18 - LA TARDE MÁGICA
Al despertar en el establo no viste a Taehyung por ningún lado. Ni tampoco a Magnus.
—Mi cabeza..
Te quejaste al sentir el picor de la paja en tu cabello, y lo retiraste con tus dedos con delicadeza.
Tenías hierba seca incluso entre los pliegues internos y externos de tu vestido. El color amarillo apagado combinaba con el rosa pálido. La paja te picaba mientras subías los escalones de oro pulido del palacio, sentías toda tu persona convertida en un nido de aves.
También morías de hambre.
Pero vaya sorpresa, porque al entrar en tus aposentos, encontraste el desayuno servido encima de una mesita de oro sobre la cama. Tomaste una rebanada de pan y una manzana, y al instante siguiente, le diste una mordida a cada uno sin importarte mezclar sus sabores.
Saliste hacia el exterior del palacio tras haber arreglado tu aspecto. Por lo menos lo necesario para verte un tanto decente, porque hacia demasiado frío por la mañana como para tomar un baño. Te encaminaste hacia la alcoba del príncipe Jungkook, y abriste su puerta sin tener ganas para llamar antes.
El príncipe elevó la mirada al verte entrar, y sonrió para tomarte por sorpresa, una reacción contraria a la que querías provocar.
Ahora tú estabas nerviosa.
La sonrisa del príncipe Jungkook era deslumbrante, estaba sentado en uno de los extremos de una mesa dorada, y te recordó a un tierno conejito.
—Hola, su alteza.
Lo saludaste irónica al sentarte en la silla desocupada junto a él.
—Hola, mi princesa —él te regresó el saludo con una sonrisa de lado, y regresó la vista a lo que tenía enfrente de sus manos.
El príncipe Jungkook tenía un juego de mesa extendido sobre la superficie dorada. Él movió una de las piezas, y acto seguido, dejó salir una exclamación alegre.
— ¡Ajá! —dijo al elevar las manos hacia arriba—. Parece que volví a ganar.
Alzaste una ceja.
— ¿Usted juega solo?
—Pues claro —respondió el príncipe de inmediato, no se veía apenado de admitirlo—. Diariamente me enfrento a mí mismo en este juego, y a diario me doy victoria y me derroto también.
Te pareció descabellado.
— ¿Y no le parece aburrido?
Tenías curiosidad por saber la respuesta, y el príncipe Jungkook apretó los labios entre sí antes de contestar.
—La verdad es que sí, en ocasiones puede llegar a serlo —confesó—. Pero mi hermano no está dispuesto a jugar conmigo, él siempre se la pasa ocupado con sus asuntos de heredero al trono y no acepta unirse a ninguna partida —se rio secamente—. ¿Piensas que soy un mediocre?
Negaste con la cabeza.
—Para nada —dijiste—. Y es más, me gustaría jugar con usted.
Al príncipe se le iluminaron los ojos oscuros al escucharte decir eso.
—Entonces no tenemos tiempo que perder. Ordenaré las piezas para que así podamos jugar.
— ¿Cuáles son las reglas?
El príncipe acomodó el tablero en menos de un minuto.
—Te explico —apuntó a las fichas y las cartas frente a sus ojos—. Este juego se basa en astucia e inteligencia, lo que puede parecer lo mismo, pero no lo es. Se titula «Magos y dragones», y no es difícil una vez que le hayas el ritmo y los trucos.
El príncipe Jungkook terminó de hablar, y acto seguido te extendió la figura de un hombre común y corriente, y él tomó una parecida.
—Explíqueme las reglas.
El príncipe sonrió.
—Los dos comenzaremos siendo pueblerinos normales, y conforme vayamos avanzando en el juego podremos cambiar la figura por la de un caballero, un asesino, o hasta por la de un mago. Los dragones se consiguen con dinero, o ganándolos a lo largo de la partida.
—Entiendo.
Y comenzaron a jugar.
El príncipe Jungkook sacaba tarjetas y las leía en voz alta, tiraban los dados antes de avanzar en turnos, y en un determinado momento te mandó al calabozo (no literalmente pero dentro del juego), y no pudiste salir hasta los tres turnos siguientes, en los que el príncipe se convirtió en mago y te pareció injusto.
Pero en la segunda partida, conseguiste matarlo al convertirte en asesina con una tarjeta, y avanzaste hasta el bosque para encontrar un dragón hasta llegar a su torre, y ganaste el juego.
El príncipe Jungkook estaba sorprendido, pero no tanto como tú.
—Apostemos —dijo el príncipe decidido—. Quién pierda se avienta al lago enfrente del palacio en ropa interior.
— ¿Qué?
Y de pronto tenías las mejillas sonrosadas.
El príncipe se rio burlón.
— ¿Acaso la asusta perder, princesa Yuvia?
— ¡De ninguna manera! ¡La apuesta está hecha!
Los dos volvieron al juego con espíritus renovados tras tu anuncio de guerra.
El príncipe Jungkook se hizo con mucho dinero al caer en una casilla premiada, y compró un dragón, tú te asustaste y tomaste precauciones para que no te quemara.
El príncipe se reía al verte escapar en el tablero. Pero tu figura evolucionó a la de un mago en un instante inesperado que disfrutaste como enloquecida. Lo venciste al matar a su dragón y también a él con un hechizo macabro.
Bailabas con la dicha de la victoria.
— ¡Dos de tres! —anunció el príncipe velozmente incapaz de aceptar la derrota tan fácilmente.
Te reíste.
—Oh, volveré a vencerlo, pero hagámoslo.
Y esta vez el príncipe ganó.
— ¡Te avientas al lago! —gritó él.
— ¡No, no, no! ¡Dijo dos de tres! —negaste con fuerza—. Y yo gané la primera vez por si no lo recuerda.
—Bien. Hagamos la ronda final.
—Trato.
Tú evolucionaste en asesina rápidamente, y el príncipe se veía nervioso al no ser capaz de avanzar, y cayó en el calabozo. Acabaste con sus tropas, derribaste sus torres e incendiaste sus bosques antes de que volviera a salir. Y cuando lo hizo, ya eras portadora de magia y también te habías hecho con tres dragones con una tarjeta premiada, lo mataste y él se removió incómodo.
— ¡No!
El príncipe Jungkook se dejó caer al suelo de rodillas, y tú te sentiste mal por él.
— ¿Tanto lo avergüenza ser visto en ropa interior?
—Más de lo que se imagina.
—En ese caso levántese del suelo —le ordenaste y el príncipe Jungkook te obedeció sin querer hacerlo—, hay que aventarnos los dos.
— ¿Bromea?
Negaste con la cabeza.
—Y dese prisa en quitarse la ropa si no quiere que me arrepienta.
Comenzaste a deshacerte de tu propia vestimenta hasta quedar en ropa interior, y el príncipe hizo lo mismo sin atreverse a mirar en tu dirección.
Ambos salieron de la alcoba del príncipe Jungkook en paños menores, y corrieron por los pasillos del palacio de oro hasta llegar a las escaleras, con tanta prisa que casi se caen, y al salir hacia el exterior se dirigieron hacia una de las orillas del lago frente al palacio.
Los dos brincaron dentro de sus aguas sin mirar atrás.
El agua era refrescante y te liberó del calor del mediodía, el sol brillaba por lo alto y en los árboles cantaban los pájaros. Nadaste hasta el lugar en el que se encontraba el príncipe y le salpicaste agua, y casi al mismo tiempo, él también te regresó el ataque que dirigiste hacia su rostro.
Gritaron, rieron, se salpicaron y se burlaron el uno del otro por estar en ropa interior.
Disfrutaron del divertido momento sin pensar en ninguna otra cosa.
Y no vieron al chico que los espiaba oculto desde la sombra.
Espero que hayas disfrutado la lectura♡.
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Gracias por tu apoyo,
Alex.
Siguiente capítulo el próximo lunes.
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