10 - EL TERCER REINO
Te despediste del príncipe Seokjin con un abrazo.
Sus ojos claros como la miel se veían entristecidos pero su boca sonreía, él te deseo un buen viaje tras haber desayunado juntos, y te pidió que fueras a visitarlo pronto, tú le respondiste que así lo harías y le dijiste que fueron unos inolvidables momentos los que vivieron esos días.
Taehyung trajo a Magnus de los establos, y te subiste al caballo negro a la vez que agitabas tu mano en dirección al príncipe, justo cuando atravesabas las puertas del palacio para abandonarlo.
Taehyung caminaba a lado de Magnus.
—Por lo menos la ruta del reino de la belleza no tiene piedras —comentaste al verlo andar en sus botas negras sin problemas de tropiezos.
—Tienes razón —Taehyung dijo dispuesto a tener una conversación contigo, y no pudiste evitar sentirte feliz—. Supongo que no está bien visto tener piedras estorbando en el camino de este reino, digamos que no sería de lo más bello.
Te reíste.
—Sí, eso le quitaría cierto atractivo a la tierra del suelo —bromeaste—. La tierra tiene una belleza impresionante.
—Puede que eso sea verdad —Taehyung se expresó convencido—. Es decir, todo esto es tierra, el lugar dónde vivimos se construye sobre ella. Así que, en teoría, la tierra sí tiene una belleza impresionante.
Magnus resopló.
—Lo sé, Magnus —le acariciaste el lomo al caballo y Taehyung se rio.
— ¿Qué?
—Eres un filósofo de primera —exclamaste para ganarte una mirada ofendida del mozo de cuadra—. Pero es algo bueno —argumentaste—, no me sorprendería que escribieras versos secretamente en una libreta que tengas guardada por ahí, tal vez en forma de letras de canciones, todas dirigidas a la persona que amas.
Taehyung tosió.
—Yo jamás haría algo así —negó rotundo—. No tengo a nadie a quien ame.
—Pero podrías tenerla, a una persona a la que ames. Por favor, Taehyung, admitamos que eres un chico atractivo —lo dijiste y el mencionado pegó un brinquito asustado—, y algún día tendrás que sentar cabeza. A menos que desees ser el encargado de los caballos de por vida.
Magnus volvió a resoplar.
—Lo sé, Magnus —Taehyung fue quién lo dijo esta vez—. Cuidar de los caballos no tiene nada de malo —se defendió él—. Además, soy yo quien debe decidir si quiero enamorarme o no. No todo lo que haga tendrá que ser por órdenes tuyas, mi querida princesa.
Suspiraste.
—Vamos... sabes que no te lo decía de mala manera —hablaste con tono juguetón—. No te pongas enojado, jinete de fuego —Taehyung se rio ante el apodo que le dijiste—. Solamente quería saber si alguna vez estuviste enamorado, eso es todo.
Taehyung no dijo nada por unos minutos, miraba hacia delante al caminar, los pasos de Magnus levantaban el polvo del terreno y se movía alegremente haciendo que te balancearas sobre su lomo.
—Nunca he estado enamorado —Taehyung lo dijo como si aquello hubiera sido realmente difícil de confesar.
— ¿Nunca? —preguntaste incrédula.
Taehyung negó con la cabeza.
— ¿Qué hay de ti, princesa?
Te llevaste las manos al pecho. El cuestionamiento del chico te había tomado por los pelos de la cabeza con fuerza.
—No —dijiste sin querer mentirle—. Yo tampoco me he enamorado.
—Ya veo.
Y ninguno de los dos dijo algo más.
Los árboles en el camino se movían al ritmo de Magnus, y observaste como Taehyung aumentó el ritmo de la marcha de reojo, tu vista perdida en el cielo pintado con diversas tonalidades de azul: desde el más claro hasta el más intenso. Y tus ojos se cerraron en un instante de infinita tranquilidad, tu cabeza recargada sobre la negruzca crin del enorme caballo, el aroma a paja.
Diste un respingo al sentir una mano sobre tu hombro, y miraste a Taehyung cuando abriste los ojos, él te dijo que vieras hacia delante, y al hacerle caso, viste un montón de construcciones en la oscuridad. Todo era blanco bajo la luz de la luna, y te sentiste como si estuvieras dentro de un cuento de hadas.
El reino de la esperanza.
Entraron por las puertas que eran del color de las nubes al poblado que se veía imperturbable incluso sin la luz del sol, tú arriba de Magnus y Taehyung a pie. Habían llegado más tarde de lo que habías esperado, ya era de noche y todas las carreteras de tierra estaban adornadas con farolas de fuego que colgaban desde lo alto, resultó que estaba demasiado alejado del reino del príncipe Seokjin, y te bajaste del caballo negro aunque Taehyung te dijo que podías permanecer arriba del mismo. Tú le refutaste diciendo que Magnus ya debía de estar agotado, y el chico no insistió más en el asunto.
La gente a servicio del palacio te miró en cuanto entraste por las puertas blancas de hierro (tras haberse presentado con los guardias), quizá ningún miembro de la nobleza llegaba a pie al palacio real, pero no te importó.
En la entrada del palacio viste al príncipe Hoseok Jung, parado frente a la inmaculada construcción que, no tan sorprendentemente, también era blanca en su totalidad como el resto de las construcciones del reino. Se lo veía con energía a pesar de ser tarde, y notaste que tenía la respiración agitada, probablemente habría venido corriendo cuando le avisaron de tu llegada.
— ¡Princesa Yuvia! —te saludó el príncipe sonriente cuando te acercaste a saludarlo, y te abrazó como si te conociera desde siempre.
— ¡Príncipe Hoseok! —te fue imposible no responderle con el mismo entusiasmo, el chico noble tenía una energía destellante que se transmitía con facilidad.
El príncipe Hoseok iba vestido con un jubón anaranjado con bordados en amarillo, los pantalones que llevaba puestos eran blancos y sus zapatos eran del mismo color. Parecía un sol en medio de la noche, y tú creíste que lo era.
—Hola, soy el príncipe Hoseok Jung —el príncipe de cabello naranja saludó a tu acompañante con la misma amabilidad que con la que te saludó a ti, y el mozo de cuadra se mostró sorprendido, pero le dio un apretón de manos efusivo al instante—. ¿Cuál es su nombre, joven hombre con apariencia de ser extraterrestre?
Taehyung se quedó boquiabierto tras el repentino e inesperado comentario, y tú y él compartieron una mirada rápida, tal vez igual de interesados por saber si eso habría sido una ofensa o no.
Taehyung le sonrió a Hoseok.
—Mi nombre es Taehyung Kim, trabajo con los caballos —se explicó con cortesía al inclinar la cabeza ligeramente—. Y por cierto, usted tiene la apariencia de uno.
Tanto tú como el príncipe Hoseok se vieron entre sí esta vez.
— ¿Se refiere al porte? —inquirió el príncipe.
—Pero claro —le aseguró Taehyung.
—Estupendo —el príncipe Hoseok sonrió todavía un tanto desconcertado—. ¿Tienen hambre? Estaba a punto de cenar y podrían acompañarme si lo desean.
Le sonreíste.
—Muero de hambre —dijiste para ganarte una risa del príncipe—. Iremos con usted.
Taehyung se rio avergonzado.
—Pero..., ¿quién se encargará de Magnus?
—De eso se ocupará mi gente —anunció el príncipe Hoseok como si fuera lo normal—. Vengan conmigo.
Taehyung asintió sin verse demasiado convencido, y le pidió al hombre que se empezaba a llevar al majestuoso caballo negro que le diera tres manzanas cortadas por la mitad, un cubo de paja y lo tapara con una manta antes de que se durmiera. Y al escucharlo decir aquello te dio ternura.
Taehyung corrió para caminar a tu lado tras haberse explicado con el otro mozo de cuadra, el que le aseguró que cuidaría de Magnus.
El interior del palacio de la remarcable familia Jung era blanco con dibujos de soles por los alrededores: pintados con colores amarillos, naranjas y rojos. Los candelabros eran colosales y alumbraban con eficiencia los espacios, y subieron por varias escaleras hasta llegar a la azotea del palacio. Taehyung y tú se miraron sin comprender que hacían en la cima del lugar.
Pero lo comprendieron al ver la elegante mesa rectangular en un extremo del sitio, que estaba adornado por muchas flores y plantas verdes, era un jardín exterior increíblemente espacioso y agradable.
Justo al llegar viste al rey y la reina sentados uno junto al otro, y a la princesa y hermana mayor de Hoseok en otra silla cercana, la que se convertiría en la reina del pueblo de los esperanzas en un futuro.
El príncipe se sentó a lado de ella, y tanto tú como Taehyung se sentaron uno junto al otro un poco nerviosos.
—Esta noche tendremos una cena tradicional —anunció la reina para sorprenderlos—. Esperamos que sea de su agrado.
Taehyung y tú le agradecieron a la vez que hicieron una reverencia, aunque ya estuvieran sentados.
Los criados llegaron al jardín exterior para colocar sobre la mesa de madera un montón de platillos en porciones pequeñas y a lo largo de toda su extensión. Trajeron enseguida carne marinada, rollos de alga y arroz, platos de sopa de col picante y tortitas de patatas y hojas verdes. Les acercaron vasos de plata y se los llenaron con vino de arroz, que no era tan fuerte y tenía un sabor dulce y refrescante.
Comieron en completa armonía, con un toque de dulzura y esperanza. Mantuviste una conversación simple pero entretenida con la princesa y el príncipe, en la que les contaste lo que habías hecho en el reino de la belleza, y tanto ellos como los reyes se vieron interesados al escuchar tus relatos. Taehyung saltaba a la conversación de cuando en cuando, con total confianza y dentro de una sinergia elocuente, en la que tu voz y la suya se unían en ocasiones.
Risas por parte de todos.
La luz de la luna era hermosa y caía sobre la mesa cuando los criados les retiraron los platos, y acto seguido, les dieron una copa de helado de menta con chispas de chocolate a cada quien. El sabor era refrescante, chocolatoso y delicioso.
—Les agradecemos por la increíble cena —Taehyung hizo una reverencia tras sus palabras, y tú imitaste su acción.
—Qué tengan una buena noche, una chica estará esperándolos abajo y les mostrará la que será su habitación —la reina lo anunció con voz calmada mientras seguía bebiendo vino de arroz que le pidió a un criado.
Parpadeaste dos veces.
—Disculpe, mi querida alteza, pero tengo una duda —dijiste antes de atreverte a plantearle tu cuestionamiento—. He escuchado mal o ha dicho «su habitación», en lugar de «sus habitaciones».
—Lo he dicho correctamente —se expresó la reina, y el rey también asintió.
—No tenemos muchas habitaciones —dijo el príncipe Hoseok esta vez como si estuviera apenado—. Espero que no les moleste compartir una sola alcoba.
—No, no, no —Taehyung intervino apresurado—. Por mí no se molesten, yo dormiré en el establo, ya lo he hecho así en varias ocasiones.
—Nada de eso —dijo otra vez la reina—. Tú dormirás dentro del palacio, ninguna persona, ya sea de nuestro servicio o nosotros mismos, nadie dormirá en el establo. Ahora, por favor, vayan a sus aposentos. No es como si fueran a morir por dormir en un mismo lugar.
—Hagan caso a mi madre, se los pedimos de favor —habló esta vez la princesa nombrada Jiwoo.
—Como usted lo desee, mi amable princesa —atinaste a decir sin querer hacerlo.
¿Pero qué clase de idea era esa?
¿Dormir juntos en una alcoba?
¿Una princesa y su empleado?
¿No lo creían raro?
Todas esas incógnitas estaban dentro de tu mente mientras Taehyung y tú caminaban por los pasillos del palacio, siguiendo los pasos calmados de una chica de falda café, la forma de caminar inalterada que era todo lo contrario a la tuya y la del chico a tu costado. Taehyung no se atrevía ni a mirarte a los ojos, ni tú a los suyos.
La chica llegó a la puerta al final del segundo piso del palacio blanco, y la abrió, una puerta del color como de los granos de sal.
En el interior había una alfombra de hilos aperlados encima de un piso blanco de cerámica reluciente, un arpa, una guitarra y también un violín en una de las esquinas. Había una cama de marco platinado con las sábanas blancas como alas de cisnes, y solamente una, una.
Taehyung veía la cama sin parpadear.
—Esta habitación solía ser de un caballero que se marchó hace algunas semanas —explicó la chica que los había acompañado—. Aquí se quedaron sus instrumentos y si desean utilizarlos no hay ningún problema, notarán que hay cuatro ventanas para una buena vista, la cama es cómoda y también un baño se encuentra aquí mismo dentro de la habitación.
— ¿Sólo una cama? —le preguntaste sin poder contenerte—. ¿Ningún sillón?
—Sólo una cama. Ningún sillón.
La criada lo repitió con una sonrisa antes de retirarse tras haber hecho una reverencia, y te pareció que estaba insultándote con ese elegante gesto. La chica se marchó, y cerró la puerta con un golpe seco.
Diste un suspiro antes de mirar hacia la cama, y luego al resto de la habitación. Estabas dispuesta a dormir en la alfombra, pero pensaste que sería incómodo, y descartaste la idea al instante. También tenías que cambiarte la ropa por un blusón, pero eso te dejaría expuesta ante el chico que te acompañaba, así que simplemente optaste por desajustarte el vestido antes de quitarte las botas para dejarte caer en la cama.
Taehyung se quedó parado del otro lado, y lo miraste sin poder evitarlo. Él se veía tembloroso y se frotaba las manos en los pantalones.
—Princesa —te llamó—. Puedo irme ahora si lo deseas, sólo pídemelo y me iré a dormir al establo.
—No —dijiste para tu propia impresión—. No lo hagas. Duerme aquí, eso es lo que la reina quiere. Y no la vamos a desobedecer.
Lo que la reina quiere.
Te preguntaste si no sería otra cosa...
...No.
—De acuerdo —Taehyung accedió al suspirar.
El chico se comenzó a quitar el chaleco de cuero que llevaba puesto, y tú lo miraste de reojo, él se descalzó antes de acomodarse en el otro espacio vacío de la cama.
—El colchón es cómodo —dijiste haciendo que volteara a mirarte a los ojos, el color café oscuro era brillante aún de noche, así como el color de su pelo ondulado.
—Sí, es cómodo. Y disfruté de la cena —comentó él sin dejar de verte. Tú tampoco dejaste de verlo.
—Yo igual, me gustaron las tortitas de patata, el vino de arroz y el helado de menta con chispas de chocolate —acomodaste tus manos cerca de tu rostro—. ¿Cuál fue tu platillo favorito?
—Tal vez... la sopa de col picante —dijo al llevarse un brazo detrás de la nuca, su cabello se veía desordenado, y tú acercaste una de tus manos para acomodarle los mechones que le caían sobre la frente sin poder contenerte, él chico entrecerró los párpados ante el delicado contacto.
Taehyung era atractivo.
Pero era tu empleado.
Pensar eso estaba... mal.
¿No?
—Eres lindo... —susurraste sin poder contener tus ganas por decirlo.
— ¿Eh? —las mejillas de Taehyung se tiñeron de una tonalidad roja como flores de flamboyán.
—Buenas noches.
Y fue lo último que dijiste antes de volver a llevarte las manos a lado del rostro y apresurarte en cerrar los ojos. Fingirías estar dormida hasta estarlo realmente, enterrando tu estado avergonzado dentro de tus sueños.
—Tú... también eres linda.
Escuchaste el susurro con claridad pero no abriste los ojos, y entonces, entonces sí te quedaste dormida.
Esa noche soñaste con armonía.
Espero que te haya gustado la lectura♡.
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Gracias por tu apoyo,
Alex.
Siguiente capítulo el próximo lunes.
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