya pensaba en correr apuestas con Tiago sobre cuánto tiempo Claudia aguantaría llevarle el ritmo a Sophie.

Ian se sentó en la fila del medio, dejando a ambos lados dos de los últimos asientos vacíos del salón.

—Muévete —le ordenó Sophie al notar que si quería sentarse con su amiga, el chico se encontraría en medio de ambas.

—Eh... no. —Cruzó los brazos y se recostó en la silla, poniendo los pies sobre la mesa.

— ¡Claudia y yo queremos sentarnos juntas!

—Claudia puede sentarse a mi lado, hay un asiento vacío al fondo por si te incomoda sentarte junto a mí.

—No voy a ningún lado, mi mejor amiga y yo queremos sentarnos juntas. —De pronto comenzaron a llamar la atención, como sucedía cada vez que discutían. Claudia miraba nerviosa a su alrededor, a diferencia de sus amigos, no estaba acostumbrada a ser el centro de atención y que las miradas se clavaran en ellos.

—Claudia es mi mejor amiga y siempre se sienta a mi lado, si puedes soportar dos periodos sin abalanzarte a mis brazos te dejó el otro asiento. —Como siempre, comenzaba a disfrutar de la discusión, Sophie se ponía roja de la ira y él ampliaba su sonrisa.

—Sus problemas maritales arréglenlos en casa, y contraten un abogado para la custodia —dijo el profesor de música, quien los escuchaba atento sin que su presencia fuera percibida por los dos chicos.

La clase comenzó a reír y Sophie adquirió una tonalidad más roja, esta vez no por el enfado hacia Ian.

En silencio el chico recorrió un asiento y evitó mirar a Sophie a los ojos. Claudia suspiró y se sentó junto a su "nueva mejor amiga".

Sophie le ordenó a Claudia esperarla en los casilleros mientras aprovechaba de pedirle al maestro de música un par de partituras para guitarra. Quería contar con varias opciones antes de elegir la canción perfecta para presentar en su audición.

Ian la esperaba en el pasillo. Cuando los vio salir, se aproximó intentando disimular frente a su profesor.

—Claudia se adelantó a la clase —le avisó siguiéndole el paso.

— ¿Y tú eres su mensajero?

—Algo así.

— ¿Qué quieres?

—Quería hablar contigo, sobre Claudia y esa locura de que sea tu mejor amiga.

— ¡Eso es algo que a ti no te incumbe! ¿O estás celoso porque una de tus pocas amiguitas prefiere estar conmigo? —Lo enfrentó dejando de caminar.

Al ver que un grupo de chicos salían de un salón, cayó en cuenta que ese lugar se atestaría de gente. Antes de escuchar reclamo, la tomó de la mano y se encerró con ella en el depósito de deportes.

—Claudia es mi mejor amiga. —Se acercó a ella con una altiva pose de superioridad, como un animal protegiendo su territorio—. Ella es dulce, amable, tímida; todo lo contrario a ti, no creo que esto funcione, vas a asustarla.

— ¿Es eso? ¿O es tu novia y temes que te la quite?, no soy lesbiana ¿Sabes? —Torció su sonrisa y se puso de puntas para alcanzar a mirarlo de frente.

—Ya sé. Sólo buscaba un pretexto para hablarte a solas.

Sophie se desconcertó con el comentario, frunció los labios momentos antes de que estos fuesen capturados por los del muchacho. Nublándosele la mente como normalmente sucedía, lo rodeó con sus brazos. Él la tomaba de la cintura, aproximándola más a su cuerpo, posesionándose de la dulce boca de la muchacha como hacía tiempo no lo hacía.

Ella también buscaba disminuir el espacio, percatándose que hacía tiempo no se besaban de esa forma y que extrañaba el modo cariñoso y apasionado en el cual terminaban la mayoría de sus confrontaciones. Ni sabía en qué momento aquello había pasado de ser un intento victorioso de Ian por molestarla, a ser su juego: besarse sin una razón concreta, buscar cualquier pretexto por encontrase a solas y realizar la acción que bajo ninguna circunstancia realizarían frente a algún testigo.

Sin tomar en cuenta el correr del tiempo, se entregaron enteramente al momento, alejándose en cuando el calor y el poco aire los devolvió al lugar donde se encontraban.

—Sabía que no aguantarías mucho, al final yo soy la mejor. —Con él todavía cerrando las manos en su cintura, le habló victoriosa.

—Sabía que te dejarías llevar y llegarías tarde al examen de historia. —Fue su preponderante respuesta.

Sophie abrió la boca y los ojos. Instintivamente buscó la hora en su teléfono y de un empujón hizo a un lado al chico. Salió corriendo pensando injurias contra Ian, pensando tanto en ella, que el hecho de que él también llegaba tarde al mismo examen, no se le pasó por la cabeza hasta llegar y ver el asiento de junto vacío.

Ian llegó tranquilo al salón, caminado lentamente. Consciente de que el maestro llegaba atrasado, como había informado al encontrase con sus alumnos al salir del salón de música. Situación de la cual Sophie no estaba enterada.

—Te odio —expresó antes de comenzar a leer la primera pregunta de su examen, después de enterarse que de nuevo él se le había hecho la burla.

—Después del examen quédense un momento, tengo algo importante que anunciarles —avisó el profesor en cuanto la última hoja fue entregada al alumno de la mesa del fondo.

Como siempre, Sophie respondió confiada y escribió a velocidad record, mirando de reojo a su compañero para comprobar que ella completaría antes el examen.

— ¡Ya está! —afirmó suave, a punto de levantarse.

Ian esperó a que ella hiciera el ademán de aproximarse al escritorio del maestro y con paso más apresurado lo entregó antes.

Molesta por tan simple acto, Sophie tamborileaba en la mesa, reprochándole a sus amigos el ser tan lentos. Su compañero de al lado escuchaba música y dibujaba, matando el tiempo de espera. Viendo que él tenía alguna ocupación, pensó en sacar una de las novelas de romance que ocultaba en su mochila, pero algunos compañeros podrían descubrirla, incluida Claudia ¿Qué pensaría su nueva amiga al verla suspirando por una fantasía rosa?

Ian puso una expresión de dolor cuando abruptamente Sophie le jaló el audífono de la oreja. El último examen había sido entregado y el maestro esperaba la atención de todos para dar su anuncio.

— Esta es nuestra última clase antes de la vacación invernal y tengo una tarea para ustedes. —Empezó el profesor y de inmediato las quejas se dejaron escuchar; sin sorprenderse por la reacción general de los alumnos que querían pasar tiempo libre sin nada que hacer en las vacaciones, les hizo una señal para que se calmaran—. No es obligatorio. Nos llegó una invitación, el Estado organiza un concurso de documentación histórica para estudiantes de segundo a sexto año de secundaria. En parejas, deben realizar un archivo escrito y un video sobre algún lugar histórico de la ciudad. Del colegio se elegirá un trabajo representativo, el cual participará en el concurso local y si gana viajará para la presentación nacional. El premio es de dos mil dólares, un trofeo, y por supuesto que vale como crédito extra en mi materia.

Los ojos de Sophie se iluminaron al escuchar la palabra "competencia". El profesor les dio permiso de retirarse a quienes no participarían de dicho asunto e invitó a quedarse a aquellos que pensaban inscribirse.

La mayor parte de los alumnos salió del salón. Permanecieron los interesados, la mayoría porque viendo lo mal que les había ido en el examen, no dejarían pasar la oportunidad de conseguir puntos extra.

— ¿Lo haremos juntas verdad Claudia? —Sophie volteó hacia atrás y se sorprendió al ver a Claudia guardando sus materiales y levantándose del asiento.

—No, lo siento, es que voy a viajar en vacaciones —explicó calmada y la adrenalina la recorrió al notar el enfado en Sophie.

— ¡No puedes viajar! ¡Se supone que debemos pasar las vacaciones juntas! Suspende tu viaje. Haremos el trabajo y aprovecharemos de conocernos más —dijo con tono autoritario. Recién comenzaba a conocer a su nueva amiga y esta le salía con que no se verían en las vacaciones. Las pequeñas fantasías que su cabeza había empezado a formar respecto a su nueva amistad se disolvían como chocolate en leche caliente.

Adiós a las tardes de conversaciones telefónicas, los fines de semana en el centro comercial, las noches de contarse secretos y pintarse las uñas en una mini pijamada; lo que siempre había soñado hacer con una amiga. En lugar de eso, debía conformarse con las noches de lucha libre, películas de miedo y los partidos de fútbol en las mañanas, como en casi todas sus vacaciones.

—Debo visitar a mis abuelos, no puedo posponerlo, viajaré con mis padres.

—Que ellos viajen y tú te quedas en mi casa. —Se le ocurrió la brillante idea, pero Claudia le negó con la cabeza.

—No me darán permiso, llegaré un par de días antes de que empiecen las clases, seguro haremos algo divertido. —Tímida salió del salón, no sin antes recibir el aviso de Sophie para esperarla a la salida.

Ian escuchaba todo sin desprender la atención de su cuaderno de dibujo, el resto de alumnos comenzaba a buscar parejas.

Sophie se resignó, al mismo tiempo pensó el lado positivo. Aquella era una oportunidad de oro para ganarle a Ian en una competencia de tal calibre. Ella no conocía el término "trabajo en grupo", generalmente buscaba a algún alumno vago con muy bajas calificaciones que feliz aceptaría que ella realizara todo y simplemente añadiese su nombre en la carátula. Para Sophie ese era el trabajo en grupo ideal: hacerlo todo ella, rozando la perfección, poco le importaba compartir el crédito con tal de obtener la mejor calificación.

Miró a su alrededor. Erick, el peor alumno de la clase, parecía estar esperando que Sophie le hiciera la señal, ya habían realizado trabajos juntos. Le hizo un gesto de aprobación con el pulgar cuando ella lo miró directamente, conformando así su equipo de trabajo.

—Voy a ganarte, representaré al colegio y cuando esté en el nacional te mandaré fotos de mi trofeo —le dijo a Ian mientras se acomodaba en su lugar.

— ¿Ya tienen pareja? —preguntó el maestro, el que nadie diese una respuesta negativa fue la afirmación general—. Los iré llamando y me darán el nombre de su compañero de trabajo. —Miró hacia su hoja y a punto de anotar miró hacia Ian — ¿Key, con quién trabajarás?

—Sophie —respondió con poco interés sin dejar de dibujar.

—Bien, harán un excelente trabajo.

— ¡Un momento! —Sophie se levantó de pronto totalmente exaltada ¿De dónde sacaba Ian que ellos trabajarían juntos? Le quería ganar, echarle en cara que no importaba cuanto él la molestara e irritara, podía ganarle en un evento importante—. ¡Yo no quiero trabajar con él!

—De todos los que están aquí ustedes son los únicos que hacen esto por ganar y no por tener más nota. Y siendo realistas, si trabajan juntos es casi seguro que ganarán. El grupo ya está anotado Cohen —sentenció dirigiéndose al resto de alumnos para preguntar por sus parejas.

— ¿Por qué rayos quieres trabajar conmigo?, se supone que debíamos competir —le reclamó a Ian. Éste se levantaba y se colgaba la mochila del hombro.

—Es que quiero ganar. —Levantó los hombros y salió seguido por la muchacha.

—Yo también quiero ganar. Así que haremos esto: Yo haré el trabajo, tú solo ponte algo presentable para el día del concurso.

— ¿Estás loca? No pienso dejar esto en tus torpes manitos. Lo haremos juntos, trabajaremos diariamente en la vacación, después de la carrera.

— ¡La carrera, cierto! —Sophie se llevó las manos a la cara, ya casi se había olvidado de ello—. Son muchas cosas, mejor dejamos lo del trabajo para después. Ahora debo irme con mi mejor amiga. Y tú ven a mi casa en la noche. Estuve pensando en un plan para ganar. —Olvidándose del trabajo en pareja que le había tocado, se apresuró a dar encuentro a Claudia.

Ian sintió un ligero escalofrío recorrerle. Que Sophie tuviese un plan, podía ser el argumento perfecto para una película de terror, seguro su mente pensaba algo descabellado y él terminaría involucrándose en más problemas. A veces pensaba si todo valía la pena, Sophie era tan problemática que cada vez se encontraba más inseguro sobre llegar con vida a fin de año.

—Tiago estará con su torpes amigos del equipo de básquet esta tarde, así que iremos a tu casa. —Sophie abrió su casillero y mientras acomodaba todo de una forma desordenada, le dio el aviso a Claudia, quien obediente la había esperado.

—No lo sé Sophie, ¿qué tal el viernes? hoy no es un buen día —titubeó nerviosa, jamás había llevado a una amiga a su casa y no estaba segura de la reacción de sus padres, sobre todo no estaba segura de su propia reacción ¿Qué se suponía que harían en la tarde?

—No seas tonta ¡Vamos! —la entusiasta muchacha la jaló del brazo a la salida y realizándole innumerables preguntas caminó con ella por la calle. No miraba la ruta, caminaba junto a la insegura chica que se preguntaba cómo era posible que Sophie la tratase de una forma tan diferente de la noche a la mañana.

—Esta es mi casa —anunció con timidez, sabía que Sophie vivía en una enorme casa y la suya era muy pequeña y modesta en comparación.

— ¡Que adorable, parece una casita de las películas! —mencionó Sophie contemplando la casa blanca de dos pisos con un jardín delantero muy bien cuidado y una cerca delimitando la propiedad.

Sin esperar invitación abrió la cerca y caminó a la puerta esperando impaciente a que su amiga sacara sus llaves.

Por dentro todo se veía extremadamente pulcro, ningún objeto parecía estar fuera de lugar. La sala era pequeña y acogedora, con muebles simples, pero con un tapiz nuevo de motivos florales.

Una vitrina de madera tallada exhibía innumerables figuras de porcelana.

Antes de que Claudia pudiera detenerla, Sophie ya contemplaba las figuritas.

—Hola mamá —escuchó detrás de ella. Claudia saludaba su madre, una mujer de edad media, pelirroja como su hija. Su cabello estaba anudado en un moño y vestía un saco de lana rosa y una falda larga.

— ¿Y esa chica? —preguntó extrañada la mujer al ver a la adolescente desconocida que pisaba su blanca alfombra —. ¡Sin zapatos en la casa! —gritó de una forma histérica.

Sophie se sacó rápidamente el calzado y lo lanzó sin elegancia alguna contra la puerta.

—Soy Sophie, Claudia y yo somos amigas —se presentó haciendo caso omiso a la expresión de horror por parte de la madre de Claudia.

— ¿Sophie qué? —preguntó seria, ideando de dónde habían salido los malos modales de la chica de cabello negro.

—Cohen —intervino rápidamente Claudia—, es hija del director, y mi compañera de curso.

— ¿Y la señorita Cohen qué hace aquí?

—Claudia y yo vamos a pasar el rato —respondió abrazando a la otra chica.

— ¿Pasar el rato? —Preguntó como si no entendiera el significado de las palabras—. Estás en época de exámenes señorita —reprendió a Claudia, quien se ponía más roja cada vez, esperando que su madre se callara y no le hiciera pasar vergüenza frente a Sophie—. ¿A tus padres no les importa que hayas venido? No nos conocen, seguro no te dieron permiso.

—No necesito permiso —dijo extrañada—. Le envié un mensaje a mi padre avisándole que veníaa la casa de mi amiga, seguro viene a recogerme o envía a mi hermano, es algo sobre protector, no me deja salir sola después de las siete.

— ¿Siete? Ustedes deben estudiar —se escandalizó la señora y Claudia se puso más roja.

Entre su madre que miraba con cierto espanto a Sophie y la chica que no parecía percatarse la reacción que causaba en la mujer, Claudia pensaba que no pasarían ni cinco minutos antes de que tuviese que buscar la forma de sacar a Sophie de su casa.

—Vamos a estudiar después, no hay problema, tenemos examen de literatura, es la materia más sencilla.

—Mamá, por favor, deja que se quede un rato —suplicó Claudia, no quería que su amistad con Sophie terminase pronto por culpa de su madre.

—Una hora, luego tu amiga se va a casa y tú te pones a estudiar —accedió poco convencida, de no haberse tratado de la hija del director del colegio, no habría permitido que se quedara ni un momento.

—Que rara es tu madre —dijo Sophie acompañado a Claudia a su habitación.

En cuanto cruzaron la puerta, Sophie se abalanzó a la cama, mientras brincaba sobre ésta miró al rededor. Al igual que el resto de la casa, la habitación de Claudia era en extremo limpia. No debía ni tener la mitad del tamaño de su cuarto, aún así era agradable.

Dejó de brincar cuando vio que comenzaba a des tender la cama.

—Tenemos poco tiempo, hay que averiguar muchas cosas de la otra antes del fin de semana. Luego chatearemos todas las noches mientras estés de viaje —comenzó a trazar sus planes en voz alta.

—En el pueblo donde viven mis abuelos no hay internet.

— ¿Dónde queda? ¿En el fin del mundo? Bueno, no importa, nos pondremos al corriente cuando llegues. Ahora, hablemos de algo... ¿Qué tal de chicos? ¡Sí! de eso hablan las amigas. ¿Qué chico te gusta? —La miró de frente esperando una respuesta.

— ¿A mí? Nadie —titubeó.

—No puede no gustarte nadie, vamos dime, tal vez lo vea en vacaciones y puedo espiarlo por ti, ya sabes, averiguar si también le gustas.

—No, de verdad, nadie me gusta —insistió comenzando a ponerse colorada por las preguntas.

—Si tú no me dices quien te gusta yo tampoco te lo diré —esperando que eso abriera la curiosidad de Claudia y terminara contándole algo, la miró de reojo esperando su respuesta.

—Yo ya sé quién te gusta —afirmó, y Sophie se extrañó ¿Qué acaso ella conocía a Aitor el dueño del arcade? y si lo hacía, ¿Era tan obvia que hasta una desconocida se había percatado? Puso un mueca de espanto al pensarlo ¿Qué tal si Aitor se había dado cuenta también?

— ¿Soy tan obvia? —le preguntó asustada.

—Bueno, no tanto, es que cualquiera pensaría que tu e Ian no pueden ni verse, pero pasan mucho tiempo juntos...

— ¿Ian? —la interrumpió—. ¿Por qué piensas que me gusta Ian? —De golpe sintió que algo despertaba en su cabeza, como una pequeña posibilidad hasta entonces perezosa.

— ¿Qué no te gusta? ¡Lo siento, pensé que sí! —contrariada intentó dispensarse.

Sophie permaneció en silencio y se aisló del mundo. Si no fuese porque Claudia ya la había visto antes en ese estado de autismo, que se habría asustado.

Además de preguntarse por qué motivo Claudia pensaría que Ian le gustaba, la duda la invadió. Primero se sintió estúpida, jamás había considerado que él le gustaba ¿Era así? No podía ser, Ian era... Ian, el irritante muchacho con quien se besaba en ocasiones, su rival en los estudios, quien la había acompañado y protegido en varias aventuras. Ian era muy diferente a lo que ella pensaba como un prospecto de novio. Le gustaban los chicos que fuesen al menos un par de años mayores, no inmaduros chicos de su edad; aunque Ian no era como el resto de sus compañeros, parecía tener otras metas en la vida además de beber y salir vagar por las calles con sus amigos.

Ella buscaba alguien que la quisiera incondicionalmente, que la tratase como a una princesa y la protegiera siempre. Ian la molestaba a diario, a pesar de nunca hacerle daño real, y desde hacía tiempo que ella sabía que a él le gustaba protegerla, ya fuera por jugar al héroe o tener un motivo para chantajearla después.

—Sophie, ya pasó una hora, debes irte —la voz de Claudia la despertó de su mundo mental, donde Ian parecía reinar y gobernar.

Aún en un estado de semi-autismo, salió de la casa de Claudia y caminó a la suya, la cual afortunadamente no se encontraba muy lejos.

Sin duda Claudia le había dejado un gran regalo de despedida, una enorme duda y una gran cantidad de posibilidades. Tal vez Ian sí le gustaba y al final besarlo no era sólo una especie de pasatiempo, sino algo real; al menos por su parte, lo besaba porque lo quería, lo quería de una forma en la cual nunca había querido antes.

Prendió la música todo volumen y se encerró en su habitación, esperando que aquellos pensamientos se alejaran de su mente.

— ¡Ian te busca abajo! —Tiago entró al cuarto de su hermana, gritaba fuerte para que ella lo escuchara sobre el sonido de la música.

Sophie entró en pánico, no podía ver a Ian, por supuesto que no. ¿Qué tal si él le gustaba en serio? Se pondría en extremo nerviosa en su presencia, entonces él se daría cuenta y no dudaría en usar eso a su favor. Era un mal día para verlo, y no sólo eso, pensar que le quedaba el resto de la vacación, verlo a diario y trabajar con él, los dos solos, le causó un nudo en el estómago.

Gracias por leer! no se olviden de comentar y votar, los quiero

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro