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Capitulo 8: El Ave del Paraíso

"Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo nos consolaremos, los asesinos de todos los asesinos?"

-Nietzsche

—¿Eres un dios? —añade Tristan con cierto desdén de superioridad.

—Entiendo que no favorezca la idea de que un dios viste Chanel, pero estoy aquí para salvarles su trasero joven.

Dionisio se da la vuelta, mientras envuelve su bufanda de seda color lavanda cual látigo. Entra como conductor en una limosina estacionada unos metros frente a ellos.

—Chicos, debo llamar a mi mamá. Ella es muy sobreprotectora...

—Tristan, tienes dieciocho años, controla tu vida. —Sophie pasa por delante de él.

El chico queda parado, tomando su brazo izquierdo con vergüenza. Intenta contener sus lágrimas, pero poco a poco sus lentes se empañan.

—Oye, no te pongas triste... Conseguiremos lo que necesitas. —Aquiles limpia sus lágrimas y lo abraza.

Los chicos entran al auto, quedando Liam, Helena y Holden delante de todos.

—Tuvimos un conflicto en el avión. Un demonio llamado Velaciel nos intentó matar. —La chica pelirroja apoya su cabeza en el asiento del dios.

—Velaciel... Oh, esa pobre maldita. Ni siquiera es de un rango medianamente superior, ustedes son semidioses; deberían poder derrotar a cualquier hijo de la luna. —El dios hace una pausa—. Fredrin, querido. Encárgate de que los pasajeros de ese vuelo no digan nada. —Le encarga a su leal conductor.

Todos quedan bastante asombrados, a pesar de ser supuestamente fácil, ese demonio los podría haber asesinado con facilidad, si no fuera por el despertar de los poderes de Helena.

—¿Podrías explicarnos un poco más el mundo demoníaco? —dice Tristan.

—Pues es sencillo, en el reino demoníaco todos siguen una jerarquía: Las tropas demoníacas, sin conciencia y deformes en su mayoría; los espíritus servidores, como Velaciel, simplemente sirvientes de rangos superiores, espíritus inferiores... ya sean comandantes de tropas o guerreros bastante fuertes y las seis casas demoníacas, los demonios de más alto rango. Todos son hijos de la luna...

—¿Y entonces cómo combatiremos contra las fuerzas del mal, con antorchas y trinches como las brujas? —La rubia ególatra hace un chiste interno con su gemela.

—¿Todavía no saben usar sus poderes? Mis compañeros me dejaron lo mejor.

—¿Lo mejor? —dicen todos al unísono.

—Entrenar tortuosamente a los inexpertos —Dionisio suelta una tenue risa.

El viaje finaliza al llegar a una mansión gigante, centrada en los grandes bancos de la ciudad, el hogar de Dionisio los recibe con una pancarta colorida renombrada como "Wine House", debajo de esta un porche vagamente decorado preludia la enorme puerta delantera de madera blanca.

—Esto es bastante... excéntrico —añade Helena, misma que no le alcanzan los dedos del cuerpo para enumerar todas sus residencias.

—Todos vayan al patio delantero —ordena el extravagante dios del vino, mientras saluda al conductor; un fornido hombre afro.

Asimismo, los siete jóvenes salen del auto y, con un salto unánime, llegan a un símbolo místico sobrepuesto al césped artificial.

—¿Qué haremos? No soy bueno en la actividad física... —Tristan les sonríe a sus compañeros.

—Ustedes van entrenar con el mejor profesor de los dioses, después de: Ares, Atenea, Heracles, Zeus, Poseidón... Digamos que soy un dios, eso es suficiente. —Dionisio comienza a realizar un movimiento de manos que los fusiona con una energía anaranjada.

En ese mismo momento, una sensación de mareo cala sus cuerpos. La mansión se destruye con parsimonia, comotodo su alrededor, los edificios se disgregan en polvo y todas las personas que caminan por ahí son lentificadas. Cuando todo se acomoda siguen en la mansión, solo que esta sobrevuela en el cielo, junto a todo el terreno.

—Me imagino, estamos en el mundo espiritual —dice Victoria, mientras se lleva la mano a la cabeza en señal de adolecimiento.

—Exactamente, Gemela agradable. Las Vegas es, de forma literal, mi reino. Así que comencemos, les explicaré la teoría y luego pasaremos a la práctica. —Camina y se divide en clones, sucesivamente.

—Los seres vivos somos energía, esa energía se llama Éter, el alma misma que nos mueve.

—El alma se puede manipular a través de un artefacto en nuestro interior apodado Núcleo Espiritual. Es como una manguera que direcciona el agua hacia donde queramos. —Otro clon aparece detrás de los chicos y desaparece, dividiéndose en cuatro dioses más.

—Todo esto se maneja por la Astromancia. Dependiendo de nuestro artefacto N.E, podemos manifestar ciertos poderes. —Conjuntan la oración, los cientos de clones al unísono.

—¿Y los humanos no pueden usar el Éter? —pregunta Holden, luego de permanecer en silencio tras el viaje.

—Los mundanos tienen un artefacto inactivo, que solo les ayuda a retener su alma y no explotar en energía —responde el Dionisio original—. ¿Alguna otra pregunta?

Al recibir silencio en respuesta, todas las copias perfectas comienzan a correr hacia los jóvenes—. Para usar sus habilidades, deben conectarse con lo que son, con su espíritu más puro. Piensen en ustedes como un solo adjetivo, y manifíestenlo a su máxima expresión.

Estos quedan perplejos ante la manada de dioses corriendo hacia ellos, con intenciones dañinas.

—Yo creo que soy... —Holden es el que más se conoce a sí mismo, desembocando esta semiperfección espiritual en su uso del poder; unos hilos de luz dorada rodean su brazo—. Holden. —Y con esa oración da un golpe en el suelo, que se levanta como una ola de tierra infértil hacia varios de los autómatas.

—Muy bien, niño, ¿Pero acaso tus compañeros saben quiénes son?

Uno de estos seres toma a Sophie por el brazo y con intención de tirarla del terreno, jala de ella con fuerza. Pero antes de cualquier acción se queda inmóvil en una posición, y unas luces azules como grandes zafiros reflejados en el sol, sobresalen de sus ojos.

—Deja a mi hermana, yo sí sé quién soy. —Con los mismos hilos de luces que Holden, rodeando su cabeza; Victoria mueve su mano derecha hacia abajo, y hace que suelten a su gemela.

Interrumpiendo el hermoso momento, una jauría de hombres a orden de Dionisio ataca con sus manos a estos jóvenes.

—No creo que nos puedan hacer mucho con sus manos. —Aquiles avanza su paso, y lo intercepta un golpe de gran magnitud, que lo deja metros de ahí.

—¡Cuidado, Aquiles! —Liam corre para tomarlo con sus brazos flacuchos, pero también es tomado por el mismo clon—. Hombre herido, ayuda, hombre herido. —Cierra sus ojos y mágicamente siente cómo vuelve a tocar el suelo con sus pies.

Helena, quien se cree genial y sabe que esa es su identidad, o eso cree; Deja fuera de combate al hombre con su mano recubierta de fuego—. Me encanta que todos vean cómo se hace.

—Realmente eres una desquiciada —dice Tristan resguardado en unos arbustos.

Luego de los acontecimientos de entrenamiento, estos vuelven al plano terrenal y se dan un gran descanso en la mansión de Dionisio.

—Estoy conociendo tipos de queso que ni siquiera sabía que fueran posibles —dice Aquiles con una acumulación de comida en la boca.

—Yo me pude bañar con agua caliente luego de días. —Liam sale de un cuarto vaporizado.

—¿Pero apenas llevamos tres días en misión? —interroga la bella Victoria.

—Sí... Tengo un problema de cañerías en mi baño.

En la habitación reina un momento de silencio, seguido de una risa burlona por parte de todos sus compañeros.

—¿Dónde vivían antes de todo esto? —pregunta Victoria mientras se lleva un cubo de queso a la boca—. Yo estaba en París, me habían invitado a una conferencia de moda vanguardista.

—Yo estaba de viaje en mi país natal cuando apareció un demonio y atacó mi cena familiar. —Aquiles intenta pronunciar más palabras, pero se ahoga.

—¿Pensaron en sus familias? —Holden vuelve a aparecer en escena, con una botella de vino en su mano izquierda—. Me refiero a qué estarán haciendo, se preguntarán por ustedes.

—Nuestros padres nos dieron independencia muy temprano, deben creer que estamos en un viaje de negocios. Somos gemelas, pero según el ojo público, somos la misma persona —dice Sophie.

—Mi madre debe estar preocupada, pero con el portal de Hermes algo le sucedió a mi celular. ¿Soy el único con gente que le importa mi bienestar? —El silencio por parte de sus compañeros le da una respuesta positiva.

Para interrumpir esa charla, Dionisio abre con fuerza la puerta de roble, seguido de varios guardias con anteojos de sol y una apariencia poco intimidante. Liam puede suponer por su aspecto que son protectores, pero podrían ser playeros también.

—Niños hermosos, hoy por la noche comienza "El gran festín". Un evento en Las Vegas, donde básicamente hago una cena de cien mil invitados y luego comienza la fiesta de tresdías.

—¿Una fiesta de tresdías? —Tristan, quien no había asistido a muchos eventos así, queda con la boca abierta.

—Es la fiesta más importante del momento, se realiza cada dos años y cualquier salón de apuestas, gala, comida... se arrodilla ante mí. —Dionisio saca chispas de sus dedos—. No pueden estar así, mis guardias los acompañarán a buscar ropa elegante para la cena y seis atuendos para los tres días.

Dicho eso, el hombre se retira del establecimiento y los deja solos para que se anticipen a la salida de compras. Ninguno de ellos, por más obvio que suene, tiene ropa decente. Liam, el amable chico de 20 años, se da un chapuzón de agua helada y comienza a flotar por inercia, quedando bocabajo en el agua y viendo la hermosa vista del patio trasero de la mansión.

—¿Cómo es tu madre? —Helena interrumpe la paz del joven.

—¿¡Qué!? —dice Liam mientras intenta no tragar agua—. No puedes asustar así a las personas. Además, ¿para qué quieres saber de mi mamá? ¿No tienes una?

—No. Bueno, sí tuve una. —Helena se levanta y quita sus pies sumergidos en el agua—. Fue ridículo, olvídalo —dice, mientras camina hacia la puerta de entrada—. Prepárate, necesitaremos mucho tiempo para hacerte ver decente.

—Helena, lo siento... —Liam queda suspendido en el agua, viendo cómo la mujer se aleja de él—. Ahora entiendo por qué no tengo novia.

Liam solo puede quedarse pasmado ante la inmensidad de Las Vegas. Su excentricidad genera en él una pequeña vibración de excitación. Las Vegas se erige como un oasis luminoso en medio del vasto y desafiante paisaje desértico del suroeste estadounidense. Ahora, pasando en su auto por la franja de la ciudad, un epicentro recubierto de hoteles emblemáticos.

El chico, por unos momentos, se siente avergonzado de salir con harapos en las mismas calles atestadas de finos vestidos de cóctel y grandes joyas refulgentes ante el sol del ocaso.

—¿Te ves impresionado? —dice Helena, sorprendiendo al chico—. Eres de Estados Unidos, ¿cómo nunca visitaste Las Vegas?

—Tú eres inglesa, ¿cómo no estás tomando té? —responde Liam con una ironía tajante.

—Entiendo, entiendo... Los estereotipos no son buenos.

Los dos se encuentran solos en la limusina, el resto del grupo se dividió en grupos y así recorren la ciudad sin tantos conflictos; de alguna manera les resultó divertido dejarlos solos.

—¿Aquí está bien? —El conductor rompe con la tensión.

—Oh, por supuesto. —Liam sale del auto e ignora cualquier presencia que pueda estar siguiéndolo. Sus pasos son largos y erráticos, la emoción puede brotar hasta del sudor en su frente. Las grandes ristras de locales prestigiosos se precipitan en grandes construcciones iluminadas por carteleras. Sus pupilas dilatadas reflejan esos cálidos destellos.

La pelirroja, con un tenue impulso, sale disparada hacia el chico y llega con suma rapidez a su costado—. Liam, no te quedes ahí parado, vamos a comprar. —Esta toma del brazo a su compañero, y corren por las baldosas deterioradas de la ciudad que nunca duerme, mientras de fondo la melodía de "Cool for theSummer" se rebosa sobre sus cuerpos.

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El grand bazaar shops se encarama ante Holden, con su despliegue de excentricidad; El corazon de "Las Vegas" es un edificio ornamentado de luces coloridas, que ofrece a sus invitados una diversidad de necesidades, o lujos. Por mas obvio que suene, el y sus acompañantes habían visitado con anterioridad la ciudad.

―Creo que debemos hacer una visita organizada ―enfatiza la ultima palabra―. Victoria y yo iremos por ese lado, tu vete por el otro... Ósea, muy lejos de nosotras.

Un contraste notorio se forma entre Holden y las chicas, este con un fondo de iluminación excesiva. Mientras que sus compañeras, se funden en un callejón oscuro frente al Bazzar; este decorado con grandes contenedores de basura, rebalsados en productos.

―Deberías ser mas amable con el. ―Victoria desenrosca sus brazos de los de su hermana―. Vamos, conozco unos lugares fantásticos para visitar.

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Aquiles y Tristan disfrutan de su solitaria estadía en el hotel, ya que son los menos interesados en comprar una vestimenta adecuada. El resto del grupo no tuvo más remedio que acceder a su negligencia.

―Ya nos dieron celulares. ¿Pudiste llamar a tu madre? ―pregunta el joven Aquiles.

―No... Tengo un poco de miedo de llamarla. Ya han pasado algunos días desde que desaparecí. Un demonio intentó atacarme en el supermercado. ―Suelta una carcajada―. Realmente resulta un poco ridículo.

Aquiles, en cambio, en solo dos horas logró llamar a todos sus familiares, publicar dos fotos en Instagram y un tweet que cita una frase de Skins. ―Claro, te entiendo perfectamente ―asiente con ingenuidad―. Yo, si mal no recuerdo, casi fui asesinado en el baño de un bar, pero apareció Hermes y, si te soy sincero, tampoco tenía un mejorlugardonde ir.

―Yo sí tenía un mejorlugardonde ir, pero ese dios me persiguió y al cabo de algunas horas terminé cediendo. ―Repiensa sus últimas palabras―. ¿Habrá usado magia?

Los dos chicos se quedan en silencio por unos minutos y luego, Aquiles rompe el silencio con una risa burlona.

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―Tienes brazos muy grandes. ―Victoria se acurruca junto a su compañero.

―Oh, es que entreno mucho ―responde con amabilidad pero algo incómodo.

El sol ya se ha ocultado, dando paso a un cielo nocturno, bastante monótono a los ojos de Holden. Tenía recuerdos de su padre llevándolo al campo, donde en las noches el cielo se salpicaba de puntos blancos. En las grandes ciudades no hay nada de eso.

―No me gusta Yanquilandia. ―La muchacha interrumpe a su hermana.

―¿Ser rusa no tiene nada que ver? ―dice el muchacho, sin intención de burlarse.

Sophie se da la vuelta y lanza una mirada de asco. Su hermana la toma del brazo; ella sabe que no es cierto, pero en su profundo enojo aún tiene la idea de que sus ojos lanzan rayos láser cuando se enfada.

―No por ser de Rusia voy a odiar a este país. Lo que no me gusta es el maldito concepto globalizado de Estados Unidos, pero no me detendré a explicarlo, porque queda claro que tu cerebro fue atrofiado por los músculos.

―Siempre tienes que ser tan malvada. ―Holden intenta retener las lágrimas, pero sus esfuerzos son en vano, y algunas lágrimas comienzan a brotar de sus ojos.

―Las estrellas, odio que no se vean las estrellas. Y no solo en tu país, también en el mío, cabeza hueca. ―La mujer se aleja del lugar.

Victoria siempre respalda a su hermana sin excepción, pero esta vez, enfrenta una encrucijada emocional. Decide quedarse junto al joven, entrelazando sus dedos con los de él. Los pasillos del Bazar se extienden amplios y bien iluminados, con luces cálidas incrustadas en las paredes. El interior esta atravesado por una red de escaleras mecánicas y sutiles desniveles en el suelo, elegantemente cubierto de mármol. El candelabro suspendido en lo alto del techo parece abrumar la vista de la rubia con su imponente presencia.

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12 PM - Las Vegas

¡Ring, ring! El sonido del timbre de la habitación suena, y Aquiles, a medio vestir, es el encargado de abrir la puerta. Cuando lo hace, una imagen de sus compañeros pero más descoloridos de lo normal se despliega.

―¿Qué les sucedió? ―pregunta Tristan, acercándose a verlos.

Sophie y Tristan están con ropa elegante; en sus manos un revoltijo de bolsas de papel corrugado. Sus expresiones se ven bastante tranquilas, hay algo que los hace notar más seguros de sí mismos. Mientras que Helena y Liam tienen un aspecto terrible.

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