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Capítulo 9 - PARTE 1

"You opened up Pandora's box

You don't know what you just unlocked"

—MARINA.

Traducción:

"Abriste la caja de Pandora.

No sabes lo que acabas de liberar"

Nota: Hola hola hola:) No se olviden de comentar mucho y votar, las quiero☻♥


AGGIE.

Ashton tiene un problema con su cumpleaños.

No, me corrijo. Ashton tiene un problema con el mundo.

La verdad es que no logro entenderlo. Para nada. Hay días en los que convivimos en armonía, bromeamos entre nosotros de vez en cuando, él suelta sus insinuaciones para luego reírse, busca algo con que burlarse de mí y yo hago lo mismo. Si fuera que nuestra convivencia se basa en eso, tal vez podría entenderlo mejor. Sin embargo, no lo es porque hay días en los que no me habla y cuando lo hace es cortante y responde monosílabos. No volvió a tratarme de manera inadecuada desde nuestra "pelea", si es que eso puede considerarse, soy consciente de que fui yo haciendo berrinches, corriendo  y actuando como una niña que no se salió con la suya.

Todavía no logro aclimatarme a sus cambios de humor. Hay días que su indiferencia se siente peor. Es como si estuviera haciendo un esfuerzo para no responder mal o desquitarse conmigo. Solo... Huye de la conversación.

La triste realidad es que estoy acostumbrada a gustarle a todo el mundo. No en un sentido romántico, sino que en uno general. Ashton me tolera, y ahí pone sus límites. Es capaz de bromear conmigo pero no de volverse mi amigo. Ni siquiera puedo saber por qué. Siento que Ashton es una caja de Pandora que está a punto de explotar.

Fue un pensamiento que se me vino a la cabeza mientras recordaba una de mis clases de literatura que tomaba en Cambridge. Se quedó grabada en mi memoria.

La historia cuenta que Zeus quería vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, entonces le presentó a su hermano, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, con la que luego él se casó. Como regalo de bodas, Pandora recibió una caja con instrucciones de no abrirla bajo ninguna circunstancia. Aún así, a pesar de las advertencias, Pandora abrió la caja porque su curiosidad era mayor que su sensatez y prudencia. Al abrirla, se escaparon de ella todos los males del mundo.

La caja parecía inofensiva pero trajo consecuencias catastróficas.

Es por eso que pienso que Ashton Hawthrone es mi caja de Pandora.

Tiene tantas cosas encerradas que ninguna de ellas puede ser buena.

Entierro mi cabeza entre mis manos.

Es la mañana de su cumpleaños y estoy esperando en la cocina. ¿A qué? No lo sé. Que se despierte, supongo. Generalmente a esta hora ya está dando vueltas y preparándose para su día mientras yo bebo mi café antes de irme a correr. Tendría que haber predicho que la única mañana diferente sería la de su cumpleaños.

Preparé el desayuno. Incluso compré unos cuantos cupcakes que leen "Feliz cumpleaños, Ashton". Y sí, tal vez sea demasiado para un chico que conozco hace semanas y ni siquiera es mi amigo, pero dentro de mí sabía que no podía actuar indiferente o como si no me importara. Sé perfectamente lo que es que nadie quiera festejar tu cumpleaños y que el mundo entero lo olvide. Lo sentí durante toda mi vida antes de que mis amigos se empezaran a involucrar. Es un sentimiento horrible, y no quiero que nadie lo viva.

Menos Ashton.

Porque a pesar de que me molesta su actitud la mayor parte del tiempo, también entiendo. Entiendo que sea por lo que sea que haya pasado, debe ser doloroso para haber llegado a la conclusión de que la mejor opción era quitarse la vida.

Cada uno lidia con sus propios demonios como puede. Algunas personas lo hacen de mejor manera que otras, pero al final del día, todos nuestros sentimientos son válidos.

Media hora después, son las once de la mañana y no hay señal de Ashton. Debato mentalmente si es buena idea ir a su habitación. Eso sería ir en contra de "mantener nuestras vidas privadas" y todo ese discurso. No quiero entrometerme. Aun así... Quinn me dijo que debería mantener un ojo en Ashton porque... No es la persona más estable de todas.

Trago saliva y decido ir a su habitación.

Primero toco la puerta dos veces. No hay respuesta. Me muerdo el labio para calmar mis nervios y pruebo con abrir la puerta, noto que no tiene seguro. Empujo y lo primero que encuentro es la habitación vacía. Ashton no está aquí. Creo que nunca estuvo a juzgar por su cama hecha. No es una persona ordenada, así que significa que no pasó la noche aquí.

Frunzo el ceño, intentando recordar si lo escuche en algún momento. Debe haber sido tarde, porque estuve dos horas dando vueltas en mi cama antes de dormirme.

Cierro la puerta de la habitación. Suspiro y decido llamar a Caroline. Intercambiamos números la noche de la cena. Atiende dos tonos después.

—¿Hola? —inquiere.

—Uhm, hola —empiezo, inmediatamente queriendo golpear mi rostro por lo tonta que debo sonar—. Feliz cumpleaños.

Sea donde sea que esté, es un lugar con mucha gente. Apenas consigo oírla por el bullicio de fondo. Ella me devuelve una risita emocionada.

—¡Muchas gracias, Aggie!

Ella y Ashton no pueden ser más diferentes en cuanto a personalidades. Caroline es como un rayo de sol y su hermano la sombra.

—¿Ya estás en San Francisco? —le pregunto.

—¡Sí! —responde—. Mamá me contó que estás planeando una cena en tu departamento. Muchas gracias por eso.

Asiento por más que no pueda verme. Cierto. Hablando con Lauren, que por cierto me cae mucho mejor que su hijo, me preguntó si podía ayudarla a planear algo y no dudé mucho en invitar a todos aquí. Después de todo, vivo con Ashton. No es extraño. Siempre me gustó el rol de anfitriona. Me encanta planear fiestas, cenas, lo que sea.

—No es nada, de verdad —contesto sincera y carraspeo—. ¿Sabes algo de Ashton? Creo que no pasó la noche aquí.

—De hecho, está enfrente de mí. Estamos desayunando —me explica—. Tradición. ¿Quieres que le diga algo?

Abro la caja que busqué de la pastelería esta mañana.

—Nop —respondo al observar los cupcakes que compré ayer y el desayuno que ahora será desperdiciado—. Solo llamaba para desearte un feliz cumpleaños.

—Oh, okay. Nos vemos esta noche.

—Mhm. Adiós, Car —murmuro y corto la llamada. Coloco mis manos en la encimera y dejo caer mi cabeza.

El gato me observa atento desde una esquina. Seguramente decepcionado del desastre que es su dueña. No lo culpo para nada, estoy segura de que lo miro igual.

Recuerdo que es momento de darle de comer. Preparo su comida en un tarro de metal que tiene relieves para que comer le resulte más difícil y lo haga más lento. Lo dejo en frente de él. No me mira ni una vez antes de atacar su plato.

—Tranquilo, tigre —murmuro.

Como mi parte del desayuno y trato de guardar lo que se puede, aún así termino tirando pancakes. Antes de cerrar la caja de cupcakes, levanto la N de Ashton y decido comerla. No es como si fuera a extrañarla. Estoy segura de que a la señora Bexley van a gustarles.





ASHTON.

Mi hermana prosigue a mirarme con sus cejas alzadas y una mirada acusadora cuando termina su llamada con Aggie. De todas las personas que podrían haberla llamado, la última que esperaba es ella.

—¿Quieres decirme dónde estuviste toda la noche? —me pregunta.

Pongo mis ojos en blanco.

No pensé que Aggie se fuera a dar cuenta de que me fui. Pensé que estaba durmiendo.

—Salí a tomar un poco de aire. El tiempo pasó volando y luego fui buscarlos al aeropuerto —digo, haciendo referencia a ella y su novio, Frank. Dejamos a Frank en casa de mamá y Caroline y yo continuamos con nuestra tradición de todos los años, desayunar juntos.

Cuando éramos niños, mamá nos preparaba un desayuno especial las mañanas de nuestros cumpleaños. Siempre fue difícil hacernos sentir especiales cuando nacimos el mismo día. Aún así, lo hizo fenomenal. Luego crecimos y la tradición simplemente quedó por más que los desayunos ya no tengan nada de especial.

—¿Estuviste afuera toda la noche? —inquiere con sus ojos entrecerrados en sospecha—. ¿No...?

—No, mamá, —dramatizo—. No bebí.

No después de haber hablado con Xavier.

—Sabes que me preocupo. Solo quería asegurarme —se defiende a lo que simplemente asiento—. Mejor cambiemos de tema de conversación antes de que te pongas más insoportable. ¿Qué tal es la convivencia con Aggie?  —me pregunta.

—Bien, supongo —contesto.

—¿Solo "bien"? —arquea una ceja—. Suficiente de esta mierda, Ashton. Voy a preguntar lo que quiero saber. ¿Te gusta Aggie?

La miro incrédulo.

—No —respondo sinceramente.

Las cosas son diferentes ahora. Antes de nuestra convivencia, cuando la vi por primera vez en la calle y luego en fotos, me sentí atraído. ¿Cómo no hacerlo? Aggie Monroe es el sueño de cualquier hombre y mujer que tenga ojos. Me sorprende que no sea modelo, aunque la realidad es que no necesita el dinero.

No estoy diciendo que no me guste porque tenga una mala personalidad. No, para nada. Aggie es como todas las chicas que ya conocí.

Sí, seguro Ashton.

Aclaro mi garganta.

—¿Ya podemos irnos? —le pregunto,

Ella me mira como si acabara de decirle puras mentiras. Asiente y levanta su mano para pedir la cuenta.

***

Termino pasando el resto de la mañana y el almuerzo con Caroline y Frank, su novio a quien tolero un poquito y casi nada. Frank tampoco me cae bien. No es ninguna sorpresa, ya lo sé. ¿Quién sí me cae bien?

Están juntos hace muchos años. Fueron novios durante la secundaria y luego se persiguieron los traseros hasta la universidad. Demasiado serio, demasiado intenso, demasiado jóvenes. Receta para un desastre.

Frank como persona no me cae mal. Es un tipo normal, no me interesa su vida, no me molesta su existencia, apenas la registro. Mi problema es con Caroline. Durante años tuvimos la misma discusión.

Ella se defiende diciendo que cuando uno conoce a la "persona indicada" simplemente lo sabe, y que por eso están destinados a estar juntos y toda la historia que te venden las películas. Sin embargo, están juntos desde... Siempre. Nunca estuvieron con otra persona, nunca salieron de esa relación. ¿Cómo puedes saber que encontraste tu "felices para siempre" cuando ni siquiera conociste a otras personas? Es ridículo.

Es como cuando tenía siete y rompí mi bici nueva, entonces papá me regaló una de segunda mano vieja para que "aprenda una lección", y me convencí de que era la mejor bici del universo porque era la única que tenía.

Frank es la bici.

No me malinterpreten, no soy el Grinch del amor. El amor juvenil es necesario. Uno piensa que encontró todo lo que la vida puede darte, y luego termina y te das cuenta de que estabas siendo dramático y que necesitabas calmarte. Palabra clave, termina. Caroline aún no se dio cuenta de ello.

Y tengo miedo de que mi hermana esté quedándose con Frank por la comodidad, porque admitir que no es la persona indicada y estar sola le resulta doloroso.

Cada vez que intento hablar del tema es como gritarle al viento que deje de moverse. Así que dejé de intentarlo. Cada quien va a estrellarse contra la pared como quiera.

Después de un rápido almuerzo al que también se sumó mamá, Caroline me entrega su regalo. Son dos libros que nunca voy a leer y un retrato de los dos cuando teníamos catorce años. Pongo una mueca al ver la foto que eligió. Era el primer día de clase, estábamos por empezar primer año de secundaria. Mamá nos sacó al patio para sacarnos fotos como si estuviéramos empezando el jardín de infantes. En ese entonces, era un chico flaco con cabello alborotado y rostro dormido. Caroline, por otro lado, estaba tan emocionada por la escuela que se nota en su sonrisa y en su mirada brillante debajo de sus enormes gafas.

No sé en qué momento pasa tan rápido el tiempo, porque lo próximo que sé es que Caroline me está apurando para que vayamos a mi departamento porque le prometió a Aggie ayudarla. Frank nos acompaña. Se siente extraño tener que llevarlos al departamento.

Caroline está parloteando sobre el menú de hoy, y el pastel que mamá compró. Frank, como siempre, la escucha y le responde por más que sea el tema de conversación más aburrido del universo. Lucen como si fueran mejores amigos, y cuando una relación se convierte en tan solo eso, es cuando sabes que tienes que dejarla.

Dios. Tengo ganas de sacudir a mi hermana hasta que entre en razón.

Cuando finalmente llegamos, Caroline ya habla sobre la decoración. Al abrir la puerta, el gato nos recibe. Maulla agudo y fuerte, porque se dio cuenta de que estoy trayéndole desconocidos a la casa. Caroline salta del susto, retrocede hasta que su espalda choca contra el pecho de Frank.

—¿Vives con un gato? —interroga como si fuera un crimen que no lo haya mencionado antes.

—Ignóralo, es inofensivo —miento.

Caroline y Frank entran, observando cada centímetro del lugar con cuidado. El departamento está limpio, siempre lo está. Soy desordenado, pero no un completo hijo de puta. Mantengo el desorden en mi habitación. Siempre limpio después de ensuciar algo, especialmente en la cocina. Tan solo imaginarme a mi madre mirándome mal por no colaborar es suficiente.

Lauren Cox crio bien a sus hijos.

O algo así.

—¿Aggie? —pregunto al dejar mis llaves sobre el recibidor.

No la veo desde ayer. No desde que me preguntó sobre mi cumpleaños y huí de la conversación, para más tarde huir de la casa. Di unas cuantas vueltas en la camioneta antes de detenerme cerca del puente Golden Gate, donde estuve observando los autos y el agua hasta el amanecer. Perdí la noción del tiempo, y se hizo hora de pasar a buscar a Caroline del aeropuerto.

Vuelvo a llamarla y no hay respuesta.

Frunzo el ceño. A esta hora generalmente ya está en casa. Dejo a Caroline y Frank en la sala de estar y me acerco a su habitación, pego la oreja a la puerta. Escucho el ruido de la ducha.

¿Debería entrar?

No.

Abro la puerta despacio.

Una vez en su habitación, veo que en su cama tiene una montaña de ropa. Al parecer alguien no decide qué ponerse esta noche. La puerta del baño está entreabierta, puedo escuchar la ducha encendida y como Aggie tararea una canción. Me siento al borde de su cama.

—¡¿Aggie?! —exclamo. Lo último que quiero es que piense que estoy siendo un pervertido al entrar así.

—¡¿Ashton?! —responde.

—¡No, el vecino! —contesto. Estoy esperando un comentario sarcástico como respuesta pero solo me recibe el silencio. Frunzo el ceño. ¿Tal vez verdaderamente piensa que soy el vecino y ahora está asustada? Mierda—. Rubiecita, soy yo, Ashton —aclaro.

—Imbécil —espeta, sin embargo suena aliviada, lo cual me hace sonreír. La ducha se apaga y mis cejas se arquean con intriga. ¿No estará pensando en salir cuando estoy sentado en su cama?

Mi duda se resuelve un minuto después cuando Aggie sale del baño, con una toalla envuelta en su cabello y otra en su cuerpo. Trago saliva, ahogándome con cualquier pensamiento coherente que tenía.

Se detiene frente a la puerta.

—¿Qué haces aquí? —cuestiona y se cruza de brazos, haciendo que sus pechos se presionen aún más y luzcan como si estuvieran por salirse del borde de la toalla. Piensa en... En... En nada, Ashton, no pienses en nada. Mucho menos en cómo luciría Aggie sin la toalla.

—Deja de actuar como si nunca hubieras visto a una mujer en una toalla. Te hice una pregunta.

Carraspeo y bajo la vista a sus piernas, ilusamente pensando que serían una zona segura. No, no lo es. Aggie es alta, por lo que la toalla apenas le cubre el trasero. Sus piernas largas y tonificadas son mi debilidad. Hago lo coherente, y la miro a los ojos. Son azules, y brillantes. Ahora están debajo de un ceño fruncido.

—Vine a avisarte que Caroline y Frank están en la sala de estar —explico.

—¿Y tenías que entrar a mi habitación mientras estaba en la ducha? —cuestiona.

Buen punto.

—No —me alzo de hombros. Paso una obvia mirada por todo su cuerpo—. ¿Qué quieres que hagamos?

Eso consigue que las mejillas de Aggie se enciendan. Estaba preguntándome cuanto su versión nerviosa iba a demorar en aparecer. Los roles estuvieron invertidos por suficiente tiempo.

Evita mi mirada a toda costa y me da la espalda, caminando hasta su closet.

—¿Qué quieres que hagamos para la cena? —agrego con diversión—. ¿En qué cosas pervertidas estabas pensando, rubiecita.

Ella masculla algo que no soy capaz de oír pero apuesto dinero a que es una maldición dirigida a mi.

—Puedes preparar la mesa —dice. Parece no haber encontrado lo que estaba buscando en sus cajones porque gira con las manos vacías. Tal vez estaba pretendiendo buscar algo con tal de ignorarme.

Aun así, su mirada cae en el espacio al lado de mi. Giro mi cabeza con curiosidad y casi suelto una carcajada. Esto es demasiado bueno para ser real, Aggie me lo está dejando en una bandeja de plata. Levanto con un dedo su ropa interior y le enseño el pedazo de encaje color crema que estoy seguro de que no deja nada a la imaginación. Solo encuentro la parte de abajo pero estoy seguro de que en algún lugar de la cama está el sostén que lo complementa. Aggie luce como el tipo de chica que usa conjuntos.

—¿Esto buscabas?

Creo que puedo oír los dientes de Aggie rechinar hasta aquí.

—Mañana te mudas.

Suelto una carcajada.

—Tengo el presentimiento de que vas a extrañarme —repongo. Ella niega con la cabeza, da tres pasos hacia mi y me quita de la mano su ropa interior.

Me levanto de la cama. Aggie está tan ocupada estando nerviosa que no se dio cuenta lo cerca que está de mi. Sin sus usuales tacones, le llevo un cabeza y media. Sube la mirada, y yo recorro con la mía el puente de su nariz y sus labios por tan solo unos segundos.

De repente, carraspea y retrocede como si tuviera una enfermedad contagiosa.

—Te esperamos afuera —le digo antes de girar e irme de la habitación con una sonrisa.

***


Nota:

Y me diran, para cuando la parte 2? Y yo les diré, en un par de horitas. Porque estoy editandolaaa

Y SE VIENE INTEEENNNNSO:)


love, cande

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