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Capítulo 26


"I want to wear his initial
On a chain round my neck,
Not because he owns me
But 'cause he really knows me"
Traducción:
"Quiero usar su inicial en una cadena alrededor de mi cuello,
no porque sea mi dueño, sino porque realmente me conoce".

—Call it what you want, Taylor Swift.

| CAPÍTULO 26 |

AGGIE.

Termino de ponerme rubor en mis mejillas y me detengo, bajando la brocha y mirándome al espejo por unos momentos, intentando digerir todo lo que está por pasar.

¿Es una idea terrible? Por supuesto que lo es.

¿Hay vuelta atrás? No.

Es oficial. Estoy caminando sobre terreno desconocido. Viví toda mi adolescencia en una relación, no tengo mucha experiencia en cosas fuera de ella, como por ejemplo, salir con otros chicos con otras intenciones que no sean amistad.

Respiro hondo y empiezo a guardar mi maquillaje. Creo que ya estoy lista.

Tengo puesto un vestido rojo corto y ajustado que Isabella recomendó para la ocasión. Unos tacones plateados llenos de brillos, y mi cabello rubio alisado. Tengo ondas naturales, pero hoy opté por algo diferente.

Hablando de Isabella, puedo verla a través del reflejo del espejo del baño. Se acerca por el pasillo, dando saltitos mientras termina de poner sus zapatos negros.

—Wow, te ves increíble —le digo cuando se detiene a mi lado. Aun con tacones, sigo siendo mucho más alta que ella. Isabella tiene un vestido blanco que se acentúa a sus curvas, un maquillaje dramático con sombras negras y doradas que resaltan sus ojos verdes, y una coleta en su cabello perfecta.

—Gracias. Hace mucho que no me visto así —suspira y pasa una mano por su cintura, acomodando su vestido—. En definitiva mi cuerpo no es el mismo después de Luca, pero creo que todavía puedo lucir vestidos así.

—¿Crees? —inquiero divertida—. Isabella, mírate, por Dios. Si pateara para el otro equipo, serías mi gol —alabo, a lo que ella se ríe. Sonrío—. Solo hace falta tener un cuerpo para lucir vestidos "así". Te ves increíble —le digo y paso un brazo por sus hombros—. ¿Quién sabe? ¿Quizás Luca consiga un padrastro hoy?

Isabella pone sus ojos en blanco y pellizca un costado de mi cuerpo. Siseo adolorida y la empujo juguetonamente.

Quedamos en prepararnos en su departamento.

Esta vez no solo es para evitar a Ashton. Pero para que el chico que Quinn "recomendó", me pase a buscar sin levantar sospechas. Confío en ella. Así que espero que no sea un imbécil. Intercambiamos un par de mensajes, y no parece un mal tipo. Aunque nunca se sabe. En mensaje, se pierde bastante.

—Mierda. En quince minutos Leo y Ashton pasan a buscarme —anuncia viendo su celular.

Y en cinco, Miller también. Está todo fríamente calculado. O eso me gusta creer.

Salgo del baño, empezando a recoger mi bolso y chequear que tenga todo conmigo.

Luca levanta su cabeza al escucharme y mira hacia mi dirección. Está sentado en el sofá, vestido en su pijama de Spiderman, junto a su niñera, que es también su vecina. Debe tener diecisiete años, o menos.

—Awi, ¿vemos Moana? —me pregunta agitando el control remoto con su mano. Este niño vio Moana demasiadas veces. Está obsesionado, y quiere decir que yo también vi Moana demasiadas veces. Dudo que sea saludable.

—Otro día. Prometo que voy a venir a ver Moana y luego podemos ir a jugar. —le digo. Tal vez le muestre otra película. Frozen suena bien.

—¿Con Ashton? ¿Sigue castigado? —inquiere—. Quiero que me cargue en sus hombros, ¡de nuevo! ¡¿Y el gatito?!

¿Qué tiene Luca con Ashton?

—Mhm, de momento su castigo sigue —contesto. Luca pone un puchero. De verdad extraña a Ashton—. Pero siempre que quieras, puedes venir a visitar a Ashton y al gato.

Luca asiente contento.

Estoy por seguir nuestra conversación cuando mi celular suena, y mis nervios se disparan hacia el techo. Veo la pantalla y encuentro un mensaje del amigo de Quinn, diciéndome que ya está abajo y esperándome.

—¿Es él? —me pregunta Isabella acercándose.

Asiento.

—Perfecto. Va a salir todo bien y te vas a divertir. No pongas esa cara de susto —ella palmea mi hombro en señal de apoyo.

—Nos vemos allí —le digo. Le doy un rápido abrazo antes de despedirme de Luca y salir del departamento. El trayecto hasta abajo, no dejo de pensar en la terrible idea que es esto. No sé por qué accedí. La idea sonaba bien mientras lo hablaba con Isabella. Ahora no tanto.

Una vez abajo, decido ponerme la chaqueta que traje porque sigue haciendo un poco de frío. No me cuesta identificar al amigo de Quinn. Es tal como lo describió. Atractivo.

Sirve que también haya visto unas cuantas fotos de él. Conozco su rostro.

Al escuchar mis pasos acercándome, Miller, ese es su nombre, sube la cabeza, confirmando mis sospechas. Solo... Wow.

Es alto, con músculos en todos los lugares correctos. Su cabello es rubio, un tono opaco, no como él mio. Sus ojos marrones y una sonrisa que puede desarmarte. Viste vaqueros negros y una camisa blanca.

Pero no es Ashton. Canturrea una voz en mi cabeza, haciendo que quiera meterme en un balde de ácido.

—Aggie, ¿verdad? —me pregunta a lo que asiento—. Soy Miller —se presenta. Incluso tiene una voz atractiva—. Bueno, Quinn no mentía. Eres preciosa —resalta haciendo que arqueé mis cejas con curiosidad.

Me pregunto qué le dijo exactamente Quinn sobre mi.

Por supuesto, le pedí información sobre este chico. Solo para chequear que no estoy a punto de ser secuestrada. Miller es amigo del hermanastro de Quinn. No Ashton, su otro hermanastro. Quinn lo conoce desde que tiene dieciséis. Ahora ella tiene dieciocho y él veintitrés. Se mudó a San Francisco hace poco para estudiar abogacía.

—Gracias —le digo sonriendo y aclaro mi garganta—. Por todo, en realidad.

—No me agradezcas todavía —contesta en un tono de advertencia—. Tendremos que ver cómo prosigue la noche.

—Uhm, estoy segura de que bien —respondo.

—Si dices... —habla por lo bajo—. Extrañamente, esta es la segunda vez que haré algo así. Debería empezar a cobrar. Pero no esta vez, dudo que esto sea un trabajo —dice y recorre mi cuerpo con su mirada—. Pongamos este show en marcha.

Me extiende su mano. La tomo, esperando sentir algo. Lo que sea. No es el caso. No siento absolutamente nada, y es decepcionante porque mi hipótesis comienza a caerse en pedazos y la noche apenas empieza.

Miller me guía hacia su auto. Es un Mustang negro, y luce nuevo. Entro en el asiento del acompañante, y él cierra la puerta por mi. Adentro huele a colonia masculina y cuero. Rodea el auto y sube a su lugar.

—Así que, Aggie —empieza cuando enciende el auto y empieza a conducir—. ¿Quién es Ashton? ¿Tu novio?

—No, solo vivo con él. Y... Solo digamos que estuvo comportándose como un imbécil últimamente.

O quizás no. Tal vez sea mi cabeza queriendo pintarlo como un villano porque volvió a rechazarme sin explicaciones. Es confuso.

—¿Qué hizo? —pregunta.

Me quedo en silencio durante unos segundos. Tanto que Miller frunce el ceño y cuando nos detenemos en un semáforo en rojo, gira su cabeza para verme.

—Dime que hizo algo que justifique esto y no vamos solo a torturar al pobre chico.

Carraspeo.

—Ehm, no. No es solo torturar. —le aseguro, aun así, mi tono de voz tiembla un poco y sé que me atrapó en una mentira—. Es... ¿Qué te dijo Quinn? Exactamente —pido.

Miller suspira divertido y niega con la cabeza antes de volver la vista al frente y arrancar cuando la luz cambia a verde.

—No importa qué me dijo Quinn, quiero saber qué quieres tú —me dice.

Observo el color rojo de mis uñas por unos segundos antes de respirar hondo y admitirle lo siguiente:

—Necesita un empujón. Aunque... No lo sé —resoplo frustrada—. No creo que funcione.

—Nah, siempre funciona. Funcionó con Quinn, va a funcionar contigo. —me asegura.

Junto mis cejas un tanto perpleja.

—¿Qué quieres decir con "funcionó con Quinn"? Dijo que ya hiciste esto antes, pero no especificó qué.

Ante mis palabras, Miller sonríe juguetón, marcando uno de sus hoyuelos.

—Oh, tengo historia con Quinn.

Entrecierro mis ojos. ¿Quién no?

—¿Qué tipo de historia?

—Un caballero no cuenta sus intimidades —responde en un tono burlón que me hace poner mis ojos en blanco—. Vas a tener que preguntarle a ella. Fue algo inofensivo para que cierto alguien se diera cuenta de lo que tenía enfrente, nada más. Es por eso que te digo que va a funcionar. Aunque verdaderamente es estúpido. ¿Por qué un hombre tiene que quererte después de verte con otro hombre? ¿Qué mierda es esa?

Es exactamente por eso que dudo que funcione. Ashton no me parece el tipo de chico que vaya a caer por esto.

—Lo único que tengo para decirte, Aggie, es que vamos a salir de fiesta, vamos a beber, la vamos a pasar bien, y las consecuencias serán naturales.

Asiento hasta que recuerdo algo.

—Momento, no tienes novia, ¿verdad?

—¿Crees que si tuviera novia estaría aquí contigo? —interroga riéndose.

—Solo para asegurarme —me alzo de hombros. Miller asiente.

Un tiempo después, empezamos a acercarnos a la discoteca. Se nota por la cantidad de gente deambulando cerca y el tránsito. Miller encuentra un lugar, estaciona y apaga el motor. Nos bajamos del auto y acomodo mi vestido que se subió mientras estaba sentada.

—Que empiece el show —habla Miller cuando llego a su lado. Estira su mano y sin pensarlo dos veces, la tomo, entrelazando mis dedos con los suyos.

Llegamos a la entrada. La fila no está tan mal como esperaba. Estoy por decirle a Miller que no se preocupe porque Leo nos consiguió entradas cuando se acerca a los guardias de seguridad. Se saludan, dirigiéndose con nombres y en dos segundos estamos dentro.

—¿Dónde están tus amigos? —me pregunta despreocupado.

—Supongo que arriba —le digo. Él asiente y me guía por el club. Por la hora y la cantidad de gente, las cosas están tranquilas, pero sé que se van a poner más interesantes más adelante. De lo poco que voy viendo, sé que este lugar tiene potencial.

Mientras caminamos, pienso que vamos directo a las escaleras hasta que escucho a alguien gritar el nombre de Miller.

—Mierda —murmura. La música está alta, así que me basta con leer sus labios—. Es un compañero de mi pasantía. Tengo que ir a saludar.

Estoy por decirle que vaya y luego me alcance arriba cuando tira de mi mano sutilmente y empieza a caminar conmigo.

Hay un grupo de chicos y chicas sentados en unos sofás, rodeados de bebidas. El chico que llamó a Miller se levanta a saludarlo.

—No sabía que venías —dice después de darle uno de esos saludos extraños que se dan entre hombres.

—Me decidí a último momento —explica y luego gira su cuerpo hacia mi—. Ella es Aggie.

Después de unas cuantas introducciones, nos quedamos con el grupo durante un tiempo. No me molesta conocer gente nueva, y Miller parece sumirse en una conversación sobre su pasantía.

Todas las chicas parecen buenas, excepto una que mira mi mano unida a la de Miller como si fuera el peor crimen del universo. Debo suponer que Miller hizo amigas en su pasantía.

Nos despedimos del grupo, Miller haciendo promesas de encontrarlos más tarde. Y de nuevo, estamos en camino hacia arriba.

—¿Quién era esa chica? La del vestido dorado —digo mientras nos alejamos.

—¿También sentiste la mirada asesina de Daisy? —inquiere burlón—. Salimos durante un tiempo hace unos meses. Ella arruinó las cosas. Larga historia. Fue para el bien mayor.

Asiento.

Pasamos por más guardias antes de subir. Las escaleras brillan de distintos colores y solo puedo pensar la catástrofe que debe ser bajarlas estando borracha y con tacones.

Apenas estamos arriba, puedo ver a mi grupo de amigos en una de las mesas. Miller me mira por unos segundos.

—Guíame a este desastre, princesa —suelta, guiñando un ojo. Si bien no siento mucha química con Miller, no me molestaría para nada intentar algo con él.

Sin soltar la mano de Miller, lo llevo al grupo. Por suerte, Leo no está usando una de sus camisas que parece que un unicornio vomito encima. Veo que decidió quedarse con colores neutros y seguros. Junto a él, hay un chico. El "Julián" del momento, según un comentario de Ashton sobre que Leo tiene Julianes y Julietas para armar un ejército. Siendo el Romeo, claro. Me pregunto si el pobre chico sabe que van a durar una semana.

Isabella está junto a Cassie, y al lado de ella, encuentro a Ashton. La única persona que verdaderamente llama mi atención. Está charlando con Cassie, y apenas me ve llegar sube la cabeza.

Una sola mirada y siento un remolino de emociones recorrerme de arriba a abajo. Las cosas que siento por este chico, por amor a Dios. Ya se pone patético de mi parte.

Ashton frunce el ceño, claramente confundido por la situación.

—Aggie, amor, ¡llegaste! —exclama Leo, soltando a su chico por unos momentos para abrazarme. Apenas empieza la noche y ya apesta como una licorería en llamas—. ¿Y a quién trajiste? —inquiere y mira a Miller como si fuera su próxima presa.

—No, no, Leo. No pongas esos ojitos. Es mío —advierto.

Miller se ríe. Pasa una mano por mi espalda baja por debajo de mi chaqueta haciendo que me estremezca. Me mira sorprendido por unos segundos, dándose cuenta de que mi vestido tiene toda la espalda descubierta.

—Soy Miller, amigo de Aggie —se presenta con el grupo.

No me atrevo a mirar a Ashton. Lo cual parece un despropósito porque todo el plan es ver su reacción, sin embargo no me animo a hacerlo.

Es estúpido, Aggie. Solo miralo.

Me obligo a hacerlo. Tiene sus antebrazos apoyados en la mesa, todos sus tatuajes a la vista ya que tiene una camiseta negra. Veo que está bebiendo agua. Y también me doy cuenta de que hay una cantidad exorbitante de bebidas alcohólicas a nuestro alrededor. Mierda. Estoy a punto de entrar en pánico cuando recuerdo mi conversación con Ashton. La que tuvimos antes de que robe el aliento a besos. Tengo que morderme la lengua para no empezar a preocuparme.

Ashton es grande. Puede cuidarse solo.

Cuando menos me doy cuenta, es el turno de Ashton de presentarse. Arquea una ceja cuando Miller extiende su mano por encima de la mesa, pero no hace una escena. Después de un simple apretón, Miller vuelve a mi lado.

Leo comienza a pasarnos bebidas como si fuera agua que sale de una canilla rota. En eso, Miller se acerca a mi oído. Por una milésima de segundo, puedo sentir sus labios contra mi lóbulo hasta que se aleja.

—Un poco intenso tu chico —comenta para que solo yo escuche—. ¿Quién diría que ese es tu tipo? Tatuados y con cara de que van asesinarte. Aunque creo que es solo para mí. Está funcionando.

La verdad es que no tengo un tipo.

Ashton me tomó por sorpresa.

La realidad es que una vez que formas conexión con alguien, no hay vuelta atrás por más que te pongas de rodillas a rogar que la haya.

Miller no abandona mi lado. Por suerte, es carismático y se inserta al grupo con facilidad. Presiento que es el tipo de chico que puede hacer amigos en todos lados. Veo que se abstiene de beber, quedándose solo con una cerveza.

Mi caso es distinto. Por primera vez en mucho tiempo, estoy bebiendo y mi cuerpo se encuentra en un estado de: "Woah, woah. ¿Qué es esto? ¿Alcohol? Aggie, ya no tenemos la misma resistencia de siempre".

Intercambio varias miradas con Isabella. Nos estamos comunicando telepáticamente a la perfección. Y ambas estamos viendo algo con claridad. Ashton y Cassie lucen mucho más cercanos de lo normal. Dado al volumen de la música, tienen que acercar sus rostros para hablar. Cassie sonríe y suelta carcajadas mientras que Ashton le devuelve las sonrisas. Y pensar que antes, sólo yo podía hacerlo sonreír.

Este plan me está explotando en la cara porque la única persona ardiendo en celos, soy yo.

—No estaba informado de nuevos jugadores en el partido. O jugadoras, mejor dicho —habla Miller a mi lado.

—Yo tampoco —confieso. Lo veía venir, solo que no tanto.

—Ven, vamos a bailar —declara y sin esperar una respuesta, deja nuestras bebidas en la mesa y me guía hacia la gente bailando una canción pegadiza de Flo Rida.

Decidiendo olvidar a Ashton, comienzo a bailar con Miller. Lo que quiero es divertirme y eso haré.

Al ver la distancia entre nuestros cuerpos, Miller me sujeta de la cintura, atrayéndome a él hasta que estamos completamente pegados. Coloco mis manos en su nuca, jugueteando con algunos mechones rubios.

Como presentía, Miller sabe bailar haciendo muy fácil mi trabajo de seguir su ritmo. Toma mi mano, haciéndome girar hasta que mi espalda golpea su pecho. Una de sus manos se detiene en mi cadera, dirigiendo mis movimientos mientras nos movemos. Por poco olvidaba lo divertido que es esto.

***

ASHTON.

—Ashton, ¿me escuchaste? —interroga Cassie, haciendo que regrese mi atención a ella.

No, verdaderamente no estaba escuchándola. Imposible hacerlo cuando estoy concentrado en Aggie y su nuevo amigo. Amigo es una palabra extraña y falsa. Entre amigos no se baila así.

Bajo mis manos a mi regazo. Y empiezo a juguetear con mis anillos. Es una costumbre que tomé hace poco tiempo. Dar vueltas y vueltas a la banda metálica alrededor de mi dedo como si eso fuera distraerme de la realidad.

Hoy es la primera noche que salgo de fiesta después de mi intento.

Ayer, en mi sesión con Xavier, hablamos sobre las implicaciones que esto podría tener y me dijo que considera que estoy "listo". Lo creí. Lo creí hasta ahora.

Hay muchos desencadenantes en este momento. Aggie está tentando mi paciencia al bailar con ese imbécil, su indiferencia me está matando. Aunque lo peor de todo son todas las bebidas regadas a mi alrededor.

Nadie más que Aggie sabe sobre mi adicción. Ella ahora está bailando, disfrutando y bebiendo como le dije que tiene que hacer porque no necesito a alguien que me recuerde lo frágil que soy todo el tiempo. No está prestando atención. Sería tan fácil beber algo que...

—Ashton —vuelve a llamar Cassie, haciendo que quite la vista de la botella de vodka.

—¿Mhm? —inquiero distraído.

—¿Quieres beber algo? Luces... Tenso.

Dios mío, sí. Quiero beber. Quiero beber y beber para ahogar todas las sensaciones que recorren mi cuerpo, cualquier tipo de pensamiento intrusivo y destructivo.

Quiero.

No.

Lo necesito.

—¡Ashton! —exclama Isabella, llegando de repente a mi lado con una expresión preocupada. Inmediatamente me concentro en ella—. ¿Puedes acompañarme afuera unos segundos? La niñera de Luca me está llamando y no consigo oirla, tengo miedo de que haya pasado algo.

En un parpadeo estoy parado y listo para acompañarla.

—Ya vuelvo —le digo a Cassie antes de seguir a Isabella.

Bajamos las escaleras y moviéndonos entre la gente, conseguimos salir.

Aun hay personas haciendo fila, así que cruzamos a la acera del frente para tener más silencio y privacidad. Pongo mis manos en mis bolsillos y espero a que Isabella llame a la niñera.

—¿Crees que Luca está bien? —le pregunto preocupado.

No veo al niño hace una semana, y para mi sorpresa, extraño su presencia. No me malinterpreten, sigo pensando que es insoportable y después de media hora con él tengo que irme porque se pone abrumador la cantidad de palabras que sabe y todas las preguntas que hace.

—Oh, sí. Está bien. Era mentira. La niñera me envió un mensaje hace diez minutos —explica y me enseña la pantalla de su celular. Es una foto de Luca durmiendo, rodeado de sus ositos de felpa. Sonrío de lado al verlo. El niño es insoportable, pero cuando está en silencio, es adorable.

—¿Entonces...? —le pregunto y miro a nuestro alrededor intentando señalar "¿Entonces qué demonios hacemos aquí?"

Isabella exhala una bocanada de aire y echa su coleta hacia atrás.

—Necesitabas salir de allí dentro —declara—. Se notaba en el rostro y en tus manos. Ese gesto que tienes con tus anillos.

No pensé que alguien se diera cuenta de eso.

—Estaba todo bien —miento.

—No, no estabas. Estabas nervioso y mirando las bebidas demasiado.

Aprieto mi mandíbula, sabiendo a dónde' se dirige esto.

—¿Aggie te dijo? —suspiro.

—¿Me dijo qué?

¿Va a pretender que no sabe?

—Sobre mí... Problema —me alzo de hombros.

—No, no me dijo. Lo sospechaba, y acabas de confirmarlo.

Peor aún.

—¿Lo sospechabas?

—Sí. Conozco la adicción a la bebida de cerca —me cuenta, sus ojos delatando toda una historia detrás—. Reconozco las señales. Y se notaba que tenías que salir de allí. ¿Cuánto tiempo llevas sobrio?

Tengo contado los meses y los días gracias a mis reuniones semanales y obligatorias de AA. Siempre tienes que compartir cuánto tiempo llevas sobrio. Se habla sobre experiencias, esperanza, y un montón de estupideces. Nunca hablo más de lo necesario. Hay gente que lo trata como si fuera su propia terapia y cuenta hasta los problemas que tiene su perro. Las reuniones duran una hora y media, pero se sienten como una eternidad.

Por sugerencia de las reuniones y de Xavier, tengo una aplicación en mi celular que marca cuantos días llevo sin beber. Sé perfectamente la cantidad de tiempo.

—Casi seis meses —confieso.

Isabella asiente y no agrega nada más. Me relajo ante esa reacción. Puedo manejar el silencio. Lo que no puedo manejar son más palabras. Más positividad y más estupidez llena de arcoíris que no ayuda en nada. Tal vez a algunas personas les sirva todo eso, no a mi.

—Que esa racha siga —me dice, rompiendo el silencio. —. ¿Te sientes bien para volver?

—Sí, estoy bien —aclaro mi garganta—. Vamos.

—¿Seguro? Porque si quieres volver a casa... —titubea.

—De verdad, Isabella. Estoy bien. Solo... Tengo que acostumbrarme, es la primera vez que salgo así después de... Dejar de beber —explico.

Sus ojos verdes brillan con entendimiento.

—Entonces volvamos —suelta en un tono cansado.

Entrecierro mis ojos. Isabella empieza a caminar. Me quedo en mi lugar, y segundos después se da cuenta de que no la estoy siguiendo. Voltea con el ceño fruncido.

—¿Y ahora qué? Pensé que dijiste que querías entrar. —espeta.

—Yo, pero presiento que tú no.

Ella sonríe triste, sin enseñarme sus dientes y baja la cabeza.

—No, supongo que ya no es mi... Escena. ¿Es tonto? Tengo 21 y lo único que quiero ahora es estar en casa viendo Moana con Luca —exhala aire.

Asiento.

—No es tonto. Es normal. Hay veces que simplemente... Las mismas cosas de siempre no nos satisfacen. Creo que se llama crecer.

Isabella se ríe por lo bajo.

—¿Quién diría que tienes todas esas palabras debajo de ese rostro bonito?

Finjo ahogar un grito.

—Isabella Reyes, ¿crees que soy bonito? —interrogo y llevo una mano a mi pecho.

Me mira incrédula.

—Estoy segura de que ya lo sabes. Ahora, entremos y nos quedemos hasta que Leo esté demasiado borracho como para recordar que estamos aquí. En diez minutos, de seguro —me dice.

Asiento. Estoy listo para volver. Las manos no me tiemblan como antes, como la presión en mi pecho se disipó un poco y puedo respirar mejor.

—Isabella, gracias —le digo antes de que podamos irnos.

Se alza de hombros.

—No es nada, Ashton. Somos amigos, por más que hagas enojar a Barbie —alza una ceja amenazadora.

Así es. Aggie está enojada y me lo está haciendo saber. Estaría preocupado por Miller si no fuera que muy dentro de mí, sé la razón detrás de esto. Y es muy simple: Yo.

Niego con la cabeza divertido, sabiendo que Isabella solo tiene la versión de Aggie.

Finalmente volvemos a cruzar y entramos a la discoteca. Hay mucha más gente, pero con mi altura, Isabella camina detrás de mí y en poco tiempo estamos de nuevo arriba con el grupo.

Noto que el lugar donde estaba Cassie está vacío. Estoy por buscar una botella de agua cuando decido buscar a Aggie. Volteo, esperando encontrarla en el mismo lugar junto a Miller.

Y tengo razón.

Solo que ya no están bailando.

No, las cosas escalaron y ahora Miller sujeta su cintura con un brazo mientras su boca devora la de Aggie como si fuera su fuente de oxígeno. Me quedo quieto por unos momentos, solo observando como un masoquista.

Aggie parece estar fascinada con el beso. Me pregunto si estuvo así cuando nos besamos, si parecía como si Aggie no quisiera despegarse nunca y el contacto conmigo fuera lo único que importara en el mundo.

Cuando se separan, Miller sonríe y Aggie le devuelve la sonrisa.

Finalmente, voltea la cabeza y sus ojos se encuentran con los míos. Su sonrisa desaparece.

No soy capaz de hacer nada más que voltear e irme lo más rápido que puedo.

***

Nota:
Que tal? Como andan?
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