1. La Samaritana de Satán.
La carne es débil, principalmente la de los animales (Hombres), si la Diosa (Sí para mí es mujer, pues no creo en un Dios hombre) hizo a Eva de la costilla de Adán.
¿Deberíamos agradecerle por dar su costilla?
Si, es así entonces mátenme porque por los malditos animales que llamamos hombres yo no daría ni un pelo. Todos son unos bastardos. Quisiera limpiar el mundo de ellos y que solo queden las mujeres pero nunca podré lograrlo, aunque lo intentaré en este maldito e hijo de puta, hueco tercermundista en el que vivó.
¡Sé que iré al infierno así que a trabajar!
"Los monstruos son reales y los fantasmas también. Viven dentro de nosotros y a veces ellos ganan"
Stephen King
"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil"
(Marcos 17:5)
"Agradezco a todos aquellas que dieron el poder para eliminar a los animales que llamamos hombres"
Tú amiga la Samaritana de Satán
I:
El arribo de la muerte.
Julio 17
20:15PM
Comisaría de Fallen, Portland.
2do intento de interrogatorio a James Tomlison por el detective Simpson:
—Comencemos de nuevo señor Tomlison... ¿Está seguro de que puede? -Preguntó el detective, notando el estado traumático de aquel hombre.
—S-i-i y-o p-pue-d-do -, dijo aquel hombre, que se encontraba en la línea fronteriza entre el juicio y la locura.
— ¿Quién le hizo eso? -Preguntó Simpson esperando una respuesta más acorde a la realidad, y no una delirante como en el primer interrogatorio.
— ¡Y-YA L-LE D-DIJE Q-QU-E-E ELLA! —. Expresó él, gritando y alterado por la incredulidad del detective a su primera respuesta.
—Cálmese señor Tomlison, ahora por favor repítame todo lo que recuerda que paso -, dijo con un tono suave y acogedor, esperando que la historia cambiara.
—Y-y-o -, hizo una pausa para tomar aire e intentar hablar fluido-. Esta-ba con ella, con...
«No puedo permitirme decir su nombre... Me va a matar, si lo digo... Siempre hace de las suyas y escapa».
...Yo estaba a-a-allí, en la cama —. Su mente se nublo con recuerdos, sus ojos por segundos se volvieron deslucidos y el detective creyó que el hombre estaba muerto, cuando le iba a tomar para reavivarle, él volvió—. Ella, su s-se-senos, su cu-cuerpo —, balbuceó en voz baja-, estábamos, ya sabe en el ac-acto. Us-usted me entiende, ge-gemía en mis oídos implorándome que siguiera pero de re-repente... —. Él hombre se reencontró con aquella bruma y esta vez duro más tiempo en ella para regresar— ...de repente, cuando iba a comenzar a prac-practicarme sexo o-oral, tomo mí m-miembro y... —, regresaron los recuerdos y el detective Simpson sólo se quedó esperando que el hombre volviera en sí— ¡NO! —. Gritó, después expulsó un chillido de dolor y murió infartado.
El detective le miró el rostro y sus ojos reflejaban la perturbación a través de sus incoloras pupilas; a Simpson se le puso la piel de gallina y el miedo penetro lentamente sus pensamientos. Pero debía contenerlo pues su deber era encontrar a la responsable.
Aunque en un pueblo tan pequeño (1.933 habitantes) y tan alejado de la justicia como Fallen era difícil encontrarle.
2
Cafetería Lady's, Leston, Portland.
19 de Julio
10:00 PM
—Señorita ¿Me puede traer un cappuccino? —. Preguntó Martin Lessens un famoso abogado en Leston.
Él había ganado el caso con más interés público de ese pueblo, y su fama se basaba no tanto por sus acciones sino por su ambición de dinero sin importar el método.
Se decía que había matado a un cliente tres años antes, solo porque no pudo pagarle a tiempo. Pero que se escapó de entrar a la cárcel por falta de pruebas acusatorias de la fiscalía.
La hermosa mesera asintió con la cabeza y a los dos minutos le trajo su cappuccino. Él le dio un sorbo y le dijo a la chica:
— ¡Así de rico es que me gusta! —. Después le palmeo el glúteo derecho descaradamente. Ella le respondió intentando darle un bofetón, mismo que le detuvo en seco—. ¡No, no preciosa así no se hace! —. Exclamó moviendo su cabeza de un lado a otro y le soltó el brazo.
La gente que estaba en el café le miraban indignados y murmuraban injurias sobre él.
En eso una mujer se acercó a él. Blanca , alta, pelo rizado, muslos carnosos y unos senos levantados, vistiendo con una camisa de mezclilla, unos jeans de color azul oscuros y un bolso Ligroin en su brazo derecho.
— ¿Me puedo sentar con usted? —. Preguntó con una voz dulce y embriagadora. Tirándole una mirada seductora mientras se mordía los labios. Él se extasió, pero no al punto en el que ella quería.
—Usted parece saber lo que es bueno —, replicó él, apuntando la parte de su jean donde su pene erecto yacía.
«Maldito sádico » pensó ella antes de responderle—. Sí, ¡claro que lo sé! pero creo que ellos no —. Refiriéndose a la gente que estaba en el café—. Pero aquí no podremos hacer lo que queremos —. Añadió con un guiño y mordiéndose los labios.
—Me encanta tu pensar —, replico él susurrándole en el oído.
Caminaron hacia la salida, cruzaron la calle en dirección a Shepherd Street, donde se ubica un hotel 3 estrellas llamado Happy Misery y entraron.
En la recepción estaba una señora de unos 50 años, blanca, pelo corto y gorda, con una camisa negra con tirantes que le hacía parecer una granjera. Con sus manos manchadas de lo que parecía ser grasa de cerdo.
—Señora ¿Tienen acá habitaciones disponibles? —. Preguntó Martin mientras miraba detalladamente la sala de entrada del hotel.
—Hay solo dos habitaciones disponibles la 44 y 15 —, repuso ella con indiferencia.
La acompañante de Martin miraba a todos lados mientras pensaba:
« ¡Qué asco de lugar! No pudo llevarme a un hotel mejor»
—¿Cuál quieres muñeca? —. Preguntó él a ella, mientras le miraba los senos sin disimulo alguno.
« ¡Cual sea maldito! » pensó antes de responderle.
—Lo que quieras, por mí está bien.
—Me da la habitación n°15 por favor señora.
La señora tomo las llaves de su ménsula y se las entregó.
—La habitación 15 está entre las plimerras del segundo piso —, le indico la señora mientras se pasaba las manos por la camisa para limpiarse la grasa.
Ellos caminaron hacía el ascensor. Al entrar en el Martin comenzó a reírse de cómo había dicho aquella palabra la señora.
«Van a manolsearrse, estoy segulrra» pensó la recepcionista al ver que ellos ya se habían ido.
— ¡¿Nunca me dijiste como te llamabas preciosa?! —. Inquirió él dentro del ascensor con verdadera intriga y curiosidad, aclamando que su acompañante le dijera su nombre.
— ¡Shhhhh! Confórmate con saber que soy quien te dará placer hoy —. Respondió ella, mientras le pasaba su mano derecha por la espalda de arriba a abajo, a través de su franela verde de Hutton.
El ascensor se detuvo, ellos salieron de allí, y admiraron el pasillo con sus paredes negras, tenía dos candelabros que daban una escasa luz. El lugar daba los mismos aires a la entrada del algún hospital abandonado.
Caminaron hacia la habitación 15, pasando previamente por varias puertas, todas cerradas y se escuchaban todo tipo de sonidos salir de estas.
La puerta era de metal y su picaporte de madera. La abrieron y al entrar notaron la pequeñez de la misma; estaba un poco polvorienta y tenía una cama matrimonial con un colchón tamaño Queen, que poseía una etiqueta que decía PARIS, una mesilla con 4 sillas a su alrededor, un rolex de pared y una lámpara.
Ella dejo su bolso en la mesa y le empujo hacía la cama, se quitó su camisa de mezclilla sin esfuerzo alguno y se desabrocho el sostén dejando sus senos al descubierto, lanzándose hacía el.
Él comenzó el acto a través de rápidas embestidas. Ella le lanzó una mirada ardiente de placer mientras apoyaba la almohada en su abdomen y sus piernas se abrían como las alas de una mariposa, tras cada arremetida.
Ella susurraba a través de gemidos de placer y complacencia vacía. Al cabo de unos 10 minutos de sexo, decidieron jugar un poco.
— ¿Quieres jugar algo? —. Preguntó ella perspicaz y maliciosamente.
—Lo que tú quieras —, respondió él, excitado.
Ella se levantó de la cama, caminó hacia la mesa, se colocó unos guantes de látex y tomo su bolso para agarrar dos trozos de cuero italiano sueltos que estaban allí. Se subió en el colchón, se encaramo al cuerpo de Martin, le tomo las manos y se las ato a la cama.
Sus manos enguantadas y ya vacías tomaron su miembro viril y comenzó a masturbarle, mientras le mordía en forma de beso los labios para excitarle más, aunque lo hacía con indeseo y repulsión.
— ¡Uf! —. Exclamó de cansancio y exaltación, antes de eyacular en los guantes. Mientras ella se levantaba de nuevo, para tomar su bolso y sacar una botella de vino, al igual que un pequeño vaso de cristal.
Su capacidad era 500ml y en la etiqueta decía Fréquentais, vertió en el "vino" y le dio un trago a Martin, espero a que bebiera y volvió a tomar su bolso para sacar sin que él se diera cuenta un pequeño cuchillo de unos 7 centímetros, pero tan afilado como un de carnicería.
Lessens comenzó a sentirse mareado y al cabo de unos 2 minutos, estaba drogado he imposibilitado para moverse plenamente.
Ella se acercó, le agarró el genital y comenzó a córtale el testículo derecho, atroz y lentamente, sacando la piel parte por parte, el recubrimiento de su pene estaba siendo cortado como en una carnicería sacan el cuero inservible del ganado, el ápice lo pico en dos desde el orificio urinario.
Cortó el testículo derecho, de manera que se veía la blanca y mucosa epidermis pura de su miembro. La sangre salía a borbotones y Lessens entre droga y agonía, masculló de dolor varias veces pero sin fuerzas.
Las gotas de sangre sonaban en la madera y caían al suelo llenando la habitación. El reloj sonó marcando las 12:15am, mientras el hombre sucumbía ante el sufrimiento y horroroso dolor que le producía lo que quedaba de su miembro.
La mujer recogía las pruebas, luego saco de su bolso una botella de agua mineral de 100ml llena de acidó sulfúrico, mojó los alrededores de la cama y en el baño evaporo la ropa con esta misma sustancia, ahí mismo se colocó otro ropaje, añadiendo una peluca de cabello corto de color rojizo a su outfit.
Se aseguró de que el hombre muriera y subió al ascensor para bajar al primer piso e irse del hotel. Caminó hacía una parada de autobuses en Paradise Street que estaba a 100 metros del hotel y cogió uno en dirección a Fallen.
3
18 de Julio
El detective Simpson se levantaba para ir a trabajar, un hombre fornido de 34 años, cabello oscuro, un metro setenta y cinco, y ojos grisáceos.
Encendió el televisor y coloco el canal News Portland, en ese instante el noticiero de la mañana se transmitía.
«Ya viene a cámara, la preciosa Elise» pensó haciendo referencia a una joven periodista de hermosa cara, blanca, alta, pelo rizado, muslos carnosos y unos senos levantados, tapados por una camiseta roja habitualmente, que hoy le informaba a él y al demás publicó lo siguiente: "Esta madrugada en el Hotel Happy Misery se encontró el cuerpo, castrado y en un charco de sangre de Martin Lessens un abogado de 43 años de edad ... La recepcionista del lugar dijo que este hombre estuvo acompañado por una mujer de unos 30 años, alta, blanca, de pelo rizado, con una camisa de mezclilla y un bolso Ligroin."
A lo demás Simpson no prestó atención, después de la periodista dar los detalles mostraron un dibujo de acuerdo con la descripción dada.
«Cada día se ven cosas más locas en Portland» pensó él mientras le daba un sorbo a su té. Luego procedió a vestirse y a salir de su casa en su Toyota Prius, en dirección a la comisaria.
Al llegar vio en el alejado establecimiento a Masson Rend un joven detective de 27 años, musculoso y agraciado facialmente que estaba en la sala. Era el único de los 4 oficiales asignados para ser parte de la comisaría de Fallen que estaba allí y posiblemente fueran solo ellos dos ese día, a menos de que llegaran Bill y Chris.
Él observaba los expedientes de tres casos similares y con el mismo modo operandi de una asesina en serie que se hacía llamar "Samaritana de Satán".
— ¡Buenos días Marcus! —. Dijo Masson con una voz burlona, a su compañero que es unos 7 años mayor y que detesta que le llamen por su nombre.
— ¡Te he dicho que no me llames así Rend! —. Replicó Simpson con un gesto de disgusto y atacándole con la mirada. Rend se rio desganadamente
— ¿Te enteraste del asesinato de Martin Lessens en un hotel de Leston? —. Preguntó ahora de forma seria a su compañero.
—Sí, lo mire en el News Portland hace un rato.
En ese instante llegó Bill Hertensin el oficial más ordinario e inescrupuloso de todo Portland, un hombre de 43 años, un metro setenta, robusto, cabello color marrón y ojos café.
Entró a la sala, miró a Simpson y a Rend por encima del hombro y se sentó en su mesilla de trabajo, ellos le devolvieron la misma mirada. Por unos segundos el ambiente se tornó tenso, para ser cortado por la entrada de Chris Heston el policía más atento y decoroso de esa comisaría, un adulto joven de 31 años, fornido, un metro sesenta de estatura, un cabello oscuro y ojos negros. Quien al pasar frente a ellos les sonrió y les dio la mano a cada uno, tan tontamente que nadie al verlo lo tomaría enserio después de eso.
« ¿Cómo ha logrado ser policía este tipo?» Se preguntaban Hertensin, Rend y Simpson. No le podían tomar enserio en las oficinas, sin embargo al entrar en la acción policial todo cambiaba y allí recordaban porque aún le respetaban.
—He estado repasando las pruebas de los tres últimos asesinatos de "La Samaritana de Satán" y creó que la muerte de Lessens tiene algo que ver —, dijo Masson mientras miraba una foto de una de las escenas de los crímenes. En la que veía la primera víctima de todas, hallado en Enero de ese mismo año.
Era Randy Meller un soez mercader y político de Manhattan, que viajaba cada 17 de Enero a Fallen, para visitar a una de sus mujeres, lo habían encontrado muerto el 16 en un apartamento de Peugeot.
En esa foto se mostraba su pene cortado y colocado en su cara que se observaba incinerada casi por completo, además distinguiéndose la desastrosa y abrupta manera en la que habían perforado sus piernas. Parecía que se las habían pasado por un escariador de carne.
— ¿Por qué crees que este asesinato está relacionado a los otros tres? —. Preguntó Simpson.
—Porque por la poca información que manejo de ese caso hay tres factores en común que tiene la muerte de Lessens con los otros, estos son los siguientes: Todos eran infieles o violentos con sus esposas, no tenían respeto a la sociedad sino conseguían lo que querían y por último los cuatro eran del circulo de acaudalados de la asociación Portland Zillions. No tengo los resultados de la autopsia pero puedo asegurar que fue ella, aquellos bastardos de Leston no cedieron los resultados —. Respondió Rend.
— ¡Puras estupideces tus suposiciones! —. Aclamó Hertensin mientras se reía arrogantemente, desacreditando lo que había dicho su compañero.
Chris que estaba parado al frente de Masson y al lado de Simpson, se giró, camino hacía Bill y le agarró por el cuello.
— ¡Me estas colmado la paciencia cabrón, deja tus repuestas burlonas de todos los días y trabaja en equipo como lo hacemos los demás! —. Le dijo y encerró con su mirada a Hertensin en el miedo, quién aunque no se notara temía por su vida, ya que pocas veces se podía apreciar tanta frialdad en Heston y cuando sucedía quienes habían hecho que se molestase, morían o sufrían algún trauma posterior.
Y Bill sabía que por esa razón Chris había sido transferido a Fallen. Por torturar al asesino de su esposa quien en ese momento estaba embarazada. Le soltó el cuello y volvió a la calma.
— ¿Detective Simpson cree que deberíamos pedir información sobre este asesinato a los de Leston? —. Preguntó Chris ya sereno y con una sonrisa.
—Sí. Yo confío en el instinto de Rend, pero no creo que Morrison quiera ceder ante nosotros -, respondió Simpson mientras pensaba «¡Este tipo es un raro!».
«Los trasegados de su comisaria nunca van a poder con un caso como este» diría Morrison el Sheriff de la comisaria del pueblo vecino, al escuchar la voz de Simpson. Heston se acercó el teléfono de la oficina, lo tomo y llamo directamente a Giovanni di Sternson el Alcalde de Alston el municipio al que pertenecen Fallen, Leston y otros tres pueblos vecinos; quien es su gran amigo.
— Aló, ¿Con quién hablo? ¿Con Giovanni?
—Sí conmigo, dime, ¿Cómo estás Chris?
—Bien. Voy a ser directo, necesito tu ayuda.
—Claro dime. ¿Qué sucede?
—Nada en concreto pero quiero que obligues a Morrison a que nos de toda la información del asesinato de Martin Lessens.
—Tranquilo zio haré que ese piccolo de la información que tenga, pero por favor resuelvan ese caso, nadie de arriba está presionando, sin embargo tengo miedo ya sabes porque lo digo.
—Gracias fratello mio, y tranquilo sabemos lo que hacemos —. Dijo Chris y cortó la llamada—. ¡Listo! Tenemos que ir a Leston detective Simpson —. Así de fácil consiguieron la aprobación del alcalde, este confiaba plenamente en Heston.
Marcus sonrío airoso, ya que sabía que Morrison debía darles la información, sí o sí.
—Vamos Heston y yo, Rend y Herstensin quédense aquí en Fallen —. Masson aceptó sin objeción alguna, pero Bill le miró con aversión.
— ¿Por qué siempre debes ir tú? ¿Solo por qué eres el jefe? ¡Maldito! — . Expresó Bill refunfuñando y con molestia.
Heston apretó los puchos y rechinó los dientes, quería golpearlo, estaba irritado, no podía con alguien tan grotesco como Herstensin pero Marcus no le dejo.
— ¡Chris a este tipo no vale la pena golpearle! Además somos un equipo y sí voy yo es porque. ¡Si algo sale mal el amonestado no serás tú! —. Gritó molesto, luego se giró y siguió caminando con su compañero saliendo de la comisaria al aparcadero.
Rend se reía de como Herstensin se había quedado callado ante Simpson.
— ¡¿De qué te ríes?! —. Preguntó Bill a Masson mientras le miraba con una molestia innegable.
—De nada —.Respondió Rend con arrogancia.
Chris y Marcus se subieron al Toyota Prius del detective. Esté manejo por media hora en la bella carretera de Fallen - Leston, que estaba llena de la pubescencia mágica que daban sus campillos llenos de árboles fructuosos y flores preciosamente densas. Los dos hombres solo disfrutaron sin hablarse de la tranquilidad de aquel camino pacífico, que en verdad necesitaban.
Al llegar al pueblo vecino observaron un anuncio gigantesco que decía. BIENVENIDOS A LESTON, ¡UN PUEBLO LLENO DE AMOR! ¡SOMOS LA CUNA DEL AMOR AMERICANO!
« ¡Que ridículo! amor y Leston en un solo párrafo» pensó Simpson, Heston solo miró el cartel con indiferencia y le dijo:
—Este pueblo no parece tan grotesco.
«Que tipo tan patético es Chris» pensó Marcus.
—Puede que ahora no lo parezca pero ya verás —, respondió Simpson, sacudiendo la cabeza suavemente de un lado a otro, en un gesto de desaprobación sin que Heston le viera.
Manejaron unos 4 kilómetros más entre bodegas, cafeterías, un restaurante y hoteles de mala muerte como el Happy Misery.
Hasta que llegaron a la comisaría de Lessons, se bajaron del auto y entraron en la pequeña delegación policial.
La primera persona que entró a la vista de Simpson y Heston fue Lewis Morrison el sheriff, quien al mirar a Marcus gesticulo disgusto, colocando la típica "cara de culo" que mostraba al ver a alguien que no era de su jurisdicción, en lo que él llamaba "su pueblo bendito" que de bendito tendría «La vagina de sus mujeres» diría Jack Melton el viejo más repudiado de Fallen.
—¿Vienes por lo que conseguiste cobardemente sin meritó alguno? —Dijo Lewis con voz soberbia y ofensora a Simpson, apretando con molestia los resultados que tenía en mano.
—No sabía que trabajar era algo sin meritó —. Respondió Simpson con una voz triunfante y cáustica.
— ¡Disculpe pero si fuéramos tan cobardes nuestra jurisdicción no sería mejor que la suya! —. Heston con esas palabras hizo molestar a Morrison, a quien le hicieron eco y apretó los dientes.
Al fin al cabo Fallen era el lugar menos peligroso de todo Alston, ya que escasamente había incidentes de eventualidad allí. Pero cuando los había eran muy endebles, pues solo contaban con 4 oficiales de policía por ser un pueblo pequeño.
Lewis le tiro las copias de la información que habían obtenido hasta ese momento en la cara a Chris y se fue dándoles la espalda. Él las recogió con delicadeza, intentando calmarse.
— ¡¿Y si lo mato?! —. Preguntó, apretando los puños, y mostrando una sonrisa psicodélica, tan aterrante como la del payaso Pennywise de It (Eso).
Simpson sintió como un poco de miedo entró en él, a través de un estremecimiento efímero, por el cambio inhumano en la personalidad de su compañero. Le tomo la mano y con las fuerzas que pudo arriesgándose a ser lesionado en la inconciencia de Chris lo obligó a subir al auto.
Al entrar al carro, Heston volvió en sí y mostro una sonrisa serena e incorruptible.
Marcus se arrugó en un espasmo de miedo puro, a la que un hombre de su solidez emocional sería difícil de ver, pero allí estaba ese hombre de 34 años, tan firme y respetado con una inquietud incontrolable como un joven que presencia a un fantasma o alguna cosa de esas. Cosa que su compañero no entendía.
— ¿Qué pasa detective? ¿Allá adentro sucedió algo? —. Preguntó con inocencia y desconocimiento puro de sus gestos.
— ¡¿No recuerdas nada?! —. Replicó el detective, incrédulo y aterrado.
—Sinceramente no. ¿Dígame que paso?
—Nada, Chris nada —. Respondió Simpson calmado, aunque la lluvia de miedo que mojaba sus pensamientos era incontrolable.
Comenzó a manejar de regreso a Fallen mientras su loco compañero leía la información una por una.
4
23 de Julio 4 días después de la muerte de Martin Lessens.
En la granja de los Johnson en Fallen, mugían las vacas de hambre, las gallinas cacareaban aterradas y anunciaban de lo malo, como en la superstición de una abuela latinoamericana.
Los cerdos gruñían y los caballos relinchaban ante él oscuro día que se aproximaba.
Howard Johnson, el dueño de la granja, un hombre acaudalado, mujeriego y con creencias cuestionables, se levantaba siendo despertado por los sonidos de los animales, fue a ver porque estaban alterados, entró al granero con un kimono japonés rojo como vestimenta y al echar un vistazo vio la sombra de una figura femenil que parecía estar desnuda. Él, incrédulo cerró los ojos y los volvió a abrir creyendo que era su cansancio que le hacía alucinar, pues allí no había más nadie cuidando el lugar.
Sin embargo en realidad sí había una mujer desnuda, tan mágicamente prendada de sexualidad como las sirenas de la ODISEA de HOMERO.
— ¡Tranquilo Howard no estas soñando, soy tu deseo carnal, lo que buscas en una mujer! ¡Te llevare a lo que yo llamo un paraíso lujurioso! —. Expresó ella con una voz sexy y embriagadora.
Luego se acercó a él. Era una mujer blanca, alta, de pelo rojizo, unos muslos carnosos, senos pulcros y levantados.
Le desajustó el kimono, agarro su pene y comenzó a masturbarle llevándolo al embelesamiento en solos segundos, luego se colocó en posición fetal y sus piernas se abrirían dando espacio para ser penetrada. Introdujo su miembro en embestidas suaves y pasionales. Ella susurraba en su oídos a través de gemidos lúcidos de dolor y placer verdadero, era el pene más grande que había entrado entre sus muslos carnosos.
Ella mientras le penetraban, le metió los dedos meñique y anular de la mano derecha en la boca; él duró 2 minutos en pie pero paralizado y luego de un espantoso jadeo de dolor, se desmayó. En medio de la neblina ensordecedora de mareos, miraba el celaje de la mujer bajando hacía su pene.
Estaba aún semiconsciente y ella le corto el ápice de su miembro con un hacha lentamente, fragmentando de un lado a otro y en pequeños trocitos, la sangre salía a borbotones y una capa de piel pura y de color carmesí se notaba latente.
Luego tomo hojarasca seca del granero, se lo coloco en lo que quedaba de su genital, le llenó con gasolina el cuerpo, después saco a cada animal de su encierro y encendió una cerilla que lanzo hacia él. Carbonizando a aquel hombre.
El olor a carne asada pregonaba el lugar, mientras la asesina ya afuera del granero encendía un cigarro y arrancaba una furgoneta azul que era de Howard.
Las llaves él siempre las llevaba en su Kimono «Para no perderlas» diría el ya fallecido. Por su parte los animales corrían al exterior.
«Camino a la libertad que añoraban» según ella en sus creencias.
El fuego no se extendería gracias a unos rociadores anti-incendios que él había colocado 2 meses antes. Y su asesina lo sabía, así que antes de irse había soltado unos 10 roedores que al oler la sangre le querrían comer su sabroso cuero y así fue, ellos le degustaban como un humano al sushi o al caviar.
Su piel ya pulverizada y mordida por las ratas mostraba los huesos en algunas partes, además membranas viscosas e incoloras de su piel.
Su vecina más cercana quien al percatarse de la escapada de los animales fue a avisarle a Johnson y al buscarlo lo encontró en el granero muerto.
Tras vomitar esa tarde-noche cuando encontrará su cuerpo ya casi irreconocible. Llamo a la policía « ¡Su cuerpo era... asqueaba al verlo! » Diría a los policías Masson Rend y Bill Herstensin.
Nadie del servicio forense de Fallen había presenciado tanta brutalidad con el cuerpo de alguien desde el asesinato de Randy Meller 6 meses atrás, desde allí han habido 3 víctimas más; Martin Lessens, James Tomlinson y Howard Johnson, 4 en total.
Repitiéndose la historia y era obra de la Samaritana de Satán.
El cuerpo forense determinaría al llegar a la escena lo siguiente: "Hora de muerte entre 5 y 6 am por su temperatura corporal...quemaduras de tercer grado en el cuerpo de la víctima, mordeduras de roedor (ratas),que causarían posteriormente un infección; envenenamiento (con arsénico); cortes intencionales y premeditados con arma punzante causando un desangrado que acabaría en muerte".
El detective Simpson y su compañero Heston que estaban en las oficinas de la comisaría al ver las fotos que se habían tomado del cuerpo de Johnson vomitaron asqueados.
Sin embargo, los 4 policías que estaban ese día de guardia estuvieron en las oficinas hasta las 12:00AM y se irían, a sus casas como si no hubiera un crimen que resolver.
Nota del autor.
¿Qué les parecen estos detectives? ¿Son de fiar?
Recuerda que puedes leer sin conexión y que me ayudarías mucho dejando tu comentario y tu voto.
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