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11. Alerta

Sin duda, ahora sabía que la tormenta eléctrica estaba relacionada con que desapareciera la gente, junto con las apariciones de la persona encapuchada y el individuo de la túnica negra, pero ¿Quiénes se esconderían debajo de ellas? Debía decirle a Morfeo si me podía enseñar el vídeo de hoy, así, podría confirmarlo, o, por el contrario, rechazar esa idea.

Las personas circulaban tranquilamente con sus acompañantes trabajadores del Castillo. No había ningún rastro del tapón que se había formado antes de volver a encontrarme con la oscuridad. Me sentía sola, pese a estar rodeada de tanta gente en el castillo. Esperaba que Daniel volviera pronto, al menos rellenaría un poco ese vacío.

En poco tiempo, se había calmado todo. Eso me ayudó a respirar mejor. Había pocas personas merodeando por aquí, estas entraban y salían de las diferentes habitaciones. Algunas cruzaban la puerta para volver a la vida real.

Las paredes seguían teniendo su blancura tan característica. La puerta tenía algunas manchas negras más, al igual que la grieta, que había crecido hasta un cuarto de todas las esquinas.

La persona encapuchada y el individuo de la túnica negra eran diferentes, es decir, no podían ser la misma persona, ¿o sí? No podía saberlo, simplemente, eran suposiciones. Este último, me sonaba familiar. Lo había visto en alguna otra parte, pero no recordaba de dónde. Cerré las manos y las choqué cuando me acordé. Fue solamente una vez. En el primer sueño que tuve, el de Marcus. Apareció señalándome con el dedo cuando había esa multitud de gente, mientras intentaba buscar una salida y regresar a "La sala de ensueño".

¿Sería el mismo? ¿Qué quería? Ahora que me daba cuenta, cuando volví de ahí, empezaron a aparecer los dos seres extraños. Deberían tener alguna relación, igual que la tormenta eléctrica. Me daba miedo solamente de pensar en encontrarme con los cuervos, me producían terror, de esos que se te calan hasta los huesos. ¿Me estaría imaginando todo eso? Eran muchas coincidencias. Me dolía la cabeza de tanto pensar en ello.

Otra cosa me vino a la mente. ¿Cuánto llevaba aquí? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Una noche? Una escena me vino a la memoria. Antes de volver a "Mi mundo", la noche en la que cambió todo. Daniel me dijo que se me había acabado el tiempo, y, pensaba que me estaba muriendo, pero no, me desperté encontrándome en un baño de la Universidad. Antes de hacerlo, me anunció sonriente que las horas eran minutos aquí. ¿Qué clase de sitio funcionaba así? A decir verdad, al ser El Castillo de Morfeo, mundo de los sueños, todo lo relacionado con el tiempo y lo Onírico era posible.

En la lejanía, concentrados, Daniel, Morfeo, y la chica extraña, hablaban seriamente. Debía ser un tema de preocupación. No tenía que acerarme, aunque mi curiosidad ganó. Escuché la conversación mientras me aproximaba.

—Estad atentos por si veis algo más —Ordenó Morfeo. Los dos asintieron.

—Cualquier cosa, la apuntaré en mi cuaderno —respondió Daniel moviendo el objeto con su mano derecha.

—Si hubiera algo nuevo, se lo diría a Daniel y te informaríamos —comentó la chica que iba con Emily mirando a Daniel, y luego, a Morfeo.

Se hizo un silencio.

—Mañana habrá otra reunión —concluyó Morfeo mientras se iba.

—Nos vemos luego, Daniel —se despidió la chica.

Se quedaron callados.

—¿Va todo bien? —pregunté preocupada mirando como se alejaban la chica y Morfeo.

—Oh, no te preocupes —sonrío para tranquilizarme.

—¿Cuánto hace que estás? —junté las cejas.

—Hm... dos minutos, aproximadamente —contestó al cabo de haber estado pensando un rato—. ¿Por qué lo preguntas? —me miró a los ojos.

—¿Has visto al individuo de la túnica negra? —abrí los ojos—. ¿El destello en el cielo? —levanté las cejas.

—No. ¿Estás bien? —colocó una mano en mi hombro.

—No lo sé —suspiré.

—Es normal que estés cansada —volvió a sonreír ligeramente—. Tienes que asimilar mucha información —me consoló. Sus ojos transmitían tranquilidad.

Se hizo un silencio.

—Puede ser... —admití.

La verdad es que lo había estado pensando. Tal vez, todo esto solo era parte de mi imaginación. La túnica negra, la persona encapuchada, El castillo de Morfeo, la espiral... tenía que aceptar que mi vida no volvería a ser igual, no sabía si para bien, o, para mal.

Miré hacia la ventana. Se podía escuchar al viento susurrar con más fuerza. Poco a poco, cogía una forma amenazadora que no podía describir. Los árboles se movían a su son. La noche estrellada formaba todas las constelaciones. La luna, sonriente, resplandecía con lucidez. La diferencia era que, ahora las flores, que se podían ver algunas más apagadas, estaban abiertas. Además, las luciérnagas se posaban en el centro de ellas para que brillaran más. Los grillos cantaban alegres por el buen tiempo que hacía, pese al viento.

El lugar estaba intacto, a pesar de las pequeñas manchas negras en la puerta, y la grieta creciendo ligeramente en todas las esquinas. Sin embargo, tenía la sensación de que, sin darme cuenta, el ambiente iba cogiendo más oscuridad, como si la absorbiera de algún sitio.

La gente que llevaba el camisón blanco, como yo, empezó a salir de todos los lugares. Como Morfeo había convocado una reunión que tomaría lugar en nada, no quedaban trabajadores del castillo, excepto Daniel porque lo había llamado. Algunas de las personas, parecían que les aspiraba algo hasta desaparecer. Otros, se iban por la puerta de entrada a La sala principal. Debía ser la hora de irme. Notaba como mi cuerpo empezó a desvanecerse.

—Nos vemos, Alaya —miró el reloj, y luego a mí, sonriente.

Mientras Daniel se iba, mis manos se volvían trasparentes con bastante rapidez. En pocos segundos, apenas quedaba algo de mi cuerpo. Por un momento, era libre. Cerré los ojos y me teletransporté hacia "Mi mundo".

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