Capitulo 10: La manzana de la discordia
"Es tan inhumano, ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elecciónmoral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elecciónmoral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. De eso hablan los noticiarios televisivos. Desgraciadamente, hay en nosotros tanto pecado original que el mal nos parece atractivo. Destruir es más fácil y mucho más espectacular que crear."
Anthony Burgués— La naranja mecánica.
«¿Fui suficiente para ti? ¿Alguna vez lo seré? ¿Mama?»
Tristán, el chico de grandes lentes, no recuerda que sucedió con él, se limita a ver fragmentos borrosos del cuarto donde está. Su cuerpo está desnudo en su totalidad, dibujado con formas de labios rojizos en su pecho, frente y abdomen.
—Qué dormilón que eres, no esperaba menos de un niñito como tú. —Una mujer vestida con telas de lino color magenta se acerca.
1 AM
El chico se encuentra en uno de los pocos sillones ubicados a los laterales de la enorme habitación, este se limita a tomar un vaso de Coca-cola, mientras espera tener algún rastro de sus compañeros perdidos. En ese instante siente como toda la multitud de personas se detiene y ralentiza. Dentro de ellos aparece una presencia casi divina; una mujer de cabello rubio, contextura media y grandes ojos delineados por líneas irregulares blancas.
«Que estoy sintiendo...» piensa el chico. Este queda pasmado, hasta que salta del sillón cuando la mujer le lanza una mirada de curiosidad.
—Hola guapo. —dice la mujer.
—¡Ah, hola! —Tristán repara que ni siquiera percibe la cercanía de la mujer, atontado por su belleza.
—Me llamo Roxy, pude notar que me estabas observando. —Mueve su larga cabellera.
—Tu cabello es muy bonito... Digo, sí, te estaba viendo.
Roxy le muestra una blanca y brillante sonrisa; sus ojos almendrados destacan como faroles azules, entre las sombras de sus parpados. Está pestañea, y acerca sus voluminosos labios, al oído del joven.
—Sabes que la diosa Diana giro la rueda del mundo, y así enamoro a su hermano Lucifer. La rueda son los hombres, máquinas. —Con su mano derecha girabruscamente la cabeza de este.
—¿Qué? —Tristán escucha un alarido de sonidos acechando su cabeza, el tictac de un reloj, las crepitaciones de sus huesos, y por último el sonido de una rueda girando, ese tañido cuasi artístico de los cilindros de una bicicleta moviéndose, imbuyendo su mente y dejándolo en un estado de trance.
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—Puede ser que todavía no lo encontremos —comenta—. Es una fiesta bastante grande pero no lo suficiente. —Sophie está sentada en una mesa, rodeada de botellas.
—Déjame hacer mi magia... —dice la otra gemela—. Ahora vuelvo. —Se acerca a uno de los DJ principales de la fiesta, un veinteañero con pintas mediocres de vagabundo; a pesar de todo, Victoria siente un olor dulce a vainilla.
Sophie se queda perpleja, mientras ve cómo su hermana seduce con movimientos encantadores al hombre. Este le susurra algo al oído y su gemela se retira; ahí supo que no tuvo éxito.
—Es gay... —Victoria se sienta a su lado, decepcionada.
—Tengo una idea. —Con un rápido movimiento, juntasus palmas con las de su hermana y cierra sus ojos—. Piensa en Tristán.
—Oh, ya entendí. —Asiente con la cabeza, y cierra sus ojos. Dentro de su mente, poco a pocosiente a su gemela, como si un lazo las conecta con fuerza; ella cree en su madre, sus perros y su vida. La imagen se dispersa como la niebla, y deja ver decenas de personas, decenas de mentes.
—Creoque lo siento. —Su cabeza desfila por líneas de energía doradas. Su poder se hace más fuerte, traspasa cerebros como si saltara sobre cada persona en la habitación, siente su corazón ardiendo—. Lo veo. —Luego de unos minutos, nota una silueta difuminada, siente su presencia similar a la deTristán.
«Lárguense de aquí, este chico es mío» Una voz resuena en su cabeza, tan fuerte que parece tomar vida propia. Victoria siente un empujón y cae al suelo, junto a las botellas de vidrio.
—Está aquí, pero está con alguien —dice Sophie.
—Sígueme, sé dondeestá. —Corre en dirección a una majestuosa puerta de roble rojo que se alza imponente en el gran salón—. ¿No lo percibes?
—Sí, experimento lo mismo que tú. —Sophie asiente, pero una intensa punzada le atraviesa la cabeza—. Estoy harta de estos siniestros juegos demoníacos. —Sophie gira la dorada manija con esfuerzo, mientras una creciente jaqueca amenaza con detenerla.
La puerta se queja lastimeramente al abrirse y da paso a una abrumadora oscuridad que emana desde la habitación. En su interior, una inquietante luz carmesí traza enigmáticas siluetas sobre lo que parece ser un cuerpo; los contornos son irregulares y se mueven con alarmante brusquedad.
—¿Qué diablos es eso? —Las dos gemelas exclaman al unísono.
La luz carmesí se expande gradualmente, revelando un rostro detrás del cuerpo, con dedos extendidos. El panorama horroriza a las gemelas: una mujer de curvas exuberantes sostiene al compañero inerte, cuyo torso estámarcado por cicatrices rojas; el rostro de la mujer está deformado por arrugas y horripilantes marcas que cruzan su faz como siniestras costuras.
—Les advertí que no debían adentrarse. —La figura de la diablesa aumenta de tamaño progresivamente mientras se acerca a las mujeres—. Ahora él es mío, y ustedes también.
—No somos propiedad de nadie. —Victoria se adelanta y lanza una de las botellas rotas que se encuentran en el suelo—. ¡Sophie! ¡Toma a Tristán!
La diablesa desgarra partes de su desfigurada faz; su boca se abre de lado a lado, como una tela que se rasga. La botella cae en sus labios y desaparece al instante.
«Maldición», piensa Sophie, mientras se adentra en la habitación, atravesando al demonio. Con rapidez llega hasta Tristán; el chico parece flotar en la oscuridad, como si la gravedad no tuviera efecto sobre él. La chica lo toma del brazo y lo acerca hacia ella, esperando poder cargarlo.
—No será tan sencillo como con los otros demonios, niñas insensatas. Soy Rodmentor, recuerden mi nombre porque lo conocerán en el infierno. —Abre aún más la boca y lanza un aullido que detiene la fiesta. Con sus grandes garras, lanza cortes no solo hacia Victoria, sino también a las personas que disfrutan de la noche.
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Los gritos irrumpenla hermosa sinfonía que interpreta Aquiles, incluso Helena, apenas consciente, nota el alboroto que proviene de la primera sala.
—¿Qué sucede? —pregunta Helena.
—No lo sé, vamos. —Deja el micrófono y corre hacia la puerta abarrotada de personas que también han percibido los gritos.
El último recinto se convierte en un caos de gente corriendo en todas direcciones. La única puerta que lleva a la segunda sala está bloqueada por mujeres y hombres que intentan abrirla, y con ellos están los dos signos, que buscan avanzar aún más.
—¡Aparta, malditos idiotas! Tenemos que pasar. —La mujer se abre paso entre las piernas de todos, arrodillada.
—Buena idea, supongo. —Aquiles se arrodilla e intenta usar la misma estrategia que su compañera, aunque en su camino golpea a algunos hombres en la entrepierna para evitar que pisoteen su cabeza.
Con un gran esfuerzo, los jóvenes logran llegar a la segunda sala. Pero no está en mejor estado, la gran cantidad de personas inundo fácilmente la habitación de pánico. Las luces en el suelo se apagan bajo los pisoteos de terror y estallan en múltiples chispas. En medio del caos, Aquiles logra distinguir a dos de sus compañeros.
—Mira, ahí están Liam y Holden —dice el chico.
—Los vi, pero los gritos también provienen de la primera sala. Ellos nos seguirán, vamos. —Helena avanza hacia la puerta que lleva al primersalon.
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—¿Qué está sucediendo? —Holden regresa del exterior y se encuentra con un desastre masivo.
—No lo sé, pero debemos... Ahí está Aquiles. —Apunta hacia su compañero a lo lejos—. Creo que voy a vomitar. —Deja de apuntar y lleva su mano a su boca.
—Aléjense, vamos a evacuar por la puerta que da al exterior, dicen que hay un demonio que está devorando personas. —Una joven empuja a sus compañeros y van por la salida.
Holden y Liam intercambian una mirada de complicidad; ambos saben que no es culpa de las drogas que vean demonios, es real.
—¿Cómo vamos a pasar por aquí? —Liam se aferra a su compañero para evitar que la multitud lo arrastre.
—No sé si mis poderes me ayudarán. Astromancia, conecta con tu núcleo espiritual. —Holden se repite a sí mismo y se acerca a una de las paredes—. Liam, ponte detrás de mí.
Liam sigue sus órdenes sin hacer preguntas y trata de apartar a cualquier persona que se interponga en su camino.
—Que sea lo que quieran los dioses. —Cierra los ojos. Dionisio explicó cómo debían usar sus poderes, pero sigue sin entender cómo hacerlo. Sin embargo, una imagen de un Holden niño aparece en su mente. Sin darse cuenta, su puño se rodea de hilos de energía dorada y, en el momento justo, golpea la pared, destruyéndola en mil pedazos.
—Buena idea —dice Liam—. Vamos, grandulote. —Holden rechaza el polvo con las manos y llega a la primera sala a través del agujero.
Todos los jóvenes se sienten atónitos ante la presencia demoníaca, que resulta intimidante. La mujer ya no encarna la figura de la bella bruja del amor que solía ser; su cuerpo crece en tamaño, sus enormes extremidades se unen, y sus músculos se reducen al punto de que los huesos sobresalen de sus brazos. La diablesa toma a una de las jóvenes allí ubicadas con sus pálidas manos y esta grita con pavor, justo antes de ser desmembrada por la mitad.
—¡No! —Helena atraviesa la puerta y se encuentra con esa imagen. Su mente regresatiempo atrás, cuando esa niña fue poseída por un demonio y asesinada—. No, no... ¿Por qué destruyen todo?
La aterradora figura, Rodmentor, se da la vuelta y dirige su mirada hacia la chica de pelo rojo. Bajo sus pies tiene a una inconsciente Victoria, y tras su espalda se escuchan los portazos de Sophie intentando salir de la habitación.
—Creen que no merecen esto, que no lo merecen. Pero la verdad es que son simples peones en un juego más grande de lo que piensan. Dios mueve al jugador, y este, la pieza. Un humano lo dijo... —La mujer no logra terminar su frase, pues recibe un golpe por parte de un chico rubio.
—Por favor, cierra la boca. No mereces mi respeto. —El joven declara con calma antes de propinarle un puñetazo que la hace caer de rodillas al suelo—. No se trata de merecer. Mi deber es cuidar de los más vulnerables, tender una mano a aquellos que han sido fragmentados por la maldad que albergan en sus corazones. Seré la luz que los guíe lejos de la oscuridad.
Holden se levanta del suelo y su cuerpo comienza a resplandecer con destellos dorados que emanan de su piel. Las venas en su puño se hinchan, mostrando un líquido ambarino en lugar de sangre. Con dedos firmes apretando su palma, vuelve a golpear a la diablesa, lanzándola al otro extremo de la habitación.
Liam observa asombrado a su compañero. Se siente humillado por el rubio, cuestionando su filosofía de vida, su moral y su valentía. No comprende cómo puede sentirse tan vacío comopara no salvar a sus seres queridos.
—Cuidado, Liam. —Aquiles corre desesperadamente al ver que la diablesa se prepara para atacar detrás de su compañero.
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