Capítulo 19
"Oh, home, let me come home
Home is wherever I'm with you"
Traducción:
"Déjame volver a casa,
Casa está donde sea que esté contigo"
—Home, Edith Whiskers
AGGIE.
Al abrir la puerta, encuentro del otro lado a Isabella. Tiene su cabello oscuro recogido en una coleta, un maquillaje simple, jeans y una sudadera de la universidad. Carga en un brazo su bolso y en otro, un niño que luce cerca de los tres años.
Luca.
—Hola —estiro una sonrisa y me hago a un lado para que pasen.
—Aggie, él es Luca —habla Isabella y se inclina a dejarlo en el suelo.
Luca tiene el cabello rubio, es lo que más llama la atención. Unos grandes y curiosos ojos marrones que me observan detenidamente. Es un niño bonito, y es de esperar por su madre. Sin embargo, puedo darme cuenta de que la mayoría de sus facciones no fueron heredadas de Isabella. Es imposible no preguntarme quién es el padre, pero a juzgar por mis conversaciones con Isabella, dudo que esté en sus vidas.
—Hola Luca, soy Aggie —me pongo de cuclillas para estar a su altura—. Una amiga de tu mamá.
Ante la mención de su madre, Luca eleva las comisuras de sus labios satisfecho. Alza su mano, enseñándome su palma. Me cuesta unos segundos darme cuenta de lo que quiere.
—Ahora saluda a todo el mundo así —suspira Isabella y niega con la cabeza divertida.
—Me parece cool —respondo y le choco los cinco, a lo que Luca asiente satisfecho de nuevo.
—Oh. ¿Tienes un gato? —me pregunta Isabella poniéndose tensa de repente. Volteo para seguir su mirada. El gato está sentado en su esquina, observando cada movimiento de Luca como si fuera su próxima presa.
Esto va a salir horrible.
—¡Un gatito! —exclama Luca y corre en dirección al gato. Mis reflejos fallan y no soy capaz de atraparlo antes de que se aproxime. ¿Quién demonios diría que alguien tan pequeño puede correr tan rápido?
Juro que siento mi corazón detenerse por un segundo entero cuando Luca extiende sus brazos para abrazar al gato. Cierro mis ojos, incapaz de ver lo que está por suceder. Espero escuchar gritos y chillidos, y que Isabella decida que no va a venir nunca más.
Nada.
Nada de eso sucede.
Abro mis ojos en movimiento lento. Mis hombros se relajan al igual que todo mi cuerpo cuando veo que no sucedió nada. El gato se mantiene quieto mientras Luca lo abraza y pasa una mano por su pelaje.
—¡Está gordo! —exclama y estalla en carcajadas como si no hubiera nada más gracioso que un gato gordo.
—Eso... ¿Tu gato es bueno con niños? —parpadea Isabella llegando a mi lado.
—No lo sé. Lo tengo hace poco. Es un gato rescatado —explico—. Es la primera vez que está con un niño.
—Pero por tu rostro, esperabas lo peor, ¿verdad? —ella arquea una ceja cuando giro a enfrentarla.
—Tal vez —respondo avergonzada.
Isabella solo asiente con la cabeza.
Apenas llevamos cinco minutos y siento que ya lo estoy arruinando todo.
—Luca, ven aquí. Tienes que dejar al gato respirar —Isabella se acerca a él y pasa una mano por su cabeza. Luca sube la cabeza y asiente.
—¿Podemos tener un gatito?
—Tal vez algún día —responde Isabella con paciencia.
Luca le hace caso a su madre y suelta al gato, quien sigue sin moverse. Dios mío. ¿Estará enfermo? ¿Acaba de desbloquear un nuevo estado de psicópata?
—Vamos a la cocina —indico.
Mientras Luca e Isabella entran a la cocina, le envío un rápido mensaje a Quinn.
Yo: El gato esta comportándose raro. Hay un niño en el departamento y no lo atacó cuando lo abrazó. ¿Tengo que llevarlo al veterinario? ¿Hay un psicólogo para gatos?
Bloqueo mi celular rápidamente.
Mientras Isabella se sienta en una de las sillas y sienta a Luca en la punta, me ocupo de sacar comida y el jugo de naranja de Ashton. Cuando vuelvo a la mesa, Luca ya tiene varios autitos de carreras y un muñeco sobre la mesa. Su silla tiene dos almohadones para que esté a la altura de la mesa.
—¿Con qué quieres empezar? —le pregunto atrayendo mi computadora hacia mi para encenderla. Isabella saca sus apuntes de clase.
No nos cuesta entrar en modo concentración. Honestamente, agradezco que me haya tocado Isabella como compañera de trabajo. Es mejor de lo que esperaba en mi cabeza.
Luca se comporta como un ángel las dos horas que estamos haciendo el trabajo. En parte, creo que es porque está acostumbrado a acompañar a su madre mientras estudia. Es paciente, no eleva la voz y se entretiene con sus juguetes y su jugo, enseñándonos con mucho orgullo que ya puede beber de un vaso normal y no hace falta que use uno con piquito.
La verdad es que el niño me tiene sonriendo cada vez que habla.
Es difícil no caer en su hechizo.
A la segunda hora, Isabella cambia su entretenimiento a un libro para colorear y crayones. Me doy cuenta de que es una experta en el tema y lo hace muy bien. Nota instantáneamente los cambios de humor de Luca y cambia las actividades antes de que empiece a ponerse molesto.
—Estoy agotada —suspiro cuando ya pasaron dos horas y llevamos más de la mitad del trabajo.
—Yo también —responde Isabella y le echa una mirada a Luca que está coloreando su tercera vaca. Esta vez de color verde—. ¿Quieres que dejemos lo que queda para mañana? Podemos ir a la biblioteca.
Asiento.
—¿Quieren pancakes? —pregunto.
La cabeza de Luca se despeja de la hoja y encuentra mi mirada a la velocidad de un rayo. Sus ojos se iluminan como faroles.
—¿Pancakes? ¡Sí!
—Aggie, no te molestes —interviene Isabella en un tono incómodo—. De todos modos, ya es hora de que Luca y yo regresemos a casa.
—No me molesta —me apresuro a decir—. Quédense un rato más. Tenía planeado hacerlos de todos modos.
—¿Segura?
—Segurísima —contesto, levantándome de la mesa—. Podemos ponerles chispitas de colores.
—Ohh sí. Son mis favoritas —interviene Luca asintiendo—. Mamá me prometió toooodo un día de pancakes la semana que viene. Es mi cumpleaños. Mamá, ¿cuánto cumplo?
—Tres —contesta Isabella intentando aguantar una risa. A decir verdad, estoy igual. Le enseña su mano con tres dedos alzados y Luca imita la acción.
—Woah, ¿tres? Es un cumpleaños importante —comento mientras me muevo por la cocina juntando los ingredientes para preparar pancakes.
—¡Sí! —exclama él—. Vamos a comer hamburguesas. ¿Quieres venir?
Por un momento, su pregunta me deja sorprendida.
—Luca, estoy segura de que Aggie tiene otras cosas por hacer —le dice Isabella en un tono suave que hace que Luca frunza el ceño.
—Me encantaría ir a comer hamburguesas —le digo y luego miro a Isabella—. Si es que no hay problema.
Ella eleva las comisuras de sus labios en una sonrisa.
—No, no hay problema —contesta.
En veinte minutos, tengo los pancakes listos. Con ayuda de Isabella, corremos todas las cosas de la mesa para darle espacio a los platos.
Luca decora los suyos con salsa de chocolate y una cantidad preocupante de chispitas de colores. Termina solo comiendo la mitad de todo eso. Aun así, la tarea lo mantiene ocupado entre que Isabella y yo comemos los nuestros y charlamos.
Estamos recogiendo todo cuando escucho la puerta principal abrirse. En pocos segundos, Ashton aparece en la entrada de la cocina. Tiene una camiseta deportiva que deja al descubierto sus brazos, shorts negros y un bolso colgando del hombro.
Y yo soy la afortunada persona que tiene que torturarse con esta vista cada vez que vuelve del gimnasio, todo sudoroso y con una sonrisa en el rostro.
—¿Y tú quién eres? —espeta Luca apenas ve a Ashton.
Isabella le envía una mirada.
—¿Qué dijimos sobre los modales? —inquiere ella con una ceja alzada mientras le da una mirada asesina.
Luca mira a su madre por unos segundos y luego vuelve su atención a Ashton.
—Hola, soy Luca. ¿Quién eres?
Ashton lo mira con asombro, pero también con respeto.
—Ashton. Vivo aquí. ¿Y tú quién eres? —alza una ceja burlón.
—Luca, ya dije —responde el niño en un tono cansado.
No puedo contener mi risa. Ashton gira su cabeza hacia mi dirección rápidamente. Isabella también está intentando lo mejor para no reírse.
Él simplemente niega con la cabeza divertido.
—Un gusto conocerte, Luca.
—¿Estás casado con Aggie? —pregunta con genuina curiosidad, a lo que mi risa se termina abruptamente.
—Quizás —contesta Ashton alzándose de hombros—. ¿Por qué preguntas?
—Porque los dos viven. Aquí —explica—. Eso hacen las personas que están casadas, ¿verdad, mami?
Isabella asiente.
—Pero no es en todos los casos. Ashton y Aggie no están casados. Solo viven juntos —explica Isabella.
Historia de mi vida.
—Oh —murmura Luca, aún confundido. Por suerte, no vuelve a hacer más preguntas sobre el tema.
—Aggie, Isabella, ¿qué tal? —saluda al acercarse. Va directo hacia el refrigerador, agarrando una botella de agua—. Voy a sacar a pasear al gato antes de darme una ducha.
Isabella nos da una mirada extraña.
—¿Por qué sacan a pasear al gato?
—Porque está gordo —explico en un suspiro—. Tiene que ejercitarse.
Ella asiente sorprendida.
—Ustedes dos son un par especial —comenta.
Amén.
Ashton solo se alza de hombros.
Luca salta de su asiento, milagrosamente cayendo sobre sus dos pies sin tropezarse. Corre hacia la sala de estar, persiguiendo a Ashton.
Isabella y yo lo seguimos.
Luca se detiene en frente de Ashton, que está poniendo al gato en su arnés para enganchar su correa. Las primeras veces que intentamos que se lo ponga, tuvimos que comprar una caja de vendas porque teníamos cortes por el rostro y los brazos. Por suerte, ahora solo acepta su destino.
—¿Un paseo? —pregunta Luca acercándose.
Puedo ver que Ashton sostiene al gato con más fuerzas, como si supiera que está por atacar. Antes de que pueda contarle nuestro nuevo descubrimiento, Luca estira su mano para acariciarle la cabeza, a lo que Ashton tira al gato hacia atrás.
—Hey. No seas malo —Luca frunce el ceño mirando a Ashton. Sin que él pueda predecirlo, se estira a tocar al gato y esta vez si lo logra. Como la vez anterior, el gato se queda quieto.
—¿Qué pasó? ¿Te rompiste? —interroga Ashton, su pregunta dirigida al gato.
—Me quiere —explica Luca, entendiendo que todos nuestros intentos fueron para protegerlo del gato—. ¿Puedo ir al paseo?
—Mhm, no —contesta Ashton cortante.
No mentía cuando dijo que no le gustan los niños.
—¿Por qué? —exige Luca.
Ashton pone sus ojos en blanco y alza la vista para mirar a Isabella en busca de permiso.
—¿Puede ir? —pregunta.
—No lo sé. ¿Quieres llevarlo? ¿Vas a cuidarlo? ¿No vas a perderlo de vista? —Isabella se cruza de brazos.
Puedo notar el conflicto en los ojos de Ashton, lo cual por poco me hace sonreír. Pasa su vista del gato hacia Luca.
—¿No tenemos otro de estos? —pregunta resignado y alza la correa del gato.
—No vas a atar a mi hijo —espeta Isabella molesta—. No lo lleves.
—Nop, voy a llevarlo —avisa Ashton a lo que Luca salta emocionado—. Sin atarlo, no te preocupes.
***
ASHTON.
De nuevo, la vida me lleva por caminos inesperados.
Por ejemplo, ahora tengo la correa que ata a un gato con sobrepeso en una mano, y en la otra, la mano de un niño de dos años. Casi tres, según él.
—¿Podemos ir a los juegos? —me pregunta, tironeando de mi mano.
—No —respondo y le doy un tirón a la correa del gato porque está quedándose quieto por mucho tiempo.
—Por favooor —estira y me mira con un puchero.
—Esa cara de pescado quizás funcione con tus padres, pero conmigo no —le digo y lo guio por un camino que lleva más al interior del parque.
Si ya de por si recibía muchas miradas por traer a un gato con correa al parque, ahora son el doble porque tengo a Luca en mi mano.
—Madre —habla Luca. Lo miro por unos segundos, intentando recordar qué le dije—. Dijiste padres y no tengo padres. Solo mi mamá. Pero está bien. No necesito un papá. Soy como Nemo. Mi mamá me quiere por dos.
Parpadeo atónito, sin poder creer que este niño tiene casi tres años por como habla y lo que dice. Me pongo de cuclillas por unos momentos hasta quedar a casi su altura.
—Tienes razón. Tu mamá es más que suficiente. Lo sé bien. También me crió solo mi mamá —le digo.
Esa es la realidad. Por más que mi papá haya estado vivo, no estuvo presente en mi vida. No realmente. Solo lo veía de vez en cuando y apenas me hablaba. Cuando era más pequeño, de la edad de Luca y más grande, estaba desesperado por su atención por retazos de su amor. Amor que nunca tuvo y nunca quiso darme.
A medida que fui creciendo, dejé de intentar. En mis recuerdos, solo me crió mi mamá. Y tal como dijo Luca, ella me amó por dos.
—¿De verdad?
Asiento.
—De verdad. Y mira, salí bastante bien —miento.
Luca sonríe.
—¡Sí! Cuando cumpla tres quiero ser igual de grande que tú.
—Temo que eso no va a ser posible.
—¿Por qué? —frunce el ceño—. ¿Cuántos años tienes?
—21 —le respondo.
Luca abre sus ojos como platos.
De repente, me siento demasiado viejo.
Niego con la cabeza.
—Vamos, ¿sabes cómo vas a disfrutar más el paseo?
—¿Cómo?
—Desde arriba —le contesto. De un tirón, hago que suba a mis hombros. Suelta un chillido que espero que sea de emoción y no de terror. Pronto, sus manos se aferran a mi cabello y patalea golpeando mi pecho.
Vuelvo a jalar del gato para que se mueva y continuamos caminando.
—¡Woah, soy super alto! —exclama y estalla en risas.
Un grupo de chicas pasa a nuestro lado y miran a Luca embobadas para luego mirarme a mí. Como está en mi naturaleza, les guiño un ojo al pasar y continuamos caminando.
—Esto es mejor que los juegos —comenta Luca después de un rato.
Tal vez el niño no esté tan mal.
***
3/3
Fin de los capítulos de hoy♥
Por fin siento que la historia va tomando forma.
Los próximos capítulos se vienen interesantes, llenos de drama y tensión. Yaaas
Primer, QUIEN MÁS AMA A LUCA?
Y QUIEN MÁS AMA A LUCA CON ASHTON?
Ya dejamos en claro que Aggie es un solcito♥ Me encanta y me estoy encariñando mucho con ella.
Ahora sí, voy a seguir con mis estudios para ver qué consigo salvar este cuatrimestre. Cosas de rockstars.
PERO ANTES. Les dejo una sopa de letras con un spoiler/adelanto como prometí en Twitter.
Son varias palabras que forman una frase :) Vamos a ver que sacan
MINI AVISO: si quieren entrar al grupo de lectoras de Telegram, me mandan un mensaje por privado y les paso el link!
Nos vemos en algún futuro,
con amor,
Cande♥
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