Capítulo 3
Freya se sentó en la otra punta de la clase, como supuse, por ese carácter dulce y de gran encanto no tardó en ganarse a la clase. Logan se mantenía al margen y no cruzó ni una mirada conmigo. En el descanso las chicas fueron a hablar con Freya que encantada les habló y explicó de dónde venía. Yo tenía otro objetivo y era sonsacarle a Logan que era lo que estaba pasando, si alguien podía sacarme de dudas sería él. Fui hacia su mesa, pero Adriana se adelantó, pero sorry not sorry, yo no podía esperar.
—Logan. —Lo llamé.
—Liv, ¿no ves que estoy hablando con ella?
—Eso Liv —respondió ella.
—Para ti Olivia —aclaré a Logan. —Solo será un momento.
—No...
—Logan, al pasillo —insistí.
Se levantó y salió, yo lo seguí. Quería preguntarle muchas cosas, sobre Gabriel y sobre qué era lo que me había atacado y el porqué.
—Mira Liv, lo que me quieres preguntar hazlo más tarde. No es el momento. —Trató de atajar.
—Te lo voy a preguntar a ti, porque creo que lo sabes todo, como el por qué no me acuerdo del último año. ¿Por qué me ha atacado esa cosa? —pregunté intentando aclararlo.
—Es muy largo de contar —respondió sin querer ahondar.
—Vale. ¿Lo van a volver a hacer? No creo que sea seguro que salga de casa o yo que sé. Quiero defenderme.
—Liv, hablamos más tarde.
Se fue de allí y Adriana me miró con mala cara. Las clases siguieron y los demás comentaban cosas, alguna chica contaba a otra lo que le había pasado con su novio, otra el modelito, los chicos pues por cosas tontas y yo me mantuve al margen. A la hora de la comida todos salieron menos yo, que me quedé rezagada, no tenía ganas de estar con toda esa gente que realmente no me quería con ella.
—Liv, ¿te vienes? —preguntó Freya. Le sonreí y fui con ella.
Estar con Freya hacía que me sintiera parte de algo, aunque no sabía muy bien de qué, pero no me eclipsaba, podía sacar un poco mi carácter salvaje y no pasaba nada. Me quedé mirando unos piercings que tenía una de las chicas de mi clase que se había sentado con nosotras, me gustaban. ¿Dolerían?
—¿Qué piensas? —preguntó Freya.
—Me gustan sus piercings —respondí señalando a Cris que se ponía roja. —¿Te dolieron?
—Un poco.
—¿Dónde te los hiciste? —pregunté.
—En Brooklyn. Si quieres te paso la dirección. —Sonreí y me mandó la ubicación por el móvil.
El resto de la comida Freya hablaba, pero yo seguía preguntándome que era lo que me ocultaba Logan. Además, el interés de Adriana inusual parecía algo obsesivo y me preocupaba. Adriana nunca había sido así, siempre se mantenía al margen y Logan no era su tipo.
Volvimos a clases y estuve ensimismada, cuando terminaran iría tras Logan, quería respuestas, las necesitaba. Al terminar me puse a su lado y miré a Adriana con cara de pocos amigos.
—Ahora me cuentas todo.
—¿Tanto interés tienes? —preguntó.
—Sí —aclaré, por si existía alguna duda.
No me respondió, vi en su cara una sonrisa de lado. Un profesor lo llamó, si tenía que quedarme esperándolo durante toda la tarde lo esperaría, quería mis respuestas. Al salir del edificio Lui me esperaba, le dije que lo llamaría, que me tenía que quedar ahí un tiempo. Él asintió y se marchó, por mi parte esperé a Logan durante horas fuera, por si venía, por si... pero parecía no salir y el conserje cerró la puerta. Se había ido y no lo había visto.
—Liv, ¿sigues por aquí? —preguntó Freya con un chupachups en la boca. —¿Vienes al gimnasio?
Asentí y llamé a Lui, que nos recogió en la puerta del colegio y nos llevó al gimnasio, Freya me pidió que le enseñara Krav Magá, lo hice y con lo poco que aprendió luchamos. Freya resultó ser muy buena, la batalla duró bastante, más que con Phoenix, a pesar de que él tenía mucha experiencia. Hice todo lo que sabía, pero siempre acabábamos igual, Freya inmovilizándome, yo inmovilizándola. Intentábamos ganarnos, quedando siempre en tablas. No nos dimos cuenta, pero mucha gente se arremolinó entre nosotras. Phoenix nos separó, ya habíamos cumplido el tiempo. Ahora era el turno de más personas.
—Eres muy buena. —Observé.
—Y tú. Hacía que no me divertía en años.
—No me has ganado porque estoy desentrenada. Si no ya verías —respondí riendo.
Fuimos a los vestuarios, nos quitamos la ropa entre risas y nos metimos en la ducha. Estábamos las dos solas, pero como si estuviésemos rodeadas de gente. La adrenalina me iba a mil, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.
—¿Te puedo hacer una trenza? —me preguntó Freya bajo las duchas.
—Claro —respondí. —Espera que me aclare el pelo. Ella soltó una risa. —Ya.
Noté como me hacía la trenza y su respiración detrás, el agua ya no corría y su aliento hizo que me estremeciera. El corazón comenzó a latirme a mil.
—Ya está —informó y me di la vuelta.
Estábamos muy cerca la una de la otra, a pocos centímetros. Contuve la respiración, de pronto aparecieron muchas chicas que acababan de salir de clases a ducharse. Me puse la toalla a toda prisa y salí de allí. Estaba confundida, me sequé y me puse la ropa ágilmente. Freya hizo lo mismo, sin prestarle atención a lo que... había pasado. La trenza era preciosa, se parecía a las de la serie de vikingos. Salimos juntas y fuimos al mismo sitio, donde nos encontramos con Logan.
—Espera aquí. —Le solté a Freya.
—De acuerdo—respondió.
Me acerqué hasta donde estaba Logan con aplomo, me miró desafiante y le devolví la mirada. Iba con un grupo de chicos que parecían sacados de una película de serie B donde los malos van de cuero negro.
—Me debes una explicación—le solté a Logan.
—Pues ven a mi fiesta.
—Tenía pensado ir igual. ¿Me vas a explicar lo que pasa?
—¿Y tú? ¿Por qué dices que no soy un demonio?
—Porque no lo eres.
—¿Y qué soy? —preguntó acercándose a mí.
Logan era atractivo, tenía un aire misterioso y rebelde. En ese momento me hubiese gustado plantarle un beso, pero me reprimí. Tenía los labios carnosos y unos ojos que no te dejaban indiferentes. Él sonrió y miró hacia mis labios, luego se acercó más hasta que su boca estuvo a la altura de mi oído.
—Te lo contaré todo en la fiesta.
—¿Cómo sé que me puedo fiar de ti?
— No lo sabes. Te queda muy bien esa trenza. Has vuelto a ser tú.
Me quedé flipando. ¿Había vuelto a ser yo? Me di la vuelta, Freya estaba sola y taciturna. ¿Le pasaba algo? Le pedí a Rose un café y Freya decidió tomar nada más agua. Me resultaba raro, ¿qué le pasaba? Durante el tiempo que estuvimos juntas se mantuvo callada hasta el punto de que me daba apuro el estar con ella porque la notaba incómoda.
—¿Estás bien? —le pregunté.
—Sí—contestó. —¿Por qué iba a estar mal?
—No sé, dímelo tú.
Se quedó callada, conocía poco a Freya, pero sabía que le pasaba algo. Me acordé de los piercings de nuestra compañera de clases y le pedí que me acompañase. Ella accedió con una sonrisa que noté apagada. El sitio era de todo menos glamuroso o incluso normal, parecía que acabábamos de bajar a los infiernos. Le pregunté a Freya si quería hacerse un piercing, pero negó con la cabeza. Nos atendió un chico joven que me pidió el carnet, pero me hice la remolona, coqueteé con él un poco y me dejó perforar mis orejas. Freya se mantuvo con el mismo estado de ánimo durante toda la tarde. ¿Qué le pasaba?
—A ti te pasa algo —inquirí.
—No —respondió. —Liv, yo...
Un coche se paró, la ventanilla bajó y me pregunté quién sería. Freya se acercó y habló con la mujer que iba delante, se bajó y me sonrió. La madre de Freya era mucho más guapa que ella, también pelirroja con ojos verdes desprendía un aura de seguridad que no solías encontrar. No solo en cuanto a su vida, si no a su sexualidad. Parecía que Freya se avergonzaba.
—Hola, tú serás Liv. Yo soy Kasandra, la madre de Freya.
—Encantada —saludé.
—¿Te quieres venir a casa? Así hacéis los deberes.
Vi a Freya que parecía que se empequeñecía delante de su madre. Sonreí a las dos y negué con la cabeza, en otro momento iría a su casa, me despedí de Freya y me fui. Había sido un día extraño, pero más extraño fue la vuelta a casa. De nuevo el mismo escalofrío, la calle totalmente vacía. Dejé a un lado mi maleta y mi mochila de deportes. Cerré los ojos y volví a notar la presencia. La misma cosa de la mañana volvió a atacarme, me noté más suelta y conseguí inmovilizarla hasta que se escapó. Un golpe, dos, tres, parecía que, aunque peleara constantemente con ella no se iría.
—Liv. —Oí que gritaban.
Logan llegaba y me lanzaba una especie de mango de espada... arco... Al tocarlo cambió y se volvió una espada. ¿Qué era eso? ¿Magia? ¿Star Wars? A ver, no parecía un sable laser. Logan intentó atravesarla, pero no pudo. ¿Y yo que hacía con una espada? Si no la tocaba volvía a su estado normal, la coloqué en la parte de atrás de la falda del uniforme y fui a por él, menos mal que era buena en el combate cuerpo a cuerpo, cuando lo inmovilicé lo atravesé con la espada. Miré a Logan.
—Ahora me vas a decir que pasa.
—Que ha comenzado la guerra.
—¿Qué guerra?
—Ven y te lo explico.
Cogí mis cosas y fui detrás de él hasta una especie de callejón, de pronto fuera comenzó la vida, pasaban personas, no había monstruos, espectros paranormales...
—Ha comenzado la guerra entre dioses.
—¿Dioses?
—Sí. Existía un equilibrio en el mundo del que te encargabas tú. Gabriel y yo íbamos a ser tus guardianes, pero... él necesitaba formar parte de tu vida y eso lo jodió, dejó de existir ese equilibrio.
—¿Cómo?
—Cuando conociste a Gabriel dejaste de ser tú, ya no ibas al gimnasio, tu carácter cambió y ya no tenías aspiraciones.
—¿Por qué no me acuerdo de ello?
—Tus recuerdos se borraron.
—Hasta ahí llego, ¿quién me los borró?
—No te lo puedo decir.
—Logan, no estoy ahora para que te hagas el misterioso. No sé qué me intenta matar, herir o algo. Necesito saber todo para actuar—respondí y se rio.
—Hemos tenido esta misma conversación, pero de una forma totalmente diferente.
—Conversación de la que no me acuerdo.
—Tienes eso, te ayudará por si te vuelven a atacar. No te puedo contar nada más.
Logan me exasperaba, ¿por qué quería ir de misterioso? Me di la vuelta, si se iba me daba igual, esto era demasiado confuso para mí. Además, esta especie de espada, que me recordaba a Star Wars. ¿Dioses? Quiénes serían esos dioses y porqué querían venir a por mí, eran las dos preguntas que me hacía.
—Y... ¿por qué dijiste que no era un demonio? —preguntó.
—¿Qué?
—Eso. Lo dijiste.
—Porque no lo eres —respondí. ¿Los demonios existían de esa forma?
—¿Qué crees que soy?
Intenté ver a través de él y veía algo, pero no lo identificaba. Me dolía la cabeza, ¿por qué? No entendía nada de eso, dioses, demonios... ¿qué pintaba yo en todo eso?
—Eres brillante —respondí. —No sé lo que significa eso.
Él asintió y se quedó callado sentado en el suelo, yo hice lo mismo.
—Logan, si no sé lo que hay tras lo que hasta ahora yo he creído que es el mundo, no sabré lo que eres. Yo sigo confusa.
—Lo sé Liv, pero no te puedo ayudar del todo. No sé lo que se me permite contar.
—¿Lo tienes que preguntar?
—Sí.
—Logan, no puedes ser un demonio, tienes tu palabra de honor y no la has roto.
Él sonrió y se ofreció a acompañarme a mi casa, yo acepté el ofrecimiento y fui con él. Se despidió en el portal y entré, cuando me di la vuelta ya no estaba. Mi casa estaba vacía, no había nadie, solo una nota informándome que se habían ido a una cena. Estaba agotada y me quedé dormida pensando en todo lo que había pasado hoy. Soñé con que estaba frente a muchísimas criaturas como la que había visto esos días, también monstruos que creía conocer. Miraba de frente a uno, llevaba una espada diferente a la que había usado ese día, a mi lado se encontraban otras dos personas que me resultaban conocidas. Notaba un sabor cobrizo en mi boca.
—¿Estás bien? —preguntó la voz de una chica.
Me desperté de un salto, ¿qué había pasado?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro