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15 - El CUARTO REINO


El príncipe Hoseok agitó una de sus manos mientras que tú y Taehyung salían por las puertas blancas de su palacio. Magnus se movía con energías renovadas por el camino pedregoso, y Taehyung también se veía de buen humor mientras caminaba a su costado, una sonrisa rectangular remarcada en su rostro.

— ¿El reino del oro está lejos de aquí? —le preguntaste al ver varias montañas a tu lado izquierdo, las hileras que eran extensas y gigantescas.

—Unas veinticinco montañas —Taehyung lo calculó al mirar hacia el cielo soleado con nubes blancas—. No será un camino tan largo como el anterior, y puedo predecir que llegaremos antes de que el sol quiera ocultarse. Y podremos saber con certeza cuando estemos llegando.

— ¿De verdad? —lo preguntaste sin creerlo.

—Sí —Taehyung respondió—. El reino del oro es brillante como su nombre, no lo perderemos de vista ni lo pasaremos de largo por accidente, sería imposible.

Alcanzaste un recipiente de cristal que el príncipe Hoseok te obsequio cuando se despidieron, repleto de helado de menta con chispas de chocolate, y comenzaste a comerlo con ayuda de una cucharita de plata antes de que se derritiera, le ofreciste un poco a Taehyung y él aceptó enseguida.

Le acercaste la cuchara a la boca y él sonrió al saborear el refrescante helado.


ღ ღ ღ


En el reino del oro todo era de oro.

Las construcciones, las chozas, el alambrado público, la gente tenía ropajes adornados con oro, las piedras en el suelo, las sillas de montar, los carruajes... Todo.

—El reino con mayor estabilidad económica —expresó Taehyung al estar cerca de la entrada del palacio—. Ninguno de los habitantes es pobre, de eso se aseguran los reyes. ¿No te parece de lo mejor?

—Es muy bondadoso de su parte.

—Lo es.

Los guardias les abrieron las puertas para dejar a la vista un majestuoso palacio dorado que relucía con los rayos solares. El palacio del reino del oro era una obra arquitectónica de las más bellas, tanto que los habitantes del reino de la belleza estaban celosos, pero una construcción tan única se merecía el mérito.

El palacio de oro, a sus puertas no había ninguna persona, pero estas permanecían abiertas.

Taehyung te ayudó a bajar de Magnus, y acto seguido, él se marchó con el caballo hacia los establos dejándote en la entrada del palacio. Y tú entraste sin esperar nada.

Por dentro todo era de oro igualmente. Todo, todo, todo.

¿De dónde lo sacarían?

Caminabas por los pisos dorados sin poder hacerte a la idea de que lo que veías era real. Era como estar dentro de un castillo de arena, pero la arena brillaba y era de mejor calidad, al igual que los muebles y los candelabros.

Subiste las escaleras de oro para llegar al segundo piso, y te encontraste con una adorable sala de estar, con las ventanas amplias e impecables por las que el sol se infiltraba.

Y viste al príncipe.

El príncipe Jungkook Jeon bailaba al limpiar las ventanas con un trapo húmedo, y cantaba al mismo tiempo, su voz te pareció dulce como la miel, masculina pero afinada:


Eres el sol que asciende otra vez en mi vida

Una reencarnación de mis sueños de infancia

No sé lo que son estos sentimientos

Quizá esto también sea un sueño

El sueño es un espejismo azul del desierto

A principio, dentro de mí

Estoy tan feliz que no puedo respirar

Mi entorno se vuelve cada vez más transparente

Escucho el océano desde muy lejos

Camino por el sueño a través del bosque

Y voy hacia ese lugar que cada vez se pone más claro

Toma mis manos ahora

Eres la causa de mi euforia

Euforia...


El príncipe dejó de cantar al verte. Se lo veía impactado y no se movía para nada.

—Hola...

Lo saludaste pero él no reaccionaba, ni siquiera parpadeaba, el trapo húmedo en una de sus manos. No tenía camiseta y toda la parte superior de su cuerpo estaba descubierta, sabías que no tenías que mirarlo, mayormente por respeto, pero te resultaba imposible.

—Princesa Yuvia —el príncipe Jungkook habló repentinamente—. ¿Ya llegó al palacio? —lo preguntó como si no fuera evidente, y alcanzó una manta dorada extendida sobre una mesa para cubrirse con ella.

—Entré al no ver a nadie en la puerta principal y... lamento haberlo espiado —dijiste apenada al hacerle una reverencia al príncipe, y el chico comenzó a negar con su cabeza deprisa.

El príncipe se encaminó hacia la ventana para seguir limpiándola.

—No me molesta que lo haya hecho —dijo él al quitarse la manta del cuerpo, y nuevamente, su torso y su abdomen quedaron expuestos, al igual que su musculosa espalda.

Te acercaste.

— ¿Por qué limpia? ¿No tiene criados para que lo hagan?

El príncipe Jungkook se rio.

—Los tengo —admitió—, pero hoy les di el día libre —dijo como si fuera lo común—. Me gusta limpiar de vez en cuando para liberar tensiones, y ellos lo comprenden.

— ¿Y ha limpiado todo el palacio?

Jungkook asintió.

—También es una buena forma de hacer actividad física —explicó y tú asentiste esta vez.

El salón en el que estaban se veía impecable, pero no querías quedarte ahí sin hacer nada, así que le ofreciste algo al príncipe:

— ¿No le gustaría un poco de ayuda?

El príncipe Jungkook te sonrió.

—Estaría encantado.

Entre los dos limpiaron las ventanas, siguieron por sacudir y acomodar los libros en las estanterías, colocaron rectos los cojines en los sillones y fregaron el piso, de toda la segunda planta.

El príncipe Jungkook se había puesto una camiseta sin mangas para no incomodarte, y tú le diste las gracias al dios en los cielos porque así fuera (era una distracción maligna), llevaba puestos unos pantalones grises ajustados en los que se marcaban sus muslos y te recordaron a las piernas de un caballo ejercitado, pero de forma humana y atlética. Creíste que al príncipe le gustaba cuidar su cuerpo.

Te dejaste caer en el suelo una vez hubieron terminado de limpiar, dentro de la habitación en la que te quedarías a dormir durante tu estadía en el reino del oro, esa misma alcoba que habías limpiado junto al príncipe unos minutos antes.

—Nos veremos mañana —se despidió Jungkook antes de irse, y se reía en el marco de la puerta al verte agotada sobre el suelo—. Veo que tiene suficiente energía para lo que tengo planeado hacer con usted, aunque haya terminado jadeante, tiene la estamina necesaria. ¡Qué descanse!

Y dejaste caer tu cabeza en el suelo cuando él se fue.




Espero que hayas disfrutado la lectura♡.

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Gracias por tu apoyo,

Alex.

Siguiente capítulo el próximo lunes.

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