Capítulo 36
Nota: Este capítulo me gusta:) espero que a ustedes también ! :) ❤️ No se olviden de votar y comentar
"Can you feel it in your soul?
Maybe we're better off alone."
Traducción:
"¿Puedes sentirlo en tu alma?
Quizás estemos mejor separados.".
—better off, Jeremy Sucker, Chelsea Cutler.
AGGIE.
Quinn cierra las cortinas de la habitación de un tirón, como si el FBI nos estuviera buscando y voltea a verme con un rostro alarmado.
—Esto es peor de lo que pensaba —aclara su garganta.
Trago saliva y asiento. Para que Quinn diga eso, significa algo.
—¿Qué pensabas? —resoplo abatida y miro a todo mi maquillaje desperdigado sobre la mesa del tocador.
—¡No lo sé! —exclama ella. Alza su vestido color vino para no pisarlo y camina por la habitación tan frenéticamente que tengo miedo que haga un agujero en el suelo—. No quiero que suene mal, pero pensé que estabas exagerando con que hizo de cuenta que eran desconocidos en la videollamada, pero ahora que lo vi... Si no fuera porque me reconoce, pensaría que se golpeó la cabeza y le dio amnesia.
Aprieto mis labios al escuchar su visión sobre el tema. No sé qué decirle. Estoy igual y más confundida que ella.
—Está mal. —empiezo—. Es extraño. Y al mismo tiempo, siento que puedo culparlo por como está actuando —suspiro por lo bajo, intentando elegir un labial que quede bien. Hoy llevo un vestido negro, cualquier labial quedaría bien, pero me gusta probar varias opciones.
—Aggie... —habla Quinn en un tono precavido.
—Digo la verdad —declaro alzando el labial rojo y me alzo de hombros—. Le hice mucho daño, no puedo sentirme mal ahora. Él puede hacer lo que quiera.
Encuentro la mirada comprensiva de Quinn a través del espejo.
—Entiendo lo que dices —habla finalmente—. A mi también me rompieron y pensé que tenía pase libre para hacer lo que quiera porque estaba justificado. Me tuve que dar cuenta a las malas que no es así. ¿Pretender que no te conoce? Auch. Está mal Aggie, no intentes justificarlo.
—Quizás no quiera traer drama al fin de semana —sugiero. Estuve todo el día de ayer y hoy intentando darle una explicación a las acciones de Nick. Me resulta irreal como pensé conocerlo tanto y ahora me cuesta leerlo—. Uno de sus mejores amigos está por casarse. No quiere arruinar eso.
Quinn pone sus ojos en blanco.
—Esta casa es suficientemente grande para que haya varios dramas sucediendo en el mismo lugar.
Si la situación fuera otra, estaría riéndome de sus ocurrencias.
—Además, —continúa—. Amo a Caroline, pero tiene planeado quince fiestas de compromiso y más bodas que Nick Jonas. Si el peor de los casos sucede, no te sientas tan mal por traer drama.
Quinn voltea y se dirige a su closet para buscar sus zapatos, mientras que yo termino eligiendo un labial rojo. Me inclino hacia el espejo para empezar a aplicarlo con cuidado.
La fiesta de esta noche es elegante, pero dado a que es en la playa, —por más que no sea literalmente en la playa—, el atuendo es más casual. Así que me puse un vestido negro largo que tiene dos cortes por toda mi pierna hasta detenerse en la parte de arriba de mi muslo, haciendo que tenga que usar ropa interior que es prácticamente un hilo. El vestido se ata en uno de mis hombros, dejando el otro descubierto. Lo compré especialmente para este día.
Quinn vuelve a la habitación y gira sobre sus talones en su nueva altura.
—Alza —le digo.
Ella levanta un poco su vestido, dejándome sus zapatos. Entrecierro mis ojos al examinarlos. Son preciosos.
—¿Jimmy Choo? —inquiero estando casi segura.
—Sip. La colección de San Valentín —responde ella—. Las marcas ya están empezando a sacar sus ediciones de San Valentín, y es la única manera en la que festejo —pone sus ojos en blanco. Se sienta en el umbral de la ventana, cruza sus piernas y llena su copa con la botella de champagne que tenemos en un balde plateado con hielo.
La puerta se abre, Isabella entra por ella, robando suspiros con lo que tiene puesto, como siempre. Su vestido es color esmeralda, haciendo un increíble trabajo resaltando sus ojos verdes. Es corto, tiene un corte corazón como escote. Le presté los zapatos del mismo tono del vestido porque calzamos lo mismo, a pesar de la diferencia de altura.
Estuvo preparándose con nosotras hasta que tuvo que irse hace un tiempo para vestir a Luca. No veo las horas de verlo en su camisa y pantaloncitos.
—Lo dejé con Lauren —resopla aliviada y acepta la copa de champagne que Quinn acaba de servir para ella.
—Monroe, pon música. El silencio me deprime —pide Quinn—. Doja Cat.
Conecto mi celular al mini parlante que trajimos con nosotras y dejo que se reproduzca una playlist con el pedido de Quinn.
—Deberíamos bajar dentro de poco. La mayoría de los invitados ya llegaron —nos avisa Isabella.
—Mierda —murmuro. Aprieto mis labios y los suelto, acomodando el labial.
Sé que fiesta o no, eso no va a cambiar en nada el hecho de que Ashton no quiere hablar conmigo, y que las cosas con Nick están extremadamente raras. Lo único que potencia, es que van a estar en un mismo lugar.
Me miro al espejo para ver el resultado final.
Tengo que ser fuerte. Sea lo que sea que esté por venir. Tengo que ser fuerte. Me lo debo.
***
Isabella tenía razón.
La mayoría de los invitados ya están en la sala. No sé cuánta gente esperaba, pero luce como si hubiera cerca de ciento cincuenta personas en este lugar. No es mucho. Y sin embargo, si piensas que muchos tuvieron que viajar para asistir, es mucho. Mucho más si consideras que Caroline tendrá otra fiesta en Connecticut con seguramente más personas.
Apenas bajamos, Isabella va en busca de Luca.
—Vas a quedarte conmigo, ¿verdad? —casi le suplico con la mirada a Quinn.
—Prometo quedarme contigo el ochenta por ciento del tiempo. El otro veinte tengo que ayudar a Lauren con algunas cosas para no molestar a Caroline.
Asiento. Puedo estar sola un 20% del tiempo. No suena muy mal.
Caminamos por la sala de estar principal, la cual es enorme y no me sorprende por lo que Ashton me contó sobre sus bisabuelos invitando a muchas personas y siendo anfitriones de fiestas durante la Ley Seca. Vi este lugar cuando llegué, solo que ahora está completamente irreconocible y decorado para la fiesta.
Pusieron una pista de baile, luces, una bola de boliche, flores blancas junto a velas que decoran todo el lugar y hay un montón de mesas con comida y bebida. Además de los meseros que van y vienen repartiendo comida.
Subo mi cabeza. El techo es altísimo y hay un precioso candelabro que se nota que es antiguo, porque uno de esos no se consigue hoy en día.
—Baja la cabeza, te vas a quebrar el cuello —ordena Quinn a mi lado.
Pongo mis ojos en blanco.
Bajo la cabeza y miro a mi alrededor.
Finalmente, mis ojos captan a quien estaba buscando. Ashton luce increíble en un traje. No. No solo increíble. Creo que no hay palabras. Tiene una mano en el bolsillo de su pantalón y en la otra sostiene un vaso de agua. Veo que volvió a ponerse sus anillos. Es un alivio. Me encanta como luce con ellos.
El traje negro parece haber estado hecho a la medida para él. En realidad, el traje puede ser cualquier cosa. La diferencia está en la seguridad en la que uno lo porta, y Ashton parece ser dueño del mundo.
Ahogo un suspiro.
Quinn me codea en las costillas.
—Ya deja de mirarlo así. Es raro —sisea. Me recompongo al parpadear y pongo mi atención en cualquier otra cosa que no sea Ashton—. Ven, vamos a buscar a Lauren.
Asiento.
Camino al lado de Quinn, observando a toda la gente desconocida. Me mal acostumbré a los eventos en Miami en donde solía conocer a todo el mundo a pesar de no hablarles, sabía quienes eran casi todos.
A lo lejos, veo a Caroline y Frank. Él tiene una mano en su cintura mientras charlan con los invitados. Caroline tiene un vestido color crema precioso. Nos dijo que no quiere usar blanco hasta el día de su boda. Así que tiene un ejército de vestidos champagne y color crema para los próximos eventos.
Llegamos a donde está Lauren junto a Richard. Ambos lucen como si los hubieran sacado de una revista. Tienen esta calidez que desde el primer momento que pasé tiempo con ellos, me transmiten calma y seguridad. Es difícil de explicar.
—¡Ah! —exclama Lauren con una sonrisa al vernos y desprenderse de Richard—. Están preciosas.
—Gracias, Lauren —le sonríe Quinn—. ¿Hay algo con lo que podamos ayudar?
Ella niega con la cabeza.
—No, está todo en orden. Solo disfruten de la fiesta.
Lo dice como si fuera una tarea simple. Es lo más difícil que me pidieron en todo el viaje.
Quinn habla con su padre y Lauren un rato más mientras miro a mi costado derecho, intentando encontrar a Nick. No porque quiera correr hacia él a la primera que lo vea, sino porque es mejor que sepa donde está. Por mi sanidad.
—¿Buscando a alguien? —una voz me interrumpe, haciéndome sobresaltar del susto.
Volteo a mi derecha, encontrando a Ashton. Abro mis ojos con sorpresa.
Aclaro mi garganta.
—Nop.
Por alguna razón, sus ojos parecen más oscuros de lo normal. Tal vez sea porque está mirándome como si no me soportara. Y duele. Un montón.
—Ashton, ¿no vas a decirle a Aggie lo preciosa que se ve? —interviene Lauren a sus espaldas.
Ashton, aprovechando que su madre no puede verlo, baja la mirada hacia mis pies y la sube, examinando cada centímetro de mi, deteniéndose en mi clavícula descubierta hasta llegar a mis ojos.
Cambio el peso de mi cuerpo de una pierna a otra para disimular mis nervios.
¿Cómo puede ser que una mirada me provoque tantas cosas?
—No, no tengo nada para decirle —termina respondiendo .
Muerdo mi lengua. Sé que está mintiendo. Hoy luzco jodidamente bien. Me aseguré de ello.
No deja siquiera que Lauren lo regañe por lo que dijo. Voltea y se va por donde vino, haciendo que quede en mi lugar, rechinando mis dientes.
—Mhm, sigo sin entender qué pasó entre ustedes —murmura Quinn cuando estamos alejadas. Lleva a sus labios una copa de champagne. Antes de que pueda preguntar, eleva su otra mano, entregándome una copa llena.
—¿Quieres?
Asiento, aceptando la copa y dando el primer trago.
***
No me cuesta saber dónde está Nick. Quince minutos después, lo veo entre la gente. Está rodeado de lo que asumo que es su grupo de amigos de la universidad. Sean quien sean, espero que lo traten bien, como se lo merece. Aprieto mis labios, con cuidado de no arruinar mi labial. Claramente, tengo sentimientos que están confundidos entre sí.
Estoy en un costado junto a Isabella, que está haciéndome compañía, pero es imposible despegar mi atención de él. ¿De verdad va a pretender que no nos conocemos todo lo que queda del viaje? ¿Va a pretender que no guardo en mí una parte enorme de él?
Mi celular suena y bajo la mirada para ver quién es.
Uhm. Casi olvido un detalle gigante. Oculto la pantalla antes de que Isabella note algo extraño.
—¿Crees que algún día te cases? —me pregunta ella haciendo conversación mientras pasea su mirada por las personas en la fiesta. Tiene un brazo apoyado en su estómago y otro doblado. En su mano sostiene una bebida. Luce como si estuviera aburrida, y la entiendo.
Me alzo de hombros.
—¿Lo supongo? —titubeo—. No lo sé. Solo sé que ir de compras para un vestido de novia va a ser divertido.
Isabella se ríe.
—¿Tú?
Ella suspira por lo bajo.
—Si lo hago, será dentro de mucho tiempo. Suficiente para estar segura de que se quedará —comenta.
Asiento, entiendo de donde viene su miedo. Aclaro mi garganta.
—Nunca hablamos del padre de Luca —digo en el tono más casual que tengo.
Ella vuelve su mirada a mi. Pienso que va a enojarse, o verse dolida. Sin embargo, me sorprende la diversión que encuentro en sus ojos.
—Si te digo que me embaracé milagrosamente, ¿me creerías? —arquea una ceja. Me río—. No es momento para que hablemos del innombrable.
—¿Eso significa que lo hablaremos?
Isabella asiente.
—No me molesta hacerlo. Nunca preguntaste.
Me alzo de hombros.
—Asumí que era un tema sensible.
—Oh. Lo es —afirma y carraspea—. No te habría hablado de él hace unos meses. ¿Ahora? Ahora sí lo haría.
Eso lleva una sonrisa a mi rostro.
—Estoy aburriéeeendome —se queja Quinn llegando hacia nosotras—. Tengo un plan.
—¿Cuándo no? —murmuro.
Ella me mira con sus ojos entrecerrados y niega con la cabeza.
—Voy a decirle al DJ que ponga mejor música. Ese es mi plan. No es malévolo. Esta vez —comenta—. Es solo para matar mi aburrimiento, que... —Quinn pierde el hilo de lo que iba a decir, fijando su mirada por encima del hombro de Isabella. Sonríe sorprendida—. Ah, no. Ya no estoy aburrida.
Isabella frunce el ceño y voltea para seguir la línea de visión de Quinn. No me hace falta subir la mirada. Sé qué están mirando. O mejor dicho, a quién.
Vuelvo a mirar mi celular, confirmando mis sospechas con el mensaje que recibí hace minutos.
—Aggie, ¿ese es...? —titubea Isabella. Hago dos pasos hasta llegar a su lado.
—Así es —confirmo sus sospechas mirándolo a él y luego a ella—. Miller.
Si hay alguien que sabe hacer una entrada es este chico.
Pff, ¿por qué decirle chico? Miller es un hombre, por todos los lados posibles. Viste un traje azul marino oscuro y una corbata del mismo color. Cada paso que da grita seguridad. Acomoda el puño de su traje mientras camina. Por poco faltan las cámaras y un ventilador para mover su cabello.
No tiene ojos para nadie más que no sea Isabella.
Puede que le haya dicho donde estaremos. La fecha. Y el código de vestimenta, de paso. No pensé que de verdad vendría, pero poco a poco aprendo que este chico es una caja llena de sorpresas.
—Miller. —declara Quinn cuando él se detiene al frente de nosotras.
Tiene un aire a chico bueno. Con su cabello rubio, sus ojos marrones y su sonrisa traviesa. Aun así, no es un chico bueno. No me malinterpreten, es uno de los buenos, solo que no exactamente bueno. En mi cabeza lo entiendo mejor.
—Queens, ¿qué tal? —habla dándole una rápida mirada antes de volver su atención a Isabella, que no dijo una sola palabra todavía.
Aclaro mi garganta.
—No pensé que vendrías —le digo.
—Hay ciertas cosas que valen la pena —responde tras mirar a Isabella—. Gracias por la información, Aggie. —me guiña un ojo.
Asiento. Sabe jugarlo muy bien. Aclaro mi garganta.
—Isabella, no sé si lo recuerdas, él es Miller —giro mi atención a ella. No lo muestra para todos. No, sus ojos alarmados solo me los muestra a mi. ¿Quién diría que alguien logre eso en ella?—. Miller, ella es Isabella. Se conocieron esa noche en el club. Uhm, los dejo así hablen.
Llevándome a una Quinn orgullosa de la escena, me integro entre las personas de la fiesta.
—¿Cómo vas a llamarlo? —interroga mientras caminamos hacia el DJ.
—¿A qué?
—A tu experimento —responde como si fuera obvio—. Ahh, Monroe. Estás aprendiendo de mi. Las mejores y las peores partes.
Suelto un bufido divertido y niego con la cabeza pensando el nombre.
—Millerbella. O Isaller. No, ese suena mal. Mibella. Quizás.
Quinn se ríe.
Minutos después de que Quinn haya tenido una conversación con el DJ, las luces principales se atenúan y algunas de colores se encienden, reflejándose en la pista de baile. Que por supuesto, Quinn y yo inauguramos. Por supuesto, con Doja Cat. Por poco se siente como si estuviéramos de vuelta en una fiesta de secundaria.
La gente empieza a sumarse con el paso de las canciones. Incluidos Frank y Caroline, quien luce como si estuvieran radiando felicidad. Asumo que así debe sentirse estar por casarte con el amor de tu vida.
Quinn da saltitos hacia Caroline cuando la canción cambia para bailar con ella mientras yo me quedo atrás, observando con una sonrisa lo rápido que el ambiente de la fiesta cambió. Para bien, por supuesto. Incluso Richard y Lauren están bailando y disfrutándolo.
Estoy por retroceder y buscar algo para beber cuando mi espalda choca contra un cuerpo duro. Mi respiración se entrecorta del susto, y aún así, mi cuerpo reconoce a la persona detrás de mí en un instante. Una de sus manos rodea mi cintura hasta detenerse sobre mi estómago, causando mariposas en mi interior. Me atrae a él hasta que siento mi trasero golpear su pelvis.
Jadeo con sorpresa.
—Ashton... —murmuro.
Volteo hasta que estoy enfrentándolo. Su mano se ajusta en mi cintura sin despegarse de mi. El tipo de toque con la suficiente fuerza para que sepa que no puedo alejarme.
A pesar de tener tacones, tengo que elevar un poco la cabeza para encontrar sus ojos. Ojos que me hacen saber que nada está perdonado u olvidado.
—¿Podemos hablar? —le pregunto, intentando ignorar todas las cosas que suceden en mi dentro de mi cuerpo. Como el cosquilleo en mi estómago y la electricidad que siento hasta en la punta de mis dedos.
Su otra mano llega hacia mi mejilla, sus nudillos acariciando suavemente mi piel. Cierro mis ojos momentáneamente al disfrutarlo.
—No —contesta.
—¿No? —repito abriendo mis ojos.
—No. Porque solo vas a pedir disculpas, y primero, quiero que entiendas.
De repente, toda la fiesta parece desaparecer. Las personas bailando y la música pasan a un segundo plano. Lo único que puedo seguir notando son las luces de colores, porque de vez en cuando, una de ellas se refleja en el rostro de Ashton.
—¿Qué entienda qué?
La mano en su rostro baja hacia mi mandíbula. Me toma de ella con fuerza hundiendo sus dedos en mi piel y obligándome a que suba la cabeza hacia él. Puedo sentir el metal de uno de sus anillos contra mi. Esto debería no gustarme, ¿verdad? No recuerdo. Solo sé que me fascina y me hace sentir como si mi cuerpo estuviera encendido en llamas.
—Que entiendas como me hiciste sentir ayer, porque me parece que aún no lo captas —me dice. Acerca su rostro, logrando que lo escuche mejor. Es complicado pensar cuando sus labios están a centímetros de los míos. Su mano desciende un poco hacia mi cuello. Siento sus dedos hacer presión sobre la piel de mi cintura.
Estoy por decir algo cuando Ashton me interrumpe al hablar.
—Necesito que entiendas que se sintió como si me estuvieran arrancando el corazón del pecho, Aggie. Por dos razones. La primera, es que no estaba listo para volver a enfrentar todos mis miedos, para volver al lugar que casi me mata.—se queda en silencio—. No. Decirlo así es como si hubiera sido un accidente —Mi espalda se curva ligeramente cuando lo siento más cerca, pero su mano en mi cintura me sostiene—. Mejor dicho, volver al lugar en el que casi me suicidé porque estaba simplemente harto de vivir. Así que no, no fue fácil tener que volver a nadar en el océano. ¿Y sabes que es lo peor, Aggie?
Niego con la cabeza como puedo.
—Lo peor es que lo haría una y otra vez con tal de salvarte. —humedece sus labios. Los latidos de mi corazón se vuelven frenéticos—. Esa es la segunda razón, Agustine. Verte desaparecer entre las olas hizo que mi jodido corazón se frenará. El tan solo pensamiento de perderte hace que quiera destruirlo todo. ¿Piensas que estaba exagerando? —niega con la cabeza sin humor—. No, corazón. Estaba simplemente reaccionando con lo que tenía enfrente. Después de todo, salvarte es como una costumbre entre los dos.
Es oficial.
Amo a Ashton Hawthrone.
Libera mi rostro y se acerca a mi oído, haciendo que deje de respirar.
—Espero que hayas podido entender. Disfruta el resto de la fiesta.
Sin decir nada más, se aleja de mí. Voltea y se va, perdiéndose entre las personas bailando.
Parpadeo. Mi corazón retumba contra mi pecho. Mi piel sigue erizada. Esta vez, mis sentimientos son olas que se dirigen a un solo punto. Ashton. Si antes no me cabían dudas, ahora menos.
Salgo de mi trance y empiezo a moverme entre la gente.
Necesito algo para beber mientras mi cabeza procesa todo lo que Ashton acaba de decirme. Las palabras retumban en mi cabeza, haciendo que pensar en cualquier otra cosa sea imposible.
«Lo haría una y otra vez con tal de salvarte».
¿Cómo pasó de estar tan enfadado conmigo a decirme ese tipo de cosas que hacen que mis piernas tiemblen?
Una vez que tengo un vaso de agua en mi mano, me dirijo hacia el patio en busca de aire. Una gran parte de la fiesta también está aquí. Es difícil no disfrutar de este lugar con la cascada funcionando, las luces cálidas y el gazebo. Luce de ensueño.
Una canción de The Weeknd está sonando, el sonido cada vez se atenúa más a medida que me alejo de la pista de baile y me interno en el patio.
Paseo mi mirada por los invitados, intentando ver una cara conocida. Ahora que pienso, no veo a Isabella ni a Miller hace un rato. No desde que los dejé solos para que hablaran.
Lastimosamente, no encuentro a nadie que conozca.
Excepto Nick.
Es imposible ignorar su presencia.
Lo observo desde lejos. Está rodeado de un grupo de amigos. Siempre va a acompañado de gente, haciendo mi tarea de hablar con él más difícil. Aun así, no me sorprende. Nick es ese tipo de personas que te hace sentir cómoda, como si estuvieras en casa. Eso lo llenó de amigos desde que éramos niños. Tiene un corazón gigante, y fui afortunada de haber sido amada por él. Sé cómo se siente. Es imposible despegarte.
Mis ojos no se despegan de él durante un tiempo. Gracias a la cantidad de gente, no puede encontrarme fácilmente, y si lo hace, bien. Mejor. Quiero llamar su atención con el fin de que así podamos hablar.
Respiro hondo, reuniendo fuerzas.
No puedo seguir esperando. Tengo que ser yo la que lo busca, tengo que ser yo quién le habla primero. Si no, nuestros días en este lugar se acabarán y las cosas nunca van a estar claras entre los dos.
Sería fácil pretender que no nos debemos ningún tipo de conversación. Pero sí lo hacemos. Nos debemos una conversación que lleva cocinándose hace años. Y más que nada porque él y yo pasamos por tanto que hablar es lo mínimo que podemos hacer para sanar y seguir adelante.
Trago saliva, dejando mi vaso a medio beber en una mesa vacía y camino hacia su grupo. Trato de ocultar mis nervios al enderezar mi espalda y mantener mi mirada arriba.
Nick es el primero en verme acercándome, y sin embargo, no se inmuta. Solo espera con curiosidad en sus ojos.
El grupo no es grande. Unas cuantas chicas y unos cuantos chicos, asumo que son conocidos de la universidad. No les presto atención, dirigiéndome solo a él.
Aclaro mi garganta, pretendiendo el coraje que no tengo.
—¿Podemos hablar? —le pregunto en voz baja para que solo él me escuche, no queriendo llamar atención indeseada.
Sin embargo, no tengo éxito porque todo el grupo me mira con cierta intriga.
Nick respira hondo, estirando su silencio y mis nervios.
—¿Hablar? —repone finalmente—. No tengo nada que decirte.
Su rechazo me duele más de lo que esperaba. Está bien. Sabía que algo así iba a pasar, que no me lo iba a dejar tan fácil.
—Por favor, Nick... —empiezo suplicándole con la mirada. Sus ojos azules se mantienen como dos glaciares.
—Oh, ¿quién es ella? —interrumpe una voz a nuestra derecha.
Ambos volteamos. Frunzo el ceño al ver un rostro desconocido.
Es una chica. Mucho más baja que yo a pesar de los tacones. Su cabello es oscuro, largo, y perfectamente lacio. Tiene ojos del mismo color. Su vestido negro se estira hasta la mitad de sus muslos y está lleno de brillos. Luce demasiado bien. Sostiene una copa de champagne en una mano.
La pregunta del millón es: ¿quién demonios es esta chica?
—Tillie, —empieza Nick— ¿Podemos hablar luego?
Ella entrecierra sus ojos en sospecha. Trago saliva. ¿Será la nueva novia de Nick? No estaba ni estoy preparada para esto.
—Oh. ¿Es ella? —cuestiona.
Siento mis huesos congelarse. ¿Qué demonios significa eso?
Nick no responde, a lo que su nueva novia, o quién demonios sea, gira sobre sus talones hacia mi dirección. Entrecierra mis ojos, echando veneno de ellos. Aprieta sus labios con disgusto.
—Sé quién eres —anuncia—. ¿Y sabes qué te mereces? —espeta.
Miro a Nick alarmada. Él simplemente mira a Tillie con una expresión que no soy capaz de describir.
El movimiento es tan rápido que apenas registro lo que pasa hasta que es demasiado tarde y estoy cubierta en champagne. Cierro mis ojos sintiendo el ardor del liquido. Gotas y gotas se deslizan por mi cuerpo, por mi cuello, hombros, clavícula, hasta perderse dentro de mi vestido.
Escucho muchos jadeos de sorpresa a mi alrededor.
Esta loca acaba de lanzarme champagne en la cara.
—En realidad, te mereces mucho más. Perra. —sisea con la copa vacía.
¿Qué...?
—¿Qué mierda te pasa? —vocifera Nick a la chica, dejando mostrar una emoción por fin—. Solo estás empeorando las cosas, Tillie.
Me quito los rastros de champagne del rostro con una mano con la poca gracia que me queda. Parpadeo.
—Nick, no voy a repetirme. ¿Podemos hablar? —alzo mi voz.
Voltea hacia mi. Su mandíbula se tensiona. Sé que hay un daño irreparable entre los dos. Aún así, espero que la versión de Nick que conozco salga a la superficie.
Niega con la cabeza, haciendo que mis hombros se hundan con decepción y se aleja de mí.
—No quiere hablar contigo, cielo —repone Tillie con sus brazos cruzados.
Casi olvidaba de la presencia de esta víbora.
Frunzo el ceño incrédula y volteo a mirarla lentamente.
Olviden lo que dije sobre que era linda. Me parece la persona más horrible del mundo con esa actitud. Juro que opaca todo lo demás en ella.
—Y tampoco quiero hablar contigo, cielo —contesto.
Sintiendo champagne escurrirse por mi cuerpo, e ignorando las miradas de básicamente todo el mundo que vieron mi humillación, sigo a Nick antes de perderlo de vista.
***
NOTA:
Ahhh, ESTAN PASANDO MUCHAS COSAS.
Empecemos por orden.
➡️ ISABELLA Y MILLEEER. Me muero con ellos dos🥰❤️❤️❤️ Espero que ustedes también 🥺✨
➡️FUAA ASHTON. Que hombre realmente. No sé, me encanta. Hoy hablaba con algunas de ustedes en el grupo sobre como esta superando a todos los protas que escribí en el pasado. 🤺🤙🏼✨
➡️ Que no pase por desapercibido lo que admitió Aggie... 👀
➡️ Quién es Tillie y qué le pasa?🔪🔪
➡️ SIGO ESTIRANDO la conversación JAJAJAJ 🤨 Es que me tengo que preparar bien para escribirla. Ya tengo casi la mitad 🛐
No tengo nada mas para decir,
síganme en mis rede sociales por si quieren enterarse cuando subo y ver cositas extras☕️
con amor,
Cande❤️
pd: espero que puedan tener paciencia, voy a entrar en época de exámenes y no voy a poder escribir mucho💛
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