Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 12: Amor, dolor y demonios.

"La miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento."

Gabriel Garcia Marquez


Los signos se encuentran en medio de un momento de relativa tranquilidad, observando con curiosidad el inusual tono rojizo que ha cubierto la bóveda celestial. Es un escenario desconcertante, como si el cielo mismo sucumbe a un capricho inexplicable de la naturaleza. Las estrellas, a menudo parpadeantes en su frialdad plateada, ahora parecen difuminadas en medio de la nebulosa de un rojo iridiscente que las rodeaba.

—No creo que esto sea algo bueno —dice Helena, frunciendo el ceño.

Dionisio, parado a cierta distancia de ellos, su mirada fija en el cielo. Deja un momento de silencio antes de volverse hacia los signos.

—Hay algo inusual en esto —dice Dionisio—. El clima huele a azufre, y siento algo extraño. —Sin esperar respuesta, desaparece en un destello y se dirige al cielo carmesí.

—No oyeron la advertencia de la diablesa. —Holden camina hacia el resto de sus compañeros.

El grupo se encuentra destruido, la mitad de ellos desmayados y el otro resto herido. La antigua mansión fue desprendida de su techo y paredes, ahora la cúspide de la extravagancia son suelos de mármol y muros fragmentados. Pasan unos minutos, que se sienten como horas, antes de que Dionisio regrese. Sin embargo, su retorno no es idóneo. El dios está herido, su cuerpo cubierto de cortes y quemaduras.

—¡Dionisio! ¿Qué te pasó? —exclama Aquiles, corriendo hacia él.

El dios se recompone con una sonrisa sombría y se regenera, sus heridas sanan a una velocidad asombrosa.

—Encontré algo que nunca debería haber llegado aquí. Pero estoy bien ahora.

—¿Qué sucedió? —Helena lo acude, tomando su espalda.

—Me encontre con un viejo amigo...

FLASHBACK

Un joven Dionisio se encontraba en los campos del Edén, había una reunión de dioses en el mismo planeta celestial. Él, como una deidad de menor rango, no asistía a esos lugares.

—Hola, veo que tampoco te llaman a estas reuniones —diría una voz desconocida.

—¡Qué paso! —Dionisio, exaltado, brinca del lugar donde descansaba.

Al voltear la mirada, puede ver una figura masculina, era un hombre de estatura mediana con el cabello rubio largo hasta la cintura.

—Soy Salomón, me trajeron aquí para manejar a los demonios. Dicen que andan rebeldes.

—Oh, yo soy Dionisio, al menos así me llaman los humanos. —Le muestra su bella sonrisa—. ¿Cómo manipulas demonios?

Salomón se sienta a su lado, este vislumbra la belleza griega de Dionisio, un hombre de piel trigueña, con muy poco cabello y un cuerpo tonificado.

—Solo nací con este poder. Creo que los dioses me necesitan, o al menos necesitan que no me una a la rebelión demoniaca.

—Escogiste el bando correcto entonces.

—No creo que se trate de bandos, uno está obligado a elegir la opción que más le conviene. Un bando se elige, uno decide luchar por algo.

___________________________________

«Dionisio, nos escuchas» En la cabeza del dios, resuenan voces de múltiples individuos, al parecer quedó en trance.

—Ya estoy bien. —Aparta a sus aprendices y camina al exterior—. Voy a intervenir, y eso me costará mucho.

—¿Qué hay tan fuerte para que debas intervenir? —dice Helena.

—Pienso que un viejo amigo abrió las puertas del infierno.

En el preciso instante en que Dionisio está a punto de revelar más detalles, el cielo se abre de manera súbita y aterradora. Un portal infernal escupe oleadas de demonios, pero estos no se asemejan en nada a los anteriores. Sus cuerpos equipados con alas membranosas que se equiparan a las de los murciélagos, las cuales se despliegan de manera ominosa sobre sus espaldas. Los rostros grotescos de estas criaturas lucen una sonrisa inquietante, mostrando dientes afilados y retorcidos que parecen ansiosos por devorar cualquier rastro de bondad.

Justo tras su llegada, los demonios desatan un frenesí entre los caballos que pastan cerca. Los animales se agitan, sus crines ondeando en el aire mientras relinchan de miedo. A medida que revuelven sus patas, dejan al descubierto a la figura que los cabalga. Se trata de un hombre ataviado con una armadura de un rojo profundo que brilla de manera ominosa. Cada paso de este guerrero infernal deja una estela de humo del mismo color.

—Bueno, niños, recuerden que el núcleo espiritual es importante —Dionisio les da su última lección y se adentra en las calles de la gran ciudad.

Los signos quedan perplejos ante la oscura imagen, esa oleada de demonios contra una sola persona. Es bastante triste pensar en el futuro de Dionisio.

—Chicos, debemos hacer algo —Holden agarra una de las espadas previamente utilizadas por Helena—. El que quiera quedarse, yo lucharé.

—Yo también, incluso si es lo último que hago —la pelirroja aprieta la lanza con la que mató al demonio y se encamina al exterior.

—¿Vienen, chicos? —Holden se dirige a los dos chicos en el suelo, Liam y Aquiles.

—Ya vamos nosotros, adelántense —Aquiles le guiña un ojo mientras toma la mano de su compañero.

Dionisio se abre paso entre las multitudes de demonios con una gracia y ferocidad que impresionan a los jóvenes. Desde su perspectiva, el caos es indescriptible: destellos de colores, fragmentos de cuerpos demoníacos desgarrados y cabezas que parecen despegarse del suelo y elevarse al cielo. El dios se erige como un coloso en medio del pandemonio, moviendo sus manos con una precisión implacable.

Sus dedos trazan arcos en el aire, y de ellos emana una energía arrebatadora que se manifiesta en brillantes haces de luz. Esta energía mutila a las criaturas con una eficacia asombrosa. Cualquier demonio que se atreva a acercarse a Dionisio desde el aire está condenado a encontrarse con una muerte inminente y segura.

—Es tan fantástico... —Holden con un brillo en los ojos se dirige hacia el dios, quien está asesinando demonios en una de las calles de la gran ciudad.

—Cuidado con los civiles —Helena nota cómo las personas se dan cuenta de esa vista apocalíptica y caen presas del pánico.

Los dos signos se incorporan a la batalla con una sincronización sacada de leyendas. Helena, la pelirroja, desenvaina su lanza con un gesto seguro y, aunque con torpeza, pronto demuestra su habilidad al prender fuego a algunos de los demonios con movimientos precisos. Por otro lado, Holden se erige como un verdadero maestro de la lucha, proporcionando ataques efectivos que atraviesan a varios de los invasores con facilidad. Mientras luchan, ambos jóvenes están rodeados por hilos de energía característicos de cuando desatan sus poderes divinos.

__________________________

—Vamos, Aquiles, tenemos que ir a ayudar —dice Liam.

—Lo sé, pero necesito decirte algo... —El chico toma con fuerza las manos de su compañero.

—¡Chicos, cuidado! —Tristán, quien ha despertado de su inconsciencia, les advierte con un grito.

Un demonio carmesí se abalanza hacia la pareja, pero no los ataca a muerte. Una de sus garras lastima el ojo de Aquiles, mientras la otra toma a Liam del cuello.

—No, Liam. —Aquiles intenta preocuparse por su compañero, pero de su ojo comienza a brotar mucha sangre—. ¡Ayuda, por favor!

___________________________

Por más que lo intentan, el grupo no puede eliminar a todos los demonios, el extraño ser en carruaje hace rugir al caballo, y ese sonido es la apertura de más portales.

—Alguien debe cerrar los portales. —Holden se ve acorralado por demonios.

—¡Necesito una mano! —Helena dice exhalada.

Dionisio mira hacia atrás, así logra ver como sus alumnos están siendo derrotados por las figuras infernales, en el fondo de su corazón sabe lo que debe hacer.

—Retrocedan chicos. —Se abalanza hacia una de las escaleras de emergencia. Situada en el único edificio que sigue en pie—. La sangre celestial inhibe cualquier impureza —se dice asimismo

Al final de las escaleras, una azotea gigante, da primer plano al enorme portal en el cielo, una apertura similar al desgarro de la piel. El dios corre hacia esa dirección, mientras rasguña su brazo, hasta que brote la sangre. Finalmente, cuando no hay más suelo que recorrer, salta hacia la grieta, y salpica algo de su sangre en ella.

—¡No Dionisio! —Una voz masculina surge de la figura arma mentada.

El portal, al contacto con la sangre del dios, colapsa en explosiones de luz, sellándose con lentitud, y absorbiendo todo a su alrededor como un agujero negro. Hasta el último demonio se desintegra en pedazos antes de entrar a esa rendija demoniaca.

FLASHBACK

—No te vayas por favor. —El joven de apariencia griega se vería saturado de sombras nocturnas, mientras hablaba con una figura encapuchada.

—Siempre te repetí que esto no se trata de elegir. —La figura mueve la capucha azul de su cabeza, y deja ver una larga cabellera rubia.

—Salomón, quiero estar contigo... —Dionisio lo tomaba de las manos—. Tu poder es peligroso, pero yo te acompañaría hasta el fin del mundo.

—Es bueno que digas eso, Dionisio. —Una voz haría su presencia en el gran castillo del Edén.

Era el dios Zeus, servidor del rayo. El hombre vestía un ostentoso traje de seda azul. El castillo del Edén era un lugar diminuto en el planeta, pero una construcción arquitectónica celestial. Sus altas torres, esculpidas en mármol alabastro de un blanco resplandeciente, se alzaban hacia los cielos, tocando las nubes con la punta de sus agujas. Los techos estaban adornados con láminas de oro que relucían.

—Yo... —titubeó al hablar—. Salomón, vete. —Dionisio generaría una explosión que distrajo a su hermano.

_____________________________

Pasados los minutos, Dionisio, tirado en el suelo, intentó recobrar la conciencia. Su cabeza daba vueltas y su mirada se llenó de puntos negros. Cuando pudo volver a enfocar la vista, sintió un golpe en el estómago.

—Mi Amour, te dije que te mantuvieras fuera de esto. —El hombre de armadura se presentó frente a él, sosteniendo a Liam—.

—Y yo te dije que uno siempre tiene elección. —Giró su cuerpo y pateó las rodillas de Salomón, con la intención de derribarlo.

El rey cayó al suelo, y el sonido metálico de su armadura retumbó en toda la ciudad. Se reincorporó rápidamente, pero ya era demasiado tarde; el dios lo apuntó con su mano recubierta de brillos.

—Vete, Liam —dijo Dionisio, tras liberar al chico.

Liam, dubitativo, comenzó a alejarse de la escena. Se sentía culpable por no poder ayudar a Dionisio, pero sabía que solo estorbaría en una escena de combate. Con la vergüenza en sus ojos, bajó por las escaleras de emergencia.

—Te permití ser feliz, incluso cuando mis hermanos me desterraron a la Tierra por dejarte escapar. Pero ahora elijo mi bando, y ese es salvar a estos jóvenes inocentes.

—Tú sabes que los diosesestán equivocados. —Salomón desenvainó una espada de cobre y dirigió su ataque hacia el dios.

Dionisio no logró prever del todo el ataque y recibió una puñalada en el hombro, pero al instante tomó la espada, dirigiendo su filo al corazón de su amado.

—Lo siento, lo siento. —Dionisio tomó en sus brazos a Salomón, antes de que cayera al suelo.

—Pedí esta misión para salvarte... —El demonio se desangró—. No soy lo peor que pudo haber venido.

—Lo sé... —Acarició su mejilla y dejó correr sus lágrimas sin ocultar sus sentimientos—. Sólo Dios sabe cuánto te quise.

Holden y Helena observaron la situación desde la lejanía, con sus armas manchadas de sangre. En ese momento, llegaron Tristan y Aquiles, con las gemelas en sus hombros.

—¿Saben dónde está Liam? —Aquilesestaba vendado en un ojo.

—Allá viene. —Helena señaló al noroeste.

—Chicos, debemos ir con Dionisio. Siento que algo sigue mal todavía. —Tristan presentó una picazón extrema.

Los cielos se iluminaron, esta vez en un rito angelical. El sol fue devorado por las nubes y todo quedó iluminado por una única luz en el cielo. Poco a poco, la nitidez aumentó con la aproximación de esa presencia. Era un hombre, blanco como la leche, con la belleza de los ángeles y gigantescas alas blancas en sus anchos hombros. Liam creyó estar viendo al mismísimo dios, pero sin previo aviso, esa figura celestial emanó una luz de sus manos, acompañada de miles de espadas que destruyeron el edificio donde se encontraba Dionisio.

El dios les ofreció una sonrisa, una mezcla de esperanza y resignación, antes de desaparecer en el enorme estallido causado por el ataque y desvanecerse junto con todo el edificio.

—¡No! —Los gritos de todos los jóvenes resonaron al unísono, creando una balada desgarradora.

El ser que había asesinado a un dios con tanta facilidad, sin pronunciar palabra alguna, giró la cabeza hacia el grupo de jóvenes y manifestó nuevamente esa luz genocida.

—Chicos, corran. —Helena retrocedió.

El tiempo se ralentizó para Liam desde la muerte de Dionisio, su mente giraba en una dirección constante, perdida entre los escombros de un edificio destruido. En su mente, rodaban imágenes del pasado, desde su nacimiento hasta el momento en que dejó todo por una misión mágica. Sabía quién era y qué tenía en su corazón, pero hasta ese momento lo había negado.

—Soy un cobarde... —Cerró los ojos, aceptando la muerte.

La luz abrasadora mostró cientos de espadas dirigiéndose hacia los chicos. Cuando cesó el ataque, solo quedó polvo. Esos seis jóvenes, tanto dioses como humanos, ya no estaban, se desvanecieron y dejaron una ciudad derrotada.

—Te maldigo, Aries... —El ángel vengador mostró desprecio y desapareció entre las nubes.

La ciudad quedó en silencio, marcada por la destrucción y la pérdida de su valiente protector. Los signos habían perdido la batalla, pero no la guerra. Enfrentaban un enemigo desconocido y una nueva realidad en la que su mundo estaba en peligro como nunca antes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro