3 - EL MOZO DE CUADRA
Taehyung le ató las riendas al caballo antes de montarle la silla.
—Así que eras tú...
Taehyung dejó salir una carcajada pero no volteó a verte, él siguió con su trabajo.
La noche de ayer habías escuchado al rey Halo Jang decir el nombre del chico, fue en cuanto lo viste entrar al salón real por las puertas blancas en forma de corazón, y varios comentarios de la gente invitada al baile se escucharon al ver al mozo de cuadra entrar al lujoso recinto. Él te miró con la misma expresión que cuando te encontró cerca del risco. Y después te enterarías de que trabajaba cuidando a los caballos cuando tu padre te lo mencionó, y te dijo que Taehyung Kim sería el encargado de llevarte a cada reino. También notaste que su apellido era similar al de los nobles, pero sabías que era porque el apellido Kim había reinado por las tierras de Bangtan desde antaño.
—Así que eras tú —repitió Taehyung—, la princesita perdida.
Taehyung lo dijo casi como burlándose.
— ¿Disculpa?
—No puedo creer que hayas desaparecido por un tonto capricho tuyo —continuó él con un enojo notable—, y hasta la reina Fresia murió por tu culpa, una gran líder. Y ahora se supone que tú ocuparás su lugar. ¡Já! —dejó salir la carcajada con fuerza—. No querer reinar a tu propio pueblo, pero qué patética excusa para huir de tus responsabilidades.
No dijiste nada. Sabías que él tenía razón.
—Pero ahora quiero enmendar mis errores...
—Entonces hazlo.
Y fue lo último que dijo Taehyung antes de ayudarte a subir al caballo.
—Primero iremos al reino de la rebeldía —anunciaste—. Al ser el príncipe Yoongi Min el que aceptó mi propuesta con mayor rapidez y entusiasmo.
Taehyung se rio con ganas. Tú te cruzaste de brazos.
— ¿Y ahora qué?
— ¿Estás bromeando, no? —Taehyung te preguntó incrédulo—. Así que ni siquiera conoces el mapa de las tierras de Bangtan. Pero qué princesita más tonta... —bocaneó para sí mismo al final pero lo alcanzaste a escuchar y tus mejillas ardieron de rabia.
— ¡Claro que conozco las tierras! —repusiste alterada.
—Sí... claro que las conoces. Las tierras que cubren tus botas serán —dijo burlón, y tú miraste tus botas sucias con algo de pena—. Porque si eso fuera verdad sabrías que el reinado de la rebeldía se encuentra a más de ciento cincuenta montañas desde aquí, es el reino más alejado del nuestro, no por nada es justo lo opuesto a este lugar. Lo dice en su nombre, no puede ser que no sepas nada de esto.
—Bueno... pues me disculpo.
—Una disculpa no es suficiente, princesita —masculló él—. No sabía porque el rey me pidió que te acompañara, pero ahora lo tengo más claro que el agua destilada. Eres una tonta. Ya veo porque querías arrojarte al mar.
— ¿Qué? —preguntaste sin creerte que te hubiera insultado el empleado que cuidaba a los caballos, y a la mismísima heredera al trono.
—Lo que oíste, princesa.
El mozo de cuadra sonreía y abriste tu boca en todo su esplendor.
— ¿Sabes que te puedo despedir, no es así?
—Lo sé —repuso Taehyung—. Pero aún no puedes hacerlo, el único que me puede despedir es el rey o la reina, y tú sigues siendo solamente la princesa. Y si se lo dices al rey, él no querrá despedirme por tu simple capricho, no hay nadie que cuide mejor a sus queridos caballos que yo.
—Mi padre morirá en un mes... —recordaste cabizbaja.
A Taehyung le cruzó una expresión de comprensión por el rostro, pero dejó salir un suspiro a continuación.
—Y por eso le tengo aún más respeto al rey —sentenció seguro de sus palabras—. Ahora emprendamos camino hacia el reino de la belleza, ya que es el más cercano al reino del amor.
El caballo comenzó a andar con pasos firmes, y Taehyung caminaba a su lado sin apuro.
— ¿A cuántas montañas queda? —te atreviste a preguntarle.
—Veinte a lo mucho —respondió él sin voltear a verte. Su vista fija en el camino que tenía delante—. Pero de eso no tienes que preocuparte. Recuerda, yo soy tu guía y tú eres la princesa.
—Pero por lo menos quería saberlo.
—Bueno, ahora lo sabes.
Y se quedaron en silencio, con el único sonido de las respiraciones de ambos y las del caballo negro llamado Magnus, ese que había sido regalo de tu padre por tu último cumpleaños y apenas lo recordabas, y lo hiciste por la marca que tenía en la oreja, en forma de pino. Cuando te fuiste el caballo apenas era un pequeño potro.
El sonido de los pasos de Magnus era reconfortante, y se mezclaron con el sonido del viento que soplaba entre los árboles a los alrededores del bosque cuando salieron del reino.
Espero que te haya gustado la lectura♡.
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Gracias por tu apoyo,
Alex.
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