Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

Me desperté al día siguiente con el amanecer, parece muy tópico, pero las cortinas no estaban echadas y el sol me daba en la cara. Frigg seguía dormida y yo quise ponerme de pie, parecía que ya mis heridas habían curado, porque no me hacían daño. Me di cuenta de que ese cuarto daba al jardín, verde, precioso. ¿Seguía en Brooklyn? ¿Nueva York? Parecía que no. ¿Qué ropa me pondría? No tenía. Me sentía especialmente bien, como nueva, me sorprendí moviendo mi hombro con total normalidad.

—¿Ya estás despierta? —preguntó Frigg.

—Em... si. Me gustaría ducharme —dije. Ella me miró confusa. —Pero necesito ropa para después y... mi uniforme.

—Lo tienes en tus armarios —contestó. Yo me quedé mirándola, como queriéndome asegurar de que había oído bien. —Sí. Esta es tu habitación, aquí tienes tus cosas.

Abrí los armarios y allí había ropa de mi estilo y uniformes. Me giré y me sonrió.

—No tenías que... —comencé algo azorada.

—Tranquila. Puedes venir a dormir cuando quieras. Sé que tu casa es otra. Y puedes venir a entrenar aquí, entrenarás con guerreros experimentados.

—¿Con guerreros? —pregunté con los ojos como platos.

—Sí. Los mejores —respondió sonriente. —Luchas bien. Te has enfrentado a un Grendel y lo has matado. Eres una buena guerrera, solo te falta entrenamiento.

Frigg se fue y me dejó en "mi ostentosa" habitación. Busqué ropa interior, que encontré sin problema... Sí, todo era de mi talla. Fui al inmenso baño y me miré al espejo, tenía vendada la espalda, el brazo y el torso, como el pie. Empecé a quitarme las capas y pude comprobar que mi piel no tenía ninguna cicatriz, como si no hubiese pasado nada. Seguía teniendo la herida en el labio, había sido el único sitio donde no me habían vendado. Entré a la ducha y suspiré cuando cayó el agua tibia por mi cabello y mi cuerpo. Al salir me sequé y me puse el uniforme. Salí de la habitación con la esperanza de encontrar a Frigg y preguntarle por mi mochila. Oí ruido en el comedor, así que bajé las escaleras y allí estaban todas. La madre de Freya, Freya y mi abuela. El ver a Freya me hizo recordar el beso, pero hice como si no hubiese pasado nada.

—Liv, te presento a Frejya que aquí en la tierra se llama Kasandra —dijo indicándola con el brazo. Mientras tanto, yo me sentaba enfrente de Freya y sonreía a su madre. —Y ella es su hija Freya, tu prima.

—¿Mi... mi prima? —pregunte mirando a Frigg y a Freya indistintamente.

—Sí. Es hija de Heimdall. Hermano por parte de padre de tu padre Balder. Se encarga de cuidar de todos nosotros, y de Asgrard.

Yo asentí y miré a Freya, ella sabía que éramos ¿primas? La había besado. Joder... Freya no dijo ni mú en el desayuno, su madre me confesó que cuando me vio le recordé a mi padre. Desde pequeña siempre había dado una imagen de candidez, que no casaba como realmente era. Tenían mi mochila, y me indicaron que fuera con el chofer, el que me había cogido en brazos al colegio, junto a Freya. Una vez dentro, cada una en una esquina de él me giré y le dije.

—¿Somos primas? ¿Cuándo me ibas a contar que éramos familia?

—Pues cuando no estuvieras malherida —soltó ella. La miré enfadada.

—Después de besarme —susurré para que el chofer no nos oyera. —¿Tú estás loca?

—No hagas un mundo Liv, esto es muy normal en nuestro mundo —susurró también ella.

—No en el mío, es inmoral —dije todavía en susurros.

—¿Precisamente el qué? ¿Besar a una chica o a tu prima? —preguntó.

—Lo segundo —dije entre susurros. —Además, besar a una chica no es inmoral. Y...—comencé, no sabía si confesárselo. Vi como el coche paraba en el instituto y comprobé que fuese el mejor momento en confesarlo. —Eres a la primera tía que beso.

Abrí la puerta sin esperar a que el chofer lo hiciera y me fui hacia dentro, con la cara roja como un tomate. ¡Qué había hecho! Me dije. Dios... Llegué a mi taquilla y todo el mundo me miraba, pero como para no, se me caía todo. La mochila, los libros, folios, vamos un desastre.

—¿Estás bien Candy Candy? —pregunto Dave. Un tío de clase que me caía francamente mal. Yo le sonreí con una cara de asco.

—¿Estás bien Dave el Bárbaro? —pregunté, haciendo alusión a aquellos dibujos animados que daban vergüenza ajena.

—Te la estás jugando. —Comenzó él. Un matón, eso era lo que era.

Quiso intimidarme acorralándome hacia una pared, pero yo había matado a un Grendel, y él era una mosca, comparado con él. Le sonreí, pero no supo cómo reaccionar a lo que dije.

—Tienes dos opciones, una, que te pegue una paliza delante de todos. Te humillaría. La segunda, que me dejes en paz, un chico amenazando a una chica, te caería un buen puro, y tercero, déjame en paz.

—¿Y qué te hace pensar que me puedes pegar una paliza? —preguntó. Yo sonreí.

—Krav Magá.

Dave se marchó de allí dejándome sola con todos mis libros en el suelo. Mientras que recogía los libros, vi como un par de manos grandes recogían los folios que aún quedaban en el suelo.

—¿Qué le pasa a Dave? —preguntó una voz grave.

Aún en el suelo sonreí y lo miré, Daiki Fukushi mi amigo desde los cinco años, me sonreía cómplice. Su pelo que de niño tenía liso, ahora era adornado con ondas. Tenía un flequillo que le llegaba hasta debajo de las cejas. Sus ojos negros, rasgados, le daba un toque diferente en ese colegio en el que todos éramos occidentales. Daiki estaba en la clase B, mientras que yo en la A.

—Sigue siendo unineuronal—expuse soltando una carcajada.

—Hay cosas que no cambian—contestó mientras se ponía en pie.

Yo también me puse en pie, Daiki a los quince pasó un año en japón. Al año siguiente, apareció Gabriel y ahora... ¿toda una familia? Estaba guapo. Me daba la impresión de que no lo veía desde hacía dos años, aunque realmente, sí lo había visto, pero no lo recordaba. Daiki me ayudó a colocar el resto de mis libros en la taquilla.

—¿Qué tal tus padres? —pregunté. Él se tocó detrás de su cabeza, como siempre hacía cuando le incomodaba algo.

—Como siempre, ¿y los tuyos? —contestó mientras se apoyaba en las taquillas, observando como introducía mis libros en la mía.

—Igual. Mi madre sigue viajando mucho y mi padre, bueno... ya sabes.

Nos miramos, sí, él ya lo sabía, al igual que yo. Cerré la puerta y nos fuimos caminando por el pasillo. Me di cuenta de que todos nos miraban, ¿por qué? Porque Daiki era el chico más popular de la escuela, tenía un par de amigos, y era bastante tímido. Las chicas veían en él un reto, deseaban que él las miraba, que les dirigiera una palabra, un poco de su atención...

—¿Y qué ha pasado con Gabriel? —me preguntó.

—Terminó conmigo—le contesté. Tuve que alzar la mirada para encontrar su cara. — Pero no pasa nada. No tenía pinta de que funcionase.

—¿Y qué tal con Adri? —preguntó. Lo miré ahora seria.

—Está en modo borde conmigo. No se le va a pasar... parece que... no me consideró nunca su amiga—expuse. Él asintió.

—Sabes que yo sigo siendo tu amigo —dijo y sonreí. —A lo mejor piensas que...

—Lo sé. Daiki, eres una de las personas más importantes para mí. Me moriría si te pasase algo.

Daiki sonrió, pero evitó todo contacto conmigo. Supuse que sería por su forma de ser, nos paramos en la puerta de mi clase y nos despedimos. Lo vi irse hacia la suya, se paró mientras que una chica de un curso menor le decía algo, él asintió y siguió su camino. Así era Daiki... especial.

Una vez en la clase comprobé que Freya seguía rodeada de chicas a las que hablaba sin problemas. También vi que Logan seguía con su pandilla. Ninguno me buscaba, como si tuviesen un pacto no escrito en el que ninguno de los dos daría ningún paso. El profesor llegó y comenzó a repasar lo que habían dado el día anterior, yo tomé apuntes y lo agradecí.

Logan no se acercó a Freya, y Freya tampoco se acercó a Logan durante las clases. Yo tampoco hablé con ellos, me limité a pasar el día sola, con los auriculares y poniéndome al día con japonés. Las clases fueron especialmente aburridas y tenía poca o casi nula relación social. Mi relación con Freya era... complicada, tenía muchas dudas y no sabía con quien compartirlas. ¿O sí?

Al acabar la jornada fui a mi cafetería preferida, y vi a mi camarera preferida, Rose. Al verme me saludó a lo lejos y me hizo una seña que significaba, ¿lo de siempre? Yo asentí y fui a la mesa de siempre, esperé a por mi café mientras hacía ejercicios de japonés.

—¿Qué tal la semana? —preguntó Rose.

—Bien... —Comencé y la miré.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó con una sonrisilla que se le escapaba de los labios.

—Pues... —dije y me puse roja. Luego le susurré —Me ha besado una chica.

—¿La del otro día? —preguntó con una sonrisita. Yo asentí. —¡Qué mona! Estás descubriendo un nuevo mundo.

Quería responderle que no sabía cuáMe desperté al día siguiente con el amanecer, parece muy tópico, pero las cortinas no estaban echadas y el sol me daba en la cara. Frigg seguía dormida y yo quise ponerme de pie, parecía que ya mis heridas habían curado, porque no me hacían daño. Me di cuenta de que ese cuarto daba al jardín, verde, precioso. ¿Seguía en Brooklyn? ¿Nueva York? Parecía que no. ¿Qué ropa me pondría? No tenía. Me sentía especialmente bien, como nueva, me sorprendí moviendo mi hombro con total normalidad.

—¿Ya estás despierta? —preguntó Frigg.

—Em... si. Me gustaría ducharme —dije. Ella me miró confusa. —Pero necesito ropa para después y... mi uniforme.

—Lo tienes en tus armarios —contestó. Yo me quedé mirándola, como queriéndome asegurar de que había oído bien. —Sí. Esta es tu habitación, aquí tienes tus cosas.

Abrí los armarios y allí había ropa de mi estilo y uniformes. Me giré y me sonrió.

—No tenías que... —comencé algo azorada.

—Tranquila. Puedes venir a dormir cuando quieras. Sé que tu casa es otra. Y puedes venir a entrenar aquí, entrenarás con guerreros experimentados.

—¿Con guerreros? —pregunté con los ojos como platos.

—Sí. Los mejores —respondió sonriente. —Luchas bien. Te has enfrentado a un Grendel y lo has matado. Eres una buena guerrera, solo te falta entrenamiento.

Frigg se fue y me dejó en "mi ostentosa" habitación. Busqué ropa interior, que encontré sin problema... Sí, todo era de mi talla. Fui al inmenso baño y me miré al espejo, tenía vendada la espalda, el brazo y el torso, como el pie. Empecé a quitarme las capas y pude comprobar que mi piel no tenía ninguna cicatriz, como si no hubiese pasado nada. Seguía teniendo la herida en el labio, había sido el único sitio donde no me habían vendado. Entré a la ducha y suspiré cuando cayó el agua tibia por mi cabello y mi cuerpo. Al salir me sequé y me puse el uniforme. Salí de la habitación con la esperanza de encontrar a Frigg y preguntarle por mi mochila. Oí ruido en el comedor, así que bajé las escaleras y allí estaban todas. La madre de Freya, Freya y mi abuela. El ver a Freya me hizo recordar el beso, pero hice como si no hubiese pasado nada.

—Liv, te presento a Frejya que aquí en la tierra se llama Kasandra —dijo indicándola con el brazo. Mientras tanto, yo me sentaba enfrente de Freya y sonreía a su madre. —Y ella es su hija Freya, tu prima.

—¿Mi... mi prima? —pregunte mirando a Frigg y a Freya indistintamente.

—Sí. Es hija de Heimdall. Hermano por parte de padre de tu padre Balder. Se encarga de cuidar de todos nosotros, y de Asgraf.

Yo asentí y miré a Freya, ella sabía que éramos ¿primas? La había besado. Joder... Freya no dijo ni mú en el desayuno, su madre me confesó que cuando me vio le recordé a mi padre. Desde pequeña siempre había dado una imagen de candidez, que no casaba como realmente era. Tenían mi mochila, y me indicaron que fuera con el chofer, el que me había cogido en brazos al colegio, junto a Freya. Una vez dentro, cada una en una esquina de él me giré y le dije.

—¿Somos primas? ¿Cuándo me ibas a contar que éramos familia?

—Pues cuando no estuvieras malherida —soltó ella. La miré enfadada.

—Después de besarme —susurré para que el chofer no nos oyera. —¿Tú estás loca?

—No hagas un mundo Liv, esto es muy normal en nuestro mundo —susurró también ella.

—No en el mío, es inmoral —dije todavía en susurros.

—¿Precisamente el qué? ¿Besar a una chica o a tu prima? —preguntó.

—Lo segundo —dije entre susurros. —Además, besar a una chica no es inmoral. Y...—comencé, no sabía si confesárselo. Vi como el coche paraba en el instituto y comprobé que fuese el mejor momento en confesarlo. —Eres a la primera tía que beso.

Abrí la puerta sin esperar a que el chofer lo hiciera y me fui hacia dentro, con la cara roja como un tomate. ¡Qué había hecho! Me dije. Dios... Llegué a mi taquilla y todo el mundo me miraba, pero como para no, se me caía todo. La mochila, los libros, folios, vamos un desastre.

—¿Estás bien Candy Candy? —pregunto Dave. Un tío de clase que me caía francamente mal. Yo le sonreí con una cara de asco.

—¿Estás bien Dave el Barbaro? —pregunté, haciendo alusión a aquellos dibujos animados que daban vergüenza ajena.

—Te la estás jugando. —Comenzó él. Un matón, eso era lo que era.

Quiso intimidarme acorralándome hacia una pared, pero yo había matado a un Grendel, y él era una mosca, comparado con él. Le sonreí, pero no supo como reaccionar a lo que dije.

—Tienes dos opciones, una, que te pegue una paliza delante de todos. Te humillaría. La segunda, que me dejes en paz, un chico amenazando a una chica, te caería un buen puro, y tercero, déjame en paz.

—¿Y qué te hace pensar que me puedes pegar una paliza? —preguntó. Yo sonreí.

—Krav Magá.

Dave se marchó de allí dejándome sola con todos mis libros en el suelo. Mientras que recogía los libros, vi como un par de manos grandes recogían los folios que aún quedaban en el suelo.

—¿Qué le pasa a Dave? —preguntó una voz grave.

Aún en el suelo sonreí y lo miré, Daiki Fukushi mi amigo desde los cinco años, me sonreía cómplice. Su pelo que de niño tenía liso, ahora era adornado con ondas. Tenía un flequillo que le llegaba hasta debajo de las cejas. Sus ojos negros, rasgados, le daba un toque diferente en ese colegio en el que todos éramos occidentales. Daiki estaba en la clase B, mientras que yo en la A.

—Sigue siendo unineuronal—expuse soltando una carcajada.

—Hay cosas que no cambian—contestó mientras se ponía en pie.

Yo también me puse en pie, Daiki a los quince pasó un año en japón. Al año siguiente, apareció Gabriel y ahora... ¿toda una familia? Estaba guapo. Me daba la impresión de que no lo veía desde hacía dos años, aunque realmente, sí lo había visto, pero no lo recordaba. Daiki me ayudó a colocar el resto de mis libros en la taquilla.

—¿Qué tal tus padres? —pregunté. Él se tocó detrás de su cabeza, como siempre hacía cuando le incomodaba algo.

—Como siempre, ¿y los tuyos? —contestó mientras se apoyaba en las taquillas, observando como introducía mis libros en la mía.

—Igual. Mi madre sigue viajando mucho y mi padre, bueno... ya sabes.

Nos miramos, sí, él ya lo sabía, al igual que yo. Cerré la puerta y nos fuimos caminando por el pasillo. Me di cuenta de que todos nos miraban, ¿por qué? Porque Daiki era el chico más popular de la escuela, tenía un par de amigos, y era bastante tímido. Las chicas veían en él un reto, deseaban que él las miraba, que les dirigiera una palabra, un poco de su atención...

—¿Y qué ha pasado con Gabriel? —me preguntó.

—Terminó conmigo—le contesté. Tuve que alzar la mirada para encontrar su cara. — Pero no pasa nada. No tenía pinta de que funcionase.

—¿Y qué tal con Adri? —preguntó. Lo miré ahora seria.

—Está en modo borde conmigo. No se le va a pasar... parece que... no me consideró nunca su amiga—expuse. Él asintió.

—Sabes que yo sigo siendo tu amigo —dijo y sonreí. —A lo mejor piensas que...

—Lo sé. Daiki, eres una de las personas más importantes para mí. Me moriría si te pasase algo.

Daiki sonrió, pero evitó todo contacto conmigo. Supuse que sería por su forma de ser, nos paramos en la puerta de mi clase y nos despedimos. Lo vi irse hacia la suya, se paró mientras que una chica de un curso menor le decía algo, él asintió y siguió su camino. Así era Daiki... especial.

Una vez en la clase comprobé que Freya seguía rodeada de chicas a las que hablaba sin problemas. También vi que Logan seguía con su pandilla. Ninguno me buscaba, como si tuviesen un pacto no escrito en el que ninguno de los dos daría ningún paso. El profesor llegó y comenzó a repasar lo que habían dado el día anterior, yo tomé apuntes y lo agradecí.

Logan no se acercó a Freya, y Freya tampoco se acercó a Logan durante las clases. Yo tampoco hablé con ellos, me limité a pasar el día sola, con los auriculares y poniéndome al día con japonés. Las clases fueron especialmente aburridas y tenía poca o casi nula relación social. Mi relación con Freya era... complicada, tenía muchas dudas y no sabía con quien compartirlas. ¿O sí?

Al acabar la jornada fui a mi cafetería preferida, y vi a mi camarera preferida, Rose. Al verme me saludó a lo lejos y me hizo una seña que significaba, ¿lo de siempre? Yo asentí y fui a la mesa de siempre, esperé a por mi café mientras hacía ejercicios de japonés.

—¿Qué tal la semana? —preguntó Rose.

—Bien... —Comencé y la miré.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó con una sonrisilla que se le escapaba de los labios.

—Pues... —dije y me puse roja. Luego le susurré —Me ha besado una chica.

—¿La del otro día? —preguntó con una sonrisita. Yo asentí. —¡Qué mona! Estás descubriendo un nuevo mundo.

Quería responderle que no sabía cuanto, pero no me dejó responderle.

—¿Y te gusta? —preguntó. Y me di cuenta de algo, no me había parado a pensar si me había gustado el besarla.

—No me lo había planteado... ¿Eso es bueno o malo?

—Pues la verdad es que no tengo ni idea. Pero supongo que eso es un sí. ¿Sientes algo por ella?

—Solo amistad —respondí de forma sincera. —¿Ella esperará que me guste? O algo así... No tengo ni idea de qué hacer en estos momentos.

—Yo tampoco tengo mucha idea, pero creo que lo que tendrías que ser es sincera con ella, como te gustaría que fueran contigo.

Asentí y suspiré. Esto era demasiado complicado. Si ya de por sí el descubrir que tenía una nueva familia, que era una diosa y que intentaban matarme, era difícil. El añadirle una prima que le gustaba, todavía más. Pero no había sido del todo sincera. Yo también la besé, y luego su lengua... ¡Dios!

—¿Pasa algo? —preguntó Rose.

—Es que... me dio un beso como dios manda. Con lengua y todo.

—¿Y te gustó? —preguntó Rose.

—No lo sé.

Rose me sonrió y se sentó conmigo en la mesa, me sentía confundida, extrañada. ¿Qué estaba pasándome?

—¿Te había gustado alguna chica antes? —preguntó ella. Yo negué con la cabeza. —¿Ni atraído?

—No Rose, que no sé lo que ha pasado. Que me besó, luego la besé y me dio un beso con lengua.

—¿Así que la besaste?

—Eh... sí. Después de que me besara, que me echara para atrás sorprendida y para tranquilizarla porque estaba... nerviosísima.

—A lo mejor te atrae. ¿Qué te gusta de ella?

—Eeh... no lo había pensado. No sé Rose. Que nunca he pensado en ella en ese plano.

—Pues date tiempo.

Asentí, ella se levantó sonriéndome y se fue. ¿Por qué había pasado eso? A lo mejor si le preguntaba a Frigg... Quizás ella me podía responder a mis dudas. Porque tenía el presentimiento que con Freya había algo más. Recordé la primera vez que pasó algo... en las duchas y... creí que la besaría yo o ella me besaría a mí. Estaba confusa, mucho.

Vi que Daiki llegaba a la cafetería y le pedía algo a Rose. Sonreí, era un buen chico. Me saludó a lo lejos, le indiqué que, si quería sentarse a mi lado, y le pidió a Rose que le llevara el café a mi mesa, se iba a sentar a mi lado.

—Hola, ¿qué haces aquí? —preguntó.

—Tomarme un café —respondí y él sonrió. —Y hacer un poco de deberes. ¿Tú?

—Esperar a mis padres, dentro de poco llegarán —respondió mirando afuera. Yo asentí siguiendo su mirada a la calle. —¿Te pasa algo?

—No, no. Solo que... está siendo difícil todo ahora mismo.

Nos quedamos mirándonos a los ojos un buen rato, hasta que Rose apareció con el café de Daiki. Él la miró y luego le sonrió, tenía una mirada tan cándida, tan... tan dulce. Y pensar que ese chico me gustó cuando éramos unos renacuajos, hasta... Pero qué decía, si en un escaso tiempo, me había sentido atraída por Logan, había besado a Freya y ahora... ahora recordaba a Daiki.

—Me voy a tener ir a un retiro, sola, en el Tibet —dije y él rio.

—Si no paras de hablar —soltó tomándose un sorbo de café.

—Si casi ni hablo en clase —dije. —Sería fácil.

—¿En el Tibet? —preguntó él enarcando una de las cejas.

—Eso es más complicado. ¿Cómo explico el viaje?

—No sé, por ejemplo... padres, necesito encontrarme a mi misma. No voy a hacer un Come, Reza y Ama. Únicamente, rezaré.

Comencé a reírme, parecía mentira, pero a pesar de conocernos desde siempre, había perdido un par de años con él. Siempre nos habíamos reído, y éramos muy cercanos. De pronto vio el coche de sus padres, se despidió y se marchó. Así era él, sacando sonrisas. Apareció por allí Freya, se sentó en una mesa y pidió un smoothy. Me levanté y vi como Rose me hacía señas desde la barra a lo, adelante, a por ello. Fui con mi mochila hasta la mesa de Freya, levantó los ojos de la revista y miró a los míos.

—Necesito hablar con Frigg. No sé como contactar con ella.

—¿A Frigg? —preguntó apoyando su espalda al respaldo de la silla.

—Sí —dije de forma afirmativa.

—¿Por? —preguntó. —Me puedes preguntar cualquier cosa Liv.

—Lo siento, pero tengo que preguntárselo a ella —respondí. Ella apuntó en una hoja el número y me lo dio. Yo se lo agradecí y me fui a ir, ante la mirada confusa de Rose.

—¿Es que no te puedo gustar? —preguntó con ojos tristes. Pensé en lo que me dijo Rose.

—Freya, estoy hecha un lío, me han pasado demasiadas cosas en poco tiempo. Nunca te había visto de una forma romántica... Dame tiempo. Tú sabes quien eres, lo sabes todo, yo... a mí me faltan recuerdos. Yo... no sé qué decirte, porque no sé si me gustas, y no quiero hacerte daño.

* * *

Hola chiquillxs!!

Espero que os esté gustando la historia y que la estéis disfrutando.

Espero leer vuestros comentarios!

Os mando un gran abrazo virtual, pero no me dejó responderle.

—¿Y te gusta? —preguntó. Y me di cuenta de algo, no me había parado a pensar si me había gustado el besarla.

—No me lo había planteado... ¿Eso es bueno o malo?

—Pues la verdad es que no tengo ni idea. Pero supongo que eso es un sí. ¿Sientes algo por ella?

—Solo amistad —respondí de forma sincera. —¿Ella esperará que me guste? O algo así... No tengo ni idea de qué hacer en estos momentos.

—Yo tampoco tengo mucha idea, pero creo que lo que tendrías que ser es sincera con ella, como te gustaría que fueran contigo.

Asentí y suspiré. Esto era demasiado complicado. Si ya de por sí el descubrir que tenía una nueva familia, que era una diosa y que intentaban matarme, era difícil. El añadirle una prima que le gustaba, todavía más. Pero no había sido del todo sincera. Yo también la besé, y luego su lengua... ¡Dios!

—¿Pasa algo? —preguntó Rose.

—Es que... me dio un beso como dios manda. Con lengua y todo.

—¿Y te gustó? —preguntó Rose.

—No lo sé.

Rose me sonrió y se sentó conmigo en la mesa, me sentía confundida, extrañada. ¿Qué estaba pasándome?

—¿Te había gustado alguna chica antes? —preguntó ella. Yo negué con la cabeza. —¿Ni atraído?

—No Rose, que no sé lo que ha pasado. Que me besó, luego la besé y me dio un beso con lengua.

—¿Así que la besaste?

—Eh... sí. Después de que me besara, que me echara para atrás sorprendida y para tranquilizarla porque estaba... nerviosísima.

—A lo mejor te atrae. ¿Qué te gusta de ella?

—Eeh... no lo había pensado. No sé Rose. Que nunca he pensado en ella en ese plano.

—Pues date tiempo.

Asentí, ella se levantó sonriéndome y se fue. ¿Por qué había pasado eso? A lo mejor si le preguntaba a Frigg... Quizás ella me podía responder a mis dudas. Porque tenía el presentimiento que con Freya había algo más. Recordé la primera vez que pasó algo... en las duchas y... creí que la besaría yo o ella me besaría a mí. Estaba confusa, mucho.

Vi que Daiki llegaba a la cafetería y le pedía algo a Rose. Sonreí, era un buen chico. Me saludó a lo lejos, le indiqué que, si quería sentarse a mi lado, y le pidió a Rose que le llevara el café a mi mesa, se iba a sentar a mi lado.

—Hola, ¿qué haces aquí? —preguntó.

—Tomarme un café —respondí y él sonrió. —Y hacer un poco de deberes. ¿Tú?

—Esperar a mis padres, dentro de poco llegarán —respondió mirando afuera. Yo asentí siguiendo su mirada a la calle. —¿Te pasa algo?

—No, no. Solo que... está siendo difícil todo ahora mismo.

Nos quedamos mirándonos a los ojos un buen rato, hasta que Rose apareció con el café de Daiki. Él la miró y luego le sonrió, tenía una mirada tan cándida, tan... tan dulce. Y pensar que ese chico me gustó cuando éramos unos renacuajos, hasta... Pero qué decía, si en un escaso tiempo, me había sentido atraída por Logan, había besado a Freya y ahora... ahora recordaba a Daiki.

—Me voy a tener ir a un retiro, sola, en el Tiñibet —dije y él rio.

—Si no paras de hablar —soltó tomándose un sorbo de café.

—Si casi ni hablo en clase —dije. —Sería fácil.

—¿En el TíMe desperté al día siguiente con el amanecer, parece muy tópico, pero las cortinas no estaban echadas y el sol me daba en la cara. Frigg seguía dormida y yo quise ponerme de pie, parecía que ya mis heridas habían curado, porque no me hacían daño. Me di cuenta de que ese cuarto daba al jardín, verde, precioso. ¿Seguía en Brooklyn? ¿Nueva York? Parecía que no. ¿Qué ropa me pondría? No tenía. Me sentía especialmente bien, como nueva, me sorprendí moviendo mi hombro con total normalidad.

—¿Ya estás despierta? —preguntó Frigg.

—Em... si. Me gustaría ducharme —dije. Ella me miró confusa. —Pero necesito ropa para después y... mi uniforme.

—Lo tienes en tus armarios —contestó. Yo me quedé mirándola, como queriéndome asegurar de que había oído bien. —Sí. Esta es tu habitación, aquí tienes tus cosas.

Abrí los armarios y allí había ropa de mi estilo y uniformes. Me giré y me sonrió.

—No tenías que... —comencé algo azorada.

—Tranquila. Puedes venir a dormir cuando quieras. Sé que tu casa es otra. Y puedes venir a entrenar aquí, entrenarás con guerreros experimentados.

—¿Con guerreros? —pregunté con los ojos como platos.

—Sí. Los mejores —respondió sonriente. —Luchas bien. Te has enfrentado a un Grendel y lo has matado. Eres una buena guerrera, solo te falta entrenamiento.

Frigg se fue y me dejó en "mi ostentosa" habitación. Busqué ropa interior, que encontré sin problema... Sí, todo era de mi talla. Fui al inmenso baño y me miré al espejo, tenía vendada la espalda, el brazo y el torso, como el pie. Empecé a quitarme las capas y pude comprobar que mi piel no tenía ninguna cicatriz, como si no hubiese pasado nada. Seguía teniendo la herida en el labio, había sido el único sitio donde no me habían vendado. Entré a la ducha y suspiré cuando cayó el agua tibia por mi cabello y mi cuerpo. Al salir me sequé y me puse el uniforme. Salí de la habitación con la esperanza de encontrar a Frigg y preguntarle por mi mochila. Oí ruido en el comedor, así que bajé las escaleras y allí estaban todas. La madre de Freya, Freya y mi abuela. El ver a Freya me hizo recordar el beso, pero hice como si no hubiese pasado nada.

—Liv, te presento a Frejya que aquí en la tierra se llama Kasandra —dijo indicándola con el brazo. Mientras tanto, yo me sentaba enfrente de Freya y sonreía a su madre. —Y ella es su hija Freya, tu prima.

—¿Mi... mi prima? —pregunte mirando a Frigg y a Freya indistintamente.

—Sí. Es hija de Heimdall. Hermano por parte de padre de tu padre Balder. Se encarga de cuidar de todos nosotros, y de Asgraf.

Yo asentí y miré a Freya, ella sabía que éramos ¿primas? La había besado. Joder... Freya no dijo ni mú en el desayuno, su madre me confesó que cuando me vio le recordé a mi padre. Desde pequeña siempre había dado una imagen de candidez, que no casaba como realmente era. Tenían mi mochila, y me indicaron que fuera con el chofer, el que me había cogido en brazos al colegio, junto a Freya. Una vez dentro, cada una en una esquina de él me giré y le dije.

—¿Somos primas? ¿Cuándo me ibas a contar que éramos familia?

—Pues cuando no estuvieras malherida —soltó ella. La miré enfadada.

—Después de besarme —susurré para que el chofer no nos oyera. —¿Tú estás loca?

—No hagas un mundo Liv, esto es muy normal en nuestro mundo —susurró también ella.

—No en el mío, es inmoral —dije todavía en susurros.

—¿Precisamente el qué? ¿Besar a una chica o a tu prima? —preguntó.

—Lo segundo —dije entre susurros. —Además, besar a una chica no es inmoral. Y...—comencé, no sabía si confesárselo. Vi como el coche paraba en el instituto y comprobé que fuese el mejor momento en confesarlo. —Eres a la primera tía que beso.

Abrí la puerta sin esperar a que el chofer lo hiciera y me fui hacia dentro, con la cara roja como un tomate. ¡Qué había hecho! Me dije. Dios... Llegué a mi taquilla y todo el mundo me miraba, pero como para no, se me caía todo. La mochila, los libros, folios, vamos un desastre.

—¿Estás bien Candy Candy? —pregunto Dave. Un tío de clase que me caía francamente mal. Yo le sonreí con una cara de asco.

—¿Estás bien Dave el Barbaro? —pregunté, haciendo alusión a aquellos dibujos animados que daban vergüenza ajena.

—Te la estás jugando. —Comenzó él. Un matón, eso era lo que era.

Quiso intimidarme acorralándome hacia una pared, pero yo había matado a un Grendel, y él era una mosca, comparado con él. Le sonreí, pero no supo como reaccionar a lo que dije.

—Tienes dos opciones, una, que te pegue una paliza delante de todos. Te humillaría. La segunda, que me dejes en paz, un chico amenazando a una chica, te caería un buen puro, y tercero, déjame en paz.

—¿Y qué te hace pensar que me puedes pegar una paliza? —preguntó. Yo sonreí.

—Krav Magá.

Dave se marchó de allí dejándome sola con todos mis libros en el suelo. Mientras que recogía los libros, vi como un par de manos grandes recogían los folios que aún quedaban en el suelo.

—¿Qué le pasa a Dave? —preguntó una voz grave.

Aún en el suelo sonreí y lo miré, Daiki Fukushi mi amigo desde los cinco años, me sonreía cómplice. Su pelo que de niño tenía liso, ahora era adornado con ondas. Tenía un flequillo que le llegaba hasta debajo de las cejas. Sus ojos negros, rasgados, le daba un toque diferente en ese colegio en el que todos éramos occidentales. Daiki estaba en la clase B, mientras que yo en la A.

—Sigue siendo unineuronal—expuse soltando una carcajada.

—Hay cosas que no cambian—contestó mientras se ponía en pie.

Yo también me puse en pie, Daiki a los quince pasó un año en japón. Al año siguiente, apareció Gabriel y ahora... ¿toda una familia? Estaba guapo. Me daba la impresión de que no lo veía desde hacía dos años, aunque realmente, sí lo había visto, pero no lo recordaba. Daiki me ayudó a colocar el resto de mis libros en la taquilla.

—¿Qué tal tus padres? —pregunté. Él se tocó detrás de su cabeza, como siempre hacía cuando le incomodaba algo.

—Como siempre, ¿y los tuyos? —contestó mientras se apoyaba en las taquillas, observando como introducía mis libros en la mía.

—Igual. Mi madre sigue viajando mucho y mi padre, bueno... ya sabes.

Nos miramos, sí, él ya lo sabía, al igual que yo. Cerré la puerta y nos fuimos caminando por el pasillo. Me di cuenta de que todos nos miraban, ¿por qué? Porque Daiki era el chico más popular de la escuela, tenía un par de amigos, y era bastante tímido. Las chicas veían en él un reto, deseaban que él las miraba, que les dirigiera una palabra, un poco de su atención...

—¿Y qué ha pasado con Gabriel? —me preguntó.

—Terminó conmigo—le contesté. Tuve que alzar la mirada para encontrar su cara. — Pero no pasa nada. No tenía pinta de que funcionase.

—¿Y qué tal con Adri? —preguntó. Lo miré ahora seria.

—Está en modo borde conmigo. No se le va a pasar... parece que... no me consideró nunca su amiga—expuse. Él asintió.

—Sabes que yo sigo siendo tu amigo —dijo y sonreí. —A lo mejor piensas que...

—Lo sé. Daiki, eres una de las personas más importantes para mí. Me moriría si te pasase algo.

Daiki sonrió, pero evitó todo contacto conmigo. Supuse que sería por su forma de ser, nos paramos en la puerta de mi clase y nos despedimos. Lo vi irse hacia la suya, se paró mientras que una chica de un curso menor le decía algo, él asintió y siguió su camino. Así era Daiki... especial.

Una vez en la clase comprobé que Freya seguía rodeada de chicas a las que hablaba sin problemas. También vi que Logan seguía con su pandilla. Ninguno me buscaba, como si tuviesen un pacto no escrito en el que ninguno de los dos daría ningún paso. El profesor llegó y comenzó a repasar lo que habían dado el día anterior, yo tomé apuntes y lo agradecí.

Logan no se acercó a Freya, y Freya tampoco se acercó a Logan durante las clases. Yo tampoco hablé con ellos, me limité a pasar el día sola, con los auriculares y poniéndome al día con japonés. Las clases fueron especialmente aburridas y tenía poca o casi nula relación social. Mi relación con Freya era... complicada, tenía muchas dudas y no sabía con quien compartirlas. ¿O sí?

Al acabar la jornada fui a mi cafetería preferida, y vi a mi camarera preferida, Rose. Al verme me saludó a lo lejos y me hizo una seña que significaba, ¿lo de siempre? Yo asentí y fui a la mesa de siempre, esperé a por mi café mientras hacía ejercicios de japonés.

—¿Qué tal la semana? —preguntó Rose.

—Bien... —Comencé y la miré.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó con una sonrisilla que se le escapaba de los labios.

—Pues... —dije y me puse roja. Luego le susurré —Me ha besado una chica.

—¿La del otro día? —preguntó con una sonrisita. Yo asentí. —¡Qué mona! Estás descubriendo un nuevo mundo.

Quería responderle que no sabía cuanto, pero no me dejó responderle.

—¿Y te gusta? —preguntó. Y me di cuenta de algo, no me había parado a pensar si me había gustado el besarla.

—No me lo había planteado... ¿Eso es bueno o malo?

—Pues la verdad es que no tengo ni idea. Pero supongo que eso es un sí. ¿Sientes algo por ella?

—Solo amistad —respondí de forma sincera. —¿Ella esperará que me guste? O algo así... No tengo ni idea de qué hacer en estos momentos.

—Yo tampoco tengo mucha idea, pero creo que lo que tendrías que ser es sincera con ella, como te gustaría que fueran contigo.

Asentí y suspiré. Esto era demasiado complicado. Si ya de por sí el descubrir que tenía una nueva familia, que era una diosa y que intentaban matarme, era difícil. El añadirle una prima que le gustaba, todavía más. Pero no había sido del todo sincera. Yo también la besé, y luego su lengua... ¡Dios!

—¿Pasa algo? —preguntó Rose.

—Es que... me dio un beso como dios manda. Con lengua y todo.

—¿Y te gustó? —preguntó Rose.

—No lo sé.

Rose me sonrió y se sentó conmigo en la mesa, me sentía confundida, extrañada. ¿Qué estaba pasándome?

—¿Te había gustado alguna chica antes? —preguntó ella. Yo negué con la cabeza. —¿Ni atraído?

—No Rose, que no sé lo que ha pasado. Que me besó, luego la besé y me dio un beso con lengua.

—¿Así que la besaste?

—Eh... sí. Después de que me besara, que me echara para atrás sorprendida y para tranquilizarla porque estaba... nerviosísima.

—A lo mejor te atrae. ¿Qué te gusta de ella?

—Eeh... no lo había pensado. No sé Rose. Que nunca he pensado en ella en ese plano.

—Pues date tiempo.

Asentí, ella se levantó sonriéndome y se fue. ¿Por qué había pasado eso? A lo mejor si le preguntaba a Frigg... Quizás ella me podía responder a mis dudas. Porque tenía el presentimiento que con Freya había algo más. Recordé la primera vez que pasó algo... en las duchas y... creí que la besaría yo o ella me besaría a mí. Estaba confusa, mucho.

Vi que Daiki llegaba a la cafetería y le pedía algo a Rose. Sonreí, era un buen chico. Me saludó a lo lejos, le indiqué que, si quería sentarse a mi lado, y le pidió a Rose que le llevara el café a mi mesa, se iba a sentar a mi lado.

—Hola, ¿qué haces aquí? —preguntó.

—Tomarme un café —respondí y él sonrió. —Y hacer un poco de deberes. ¿Tú?

—Esperar a mis padres, dentro de poco llegarán —respondió mirando afuera. Yo asentí siguiendo su mirada a la calle. —¿Te pasa algo?

—No, no. Solo que... está siendo difícil todo ahora mismo.

Nos quedamos mirándonos a los ojos un buen rato, hasta que Rose apareció con el café de Daiki. Él la miró y luego le sonrió, tenía una mirada tan cándida, tan... tan dulce. Y pensar que ese chico me gustó cuando éramos unos renacuajos, hasta... Pero qué decía, si en un escaso tiempo, me había sentido atraída por Logan, había besado a Freya y ahora... ahora recordaba a Daiki.

—Me voy a tener ir a un retiro, sola, en el Tibet —dije y él rio.

—Si no paras de hablar —soltó tomándose un sorbo de café.

—Si casi ni hablo en clase —dije. —Sería fácil.

—¿En el Tibet? —preguntó él enarcando una de las cejas.

—Eso es más complicado. ¿Cómo explico el viaje?

—No sé, por ejemplo... padres, necesito encontrarme a mí misma. No voy a hacer un Come, Reza y Ama. Únicamente, rezaré.

Comencé a reírme, parecía mentira, pero a pesar de conocernos desde siempre, había perdido un par de años con él. Siempre nos habíamos reído, y éramos muy cercanos. De pronto vio el coche de sus padres, se despidió y se marchó. Así era él, sacando sonrisas. Apareció por allí Freya, se sentó en una mesa y pidió un smoothy. Me levanté y vi como Rose me hacía señas desde la barra a lo, adelante, a por ello. Fui con mi mochila hasta la mesa de Freya, levantó los ojos de la revista y miró a los míos.

—Necesito hablar con Frigg. No sé como contactar con ella.

—¿A Frigg? —preguntó apoyando su espalda al respaldo de la silla.

—Sí —dije de forma afirmativa.

—¿Por? —preguntó. —Me puedes preguntar cualquier cosa Liv.

—Lo siento, pero tengo que preguntárselo a ella —respondí. Ella apuntó en una hoja el número y me lo dio. Yo se lo agradecí y me fui a ir, ante la mirada confusa de Rose.

—¿Es que no te puedo gustar? —preguntó con ojos tristes. Pensé en lo que me dijo Rose.

—Freya, estoy hecha un lío, me han pasado demasiadas cosas en poco tiempo. Nunca te había visto de una forma romántica... Dame tiempo. Tú sabes quien eres, lo sabes todo, yo... a mí me faltan recuerdos. Yo... no sé qué decirte, porque no sé si me gustas, y no quiero hacerte daño.

* * *

Hola chiquillxs!!

Espero que os esté gustando la historia y que la estéis disfrutando.

Espero leer vuestros comentarios!

Os mando un gran abrazo virtualbet? —preguntó él enarcando una de las cejas.

—Eso es más complicado. ¿Cómo explico el viaje?

—No sé, por ejemplo... padres, necesito encontrarme a mi misma. No voy a hacer un Come, Reza y Ama. Únicamente, rezaré.

Comencé a reírme, parecía mentira, pero a pesar de conocernos desde siempre, había perdido un par de años con él. Siempre nos habíamos reído, y éramos muy cercanos. De pronto vio el coche de sus padres, se despidió y se marchó. Así era él, sacando sonrisas. Apareció por allí Freya, se sentó en una mesa y pidió un smoothy. Me levanté y vi cómo Rose me hacía señas desde la barra a lo, adelante, a por ello. Fui con mi mochila hasta la mesa de Freya, levantó los ojos de la revista y miró a los míos.

—Necesito hablar con Frigg. No sé cómo contactar con ella.

—¿A Frigg? —preguntó apoyando su espalda al respaldo de la silla.

—Sí —dije de forma afirmativa.

—¿Por? —preguntó. —Me puedes preguntar cualquier cosa Liv.

—Lo siento, pero tengo que preguntárselo a ella —respondí. Ella apuntó en una hoja el número y me lo dio. Yo se lo agradecí y me fui a ir, ante la mirada confusa de Rose.

—¿Es que no te puedo gustar? —preguntó con ojos tristes. Pensé en lo que me dijo Rose.

—Freya, estoy hecha un lío, me han pasado demasiadas cosas en poco tiempo. Nunca te había visto de una forma romántica... Dame tiempo. Tú sabes quién eres, lo sabes todo, yo... a mí me faltan recuerdos. Yo... no sé qué decirte, porque no sé si me gustas, y no quiero hacerte daño.

 *                                 *                               *

Hola chiquillxs!! 

Espero que os esté gustando la historia y que la estéis disfrutando.

Espero leer vuestros comentarios!

Os mando un gran abrazo virtual


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro