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19 ¡Yo quiero una invitación!

Sophie realmente agradecía que fuera invierno y el clima no hubiera colaborado a que el olor se incrementara de manera considerable. Sólo ver el desastre que había cometido un par de días antes, la hizo arrepentirse de siquiera haber despertado ese día. No había peor forma de pasar todo un día domingo que limpiando la sala de reuniones, eso sin contar que debía repintarla, reemplazar los muebles y equilibrar su tiempo con los estudios, puesto que los exámenes de final de trimestre comenzaban esa semana.

Al menos sentía que todo valía la pena, y eso le hacía sonreír.

Alan la contemplaba preguntándose cómo es que ella podía sonreír mientras se manchaba de sangre hasta los codos a tiempo que cepillaba la pared con fuerza.

Mientras Sophie tarareaba una canción alegremente y continuaba en la labor de tallar la pared, Alan fue a cambiar el agua de los baldes. Absorto pensando el por qué Sophie parecía encontrarse tan contenta, no se fijó en el camino que recorría y por poco estuvo a punto de volcar los baldes al chocarse con alguien.

—Lo siento —se disculpó automáticamente antes de mirar quien era—. Claudia, no te vi, ¿Qué haces aquí? —preguntó a la muchacha pelirroja, quien mantenía un rostro de culpabilidad por el insignificante accidente.

—Vine a ayudarlos —nerviosa enredó el dedo en su cabello y siguió tímida al muchacho hasta el baño.

—Tú no tuviste nada que ver, no te preocupes, hoy es feriado, no vayas a perderlo —le dijo sonriendo. Claudia siempre parecía tener ese deseo de ayudar y sentirse útil, a veces parecía ser demasiado buena, razón por la cual muchos se aprovechaban de su voluntad.

—Así terminaran más rápido, además no tengo nada que hacer. Ian salió con Tiago a jugar básquet y no tengo más amigos —habló casi en un susurro sintiéndose avergonzada al decirlo—. Ian pensó en ayudarlos también, pero se puso pálido con solo imaginarse la sangre. —Esa vez sonrió y luego se calmó al ver a Alan.

—Eres demasiado buena. —Le acarició la cabeza divirtiéndose con sus tímidas reacciones—. Lástima que Sophie no lo vea, quiere amigos y juzga a la gente antes de conocerla.

—Sophie no es así, ella solo... bueno, creo que no le agrado por otros motivos, más que nada por Ian.

— ¿Y él que tiene que ver? —Su cambio de humor fue percibido por la chica quien se inhibió de seguir hablando.

—No, nada, mejor te ayudo. —Alzó un balde y lo arrastró por el pasillo, dejando pequeños charcos detrás de sí.

El buen humor de Sophie se desvaneció al verla ¿Qué tenía que hacer ella ahí? Haciendo de cuenta que no la había visto continuó con su labor. Claudia la saludó muy despacio y al no recibir respuesta tomó una esponja y se dispuso a limpiar los ventanales.

— ¡Tú no tienes por qué hacer nada! —La chica de cabello negro le arrebató el objeto de las manos.

Claudia puso un rostro de tristeza.

—Sophie no seas así, nos está ayudando. —Alan llegó para reprenderla, por mucho que la quisiera, a veces no soportaba que se comportara de esa forma.

—No tiene por qué hacerlo, seguro Ian la mandó a espiar.

—No seas ridícula, qué va a espiar, ¿Nuestras técnicas secretas de limpieza?

—No peleen por mí, de verdad lo siento, mejor me voy. —Claudia intervino, no quería que ellos pelearan por su culpa. Se despidió cordialmente y se fue corriendo de ahí.

En ese instante, Alan volteó a hacia su prima, con una mezcla de enfado y desconcierto.

— ¿Qué fue lo que te hizo para que la trates así?

Sophie humedeció el cepillo, satisfecha porque Claudia se había ido.

—No me cae, es todo.

— ¿Y sólo por eso crees que puedes tratarla así? Te quejas de no tener amigos, pero si los tratas de esa forma nadie va a quererte.

La chica hizo de cuenta que no le importaba, pero las palabras de Alan le llegaron hondo. Tenía razón, pero de verdad no podía ver a esa chica. Antes de que Ian llegara al colegio, Claudia le era totalmente indiferente, ni siquiera notaba su existencia, fue cuando se convirtió en la mejor amiga de su rival que se percató que no soportaba verla ni en pintura. Sin embargo, Alan y Tiago también eran amigos de Ian y no tenía problemas. ¿Por qué Claudia era diferente? No lo sabía, de verdad que intentaba y no comprendía el motivo. El solo verla ahí, compartiendo con su hermano e Ian, le molestaba, eso podía arruinar el mejor de sus días.

—Intentaré portarme mejor con ella ¿de acuerdo? —dijo después de meditarlo un rato.

Alan le hizo un cariño en el rostro y Sophie lo miró enfadada por haberla manchado con sangre.

Limpiar todo el día y estudiar hasta el amanecer era lo más cansador que ella había vivido. Claro que si hubiese estudiado desde el sábado en lugar de salir con Ian, habría tenido más horas de sueño. Tal vez ese era el plan de Ian desde el principio: hacerle perder un día de estudio.

— ¡No importa cuánto tiempo me hayas hecho perder! Igual daré un mejor examen que el tuyo —lanzó su amenaza antes de recibir su hoja con el examen de biología.

Ian suspiró, era común escuchar un comentario similar antes de cualquier examen o prueba.

Mientras el resto del curso contemplaba aterrorizado su primer examen de la semana, Ian y Sophie lo realizaban en un tenso silencio. De rato en rato atisbaban al otro, comprobando la velocidad en la que su compañero resolvía los ejercicios.

Para Sophie no solo el desarrollar el mejor examen importaba, también el entregarlo antes, de esa forma, si empataba con Ian en calificación, al menos podía echarle en cara que lo había realizado con mayor velocidad.

Impaciente escribió lo más rápido que pudo la última respuesta, Ian ya solo revisaba. Por más que aceleró al máximo e intentó abalanzarse sobre el escritorio del maestro, Ian se levantó primero.

—Ya terminé —le dijo al profesor, pero con la vista clavada en Sophie.

Salió del aula y en seguida Sophie entregó el examen también. Salió enfada con Ian y consigo misma por haber sido tan lenta. Cruzó la puerta y se percató de la presencia del chico, aparentemente él la esperaba. Resopló esperando que le echase en cara el haber terminado antes, mas él tenía otras palabras para dirigirle.

— ¿Recuerdas que Vincent nos habló de una fiesta? —habló sin preámbulos, acompañando a la muchacha hacia el comedor.

—Sí, creo que algo mencionó. ¿Qué tiene?

—Me llegó una invitación y mi tutor me obliga a ir, debo llevar a alguien ¿quieres ir? —preguntó fingiendo el mayor desinterés que le fue posible.

— ¿Por qué quieres que vaya yo? —Se detuvo y lo miró seria, esperando escuchar razones.

—Porque indirectamente te invitaron el sábado.

— ¿Una fiesta con esos idiotas petulantes y encima tú como compañía? ¡Ja! Ni en sueños, prefiero morir sola y amargada. —Una parte de ella deseaba aceptar, posiblemente por curiosidad, pero su orgullo era mayor, aceptar sería darle a entender a Ian que quería pasar tiempo con él y eso era algo que jamás admitiría.

Ian encogió los hombros y se alejó, ya sabía exactamente qué hacer.

Casi todos se quejaban de la dificultad de la prueba, menos Sophie, quien presumía ante todos el haber resuelto si problemas todas las preguntas. Mientras les resolvía dudas y comparaba sus respuestas correctas con el resto, miró hacia una mesa cercana. July era interceptada por Ian antes de tomar asiento.

Sophie se levantó y se aproximó un poco, ignorando a sus desesperados compañeros quienes la atiborraban de preguntas.

—Aunque no nos hemos estado llevando bien, sé que estas cosas te gustan —le dijo Ian a July, extendiéndole una de las elegantes invitaciones a la fiesta de la familia de Vincent.

Sophie miró pasmada, Ian iría con una de sus enemigas, no podía creerlo, encima ella lo miraba contenta, ansiosa por tener una invitación a la fiesta más elegante del año.

No, eso no le agradaba. Impulsivamente corrió hacia ella y bruscamente tumbó a July al piso antes de que tomara una de las invitaciones.

— ¡Eres una estúpida! —le gritó desde el piso.

—Perdón, no frené a tiempo —habló hipócritamente. Aprovechando el asombro de Ian le arrebató una de las invitaciones de la mano—. Al fin trajiste la invitación —le dijo al chico. July se levantó furiosa intentando arrebatarle el sobre.

— ¡Ian me invitó a mí! —le reclamó enojada, comenzando a llamar la atención de la gente en el comedor.

—De hecho se lo pedí a Sophie primero —intervino Ian antes de que esas dos se agarraran de los cabellos.

Sophie le sacó la lengua de una forma infantil a la otra chica y se fue orgullosa con la invitación en mano. La había conseguido, y no entendía para qué, simplemente por la satisfacción de ganarle a July.

—Creí que no querías ir —Ian la siguió y le preguntó reprimiendo reírse.

—Cambié de idea, será divertido presenciar un circo burgués —espetó arrogante—. ¿Por qué tengo que ir de azul? —preguntó al leer la invitación.

—Es una tradición en esa fiesta, cada año las mujeres deben ir con el mismo color de vestido. Así que debes ir con un vestido de gala azul.

—Que idiotez —mencionó pensando entusiasmada qué vestido se pondría, tenía un armario repleto de ellos, finos vestidos que jamás había tenido posibilidad de estrenar.

— ¿Sophie puedes ayudar a tu hermano a estudiar? —En cuanto Sophie entró disparada a su casa, Thaly la detuvo; su hermano menor mostraba una mueca de fastidio. Como ocurría con cada comienzo de exámenes, recibía su sermón y la advertencia de aprobar todas las materias, a diferencia de sus hermanos mayores el colegio no se le daba bien.

—No tengo tiempo —contestó apurada, subiendo apresurada a elegir y probarse los vestidos que tenía.

Antes de agarrar uno se dio cuenta que estaba cubierta de pintura, corrió a darse un baño antes de manchar su guardarropa.

Thaly la esperaba en su habitación, tenía la invitación en las manos y la leía interesada.

— ¿Piensas ir? —le preguntó a su hija en cuanto ésta salió del baño.

—Sí, bueno, invitaron a Ian y es tan torpe que no consiguió pareja, hago mi buena acción —mintió secándose el cabello.

—Sí, como digas... —habló con sarcasmo—. Cada año nos invitan a tu padre y a mí por cortesía, pero ni a nosotros nos gusta verles la cara ni a ellos les gusta vernos tampoco. ¿Estás segura de querer ir? Cuando dejaron de obligarme a ir fue posiblemente uno de los días más felices de mi vida.

— ¿En serio fuiste? ¿Cómo es? —entusiasmada se sentó a su lado, desesperada por escuchar hasta el más mínimo detalle.

—Bueno, la última vez que fui fue antes de que tú nacieras, no sé como sea ahora. Creo que tengo un video tal vez podamos... —comenzó a recordar y Sophie la jaló del brazo antes de que pudiera terminar la frase.

Sophie se movía impaciente mientras su madre buscaba entre las pocas cosas que conservaba de su adolescencia.

—No es toda la fiesta —dijo poniendo el disco.

Tiago se puso a ver porque estaba aburrido y su hermano menor buscaba una excusa para no estudiar.

A Sophie se le iluminaron los ojos al ver a Thaly cuando tenía dieciséis años, le parecía la chica más hermosa que hubiese visto. Su cabello largo y castaño estaba recogido en un sofisticado peinado y llevaba un elegante vestido blanco; solo la expresión de furia y desagrado evitaba que se viera como una princesa de cuentos.

—Natalia ponte derecha para la foto. —Una mujer rubia y joven la regañaba mientras un chico, a quien reconoció como el padre de Samy, intentaba acercársele.

—Estoy derecha —hablaba entre dientes.

—No se te ve muy contenta —dijo Tiago al ver la grabación en la que su madre parecía estar a punto de asesinar a alguien.

—Es que no saben cómo detestaba ir a esas fiestas —expresó haciendo notar el alivio de no tener que asistir nunca más.

—Te ves como la versión mejorada de Sophie —observó Daniel al darse cuenta del parecido que tenían su madre y su hermana.

Sophie le dio un golpe y lo amenazó para que se callara, veía el video muy interesada.

—Me veo estúpida, parezco un maldito coliflor —se quejaba cruzando los brazos—. ¡Y tú no me toques o te corto un brazo! —amenazó al chico que intentaba abrazarla. El rostro de Thaly cambió en ese momento como si hubiese visto un fantasma.

—Deja de comportarte como una niña y cuida tu vocabulario. —Se escuchó la voz de un hombre y apareció en escena un alto y fornido militar.

La grabación se detuvo en ese momento.

—Creo que este no era el video de la fiesta, solo tonterías al salir de mi casa —les dijo Thaly a su hijos, sacando el DVD del aparato.

— ¿Ellos eran tus padres? —preguntó Sophie, era la primera vez que veía alguna imagen de su abuelo. A la mujer rubia la había visto en un par de fotografías, aunque su madre siempre evitaba hablar de ella.

—Sí, lo eran, ese video es de un par de años antes de que mueran —habló distraídamente, retirándose para evitar que sus hijos le siguieran preguntando.

Sophie se cruzó de brazos algo decepcionada. Sobre la familia de su padre sabía todo, había conocido a su abuelo, y de su abuela, su padre le contaba cosas y le mostraba fotografías. Cuando comentaban algo sobre sus abuelos maternos, los adultos dejaban de hablar y esquivaban todas las preguntas que Sophie y sus hermanos realizaban.

— ¿Thaly pasa algo? —después de un rato fue a buscar a su madre, quien parecía haber buscado la primera actividad que se le cruzó en mente para distraerse.

—No, nada ¿por qué? —Puso una convincente sonrisa.

— ¿Te molesta si voy?

—Claro que no, pídele permiso a tu padre y si él te lo da veremos de comprarte algo bonito para que uses ese día, de paso estaré lista para grabar el antes y el después, cuando salgas viendo lo positivo de la vida y cuando regreses perdiendo tu aprecio por la raza humana y yo diga: "Te lo advertí".

—Es un riesgo que voy a correr —afirmó altiva, segura de que su madre sólo exageraba.

Le costó demasiado que su padre le diese permiso de asistir. Por un lado él quería seguirla castigando por poner sangre en los tanques de agua de la alarma contra incendios; y por otro, no le agradaba que fuese con un chico como pareja, no importaba que se tratase de Ian, quien se comportaba cordial y extremadamente educado. Después de lo ocurrido con Esteban, no quería que le volvieran partir el corazón a su niña.

Thaly terminó por convencerlo, asegurando que ya de por sí era un castigo el asistir. Nicolás tuvo un ligero escalofrío al recordar la única vez que había asistido a la fiesta anual de los Daza. Le dio la razón a su esposa, Sophie seguramente pasaría una de las peores noches de su vida.

Sophie se probó un par de vestidos, tenía uno azul que parecía el indicado y quedó de acuerdo con Thaly en ir al día siguiente por zapatos y accesorios.

Por algún motivo, a pesar de tratarse de Ian y los arrogantes chicos que había conocido, se sentía emocionada por asistir.

La salida de Sophie con Ian no tardó en llegar a oídos de Alan. Vincent se había asegurado de contrale todo lo que había visto. Desde el beso, hasta la forma protectora en que la abrazaba. Al final, Ian no fanfarroneaba como él creía, de verdad se acercaba peligrosamente a Sophie, eso casi lo sacó de sus casillas.

—Cómo diablos... ¡Aléjate de ella! —Ian contestó su teléfono y el fuerte grito de Alan hizo que retirase el aparató de su oído; aún así sonrió, su desagradable encuentro con sus ex compañeros le había traído algo bueno. Alan se encontraba más enfadado que nuca.

—Así que ya te contaron... te dije que Sophie y yo tenemos algo. —Mintió, a esas alturas Alan se creería cualquier cosa—. Por cierto, ¿Irás a la fiesta de Vincent? Sophie y yo decidimos ir. —Relajado se tumbó en su cama, saboreando el momento.

—Si Sophie quiere ir la llevaré yo. —Cada palabra que escuchaba lo enfurecía más y la tensión en los músculos casi le impedía hablar.

— ¿En serio? Hasta tú sabes que hay que ser muy perdedor para llevar a tu prima como pareja. —Eso era, ya podía imaginarse a Alan destrozando algo en su habitación o escupiendo sangre—. Nos vemos el sábado, adiós. —Le cortó antes de darle tiempo a decir algo. No era exactamente como lo había planeado, pero salía aún mejor, ya no podía esperar a que fuese sábado y Alan lo viese con su bonita prima.

En la soledad de su habitación sonrió contento, Sophie y Alan parecían tener un manual de instrucciones escrito en la frente, sabía exactamente cómo manipularlos. A Sophie solo debía retarla y herir su orgullo, y a Alan hacerlo estallar de los celos.

— ¿Es verdad que irás a la fiesta de Vincent con Ian? —Alan llamó a su prima para confirmar que lo dicho por Ian fuese verdad.

—Sí, iré con él, es con pareja y es el único chico invitado que conozco, no me queda otra. —Mientras observaba en el espejo su delegada figura con el entallado vestido le contestó distraídamente.

—Yo también estoy invitado, no tienes por qué soportar a Ian, ven conmigo —le pidió deseando que Sophie aceptara de inmediato, dejando plantado al otro chico.

—Gracias Alan —dijo dejando de contemplarse y mostrándose muy contenta—. En verdad eres mi mejor amigo.

—Entonces iremos juntos. —Ya cantaba victoria y en un segundo imaginó lo estúpido que se vería Ian al ser plantado.

—Por supuesto que no —cortó su emoción—. Hay que ser muy perdedor para ir con tu prima como pareja. Estaré bien, tú invita a la chica que te guste, nos vemos ¡Bye!

Alan permaneció estático sin saber qué decir, ya era inevitable, esos dos irían juntos, y también le fue inevitable imaginarse que si conseguía algo con Sophie, no solo su familia armaría un escándalo, sus amigos lo mirarían extraño también.

No importaba, desde que Sophie se había perdido en el bosque, que se había dado cuenta lo mucho que le importaba, que sean primos era una cruel broma del destino ¿Por qué no podía ser adoptado? ¿O tener una prima menos bonita y genial?

—Oye, más te vale verte bien el sábado, no me hagas quedar mal —Ian detuvo a Sophie en el primer recreo, por el examen de matemáticas que habían realizado en la mañana, esa era su primera oportunidad de hablarle y confirmar que sí saldrían juntos el siguiente sábado.

—Yo siempre me veo bien, más bien tú no me hagas quedar mal con tus modales callejeros. —Se cruzó de brazos ¿Qué se creía? ¿Qué era su accesorio?

—No prometo nada. —Se acercó provocándola—. ¿Cómo te fue en el examen, fácil no? en especial el ejercicio cinco, el problema tenía una trampa, cualquier idiota podía darse cuenta —mintió para ver si Sophie caía y se desesperaba por tener una posible respuesta errónea.

Más que con preocupación lo miró seria y se acercó a darle un corto beso en los labios. Los rozó tiernamente jugando con uno de los mechones de cabello del muchacho. Ian no tuvo ni tiempo de cerrar los ojos, por segunda vez lo agarraba desprevenido.

— ¿Y eso por qué fue? —le preguntó a la chica antes de salir del asombro.

—Tus insulsos intentos por engañarme me aburren. —Sonrió victoriosa, se había vengado del beso robado el sábado anterior.

Feliz se dio la vuelta y se alejó dando brinquitos. Ian rió, al parecer engañar a Sophie ya no era tan sencillo como antes.

Les pongo una imagen de Ian y Sophie, bueno, no son ellos, pero me pasaron esta imagen hace años y se parecen.

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