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Capítulo 32

Hola HOLAA❤️ No se olviden de votar y comentar. Mucho amor para ustedes, espero que les guste✨❤️

"I can't give you what you need,
you deserve more than I can promise"
Traducción:
"No puedo darte lo que necesitas,
mereces mas de lo que puedo prometer".
—Honest, Shawn Mendes.

AGGIE.

—Isabella, escúchame, por favor —exhalo aire frustrada—. Miller. Es Miller —repito lentamente.

—Te estoy escuchando —responde. Acomoda el cabello de Luca, quién se durmió veinte minutos después de haber empezado nuestro viaje—. Y me parece una mala idea.

—No es, lo prometo —intervengo en una súplica.

Ella me mira desinteresada.

—Ashton, cuéntame más sobre tu hermana. —pide Isabella ignorándome.

Entrecierro mis ojos en su dirección, logrando que me saque la lengua burlona.

—Es un dolor de huevos —responde Ashton. No ofrece más explicación.

Isabella lo mira irritada por el espejo retrovisor.

—Estoy por ir a su fiesta de compromiso, quiero saber algo más de ella —insiste.

No costó mucho convencer a Isabella del viaje. Después de todo, acabamos de terminar una semana de exámenes. Necesitaba un descanso urgente. Sé que no se toma vacaciones nunca, y este es un fin de semana largo. El lunes no tenemos clases.

Le preguntamos a Leo y a Cassie, pero Leo aprovecha este tiempo para visitar a su madre y Cassie declino educadamente. Siento que hay una vibra extraña entre ella y Ashton. La dinámica cambió después de esa noche en la discoteca. No le pregunté a Ashton. No quiero hablar sobre esa noche.

Son casi siete horas de viaje a la casa de la abuela de Ashton. Llevamos solo una. Aproveché este tiempo para hablarle a Isabella sobre Miller. No es la primera vez que lo hago. Ya intenté, varias veces. Sin éxito. Mi amiga no quiere saber nada sobre hombres. Ni mujeres. Ni gatos. No quiere saber nada que tenga que ver con romance. Le dije que Miller es un buen chico, y que vale la pena intentar algo con él, pero no le interesó nada que pueda decirle.

Miller me envía mensajes cada tanto, preguntándome sobre Isabella y nunca sé que decirle. Le respondo que esta en "progreso" y no agrego nada más.

—Ashton, hablo en serio —le recuerda Isabella.

—Caroline es... —empieza mientras tamborilea sus dedos sobre el volante—. Es extrovertida. Le gusta mucho leer, ser el centro de atención, todo lo que hace lo hace excelente. Es un dolor de huevos, nuevamente.

—¿Y Frank?

—Meh. La bici está bien. —se alza de hombros—. Creo que no pudiera haber elegido a una mejor opción para ella. No digan que dije eso.

Pongo mis ojos en blanco.

—No, no voy a decirles que tienes un corazón. —repongo, haciendo que Isabella se ría.

Ashton le cuenta más a Isabella sobre su familia y la dinámica entre ellos, haciendo que me quede en silencio por unos momentos. Todo lo que no quería hacer. No porque esté intentando ser molesta, sino porque el silencio cede a mis pensamientos, y esos son demasiado erráticos como para dejarlos ser.

Nick.

Nick.

Nick.

Volveré a ver a Nick.

Mi estómago se revuelve con nervios, amenazando con hacerme vomitar todo mi desayuno. Trago saliva, intentando tranquilizarme.

Hablando con Liam y Quinn, siempre dije que "tengo que hablar con él". No pensé que sería tan pronto. Siendo cien por ciento honesta, no pensé que de verdad pasaría.

¿Qué va a pasar cuando lo vea? ¿Me odiará? ¿Alguna parte de él me sigue queriendo? ¿Se olvidó de mi y siguió su vida con alguien más? ¿Habla con Tyler después de todo lo que pasó?

Mis pensamientos son un torbellino que quiere destruirme.

Ashton me mira de costado mientras le habla a Isabella sobre su madre. Su mirada preocupada lo dice todo. Niego con la cabeza, haciéndole saber que no tiene que preocuparse de nada.

Otro recordatorio inunda mi cabeza.

Ashton no sabe sobre Nick. No por mi parte. ¿Cómo olvidar que se conocen? Se conocen. Diría que incluso se llevan bien. Y yo nunca le dije quién es. Es doloroso hablar de él. El tema nunca salió a conversación, ¿quién sabe si hablando sobre mi ex, en algún momento, le contaba toda la verdad?

Es tarde para averiguarlo. Además, estoy tomando el consejo de Ashton. Tengo que dejar de engañarme. No quiero hablar sobre Nick con Ashton, porque hacer eso significa explicarle lo que sucedió con Tyler, y estoy segura que después de esa explicación... Si ya estamos tomando distancia como si tocarnos fuera venenoso, esto hará que se aleje para siempre. ¿Cómo va a verme con los mismos ojos sabiendo lo que hice?

Isabella nos dice que va a intentar dormir, aprovechando que Luca también lo está haciendo.

Ashton y yo nos quedamos en silencio por unos momentos.

—Rubiecita...

—Estoy bien —me adelanto en un tono suave, queriendo que sepa que no tiene que preocuparse. Nop. La persona preocupada aquí soy yo—. Solo estoy un poco cansada.

En parte es verdad. Apenas dormí los últimos días al estar tomando examen tras examen, y para llegar a tiempo, decidimos salir de San Francisco a las ocho de la mañana. No tuve mucha oportunidad para dormir.

—Duérmete, te aviso cuando paremos.

Niego con la cabeza.

—¿Qué acompañante sería si me duermo? —le pregunto intentando animarme—. Voy a estar bien. Solo... ¿Podemos poner Taylor?

Ashton arquea una ceja y voltea a mirarme por unos momentos.

—¿Desde cuando preguntas?

Tiene razón.

Hoy estoy en desentonada. Todo el fin de semana estaré así.

Entrecierro mis ojos enojada y conecto mi celular a la camioneta para poner mi lista de reproducción favorita de Taylor Swift. Ashton se ríe por lo bajo ante mi reacción. A mi nada me resulta gracioso.

***

ASHTON.

"Estoy bien."

Aggie puede repetirse eso todo lo que quiera, pero la realidad es que está muy lejos de estar bien. Su rostro parece como si estuviera por vomitar a todo momento, y sé que no es porque estamos viajando.

Es solo una fiesta con mi familia... Y la enorme cantidad de invitados de Caroline, que serán todos desconocidos. No entiendo sus razones para estar nerviosa. Estoy tratando de buscar en mi cabeza alguna justificación lógica. Es absurdo, toda explicación es un callejón sin salida.

Una hora más de viaje, y Luca comienza a despertarse.

—¿Gatito? —es lo primero que pregunta apenas abre sus ojos.

¿Cómo olvidar que estamos viajando con el gato?

A través del espejo retrovisor, puedo ver la jaula del gato. Está en el baúl, saque lo que lo separa de los asientos traseros para así poder ver que el gato siga vivo.

La sugerencia de Aggie fue dejarlo en uno de esos lugares que cuidan animales.

Me negué rotundamente. ¿Quién sabe lo que le hacen ahí?

—Esta durmiendo —le responde Isabella y pasa una mano por su cabello rubio para quitarle los mechones de cabello que le cubren la frente.

—Tengo ganas de hacer pis —manifiesta.

—En cinco minutos paramos —le digo a Luca. Lo mismo ya tenía ganas de parar. Necesito un café.

No entiende el concepto de cinco minutos porque arruga su nariz sin estar satisfecho.

Isabella le entrega su celular, haciendo que se calle con una rapidez impresionante. Eso lo entretiene hasta que me detengo en el lugar más cercano. Apenas lo hago, Isabella baja a Luca para llevarlo al baño, dejándome solo con Aggie.

—Voy a comprar algo, ¿quieres? —me pregunta abriendo la puerta.

—Un café y lo que sea que te compres —respondo. Ella solo asiente y se va como si de repente hubiera un incendio en la camioneta. Voy a dejar que huya, por ahora.

Cargué el tanque ayer a la noche, así que no me preocupo por eso. Si me preocupo por el gato. Esta durmiendo hace mucho tiempo. Saco su jaula y la abro, sacándolo de allí. Empieza a despertarse poco a poco. Decido confiar en él y lo dejo en el suelo mientras camino cerca de él. Reviso mis mensajes, ignorando los de Caroline y abriendo los de mamá.

Mamá: https://vm.tiktok.com/ZMLdPdhSt/

Mamá: Maneja con cuidado. Los esperamos. Envíale saludos a Aggie.

Mamá: https://vm.tiktok.com/ZMLdP1tUv/

Parece chiste.

Antes de responderle, escucho a Luca y eso me hace voltear.

—¡Gatito, gatito, gatito! —exclama. Volteo a verlos llegar. Isabella está teniendo problemas en no soltar su mano, Luca parece un toro fuera de control queriendo llegar al gato.

El gato, que se quedó quieto en su lugar porque así de flojo es, se acerca en dirección de Luca. Cuando esta cerca y no hay autos que puedan ser peligrosos, Isabella lo deja ir.

—Juro que quiere a ese gato más que a mi —comenta Isabella deteniéndose a mi lado para no perder de vista a su hijo—. Luca lleva insistiendo meses en que le dé uno.

—Vas a terminar cediendo —predigo.

Isabella me mira con sus ojos entrecerrados.

—No en esto. No quiero que tenga una mascota hasta que pueda cuidarla solo. Cuando tenga diez o algo así.

Me alzo de hombros. Ya verá. Los gatos son mágicos.

Miro hacia el interior de la tienda. Aggie sigue caminando por los pasillos, en busca de quién sabe qué.

—Ashton —me llama Isabella, haciendo que vuelva mi atención a ella—. Gracias por invitarnos este fin de semana. No me tomó días libres del bar hace... Ni siquiera lo recuerdo. Siempre quise llevar a Luca a la playa, solo que es complicado.

Sonrío genuinamente.

—Apenas me dijeron donde sería sabía que seria el lugar perfecto para Luca. Su obsesión con Moana está saliéndose de control —repongo cruzándome de brazos relajadamente—. Además, mereces un tiempo libre para relajarte.

Ella asiente. No agrega nada más, pero mira a Aggie quien ahora esta haciendo fila para pagar. Hay muchas personas antes que ella.

—¿La notas extraña? —le pregunto sin poder contenerme.

Isabella vuelve su vista a Luca, quien sigue tocando al gato. Se alza de hombros.

—Un poco. Es como si estuviera inquieta y nerviosa por algo —responde finalmente—. Me di cuenta cuando no dejó de hablar un segundo. De ese chico que quiere presentarme, Miller. Cada vez que intentaba cambiar el tema de conversación, volvía a lo mismo y dudo mucho que sea porque es insistente. Es porque quería rellenar su cabeza con algo más.

Suelto un silbido por lo bajo.

—¿Lees mentes? —le pregunto.

Ella pone sus ojos en blanco.

—Leo comportamientos —contesta en un tono obvio—. Ya deberías haberte dado cuenta.

Recuerdo como supo en un instante que mi nerviosismo se debía a estar rodeado de alcohol, esa noche en la discoteca. Tiene razón. Isabella lee comportamientos y es buena haciéndolo.

Diez minutos después, Aggie sale de la tienda con un soporte con tres cafés en una mano y una bolsa enorme en otra. Incluso mientras camina hacia nosotros, luce distraída. Como si hubiera tantos pensamientos ocupando su cabeza que ni siquiera puede concentrarse por donde camina.

Miro a su alrededor, fijándome en los autos que van y vienen por el lugar. No queremos una repetición de nuestro primer encuentro. Consigue esquivarlos todos y volver a nosotros en una pieza.

Me entrega los cafés sin mirarme.

—El que tiene la cruz arriba es de Isabella. Es un latte de caramelo —me hace saber. Mira a Isabella—. Tu favorito. Los otros tienen solo café.

—Gracias —contesta ella aceptando el café. Aggie empieza a revolver el interior de la bolsa, de nuevo distraída.

—También compré comida —nos avisa.

Isabella me mira con el ceño fruncido por un momento, y sé que no es por la orden de bebidas.

—Ohhh, yo también quiero —suspira Luca acercándose al centro de atención.

Antes de que Isabella pueda responder, Aggie saca de la bolsa un pequeño jugo de naranja, el favorito de Luca. El niño abre y cierra su puño en esa dirección, aceptando el jugo.

Extrañamente, Aggie no dice nada más y se sube a la camioneta, cerrando tras ella.

—¿De verdad no sabes qué le pasa? —me pregunta Isabella en voz baja.

Niego con la cabeza.

Vuelvo a subir al gato a su jaula y después de que estamos todos adentro, continuamos el viaje.

***

Es un poco más del mediodía cuando llegamos.

Aprieto el volante con más fuerza de la necesaria porque estoy nervioso. Hablé con Xavier sobre esto antes de venir, le conté que volvería a casa de mi abuela después de dos años de su muerte. Que volvería al lugar que fue un santuario, un refugio para mi durante mi adolescencia. El lugar donde aprendí a surfear y me enamoré por completo del océano.

Ese es el lado brilloso.

Hay otro más oscuro. Porque también voy a volver a pisar y respirar una playa después de haber querido quitarme la vida en una, y no sé si estoy listo para hacerlo.

—Ashton, cuando dijiste que la casa era grande, te olvidaste de decir qué tan grande —habla Aggie a mi lado, distrayéndome de mis pensamientos.

Conduzco el camino sinuoso hacia la entrada. La casa está en una colina, tiene un montón de espacio. Es ridículo cuanto.

Cuando éramos niños, Caroline y yo salíamos en "expediciones" para explorar toda la propiedad, y creo que nunca la terminamos de conocer en su totalidad.

Mi abuela tenía mucho dinero. Ese tipo de dinero que es heredado por generaciones y generaciones. Esta casa también fue heredada, y cuando ella empezó a vivir aquí, la renovó, quitando y agregando cosas buenas.

—¿Alguien vive aquí regularmente? —me pregunta Isabella.

—No —contesto agradecido de tener una distracción—. Hay gente que se encarga de mantenerla, pero desde mi abuela... Nadie vive aquí.

—¿Y por qué no venderla? Digo, esta casa podría venderse por un precio exorbitante —repone Aggie.

Tiene razón. Mi padre quiso venderla desde el segundo después que mi abuela dejó este mundo. Incluso hacía planes mientras ella estaba viva, estimando su tiempo de vida. Algo vil. Más cuando se trata de su propia madre, pero mi querido padre nunca tuvo respeto para nada.

Sé perfectamente a cuanto puede venderse. Por aproximadamente 200 millones. Más, quizás. Papá me presionó para que lo hiciera cuando apenas falleció mi abuela.

—Porque tiene valor sentimental —le explico alzándome de hombros.

—¿De quién es la casa ahora? —interroga.

No puedo evitar la sonrisa arrogante que se forma en mis labios.

—Estás viendo al dueño —respondo.

Ella abre su boca sorprendida.

—¿Eres el dueño de este lugar? —exclama Isabella, robándole las palabras a Aggie.

—Mi abuela me dejó la casa. Es por eso que mi padre no puede venderla —explico. Fue oficialmente mía hace poco, cuando cumplí 21.

—Bajemos —digo estacionando afuera del garaje porque no tengo el control. Soy el dueño, pero no vengo hace dos años.

Aggie parpadea sorprendida.

—Y yo queriendo que no pagues renta —murmura, lo cual me hace reír.

Salimos de la camioneta. Mientras Isabella saca a Luca de su asiento, me encargo del gato. Antes de hacerlo, me agacho y saco de mi bolsillo su nuevo collar.

—¿Por qué uno nuevo? —cuestiona Aggie llegando a mi lado.

—Porque este tiene un rastreador —explico quitándole el que ya tiene.

Esta casa es enorme, sé que el primero en perderse va a ser el gato.

Aggie se agacha junto a mi y observa el collar. Sé que está leyendo el engravado. De un lado dice "GATO" y de otro, "No me den de comer, por favor". Cuando lo mandé hacer, recibí varias miradas extrañas.

Dejo que el gato camine por donde quiera una vez que lo aseguré.

Inmediatamente se pierde en los árboles cerca de la entrada, aprovechando la soledad.

Hoy es jueves. La mayoría de los invitados empezarán a llegar mañana. Así que tenemos un tiempo para respirar y estar en solo familia hasta que Caroline y quién sabe a cuantas personas invitó, nos arrasen.

Me detengo a ver la casa por unos segundos con un sentimiento extraño apretando mi pecho. Sigue tal cual como la recordaba. Tiene un aspecto antiguo. De noche, Caroline y yo solíamos bromear con que era la casa más tenebrosa de todo el vecindario. "Vecindario" siendo una pobre excusa porque no hay otra casa a la vista.

Una de las puertas de entrada se abre y Caroline aparece por ella. Salta todos los escalones del porche, rodea la fuente de agua y se acerca a nosotros.

—¡Ashton-ton! —exclama ella antes saltar a abrazarme. La rodeo con mis brazos, sintiéndome un poco más en casa—. Al fin.

Caroline se desprende de mi, saluda a Aggie con un abrazo y se presenta con Isabella y Luca. Obviamente, como todo el mundo, cae completamente enamorada por Luca.

—¿Y el resto? —le pregunto.

—Oh, mamá y Richard están caminando en la playa. Frank y Quinn deben estar... —habla y mira sobre su hombro. Justo a tiempo, vemos a Quinn y a Frank salir de la casa.

Aggie y Quinn sueltan chillidos emocionados antes de correr y abrazarse como si no se hubieran visto hace siglos. Luego de ese abrazo eterno, me saluda a mi.

—Hola, 626.

—Oooh, ¡como Stitch! —chilla Luca, estando en brazos de Isabella.

Quinn mira al niño con curiosidad y asiente orgullosa.

—Exacto. ¿Quien eres? Soy Quinn —se presenta. Luce como si acabara de despertarse. Viste una sudadera enorme de Miami U, su universidad y leggins negros. Su cabello parece un nido de pájaros atado en un moño. Quentin luce encantadora.

—¡Luca! —exclama, de seguro agradecido por no tener que hacer su usual pregunta de "¿quién eres?" y que alguien pueda rápidamente entenderlo. Le estira su puño. Quinn le devuelve el saludo con una explosión al final.

Luca la mira como si acabara de inventar lo mejor del universo.

Hago las introducciones de Isabella y Luca para Quinn y Frank.

—Dile Quentin —le digo a Luca. Como siempre, toma mis palabras con toda la seriedad del mundo.

—Quentin, ¿tienes gatito? —interroga sin perder tiempo.

La mirada de Quinn se suaviza con ternura y niega con la cabeza.

—Tengo algo mejor —responde ella. Voltea para silbar dos veces con ayuda de sus dedos, una habilidad que no sabía que tenía. Tan solo segundos después, un Golden Retriever gigante se aproxima con nosotros a toda velocidad.

Llega corriendo desde un costado de la casa y tiene sus patas mojadas con algunos rastros de arena en su pelaje. Luce sucio.

—¡Mamá, un perrito! —exclama Luca completamente entusiasmado mientras se revuelve en los brazos de Isabella, obligándola a que lo baje al suelo.

El perro se detiene en frente de Quinn, sacudiendo su cola a toda velocidad, disparando agua a todo el mundo.

Voltea a Aggie y literalmente, se abalanza a ella. Aggie suelta un grito que se ahoga en su garganta cuando la empuja al suelo. Cae de espaldas. El perro pasa su lengua por su rostro.

Entiendo la reacción. Es Aggie. Por lo menos yo soy más sutil.

—¡Fury! ¡Ahg! —exclama Aggie, claramente conociendo al animal, pero no puede evitar reírse. Se sienta en el suelo, acariciando sus orejas, sin importar que ahora su sudadera blanca, ya no es más blanca.

El gato no sería tan irrespetuoso.

—Yo también quieeero —pide Luca emocionado, queriendo que el perro salte encima de él.

—No, tú no —corrige Isabella.

El perro es más alto que Luca. Dudo que sea prudente dejar que se abalance sobre él.

Quinn se agacha en el suelo, llamando a Fury. Mira a Isabella pidiendo permiso con sus ojos. Ella asiente no muy segura.

—Fury es bueno con niños —le promete—. Es toda una celebridad entre los pequeños cuando vamos a parques.

Llama a Luca para que se acerque. Él lo hace, no con tanta seguridad como antes. Toma pasos cuidadosos hacia ella.

—Dame tu mano —pide Quinn extiéndale la suya.

Luca le da su mano lentamente.

Tal vez Isabella debería tener una conversación con él sobre no confiar tanto en extraños.

—Primero tienes que dejar que Fury te huela. ¿Hueles bien, Luca? —pregunta Quinn en un tono juguetón. Huh, ¿quién lo diría? El diablo puede ser encantador con los niños.

—¡Sí, huelo bien! —exclama él riéndose. Deja que ella curve su mano y acerca el dorso de su mano a Fury. El cual olfatea la mano de Luca por unos segundos.

Quinn extiende la mano del niño, dirigiéndola a su cabeza después de haber tenido el visto bueno. Le enseña como acariciarlo.

—Me quiere. Mamá, me quiere —suspira Luca mirando a su mamá.

Todos nos reímos.

***

Después de que Caroline le enseñe sus habitaciones a Aggie e Isabella, me dirijo hacia la mía.

Todas las habitaciones que tuve nunca muestran mucho de mi. Nunca lo dejo. Son simples, como si siempre estuviera de visita. Sin embargo, esta habitación es distinta. Se nota que es mía, se nota que viví aquí y hay señales de ello en todas partes.

Supongo que es el único lugar que se sintió lo suficiente hogareño y cálido para poder ser yo mismo.

Empujo la puerta, observando que todo está intacto a como la dejé la última vez que estuve aquí. Está limpio, porque seguro hubo gente encargándose de ello antes de que llegue.

Cierro la puerta detrás de mi y dejo mi bolso apoyada en ella.

La habitación es grande. Recuerdo que cuando mi abuela me dijo que elija una, tenía cinco años y se sentía como la decisión más grande de mi vida. Di vueltas y vueltas por la casa durante un día entero antes de quedarme en esta.

Una de las cosas que me hizo elegirla fue que tiene un balcón con una pequeña terraza con vistas a la playa. Como estamos en una colina, mi abuela me prohibía estrictamente que salga al balcón. Las puertas siempre estaban cerradas con llave. En un principio, ella no quería que duerma aquí por esa razón. Sin embargo, debo haber rogado de rodillas para que haya cedido.

Cuando crecí, me dio la llave.

El interior de la habitación no es nada de otro mundo. Hay una cama grande, un juego de mesitas de luz en cada lado. Stickers de mis equipos favoritos de baseball y futbol decoran la madera. Tengo algunos posters de las películas de Star Wars en las paredes. Hubo una época en la que estuve obsesionado con las películas.

En una esquina, hay un escritorio y estantes. Al frente del escritorio, hay un panel de corcho en el que tengo algunas fotografías. Todas de la playa, algunos atardeceres, otras con amigos que conocí en este lugar, unas cuantas con Caroline y mamá. Hay una que llama mi atención en particular. La quito del panel para observarla con más detenimiento.

Recuerdo exactamente cuando sacaron la foto. Tenía ocho años y era el primer verano completo que vine a pasar aquí. Las primeras semanas fueron difíciles. No podía dormir de noche, todo me asustaba en esta casa. Mi abuela no parecía soportar que esté tan mal, así que una mañana, nos empacó un almuerzo y me llevó a una playa cercana donde había gente. Recuerdo haberme preguntado qué diferencia había entre ir a la playa privada de la casa e ir a otra.

Fue cuando llegamos que entendí.

Mi abuela había arreglado para que tuviera mi primera lección de surf.

En ese tiempo, no confiaba ni en mi propia sombra. Mucho menos en desconocidos. Me costó acostumbrarme a los instructores y a mis compañeros. Mi abuela, esa mujer que se merece el cielo y las estrellas, lo sabía perfectamente sin que se lo diga, porque se quedó conmigo en la playa durante todas las lecciones de ese verano.

No sé como no me quebré el cuello volteando a chequear que siguiera en el mismo lugar cada cinco minutos.

La foto es de mi primera lección. Ella está sonriendo de oreja a oreja, vistiendo una camisa blanca y un sombrero de esos que le encantaba llevar a la playa. Mientras que yo estoy vestido en un traje de baño rojo y sostengo con orgullo mi primera tabla.

Fue la primera vez que sonreí en mucho tiempo.

Sintiendo un nudo en mi garganta, sintiéndome pesado con tantos recuerdos. Vuelvo a dejar la foto en su lugar, prometiendo que voy a llevármela antes de irme.

Siento que mi abuela se fue demasiado pronto. Quería más tiempo con ella, más recuerdos, quería seguir pasando mis veranos aquí, quería seguir girando mi cabeza y encontrarla sentada en la arena, agitando una mano mientras me saludaba y asegurándome que todo iba a estar bien.

Ella solía ser la única persona que me decía que todo saldría bien y le creía.

Cuando murió, fue muy duro para mi. Me destrozó. Estaba empezando la universidad y fue una situación que no supe lidiar. Me guio más y más hacia la bebida. Recordaba pensar entre lágrimas y tragos de vodka, ¿por qué el mundo se lleva personas buenas de mi vida y a las malas no? No tenía sentido.

Sacudo mi cabeza ligeramente, no queriendo caer en un pozo sin salida y sigo inspeccionando mi habitación y todas las cosas que dejé. Algunos libros de texto de la escuela, porque hubo un año entero que pasé aquí e hice ese año a la distancia. Fue justo después de mi primer intento. Me dieron el alta en el hospital y solo pedí venir aquí. Era lo único que quería. Mamá se encargó de arreglar para que pase el año entero. Volví a Connecticut para penúltimo año.

Miro con sorpresa a la guitarra de la esquina. Casi olvidaba que la tenía. Es mi primera guitarra. En realidad, no es mía. Era de mi abuelo, o eso me cuentan. Él murió cuando Caroline y yo teníamos meses de edad. Solo tengo una foto vieja con él. Caroline y yo apenas somos recién nacidos en ella.

En cada rincón de esta habitación hay un pedazo de mi. De la persona que era cuando encontraba mis momentos de felicidad, cuando estaba lejos de todo y todos.

Alguien toca la puerta, distrayéndome de mi paseo por el pasado. Volteo. Caroline abre la puerta lentamente.

Entra a mi habitación, observándola como si fuera la primera vez.

—Este lugar es tan... Tú —suspira, sus ojos queriendo captar cada detalle—. Siempre estuve un poco celosa de que pasabas más tiempo con la abuela y que tenías tu habitación tan personalizada porque pasabas tanto tiempo aquí. Tenías una relación tan buena con ella.

Alzo mis cejas. Caroline nunca pareció muy interesada en la vida de aquí, no cuando estaba tan arraigada a Connecticut y a su vida allí. Ella quería plantar sus raíces allí, yo solo quería correr y escapar lo más rápido que pueda.

—Nunca me dijiste eso.

Ella sonríe a medias y niega con la cabeza.

—No, sabía que tú necesitabas esto más que yo.

Me doy cuenta de tal como yo le di espacio a Caroline para que ella brille y sea el siempre el centro de atención, ella también me dio espacio a mi para que tenga ciertas cosas solo para mi.

—Además, que pase tanto tiempo aquí hubiera hecho que la abuela y yo nos dejemos de enviar cartas. —repone.

—¿Se enviaban cartas? —alzo una ceja.

Caroline sonríe melancólica. Sus ojos verdes, idénticos a los míos, brillando con tristeza. Asiente.

—Cuando empecé a leer clásicos porque ella me enviaba los libros, quería vivir como vivían mis personajes favoritos. Quería sentirme como Elizabeth Bennet. La abuela sugirió empezar a enviarnos cartas escritas a mano. Eso hicimos durante años. —me cuenta y luego su sonrisa desvanece—. La última que recibí fue de una semana antes que muriera.

—No lo sabía.

—Era nuestra pequeña cosa —se alza de hombros—. Todavía guardo las cartas. Por si algún día quieres leerlas.

Asiento inmediatamente.

—Me gustaría eso.

Cualquier cosa con tal de sentirla conmigo.

Caroline aclara su garganta, señal de que va a cambiar de tema de conversación.

—Ehm, ¿las cosas con Aggie siguen mal? —me pregunta

Frunzo el ceño.

—Nunca dije que están mal.

Ella se alza de hombros.

—Lo asumí.

—¿Por qué? —inquiero, listo para una de sus explicaciones exageradas.

—Porque cuando llamaste para asegurar las habitaciones, pediste tres y no dos.

Ahí está.

—¿Y eso te hace asumir que las cosas están mal? —expreso en un tono cansado mientras alzo una ceja.

—Yep. Mal. Terrible. Sin progreso —repone y sacude su cuerpo dramáticamente—. Como sea. Solo venía a contarte como van a ser las cosas durante mañana y pasado. Mañana empiezan a llegar los invitados. Muchos de mis amigos van a quedarse aquí, otros van al hotel cerca. El sábado a la noche será la fiesta. Espero que hayas traído ropa decente.

La miro sorprendido y abro mi boca.

—¿Ropa decente? Cuando dijiste en la playa... Pensé literal en la playa. Solo traje mi zunga favorita.

Caroline suelta un grito exasperada. Alza lo primero que ve, una almohada y la lanza hacia mi. Cae en el suelo sin siquiera tocarme.

—Imbécil —repone y sacude su cabeza, echando su cabello hacia atras—. Contraté catering para estos días. Hay comida para todas las personas que se queden en la casa. Incluso más.

Y... ya empezó a aburrirme.

—¿Algo mas?

Niega con la cabeza.

—Solo eso. Y ah, hay un almuerzo preparado para ustedes abajo. Mamá quiere verte.

Asiento.

Sigo a Caroline hacia afuera. Recorremos los pasillos necesarios para llegar a las escaleras. Son dos de cada lado, que se unen arriba. Eso si no contamos la escalera caracol que hay en la otra punta de la casa.

En uno de los comedores, mamá está charlando con Isabella y Aggie mientras Luca acapara toda la atención de Richard, explicandole algo sobre su Spiderman.

Apenas me ve, mamá se levanta de su lugar y me abraza. No nos vemos hace algunas semanas. Siempre trato de pasar a visitarla, pero a veces los tiempos son complicados y cuando puedo, ella está trabajando o haciendo algo más.

—No puedo creer que mi niña se case —suspira.

Niego rotundamente con la cabeza.

—No esta por casarse, ¿verdad, Caroline? —pongo un brazo sobre sus hombros—. Porque solo tiene 21. Solo estamos festejando el inicio de un compromiso de... Seis años.

—¡No voy a esperar seis años!

—Que sí vas a esperar. O rompo tu bici.

Caroline abre su boca ofendida.

—Ashton, deja de molestarla. Cuando uno sabe y tiene el coraje necesario para admitirlo, puede hacer lo que quiera. A diferencia de otras personas —repone mamá.

Mierda, señora. ¿Quiere decir mi altura y peso también?

Aclaro mi garganta.

Por suerte, Richard llega al rescate y me saluda, hablándome sobre otra cosa. Lo cual puedo manejar.

¿Por qué presiento que esto será un fin de semana eterno?

***


nota: Se vienen 4 días caóticos 🤩 Voy a tratar de actualizar seguido, pero estoy estudiando y no puedo tomarme mucho tiempo libre

Quiero que empiecen las apuestas de como y que va a pasar cuando Aggie y Nick se encuentreen🤙🏼🤙🏼

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pd:
LES TRAJE A FURYYYYYYYYYY AHAAAAA MI PERSONAJE FAVORITO
una foto de fury en la playa:

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