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-Es rebelde, no se está quieta, pero con un par de golpes y mostrarle quien manda se amansará. - el vendedor estaba explicándole al comprador algunos detalles acerca de su compra, después de eso el resto de mujeres habían sido compradas por diferentes hombres, y las que no devueltas a la celda. - camina, esclava. - la empujo en dirección al comprador. Ella hizo lo posible por reprimir un gruñido como si fuera un animal molesto, y he de admitir que le costó más trabajo del que le gustaría.
- Recoja su compra señor- añadió tendiéndole la cuerda que mantenía inmovilizada a la chica como si tratara de un producto recién comprado, y con eso la joven que en todo momento se había mantenido amordazada y atada por los problemas que causaba estalló en cólera, comenzó a tratar de desatarse, a forcejear contra el hombre que la tenía sujeta y a patalear buscando darle en algún punto que causase daño. El hombre le iba a propinar un buen puñetazo seguido de una gran golpiza cuando el comprador lo detuvo.
-Para futuras referencias- dijo el señor que en ese momento se acercó para recibirla. Colocando una mano grande sobre su hombro para estabilizarla del empujón. En cuanto estuvo estable retiro la mano. - si vuelve a tocarla sin mi permiso, le cortare la mano. – lo dijo con un tono tan calmado y bajo que ni siquiera parecía una amenaza, sino un hecho simple y obvio. Y con eso logró detenerlo de su acción.
-Lo siento señor.
-Vámonos-dijo de repente el hombre que había comprado su libertad. Ella lo miro frunciendo el ceño y prefirió tragarse su comentario. Se resignó a suspirar y salir fuera de ese horrible lugar. Su desaprobación y reproche hacia todo en general crecía al mirar la decadencia del entorno.
Hombres mal vestidos y de barbas largas y sucias agarrados a mujeres de vestido escotado y excesivo maquillaje, la sociedad entera buscando siempre su propio bien o la distracción en las mujeres como si no valiesen nada.
Las faldas coloridas y excesivamente cortas, pero eso no era lo que la molestaba, ellas podían vestir como quisiesen, el problema eran las miradas sin bochorno de los hombres al recorrer con la vista los cuerpos de estas sin ningún escrúpulo y lo incomodas que se les notaban a las chicas a leguas de distancia. Todo eso lograba que su nivel de odio hacia la sociedad incrementara a niveles extremadamente altos.
-No los mires- ordenó con voz cortante, los hombres del lugar comenzaban a parecer molestos por los ojos acusadores de la morena, pero a ella no le pudo importar menos.
-Hare como me plazca, muchas gracias. - replico molesta. El respondió encogiéndose de hombros.
-Tu funeral- ella únicamente refunfuño y lo ignoró.
La chica seguía gruñendo cuando el hombre junto a ella volvió a hablar.
-En verdad te recomendaría que dejases de hacer eso si no quieres que todo el lugar salte contra nosotros- sus palabras detuvieron la guerra de miradas que mantenía con un hombre del local que sujetaba bruscamente a una mujer a su lado y la tocaba más de lo apropiado sin su consentimiento y esta con una notable incomodidad. También la mirada fulminante que le lanzaba a otro y viceversa.
Resignada lo siguió a la parte trasera de la taberna, todo el lugar gritaba peligro, y la joven trataba de mantener una expresión neutral. No era parte de su carácter ignorar las cosas que la preocupaban y en esta ocasión ciertamente las mujeres de ese lugar encabezaban su lista de preocupaciones.
La ayudo a subir a la montura del caballo, elevándola sin el más mínimo esfuerzo como si fuera la persona más liviana del mundo, acto seguido monto este y dio rienda al caballo.
Así emprendieron camino a su nueva vida lo que ella sabía que sería su próximo infierno.
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