Capitulo 9: Kristus i Getsemane
Cuando diga la verdad.
Las luces se apagan y todos se han ido
Pero, ¿quién soy yo?
Melodrama, Lorde.
—¿Estás bien? —Aquiles pasa la linterna de su celular frente a las pupilas dilatadas de su compañero, Liam.
El remanente del grupo se halla enclaustrado en la sala de estar del hotel, aguardando con paciencia a que todos se atavíen adecuadamente. Helena, con su mirada fija, se concentra en la pared opuesta, la cual se revela como una majestuosa puerta de roble ornada con manijas de dorado resplandor y delicados entramados del mismo matiz.
—Chica, ya debes salir de tu trance. —Victoria chasquea sus dedos frente a ella—. Vamos, guapa, te acompañaré al baño. —La rubia lleva a su compañera al baño, dejándola en la bañera para que se desvista.
Helena cierra la cortina del baño y lanza sus prendas con lentitud hacia el suelo. Cuando baja su mirada, ya desnuda, repara en la sangre impregnada en sus palmas.
—Te dejaré bañarte tranquila, Helena —expresó con gentileza—. ¿Estás bien? —La joven, con parsimonia, desliza la cortina de la ducha para encontrarse con una escena desconcertante: el agua en la bañera de mármol está impregnada de un inquietante rastro de sangre.
El tiempo transcurre con normalidad. El ambiente se carga de tensión, los jóvenes esperan sentados el llamado de Dionisio; en ese momento, la puerta parece una entrada al mismísimo Edén.
—Hola, niños. Dionisio me envió a buscarlos, espero que estén todos listos —dice un hombre cuyo nombre es desconocido.
Para Helena, el hombre es una copia exacta de todos los sirvientes del dios, incluso con la mirada borrosa; destaca sus grandes lentes negros, su traje formal y la contextura robusta que también tenían los conductores de Dionisio.
El hombre los transporta hacia una mansión certificada en el corazón de Las Vegas, la ciudad se tiñe de colores nocturnos y les da la bienvenida a la fiesta eterna. El hogar no es mucho más grande que el de Dionisio, pero se destaca por tener mucho más contenido arquitectónico, como si fuera un templo griego montado sobre una casa moderna.
—¿No te da un poco de cosa tanta extravagancia? —dice Holden—. O quizás soy solo yo. —El chico está vestido con un traje de brillante seda azul.
Finalmente, los jóvenes llegaron a la imponente celebración, que los recibió con una entrada enmarcada por centelleantes figuras de luz y la efigie del dios delineada en resplandecientes pinturas con matices de neón. Al traspasar el umbral de bienvenida, ingresaron por una puerta decorada con deslumbrantes representaciones estelares y, una vez dentro, quedaron instantáneamente cautivados por la impresionante exhibición de luces LED que surcaban el entorno en líneas hipnóticas de tonalidades púrpuras y azules.La música envolvente fluye desde cuatro imponentes altavoces estratégicamente ubicados en cada esquina del recinto.
—¿Qué es esto? —exclama Liam con un entusiasmo incontenible, como si hubiera olvidado por completo su previo estado de asombro.
Los jóvenes avanzan entre la multitud que se mueve al compás de la música, todos ellos lucen una piel radiante y una vestimenta de un esplendoroso refinamiento. Helena percibe una mezcla embriagadora de fragancias, una sinfonía olfativa que combina el aroma del sudor de los cuerpos en movimiento y el distintivo matiz del vodka. Al adentrarse en la primera sala, se encuentran con una segunda aún más deslumbrante, bañada en una luminosidad crepuscular adornada con círculos de luz verde y amarilla que serpentean por todo el espacio, como ondas de energía que infunden vitalidad y movimiento en todos los presentes.
—¿Chicos, dónde está Tristan? —preguntan las dos gemelas.
—Creo que se quedó en la otra habitación, si quieren vamos a buscarlo —dice Holden.
—Tranquilo, vamos nosotras dos solas.
Las chicas hacen reversa y abren la puerta, que les devuelve por unos segundos esas luces eufóricas. Mientras sus compañeros, siguen su camino, cada vez separándose aún más.
—Oh, ya perdimos al resto. —Holden refunfuña y queda con el asombrado Liam.
—No me importa. —Liam se enfrenta a la multitud y comienza a saltar junto a los desconocidos.
El ambiente es más que eufórico, todos saltan al compás musical, divirtiéndose como si fueran conocidos. Las copas de champagne se derraman sobre sus cuerpos; el suelo dividido en recuadros de colores proyecta barras de luz que explotan contra centelleante bola de disco. Liam se incorpora al gentío, convirtiendo a su compañero abstemio en cuidado
—Liam, no te vayas muy lejos —dice Holden mientras corretea por el lugar.
La zona que se encuentra traspasando la segunda habitación es mucho más tranquila: se personifica como un bar de tinte jazz sonorizado por una banda al extremo de la habitación, misma recubierta por tres paredes de tapiz floral, y la cuarta intercambiada por espejos de marcos rojos. En este espacio, la joven pelirroja y su compañero latino se deleitan con un vaso de Woodford Reserve, acomodados en sendos sillones, bañados por la cálida luz de las lámparas que iluminan su entorno.
—¿No crees que ya vas mucho? —Aquiles baja su vista a la mesa individual, colmada de vasos tulipán.
—Tú también tomaste, idiota —dice la chica, modulando vagamente sus palabras.
—Sí, tomé un vaso... y era de agua.
Los chicos se quedan con la mirada clavada el uno al otro por un rato, para fingir que la conversación nunca sucedió y esperar la presencia de la banda.
—Hola niños, no sabía que ya están aquí. —Dionisio atraviesa una de las puertas de vidrio—. La banda todavía no viene, esto es un desastre.
—Yo veo que todos se están divirtiendo. Hasta Helena se ve divertida.
—Todos se divierten porque son unos drogadictos sin futuro, yo quiero salir en las revistas... Todos esos vasos los tomaste tú.
—¡Si tomo mucho alcohol, ya dejen de juzgarme! —Helena, en una reacción inesperada, se retira enojada a la barra. La chica lleva un vestido de seda verde, de corte princesa.
Aquiles ignora los dichos de su compañera, inmerso en sus pensamientos. Estos maquillan su cerebro como chispas de ideas recorriendo su cabeza.
—Puedo cantar si quieres, solo necesito un piano.
—¡Un piano, un piano! —Dionisio corre por toda la sala, acompañado de sus asistentes vestidos de negro.
El chico se resguarda en la barra de tragos, al lado de Helena, quien sigue con un rostro de incomodidad.
—¿Qué sucedió con Liam? —pregunta, acercando su mano a la de ella—. Estás más rara de lo que normalmente eres.
—Nada de lo que podría pasarte por tu mente... Se nos apareció un demonio, y nos hizo una advertencia extraña.
La conversación antes de llegar a su fin es interrumpida por el dios, señalando al escenario con sus dedos, donde sus asistentes dejan el teclado que Aquiles pidió.
—Helena, ya vuelvo... prometo que hablaré contigo. —Con algo de culpa se aleja de la mujer.
«Sube con vacilación los peldaños de aquel lugar, Aquiles se muestra dubitativo en cuanto a sus próximos pasos. Desde los seis años, recibe lecciones de piano, y si las circunstancias económicas fueran diferentes, podría convertirse en un prodigio del instrumento. Ahora, con determinación, posa sus manos en las teclas, dejándolas deslizar con suavidad mientras entona con gracia la melódica pieza "Clair de luna". Sus dedos se mueven con destreza, denotando años de práctica, y la música fluye de manera serena y envolvente, llenando la habitación con su encanto melódico.
—¿Sabías que tocaba así? —Dionisio se acerca a la pelirroja.
—No, es muy bonito —dice la mujer, con lágrimas en sus ojos.
___________________________________________________________
La primera sala cada vez se torna más caótica, mientras los grandes parlantes hacen vibrar la madera bajo sus pies, algunas meseras rodean el espectáculo de bailanta, con enormes platos dorados sobre sus manos. Una de ellas choca con Victoria y ensucia su elegante vestidoblanco de lino, con corte de sirena, —a juego con el de su gemela que era negro—.
—Te dije que no debías traer un vestidoblanco —afirma Sophie con malicia.
—Oh, igual me veo hermosa. —La chica mueve sus caderas al ritmo de la música.
—Vamos, Marilyn Monroe, tenemos que encontrar al niño. —Empuja a las personas que interrumpen su camino.
—¿Nunca me contaste qué sucedió con Holden? —Victoria se acerca a su hermana para entablar una conversación.
—Pues, hablamos un poco... Y quizás ya no es tan idiota...
FLASHBACK.
La escena se situaba en la limusina de vuelta a casa; luego del altercado de antes, Victoria se había retirado, para dejar hablar tranquilamente a Holden y Sophie. En el lugar reinaba la tensión, con los dos chicos ubicados en distintas puntas de la zona trasera del auto.
—¿Nunca te disculpas? —Holden fue quien rompió el silencio.
—No voy a pedir perdón, nunca lo hago —dice, mientras miraba por las ventanas.
—No puedes tratar mal a todo el mundo solo porque no eres feliz, así no funciona el mundo... —El chico comenzó a alzar la voz.
—Y tú deberías dejar de meterte donde no te incumbe. —La chica no tiene expresiones en su rostro—. Además, deja de mirarme como si estuvieras viendo a un muerto.
Holden no podía retener sus emociones; de cierto modo, le recordaba a su otra compañera, Helena, pero la rubia que tenía al lado, quien había herido tanto sus sentimientos, carecía de sentimientos; solamente era un robot sin emociones—. ¿Tú sientes algo?
Esa pregunta al parecer fue la gota que rebalsó el vaso, provocando en la chica otro sentimiento que no sea los que siempre mostraba; una indiferencia aplastante.
—Claro que siento... Realmente no lo sé. —Algo dentro de ella se quebró, como si uno de los pilares de su estructura mental se hubiera fracturado, y con él su ser—. Me siento mal, tengo un hormigueo en mis brazos, mis mejillas se sienten calientes.
—¿Estás nerviosa? —Se acerca un poco más a ella.
—Yo no sé por qué soy así, solo no puedo hacer que otros me importen; a veces mis palabras brotan de mi boca, incluso antes de que lo piense. —La chica se tapó la bocaantes de seguir diciendo cosas, pero igual siguieron saliendo.
» De pequeña siempre ganaba todo, pero no podían entrevistarme a mí porque era desagradable para los otros, entonces ponían a mi hermana; ella tenía algo que yo no podía conseguir, incluso si me leía todos los libros del mundo.
Holden no pudo evitar aguardar silencio; quería dejarla expresarse todo lo posible. En su voz y más, se notaba que tenía años de palabras guardadas, que quería decir, que la hicieron crear una capa dura.
«Sophie, Sophie, ¿estás bien?» Una voz distorsionada sonó en la cabeza de la chica, antes de caer en cuenta de que se había quedado recordando.
—Vamos, cuéntame, te quedaste mirando a la nada —dice Victoria.
—No pasó absolutamentenada. —La chica sigue su camino—. ¿Vieron a un chico con lentes y cabello marrón? —pregunta a cada persona que aparece en su frente.
Las personas siguen pasando de ellas; todos dicen que no vieron nada o todo lo contrario, que vieron a más de diez personas con esa descripción.
—Vamos, Liam, déjate de tonterías. No puedes tomar tanto.
A pesar de las advertencias de su compañero, Liam se adentra a una competencia de PingPong; si gana tiene que tomar, y si pierde también. El chico, con solo media hora de fiesta, ya había manchado su camisa, y su traje se veía incompleto, por la falta de su saco color lavanda.
—Tú no sabes de lo que soy capaz. —El chico lanza una pelota con tal fuerza que, en vez de caer en un vaso, golpea a una de las chicas deleitadas por el espectáculo—. Oh, lo siento tanto.
—Idiota, acabas de golpear a mi novia. —Un hombre robusto grita desde la distancia.
Antes de que se genere un altercado, agarra del cuello de la camisa a Liam y lo tira hacia él, alejándolo hacia una de las puertas de emergencia, que dan a la salida del recinto.
—¿Qué carajos te pasa? —Holden se ve enojado por segunda vez en la noche—. Mira, te conozco hace apenas una semana, pero tú no eres así.
—Tú qué sabes cómo soy —el chico ebrio, intenta lanzarse contra su compañero, peroantes cae al suelo—. Mira, estoy tan cansado de todo. Lo estaba antes, pero ahora cada segundo de mi día pasa por mi mente esa horribleimagen.
—¿Qué horribleimagen? —Se agacha, dándole un pequeño abrazo, con su antebrazo apoyado en el hombro del chico.
Liam queda en silencio, mientras su cuerpo comienza a temblar por el frío de la noche; su pelo esta mojado por el sudor y todo el alcohol derramado sobre su cuerpo, la camisa toma una coloración casi amarillenta y su pelo está enmarañado sobre su frente.
—Un demonio se nos apareció a Helena y a mí. Sé que dirás, ¿por qué no nos dijeron antes? —suelta una leve risa—. Pues creo que quedamos en shock...
Estábamos en una zona sin techo, ya habíamos pasado por todas las tiendas, y entonces se nos aparece una niña; ya la habíamos visto comprando juguetes, entonces nos sorprendió cuando toda su inocencia se fue. Nos intentó dar un golpe...
—Era un demonio... —Holden queda algo consternado—. Poseer a una niña es demasiado.
—Eso dijimos, pero entonces la chica levitó hacia una de las escaleras. Nos dio un mensaje —tienen un día para entregarse—. Y entonces la niña... —al chico se le caían las lágrimas—. La niña se lanzó desde las alturas frente a nosotros, muriendo al instante...
El rubio sintió que el vómito le subía por la garganta. Mientras retenía el flujo sobre sus manos, abrazaba con todas sus fuerzas a su compañero, sin verlo, sentía como las lágrimas humedecían su camisa. En eso sienten una explosión en la primera sala.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro