Capítulo 16 ✺
No soportaba a su nuevo hermano, Ronet Gallander era auténticamente insoportable.
Argel era consciente de que a pesar de que la gracia de la prueba fuera dar espectáculo, también lo era sobrevivir, y su hermano no estaba pensando demasiado en ello. Mientras él seguía pavoneándose delante de aquellas dos damas, Argel aprovechó para buscar alguna espada con la que defenderse.
No tenía demasiada práctica con ella. No sabría como alzarla pues apenas estaba acostumbrado a su peso, ya que solo había practicado con las de madera, pero al menos debía intentarlo. Todos los participantes parecían asustados, tratando de reunirse en pequeños pelotones para poder protegerse unos a otros. Y, por lo contrario, tanto él como su hermano y aquellas dos damas, parecían ir por su cuenta.
Un error.
La chica de extraño cabello le resultaba vagamente familiar, debió de haberla visto en el baile, pero no lograba ubicarla a ninguna corte, al menos no a la nobleza de ellas. Supuso entonces que debía de ser claramente una invitada especial, y una participante a la prueba debido al favor del alto lord o lady de su corte. Las dudas de su procedencia se disiparon con rapidez al comprobar como de sus manos salía una ráfaga de aire tan potente como para sacudir al Kárima. Aquella joven parecía dominar y sin ser demasiado consciente, como si acabase de descubrir su poder, que poseía el don de la Magia Menor.
Esa chica dominaba la Magia de Velantus, la magia que controlaba el elemento del aire y las tormentas. Una magia que habitualmente se asociaba a la Corte Este. Sin duda, una de las Magias Menores más peligrosas de las cuatro, junto a la Magia de Ignadere, aquella que dominaba el fuego y los metales. Sin un extenso entrenamiento, podía ser muy peligrosa incluso para sí misma.
Mientras Ronet zarandeaba la espada de un lado a otro, sonriendo frente a la chica misteriosa, Vanora se había puesto en pie para seguir tirando de sus cadenas que parecían, al fin, comenzar a ceder. Al parecer no estaba dispuesta a quedarse allí, escuchando al idiota del príncipe.
—¡Cuidado!
Argel no tenía la habilidad del resto con las armas, pero si una buena intuición para el combate. Sin apenas entrenamiento, había aprendido las tácticas necesarias para saber dónde situarse y como colocar el cuerpo.
Suponía que vivir en un nido de piratas tendría su lado positivo.
¿Héroe?
¿Eso ansiaba su hermano? El mismo que le había golpeado con tal de hacerse con la espada. La ambición, o quizás la necesidad de Ronet Gallander por mostrar su valentía, su coraje y alcanzar ese poder que Zalnar poseía, era la meta a la que aspiraba llegar. Ansiaba con tanto anhelo ser reconocido y respetado como su hermano mayor, que apenas era consciente de su propio carácter.
Argel buscó con la mirada por la arena, hasta encontrar un arma que parecía haberle llamado, como un silbido en sus oídos, giró la cabeza en busca de aquel extraño sonido. Nadie más parecía escucharlo, quizás por lo aterrados que estaban, pero corrió hasta alcanzar un tridente que lucía brillante clavado en la arena.
La muchacha del cabello turquesa oscuro se levantó y esquivó con rapidez junto a Ronet al animal que trataba de embestirlos con su gran cuerno que ya se había recuperado del primer ataque.
Al mismo tiempo que se deslizaban sobre la arena, Argel corría hacia ellos desde el otro extremo del Calión. El Kárima clavó entonces sus ojos en Vanora y se lanzó hacía ella, que aún seguía tratando de escaparse de sus cadenas.
—¡Princesa...!
El grito de Argel fue desgarrador y ante sus ojos pasó lo que menos esperaba. Todos los escenarios eran posibles, incluidos la muerte de la princesa norteña. Pero no fue así. Por más que el rey Cadogan hubiera deseado ver a su hija entre las fauces de aquella bestia, ese parecía no ser el día de su muerte. Quizás gozaba de una suerte antinatural o era una habilidad disimulada con torpeza, pero lo único que importaba era que Vanora Cadogan siguiera respirando, al igual que el resto de los participantes.
Vanora se tropezó con sus propios pies al tratar de esforzarse para arrancar definitivamente las cadenas, deslizándose sobre la arena y el polvo, acabó tumbada sobre el suelo al mismo tiempo que la criatura le pasaba por encima. Los dientes del Kárima resonaron por todo el coliseo, el cual quedó mudo ante el aterrador sonido de la mandíbula de aquella bestia.
—Por los Ementals... — Murmuró Ronet sujetando su espada de forma temblorosa.
—¿Ella ha...? — La chica misteriosa se encontraba apoyada en sus rodillas tratando de recuperar algo de aliento.
Pero cuando el polvo se asentó de nuevo, la figura de Vanora fue visible para todos. Tendida en el suelo y sin saber si seguía respirando, todos contuvieron el aliento durante un largo instante. Sin embargo, respiraba y aun aturdida, se encontraba tirada sobre la arena. Alzó las muñecas dejando en evidencia que finalmente las cadenas ya no estaban atadas al suelo.
— ¡Princesa...! — Argel seguía corriendo pues el Kárima no parecía detenerse.
—¡Pirata! —La chica misteriosa llamó su atención en plena carrera señalando el cuello de la bestia, allí donde algunas escamas estaban más sueltas y podrían asestar el golpe que podría salvarles la vida—. ¡Allí! ¡Lanza el tridente ahí!
—¡Ni se te ocurra, rata de mar! —Ronet se lanzó hacia la bestia. Con una mirada cargada de determinación, cargó contra el monstruo con la esperanza de no ser devorado—. ¡Yo soy el campeón!
Los gritos resonaban por doquier ante los ojos del resto de participantes que poco a poco parecían comprender que la mejor opción era el trabajo en equipo. Zalnar Gallander que se encontraba apoyado contra la barandilla de piedra, observaba con atención a sus hermanos en la arena de combate.
—¡Ronet! —Ante el grito de Zalnar, los hermanos clavaron sus ojos en él. Sus ojos azules estaban fijos en su hermano, ignorando por completo a Argel, parecía mandarle un mensaje silencioso al otro pequeño—. Recuerda cual es la fuente de nuestro poder. ¡Debes trabajar con los demás si quieres ser un héroe!
Las palabras de Zalnar parecieron hacer efecto en Ronet que tenía los ojos clavados en su hermano mayor. Argel, que los había estado mirando, ahora tenía los ojos puestos en Vanora que se arrastraba por el suelo tratando de alejarse del Kárima.
—¿Por qué solo va a por ella? —Preguntó la chica.
—¡No lo sé!
Ronet parpadeó varias veces al mismo tiempo que la chica misteriosa del Este lanzaba una lanza contra el rostro del monstruo para despistarlo. No surtió efecto. Vanora recogió las cadenas que aún se encontraban atadas a sus esposas, y las enrolló con fuerza en sus antebrazos para así evitar que el monstruo la devorase.
El Kárima se lanzó sobre ella y con sus grandes fauces trató de devorarla, pero Vanora Cadogan logró encajar las cadenas entre los colmillos de la bestia impidiendo que la devorase. Su saliva y su aliento asqueroso la golpeaban y manchaban su rostro.
—¡Ayudadme...!
Ronet llegó hasta Argel, y cuando pensó que su hermano le golpearía, le gritaría o le arrancaría el tridente de las manos, hizo algo completamente inesperado. En sus ojos brillaba esa ansia de poder y demostrar lo que quería conseguir, pero dejó a un lado el ego. Apoyando una mano sobre su brazo, le indicó donde debía golpear.
—Yo le despisto y tu lanza el tenedor a su cuello.
—Pero yo...
—Vallan mencionó que pescabas en el barco del que viniste. Piensa que es un pez gigante, rata de mar y acierta el tiro.
—No sé si lo logré. Tendría que acercarme un poco más...
—Pues hazlo.
—¿Por qué me pides ayuda ahora...? —Argel tenía los ojos cubiertos de lágrimas ante la presión que sentía—. ¿Por qué luchar conmigo?
—Debemos hacerle caso a Zalnar. Trabajemos juntos y ganemos esta estúpida prueba.
Argel asintió para sujetar con más fuerza el tridente mientras observaba como Vanora seguía luchando por su vida. En como la misteriosa chica era llamada por una mujer que gritaba su nombre de entre el público, identificándola como Elaya, trataba de repetir el ataque que había hecho con sus manos, con la magia, pero sin lograrlo.
Antes de que pudiera dar un paso, Ronet alzó su espada dejando que la punta rozase el torso de su hermano.
—Pero recuérdalo bien, rata de mar. —Ronet miró fijamente a Argel antes de bajar la espada lentamente—. Yo debo ser el héroe.
—Lo que vos digáis hermano. —Murmuró Argel echando a correr junto a él.
Vanora gritó con desesperación en el instante en el que una de las garras del Kárima rasgaba su muslo izquierdo, abriendo lentamente una profunda herida de la que brotaba una cantidad desmesurada de sangre.
Ronet no tardó en alcanzarla, por lo que rápidamente coló la espada entre los dientes de la bestia para evitar que mordiera las cadenas de nuevo. La espada temblaba entre las manos del príncipe, que gruñía en un intento desesperado por sacar fuerza de sus entrañas para darles tiempo al resto.
Argel se puso en posición y alzando el tridente observó a cámara lenta lo que sucedía.
La espada de su hermano se rompió al mismo tiempo que el Kárima giraba su enorme cabeza golpeándolo, para así lanzarlo contra el muro de piedra. La joven de cabello turquesa oscuro, que ya tenía nombre, Elaya, ya estaba al lado de Vanora arrastrando su cuerpo para liberarla y evitar que el monstruo la devorase con tanta facilidad.
Aquel era el momento que Zalnar había tratado de darles, de ahí las ordenes de trabajar en equipo. Esta era la única oportunidad que les quedaba si querían ganar. Entonces, Argel lanzó su tridente con fuerza y agilidad.
Como si partiera el viento, llegó hasta el Kárima en un instante, clavándose así donde su hermano Ronet le había mencionado. El polvo se levantó como si se tratase de una tormenta de arena. En cuanto el rugido de la bestia ensordeció a absolutamente todos, y cegados por el polvo, los cuerpos de los pequeños cayeron agotados sin saber siquiera, si habían ganado.
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