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Capítulo 19




Febrero 2016.

Los entrenamientos con Ragnar eran cada vez más duros, el conocimiento de la existencia de los siete había hecho que extremaran la seguridad. No había ni rastro de ellos, pero esa falsa seguridad lo hacía todo más inseguro. Parecía que debía vivir dentro de una fortaleza, todos intentaban protegerme, pero realmente quien los debía de proteger era yo. Las palabras de Frigg me perseguían, ir a ese viaje... gente inocente moriría. Quise no ir, se lo dejé caer a mi padre, pero él insistió en que fuera, sería la última vez que haría algo con los de mi clase. Por otro lado, quería conocer la tierra de mi padre, suponía que el viaje a Islandia me haría estar más cerca de él.

Freya entrenaba con nosotros, pero parecía que no quería integrarse con los demás. Para River eso desembocaba en malas energías, así que decidió hacer una clase de meditación para dejarlas atrás. Cada uno tuvo una actitud diferente para realizar el taller. Daiki se mostró entusiasta, siempre le había gustado la meditación, suponía que esa predisposición vendría de su cultura. Logan no quiso hacerlo de entrada, no entendía por qué tenía que hacerlo si no tenía problema con nadie, pero Daiki le convenció. Freya aceptó sin problemas, aunque el hacerlo fue otro cantar, no quería hacer ningún ejercicio; y luego yo, que decidí que lo haría, y lo hice sin problemas.

La meditación hizo que Logan comenzara riéndose porque le parecía ridículo y que luego dijera cada cinco minutos que se aburría. Freya se negaba a hacer los ejercicios quejándose, porque como parte del taller, había que decir qué sentíamos. Por mi parte no tenía problema, lo que hacía era distanciarme, Daiki quiso ser el ayudante de River, pero él no le dejó.

Ese intento de meditación acabó mal, bastante mal. Se demostró que como grupo no estábamos en nuestro mejor momento. No sabía que debía hacer, la situación era rara, pero yo era el punto de unión del grupo, me gustase o no. Todo sucedió uno de los días de los que Ragnar se encontraba extenuado porque no sabía cómo hacer que funcionáramos como grupo. Parecía que lo personal se había mezclado con la lucha y sabía que si nos atacaban acabaríamos muertos. Decidí hacer algo, y sabía que el orden también importaba, y que el eje era la persona de la que menos me fiaba, Freya. Al acabar las clases fui hacia su pupitre y me quedé esperándola, todos me miraron, pero me daba igual.

―Freya, ¿te apetece ir a tomarte un café?

Freya me miró sentada desde su pupitre sin entender. Jack apareció y se acercó a nosotras.

―Freya, ¿te está molestando esta?

―Esta tiene su nombre Jack ―contesté exasperada.

―Lo que tú digas, si no es porque estuvieras con Daiki...―Comenzó él.

― ¿Qué pasaría? ―pregunté molesta. Ya no era la chica que se quedaba sin hacer nada, sin contestar.

―Te haría la vida imposible ―contestó él. No me lo pensé y le agarré el polo del uniforme, amenazante, con el poder de pegarle en cualquier momento.

―Mira Jack, te la estas jugando mucho, muchísimo. Ahora mismo podría dejarte inmovilizado, pero sabes qué, te libras porque me quiero graduar. Cuando pienses en mí, piensa en la única tía que te puede dejar como lo que eres, un cobarde. Así que no me toques las narices.

―Deja que me ría ―comenzó. Le agarré del brazo comenzando a inmovilizarlo, con la intención de terminar la llave que me había propuesto a hacerle.

― ¿Quieres que siga? Lo haría encantada, pensándolo mejor, mi padre haría que no me echaran, me dejarían aquí. Además... tu padre le debe favores al mío. ―Comencé a susurrarle de una forma entre chulesca y de superioridad clásica de una matona de instituto. ―A mi padre no le gustaría saber que has intentado dejarme en ridículo, supongo que al tuyo tampoco le gustaría saber que... que una chica te ha inmovilizado y dejado en evidencia. Entonces Jack... ¿vas a seguir tocándome las narices? ¿Estás dispuesto a verme la cara después de que te deje el brazo destrozado y no puedas jugar al futbol en la universidad? ―pregunté. No recibí respuesta por su parte. ―No te he escuchado.

―Lo entiendo, lo entiendo. No te voy a molestar más, déjame ―respondió.

―Me falta algo ―contesté.

―Por favor. ―Pidió.

―Así me gusta ―dije y dejé su brazo. ―Ahora no me vuelvas a molestar.

Jack nos dejó a solas, vi que Freya me sonreía, le devolví la sonrisa. Recogió su bolso y nos fuimos a la cafetería en silencio, yo sin saber qué decir y supuse que a ella le pasaría lo mismo. Allí estaba Rose, con una sonrisa, como siempre, atendiendo a unos y a otros. Nos saludó con la mano y me hizo una señal para asegurarse que me pediría lo de siempre, yo le hice una señal para confirmárselo.  No sabía cómo empezar esa conversación, ni siquiera sabía cómo abordarla. Rose llegó y nos entregó mi latte y su smoothy.

―Si quieres ya puedes empezar ―dijo Freya. Yo sonreí, ¿qué le decía? Seguí en silencio intentando buscar las palabras, las frases perfectas. ―No sabía que te costara tanto hablar conmigo desde la otra vez.

―No, no es eso ―contesté.

― ¿Entonces qué es?

―Freya... Es... Es difícil decirlo, exponerlo... No quiero hacerte daño.

―No me lo vas a hacer ―respondió resuelta, sin dudas.

―Me he dado cuenta de que... que no tengo sentimientos hacia ti de... ¿amor? No sé si es porque al igual que yo eres una diosa, o que eres la hija de...

―De mi madre.

―Sí, pero no hay sentimientos, no hay algo, un fondo... que digamos... bueno.

― ¿Cómo qué no? ¿Cómo puedes estar tan segura?

―Freya, no te engañes, no soy buena para ti, ni tú eres buena para mí. Cada vez que ha pasado algo ha sido todo destructivo, no ha acabado bien. Contigo no he sentido lo mismo que he sentido con Daiki o con...

― ¿Con quién?

―Eso no lo sé, no tengo idea ―dije y miré hacia fuera. Otra vez esa sensación, esa... comenzaron a venirme de nuevo lo que había visto y sentido en el sueño. ―Pero será algo precioso, bonito, calmado, algo que no he vivido con nadie.

― ¿Ha sido un sueño premonitorio? ―preguntó. Yo asentí. ―No sabes cuándo va a pasar.

―Sí, no lo sé. Pero no puedo mentirme a mí misma, y tampoco puedo mentirte a ti. No es justo.

―Puedo decidir lo que es justo y lo que no por mí misma ―respondió ella.

―Pero no si eso conlleva jugarte la vida Freya. A pesar de que no sienta lo mismo que tú no significa que me importes menos, solo que me importas de una forma diferente.

―Liv... Yo tengo una misión y la debo cumplir.

―Pues tendrás que confiar en mí ―respondí yo.

― ¿Lo sabe Daiki? ―preguntó. ―Lo que me acabas de decir, lo de esa persona. ¿No sientes lo mismo que con él? ¿Lo suyo es como lo mío? ―preguntó. Notaba su necesidad y la urgencia de comprobar que efectivamente, tampoco estaba enamorada de Daiki.
―No siento lo mismo, estoy enamorada de él, pero... esto es de una manera diferente. Es difícil de explicar Freya, y tampoco es el punto. Debemos de ser un equipo, dejar lo que nos divide a un lado, estoy siendo sincera contigo. Se aproxima una guerra y no podemos seguir como hasta ahora. ¿Lo entiendes?

―Y qué pretendes que haga ―respondió. Yo sonreí.

―En la batalla y en la vida te cubriré siempre las espaldas. No dejaré que nadie te haga nada.

―Yo tampoco. ―Dejó claro ella.

Sonreímos, ella se tomó su smoothy y yo mi café. Ella parecía intentar descifrar lo que yo había sentido, su papel en esa guerra que no sabíamos cuándo sucedería, pero se avecinaba. Volvimos juntas a casa de Frigg donde nos encontramos con todos. Ese día el entrenamiento mejoró, Ragnar me miró arqueando una ceja.

―Espero que no hayas hecho alguna tontería ―dijo.

―Ninguna ―respondí. ―He hecho lo más sensato. ―Él levantó una ceja a modo de respuesta. ―Terminar sin que exista vuelta atrás.

Ragnar me miró sin decir nada, estudiándome con la mirada, queriendo saber si había sido cosa de Freya, cosa mía, si seguía sintiendo algo por ella. Pareció que no encontró nada, y si encontró algo se había quedado patidifuso. Aun existiendo un entendimiento con Freya, aunque parecía que entre ella y Logan no existía a pesar de la buena sintonía que mantenía con ellos. Al acabar el entrenamiento me quedé rezagada, intentando que se diera una conversación natural entre nosotros.

―Buen entrenamiento ―dijo. Yo sonreí.

―La verdad es que sí, ha sido intenso ―respondí sin levantarme del suelo. Él terminó sentándose.

―Freya ha tenido hoy otra actitud. ―Prosiguió. ― ¿Ha pasado algo entre vosotras? ―preguntó mirándome por el rabillo del ojo.

―Sí, le he puesto punto final a lo que quiera que estuviese pasando ―respondí. Él asintió. ―Me he dado cuenta de que no siento nada por ella en el plano romántico a lo: «Estoy enamorada de ti, no puedo vivir sin ti».

― ¿Cómo te has dado cuenta? ―preguntó. Me puse algo nerviosa, como si revelarle la verdad fuese algo... fuese un secreto.

―No siento lo mismo que con Daiki―contesté.

―Pero podría ser de otra manera ―respondió. Lo miré. ―Hay distintas formas de querer, no siempre es la misma. Liv, decidas lo que decidas te apoyaré, siempre estaré contigo. ¿Lo sabes?

Yo asentí.

―Logan, no sé si lo sabes. Eres mi mejor amigo, me has ayudado muchísimo desde que descubrí quien era.

―Bueno, el mío es Daiki, no te vengas arriba ―respondió él entre risas que compartimos.

―No tengas reservas con Freya. Está todo claro, tenemos que ser un equipo.

Él asintió, se levantó y me ayudó a levantarme.

― ¿Una pelea rápida? ―preguntó. Yo asentí.

Esa pelea fue divertida, ninguno se lo puso fácil al otro, usamos espadas ya que ese día no habíamos practicado con ellas. Uno de los trucos que me había enseñado Rivers en esa sala era crear guerreros con magia por si estaba sola y así practicaba. Puse la música y como un equipo Logan y yo fuimos luchando contra esos guerreros mágicos que nos atacaban sin miramientos. Ragnar apareció a las dos horas, y nos sonrió al vernos luchar duramente.

―Ya podéis parar ―anunció diciendo las palabras exactas para parar a los guerreros mágicos, mientras Logan y yo caímos exhaustos al suelo. ―Sois una buena pareja en combate, esta vez ninguno de los guerreros os ha tocado.

―Todavía nos queda. No hemos conseguido hacerles daño ―respondí. Él sonrió y nos hizo levantarnos.

―Venga, mañana más.

Nos levantamos con pocas ganas, yo me fui a mi cuarto, donde tenía el baño privado a ducharme; Logan a la habitación que tenía habilitada para él. Mi habitación seguía pareciéndome enorme, de esas que parecían sacadas de revistas. Ese día me quedaba a dormir en casa de Frigg así que me quedé estudiando, hasta que tocaron la puerta.

―Pasa―dije. La puerta se abrió. Allí estaba Frigg.

―Me ha dicho Ragnar que el equipo ha mejorado.

―Sí ―respondí. Sabía lo que quería decir. ―He tenido que poner en sintonía a todos, creo que es mi deber.

―Lo es―dijo asintiendo. Yo le hice una señal para que se acercara y se colocó en un sillón. ―No solo me recuerdas a tu padre si no incluso a mí y a tu abuelo. ―Siguió y puso los ojos en blanco cuando nombró a Odín.

― ¿En qué me parezco a ti? ―pregunté.

―Aunque apenas se hable de mí en los libros de mitología nórdica, siempre he sido la líder, la que intentaba que todos fuéramos a uno. Y a Odín te pareces mucho, él también lo es, incluso más que yo. Lucha muy bien, y tú, a pesar de que llevas luchando poco, tienes unas dotes excepcionales y una visión de batalla espectacular.

―Abuela... ―comencé, evoqué la sensación que había tenido en Navidades, y con ella el sueño que había vuelto a tener después de Navidades. ―Los sueños premonitorios... ¿se podría saber algo sobre ellos? ¿Más detalles?

― ¿Has vuelto a tener otro malo? ―preguntó mi abuela poniéndose en guardia.

―No ―respondí. Miré hacia la ventana con un aire un tanto ausente y melancólico. ―Ha sido... Abuela, no he sentido nada igual, nunca, ni siquiera con Daiki y me asusta.

― ¿Por Daiki? ―preguntó ella confusa.

―Sí ―dije. ―Te puedo asegurar que es el amor de mi vida, pero... es que lo que sentí también lo es. Es un querer de una forma distinta, que ni siquiera entiendo. Ay, no sé... Se acerca una guerra y yo pensando cosas sin importancia.

Mi abuela agarró mi mano e hizo que la mirara.

―Liv, lo que sucede en los sueños premonitorios es indescifrable, puede significar cualquier cosa, y puede suceder en cualquier momento. Daiki es humano Liv, tú eres una diosa, llegará un momento en el que él muera y tú seguirás viviendo. Y en cuanto a que no tiene importancia... Liv, las emociones en las guerras están a flor de piel, siempre. Todo se siente de forma intensa, como si fueras muy rápido, porque tienes la impresión de que será la última vez que sentirás algo.

―Entiendo ―dije. Ella me tocó el pelo de forma maternal.

―Liv, no pienses más en ello, no te sientas culpable. ―Hizo una pequeña pausa y continuó. ―Venga, hay que ir a cenar.

Asentí y fui detrás de ella, pensando en la conversación que habíamos mantenido. Al llegar todos estaban sentados, Logan había comenzado a vivir desde hacía poco entre "sus enemigos", Freya se encontraba a mi lado. Todo el mundo cenaba, hablaba, pero yo seguía en un plano donde me encontraba lejos, mucho. Tenía millones de preguntas que solo mi padre podría resolverlas, quizás los sueños se podían guiar y ver a través de ellos. Tú podías tener sueños guiados porque sabías que estabas soñando, solo había que saber cómo hacerlo. De pronto oí un ruido y un grito.

―No sigas por ahí Frejya ―dijo Frigg imperturbable.

― ¿De qué tienes miedo Frigg? No va a pasar nada, no hay impedimento para que vaya ―respondió esta.

―Sí que lo hay, y lo sabes ―continuó Frigg, parecía que no quería que nos diéramos cuenta den que comenzaba a alterarse.

― ¿De qué están hablando? ―pregunté a Freya que me miró con aire de superioridad.

―De Islandia. Mi madre dice que estarás suficientemente protegida por mí, Frigg piensa lo contrario ―respondió ella.

―Vas a provocar que sangre de inocentes puedan verse involucrados Freiya, van niños allí, no sabes lo que significa. No todo vale en la guerra. ―Sentenció Frigg seria, imperturbable, sentenciando algo que sabía con certeza.

―En la guerra se olvida uno de la moral Frigg, ¿o no te recuerdo las pasadas?

―Te vas a arrepentir, los siete no tienen piedad. ―Continuó ella, esta vez iracunda.

Fue nombrarlos y el vello se me puso de punta, además del frío que me recorrió cuando tuve aquella pesadilla, aquella muerte. Notaba que no podía respirar, vi como Logan se levantaba asustado y me hablaba, no lo escuchaba, comencé a temblar atemorizada, quise acercarme a él, me faltaba el aire. Todo se puso negro, me desperté en mi cama. ¿Había estado durmiendo? ¿Todo había sido una pesadilla? No lo sabía, tampoco me dio tiempo de saber mucho más porque mi cuarto comenzó a cambiar. Podía ver margaritas, césped, hierva, la noche con la lluvia, un sitio donde podía estar en paz. Comencé a caminar hasta ver un prado donde podía ver la luna, estaba preciosa, me quedé mirándola, terminé por sentarme allí. Noté una presencia a mi lado.

― ¿Qué haces aquí? ―preguntó la misma presencia, mientras la noté que se sentaba junto a mí.

― ¿Aquí donde? ―le respondí sin mirarlo, hipnotizada por la luna.

―No deberías estar aquí aún ―siguió la voz masculina que me hablaba.

―No sé dónde estoy, me han traído aquí. ¿Quién eres?

―Liv, esa no es la cuestión. Islandia es un lugar peligroso.

―Estoy en Nueva York. ¿Debería hacerle caso a Frigg y no ir?

―Liv, no puedo contestarte a esa pregunta. Solo hay un sitio donde podrías estar a salvo allí.

― ¿Dónde? ―pregunté.

―Yo te guiaré ―respondió.

― ¿Cómo sabré que eres tú?

―Créeme, lo sabrás.

― ¿Te conozco?

―Me has visto, sabes quién soy, pero no me conoces así.

― ¿Así cómo? ―pregunté intentando mirarlo.

―No dejes de mirar a la luna ―respondió. ―Si no, no podré hablar contigo.

―Vale ―contesté.

―Te iré a buscar. Llevándote allí será la única forma de preservar el equilibrio.

― ¿Equilibrio?

―Sí, Liv, el equilibrio. Sabes cuál es tu misión, no te olvides de ella.

Me giré, creía conocer la voz, pero la imagen se difuminó entre sombras pudiendo entrever a un hombre de pelo rubio ceniza al igual que el mío. La luna se apagó y terminé en medio de mi habitación, sin saber que hacer. No quería dormir sola, así que volví a la cocina, intentando descubrir qué me había pasado. No había nadie despierto, miré a la luna y me di la vuelta, busqué la habitación de Frigg.  Allí estaba ella, se dio cuenta de quien era, me hizo una señal y fui hacia su cama, parecía una niña pequeña y asustada. Al día siguiente me desperté con la duda de ir o no ir a Islandia, se había resuelto que iríamos, y que lo que sucediera sería culpa de Frejya y Freya. Me encontraba confusa, sin saber que hacer.

Los días pasaron, junto con las clases y los exámenes, seguía teniendo guardado lo que había soñado, mis visiones y mis temores. Tenía la sensación de que en el momento que lo revelara todo se haría realidad. Daiki me notaba rara desde el día en el que me desmayé en casa de Frigg. intentó sacarle información a Logan y a Freya, pero no lo consiguió, nadie sabía lo que había visto. A veces hasta a mí se me olvidaba lo que había visto, el recuerdo se fue diluyendo hasta que apenas recordaba esa conversación.

―Liv, ¿me vas a contar lo que te pasa? ―preguntó una vez sin darme opción.

― ¿De qué? ―respondí.

―Sobre lo que pasó ese día.

―Daiki... ―Comencé, pero quise desterrar la idea, el recuerdo llevarlo fuera. ―Lo que pasa es que... tuve un sueño premonitorio.

― ¿Algo malo? ―preguntó él.

―No... ―comencé. ―Soñé con otra persona que no eras tú, sentí cosas... no sé cómo explicarlo. Como un arrullo, una paz, un sentirme protegida, una serie de cosas que... Daiki, con lo que está pasando, los siete... tú... no...

―Lo entiendo. Así que sabes que sentirás cosas por otra persona.

―Es difícil de explicar... pero te quiero Daiki, eres el amor de mi vida. No tengo ninguna duda sobre eso.

―Ni yo que tú la tengas. Tranquila, cuando sientas eso, ve hacia delante, no te sientas mal, ¿vale?

―No sé si podré hacerlo ―contesté.

―Lo harás y yo seré feliz, ¿De acuerdo?

Daiki

Sabía lo que iba a pasar, y sabía quién era la persona con la que había soñado Liv. El cuando pasaría no lo sabía. A pesar de que Liv creyese que me protegía, yo había sido creado para ello, era mi sino en la vida. Sí que nos habíamos enamorado, pero el mantenerla con vida había sido mi misión. Mi familia se había trasladado a Nueva York para ello, todo lo que sabía, lo que me había trasladado mi abuelo era eso mismo. Había renacido muchas veces, y en todas ellas la había conocido. Acordarme de ella ninguna, pero existían documentos y diarios de mis antepasados de forma continua. Había algo diferente esta vez, algo que no había ocurrido, la aparición de los siete y la bajada a la tierra de los dioses. No sabía que pasaría a partir de ese momento, si una vez que ellos llegasen no reviviría, pero estaba seguro de que sí. Pasarían un par de generaciones y volvería a nacer.

Lo que Liv había sentido cuando había tenido su sueño premonitorio no me inquietaba, pero sí hacía que tuviese muchas dudas. Sabía lo que sentía Logan, desde siempre, a pesar de que Liv lo desconociera y lo viese como un hermano. Esperaba que esa persona de la que Liv me había hablado fuera él, o quizás fuese yo en otra vida. Lo único que me preocupara era que ella estuviese bien durante el tiempo que no estuviera.

Logan y yo habíamos quedado para ver una película el día de su estreno, yo llegué antes de la hora, Logan justo al empezar. La película estuvo bien, él ni se dio cuenta de que estaba en tensión, sólo disfrutó de la película. Sin quererlo se había convertido en mi mejor amigo, en la persona a la que le podía contar todo, pero no le podía contar que revivía cada dos generaciones. Tras el cine fuimos a una cafetería, caía la lluvia y como consecuencia la ciudad colapsaba.

―Logan ―dije mirando por la ventana.

― ¿Qué? ―preguntó con su tono hosco que escondía un gran corazón, aunque no lo quisiese admitir.

―Voy a morir ―dije.

―Vamos a morir todos ―respondió él recolocándose.

―Tú no, eres un dios. Yo soy un mortal.

―Los dioses también mueren, mira el padre de Liv ―dijo él.

―Él es nórdico, tú griego. Los griegos no morís ―contesté.

―A ver Daiki, ¿a qué viene esto ahora? ―preguntó mientras me miraba acercándose hacia mí.

―A que se va a librar una guerra ―respondí susurrando. ―Quiero que cuides a Liv.

―Daiki, esa es mi misión, pero tú no vas a morir. Morirás de viejo, a los cien años, ¿me oyes? ―dijo enfadado.

―Logan, dale lo que yo no le pueda dar, por favor. Prométemelo ―concluí.

―Daiki...―Comenzó.

―Prométemelo ―Recalqué.

―Te lo prometo ―respondió y miró hacia la puerta.

Me giré y por allí venía ella, su pelo rubio, ojos azules chispeantes, iba con un vestido azul claro y medias oscuras.

―Siento haber tardado, ¿qué tal la película? ―preguntó.

―Muy bien ―respondió Logan mirando hacia fuera.

Por alguna razón veía las energías, las intuía, y entre ellos existía una energía inusual, sonreí. Allí estaban ellos, divertidos, entre bromas cómplices, compartiendo alguna anécdota. Pronto iríamos a Islandia, Ragnar y Frigg estaban preocupados, y a mí había comenzado a preocuparme. No me daba buena espina.

* * *

Holaaa!! Qué os ha parecido? Espero que os esté gustando!!! :)

¿Qué pensáis con la nueva actitud de Liv?

¿Y sobre Freya?

Daiki nos ha revelado algo sorprendente.

Os espero en el próximo capítulo

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